El hábito de posponer la alarma hasta media hora no genera más somnolencia matutina ni perjudica el estado de ánimo durante la jornada, de acuerdo con una investigación del Journal of Sleep Research. Es más, el mismo estudio mostró que este hecho mejoró su cognición.
Tina Sundelin, investigadora del sueño de la Universidad de Estocolmo, afirmó: "Dormir una siesta limitada entre alarmas por la mañana probablemente no sea malo". Asimismo, descubrió que posponer la alama durante media hora beneficiaba a las personas que hacían esto dos o más veces por semana y que siempre volvían a dormirse entre alarmas.
¿En dónde radica el beneficio? Despertarse bruscamente, sobre todo si uno se encuentra en un sueño profundo, puede prolongar la inercia del sueño, que es un periodo que tiene lugar después de despertarse y que se caracteriza por una reducción de la vigilancia, incremento de la somnolencia y un rendimiento cerebral deficiente. En cambio, las personas que aplazan sus alarmas y duermen algunos minutos entre ellas salen del sueño profundo y se despiertan en el sueño ligero, lo que ayuda a reducir la inercia del sueño.
Sundelin estima que dormir en forma liviana durante unos minutos antes de despertarse por completo impide al cerebro volver rápidamente a las fases más profundas del sueño. Además, las personas que hacen esto mostraron niveles más alto de cortisol, una hormona implicada en la vigilia.
En el estudio se observó que 31 personas durmieron bien toda la noche y solo mostraron signos de sueño fragmentado en los últimos treinta minutos antes de levantarse, que suele ser el momento en que la gente pulsa por primera vez el botón de aplazar. Sin embargo, este sueño fragmentado no tuvo un impacto tan grande como para cansarlos durante el resto del día.
A propósito, según sugiere Thomas Kilkenny, director del Institute of Sleep Medicine del Staten Island University Hospital, en este artículo de Scientific American, el periodo óptimo para aplazar una alarma es entre 20 y 30 minutos. Dormitar más de media hora puede acercar a la persona a las fases más profundas del sueño, de las que es más difícil levantarse.
No obstante, según especialistas españoles del sueño, el estudio presenta una serie de limitaciones. Elena Urrestarazu, médica especialista en Neurología y Neurofisiología de la Clínica Universidad de Navarra, opinó en esta nota de El País que el aplazar alarmas no es una recomendación que se pueda extender a la población en general. "En el estudio, las personas que la utilizan habitualmente tienden a ser más jóvenes y a tener un cronotipo vespertino lo que podría relacionarse en parte con la falta crónica de sueño", cuenta. "De hecho, atribuyen el efecto beneficioso a que desaparece el sueño profundo de esa última media hora y se levantan desde un sueño más superficial, cuando lo normal es que no haya sueño profundo al final de la noche".