En la Argentina se estima que hay más de un millón y medio de personas con chagas. Es decir, 3,5% de la población. Muchas de ellas, la mayoría, no lo sabe. Algunos incluso no lo sabrán nunca. El mal de chagas es un parásito que puede vivir en el cuerpo por más de treinta años sin manifestarse, hasta que empieza a generar problemas cardíacos o digestivos, además de otros deterioros.
Muchos pueden recordar las campañas masivas en las que se explicaba qué era el chagas, qué la vinchuca y qué el Trypanozoma cruzi (el parásito). Presente sobre todo en el norte del norte del país, la vinchuca es un insecto que se alimentan de sangre y transmite el parásito a través de la materia fecal que depositan en la piel de las personas al momento de alimentarse.
Con los años, el control vectorial (evitar el contagio vía vinchuca) fue avanzando, aunque todavía quedan provincias en el país en las que es causa de contagio.
Sin embargo, una de las principales causas de la expansión del chagas no es la vinchuca sino la transmisión de madre hijo: es el 40% de los casos. Si quisiéramos tener un país libre de chagas, es ahí donde hay que avanzar. ¿Lo estamos haciendo?
¿En qué coinciden el Estado y el sector privado?
Según la Ley 26.281, es de interés nacional “la prevención y control de todas las formas de transmisión de la enfermedad de Chagas, hasta su definitiva erradicación de todo el territorio nacional”. Hacia esa dirección caminan todos los actores.
Patricia Angeleri es la Directora Nacional de Epidemiología del Ministerio de Salud de la Nación. Si bien aclara que no hay una estadística oficial, coincide con todas las organizaciones que tratan el tema en el número estimado de chagásicos que hay en el país.
Según un informe de ACIJ (Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia), hay 1.505.235 personas con chagas en la Argentina (de los cuales al menos 250 mil son chicos menores de 14 años). En total en el mundo hay entre 6 y 7 millones de casos. Nuestro país es el que mayor cantidad de enfermos tiene: más del 20% de la población chagásica mundial.
La doctora Ana Pereiro (de la Fundación Mundo Sano) advierte que además somos exportadores, ya que muchos de los pacientes de alrededor del planeta contrajeron acá la enfermedad. Y agrega que, estimativamente hablando, de los 1300 chicos que nacen con chagas al año en la Argentina, solo se detecta y se trata al 30%.
Esta es hoy la principal urgencia: cortar con la transmisión vertical y tratar a los niños en el primer año de vida. Para esto, hay otro factor fundamental: la detección.
“Según los últimos estudios, 9 de cada 10 niños y niñas tratadas en forma temprana negativizan la serología para el chagas mientras que, sin tratamiento, cerca del 30 % desarrollará una patología cardíaca o digestiva”, dice el informe de ACIJ.
Por otro lado, para evitar que las madres sigan transmitiendo el parásito a los hijos, es fundamental tratarlas. Ana Pereiro destaca que en el caso de las mujeres en edad fértil, cuando hacen el tratamiento pueden eliminar el parásito de su cuerpo y asegurarse que sus hijos no nazcan con chagas.
“Surgieron informes que dicen que si a una mujer en edad fértil se le da el tratamiento, se puede evitar que sus hijos nazcan con chagas. Entonces es obligatorio tratarlas”, sostiene Pereiro.
¿Existe un medicamento?
Actualmente producido por el laboratorio ELEA, el medicamento se llama Abarax (Benznidazol) y está disponible. Es, además, el primer medicamento contra el chagas aprobado por la FDA de Estados Unidos (Administración de Alimentos y Medicamentos). El Ministerio de Salud de la Nación es el responsable de la compra y la distribución gratuita de estas pastillas para quien las necesite.
“Ya se repartió a todas las provincias. Estamos ajustando con los referentes provinciales la necesidad. El laboratorio incluso también nos ha ofrecido darnos medicamentos de manera gratuita. Es una ayuda que viene bien. Sin embargo, hay que trabajar mucho con los equipos de salud, sobre todo para ver bien la pertinencia del tratamiento”, subraya la doctora Angeleri.
“Venimos de una época en que el tratamiento para el chagas era con el mismo medicamento que ahora, con la diferencia de que se pensaba que no generaba nada. Ahora empieza a haber evidencia de que sí genera resultados”, dice.
¿Por qué hay médicos que siguen dudando del medicamento? Ana Pereiro explica: “hacemos medicina basada en evidencias, entonces puede pasar que haya profesionales que no hayan visto los trabajos que indican estos conocimientos nuevos. Ahora bien, un profesional que está especializado en la materia no puede ignorar estos avances. Y si los conoce y decide ignorarlos estamos frente a una irresponsabilidad grave”.
¿En qué no coinciden todos?
Qué porcentaje de los enfermos de chagas está bajo tratamiento es un misterio. Desde el laboratorio ELEA estiman que menos del 1% de los pacientes diagnosticados. Sin embargo, en el Ministerio de Salud no tienen un número (y sostienen que es difícil que el laboratorio tenga sustento para su estimativo), pero están trabajando en generar mayor información y capacitar cada vez a más instituciones médicas sobre el protocolo para detectar chagas. En muchos casos, los médicos no hacen ese análisis porque no lo consideran pertinente.
Para las organizaciones, los médicos consultados y el laboratorio, parte fundamental de la solución es capacitar a las instituciones médicas y a la población. En este sentido, creen que una campaña de comunicación masiva sería clave para comenzar a erradicar el chagas. Por su parte, si bien comparte el diagnóstico, el Ministerio no consideran que la campaña de comunicación sea el factor fundamental.
De todas formas, Angeleri aclara que están preparando la comunicación del Día Nacional de la Lucha Contra el Chagas (el 31 de agosto), y que dentro del plan general de comunicación el chagas es prioridad. Sin embargo, dice: “No tenemos planificado a corto plazo una campaña masiva de comunicación. No sé si eso cambiaría el termómetro. Me cambia trabajar con la población, con los equipos de salud y con las herramientas de información. Eso nos va a dar una base de sustentación más robusta para poder avanzar”.
“Lo que también estamos haciendo a nivel nacional es la vigilancia sistemática que da cuenta de los análisis que se hacen, para saber realmente a qué pacientes atendemos y les damos tratamiento. Estamos reorganizando el sistema de información respecto del chagas. A su vez trabajamos con los sistemas de salud para que los médicos se preocupen por el chagas”, agrega la Directora. Los boletines de vigilancia se pueden leer todas las semanas en la web del Ministerio de Salud.
El chagas no es cosa de campo
Jaime Altcheh es el Jefe de Servicio de Parasitología del Hospital Gutiérrez. Allí llevan tratados a más de mil chicos con chagas, a los que se les ofrece diagnóstico y tratamiento de forma gratuita.
Miembro de la Sociedad Argentina de Pediatría e investigador principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), dice que todo el que haya nacido en la zona norte del país debería hacerse el análisis de chagas, no importa dónde esté, ya que los procesos migratorios cambiaron el panorama.
“En Buenos Aires no hay vectores pero es donde está la mayor población de gente con chagas. No es solo un problema de ranchos. Uno de los principales problemas con los que lidiamos es que la gente cree que las zonas urbanas están exentas y hoy no es así para nada”, explica.
Los países que mejor luchan contra el chagas
Chile ha hecho un fuerte control del vector. Si bien no tienen la misma vinchuca que hay en la Argentina, han logrado controlarlo y ya casi no hay contagio por esa vía.
España es otro ejemplo. Naturalmente no tienen agente transmisor, pero sí han lidiado con el problema. “Es un país que no teniendo la enfermedad autóctona ha sido receptora de mucha población de zonas con chagas. Ellos van a la cabeza en términos de diagnóstico y tratamiento, y en cuanto a la investigación que están haciendo. Hay centro de investigación en Madrid, otro en Barcelona y otro en Valencia, y están muy avanzados. Se produce muy buena información. España ha hecho las cosas mejor que nosotros”, concluye la doctora Angeleri.