La semana pasada comenzó a andar y trazar camino el flamante —y esperado— Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, liderado por la abogada penalista, especializada en derechos humanos y pueblos originarios, Elizabeth “Eli” Gómez Alcorta. Es feminista, tiene 47 años, creció en un barrio de monoblocks en el Bajo de Boulogne, en el conurbano bonaerense. Mientras estudiaba, trabajó de lo que pudo: fue cadeta, preceptora, bibliotecaria y cuidó niños. Es la primera universitaria de su familia. Hoy es “una militante a la que le toca trabajar de ministra”, según se definió.
Aunque, como es de esperar por ser un ministerio inexistente hasta ahora, la organización interna y determinación de lineamientos está comenzando a definirse, la titular de la cartera anunció que el organismo tendrá dos grandes secretarías: una dedicada a combatir las violencias de género, encabezada por la abogada Josefina Kelly, y la otra abocada a diseñar y ejecutar las políticas de diversidad, liderada por la exdiputada Cecilia Merchán.
Además habrá una subsecretaría de Formación, Investigación y Políticas Culturales para la Igualdad, que dirigirá la psicóloga feminista Diana Broggi y tendrá por función fomentar cambios culturales tomando como base la Ley Micaela, que establece la capacitación en materia de género y violencia contra las mujeres a todas las personas que se desempeñen en la función pública.
Lo que aún no sabe es dónde funcionará físicamente el ministerio. Gómez Alcorta continúa a la espera de que se confirme un edificio para la nueva cartera. Mientras tanto algunas reuniones se hacen en las oficinas del ex Instituto Nacional de las Mujeres (INAM), en la avenida Entre Ríos 181, cerca del Congreso de la Nación.
Con los deseos y expectativas a flor de piel, referentes del feminismo y las agendas de género expresan lo que esperan de este organismo.
La médica feminista Mabel Bianco, creadora de la Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM), elegida este año entre las mujeres “más influyentes e inspiradoras del mundo” en la lista “100 Mujeres de la BBC”, resalta la importancia de la creación de esta cartera: “Es evidente que jerarquizar con rango de ministerio los temas de mujeres, diversidades y género permite transversalizar los programas con otros ministerios desde un nivel de igualdad entre pares que ayuda a la negociación y permite llevar con voz propia estos temas al gabinete nacional. Además el hecho de que haya un ministerio posibilita un presupuesto mayor”, asegura.
Respecto a los temas prioritarios en la agenda de esta cartera y las políticas públicas que debería impulsar, señala medidas que regularicen las tareas de cuidado no remunerado y asegura que “la lucha para la eliminación de la violencia contra mujeres y niñas, y su prevención” debe continuar estando en la cima. Cabe recordar que desde el 1 de enero de este año hasta el 30 de noviembre hubo 297 femicidios en nuestro país, es decir, casi uno por día.
Aunque en un mundo ideal no debería hacer falta una cartera dedicada exclusivamente a combatir la violencia de género y luchar contra la desigualdad, la médica asegura que “falta mucho para eso”: “En nuestro país, e incluso en países que están más avanzados que Argentina en estas luchas, aún no se puede acabar con estos ministerios ni con la discriminación positiva. Tal vez cuando se eliminen realmente estas violencias en forma significativa y se avance en un mundo más igualitario entre mujeres y hombres, se podrá pensar en eliminarlos. Ahora lo que se necesita es continuar y profundizar las líneas de trabajo iniciadas”, concluye.
En su primera semana de trabajo, Elizabeth Gómez Alcorta comenzó a dar indicios de que los objetivos sobre los que se regirá la cartera que dirige van en esa dirección. En su primer día de gestión se reunió con la investigadora y socióloga Dora Barrancos, referente del feminismo, que se puso a disposición para cooperar en la construcción de la cartera y presidirá su Consejo Asesor; pasó por las oficinas en las que funcionaba el disuelto Instituto Nacional de las Mujeres (INAM) y por las de la línea 144, de atención a las víctimas de violencia de género, para llevar tranquilidad a trabajadoras y trabajadores sobre su continuidad laboral dentro del organismo.
Respecto a los mayores desafíos que tendrá que enfrentar, Mabel Bianco es realista y proyecta sus deseos. Destaca el presupuesto (“que sea adecuado pero que se implemente y ejecute bien”); el avance en la legalización del aborto y la concreción de acuerdos “con todas las provincias para contar con protocolos uniformes en todo el país y que se articulen los distintos sectores que intervienen”; la ampliación de los programas de atención a las personas trans (“que respeten su identidad y que permitan sus cambios con terapias de hormonas y cirugías”); la implementación, real y correcta, de la ley de Educación Sexual Integral; la continuidad del Plan Nacional de Prevención del Embarazo No Intencional en la Adolescencia (ENIA).
Sobre esto también hubo novedades en los primero días de gestión de la abogada. El jueves pasado,12 de diciembre, se reunió en Casa Rosada con el presidente de la Nación, Alberto Fernández; el ministro de Salud, Ginés González García; y referentes de la Campaña Nacional por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito, ginecólogas y obstetras para actualizar el protocolo de atención integral de las personas con derecho a la interrupción legal del embarazo (Protocolo ILE).
“Es un paso fundamental para garantizar los derechos que ya existen y que están vigentes desde 1921. Entendemos que no hay margen para incumplir la ley y que los abortos que ya son legales se deben garantizar de la manera más rápida y segura en todos los casos de conformidad con el nuevo Código Civil que se sancionó en 2015. Es un avance que este nuevo protocolo actualice la guía de prácticas teniendo en cuenta los avances científicos”, afirmó.
El mismo día la abogada acompañó a Estela Díaz, quien se desempeñaba como Secretaria de Género a nivel nacional de la CTA, en su jura como titular del Ministerio de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la provincia de Buenos Aires, que se hizo en la ciudad de La Plata, y celebró que el gobernador Axel Kicillof también haya jerarquizado con rango ministerial las temáticas de género y diversidad sexual.
Además de sus roles como funcionarias en las carteras casi homónimas, las ministras comparten otro ámbito en común: forman parte del Comité por la Libertad de Milagro Sala, del que participan más de 200 organizaciones sindicales, sociales, políticas y académicas. Cabe recordar que Gómez Alcorta fue quien coordinó el equipo de defensa de la líder de la Organización Barrial Túpac Amaru.
Paola Bergallo, abogada y docente universitaria feminista, —dictó clases sobre género y derecho en la Facultad de Derecho de la UBA desde 2002, luego en la universidad de San Andrés y ahora en Universidad Torcuato Di Tella, cofundó la Escuela de Derecho de la Universidad de San Andrés y el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA)— va más allá respecto a los desafíos que tiene por delante Gómez Alcorta:
“La creación de un ministerio es una señal política de que quienes gestionan el Estado entienden la dimensión de lo que viene sucediendo: la salida de las mujeres a participar en el sistema democrático mucho más masivamente que las generaciones anteriores, a participar en la opinión pública, a tener ideas sobre cómo debe conducirse el país. Y esa politización requiere respuestas políticas. Y no solo en la agenda de las mujeres sino en la de la diversidad y en las de discriminación y género, ampliamente. En ese sentido es todo un desafío para la ministra montar esa institucionalidad que refleje ese compromiso y reaccionar con políticas públicas que tengan sustancia, diseño, planificación, evaluación, monitoreo, y que también sean, en su diseño de gestión, modernas y eficientes. Porque hay que hacer intervenciones que no sean solo simbólicas”.
Respecto a las políticas que este ministerio debería encarar, Bergallo también tiene una mirada macro que incluye y supera los reclamos que vienen encabezando las agendas de género y diversidad:
“A mí me parece que las políticas de género son mucho más que las políticas de violencia. Por supuesto que las políticas de violencia hay que seguirlas, profundizarlas, pero creo que nuestra historia de gestión, con otro estatus, en otros ámbitos, tiene una deuda grande con una planificación estratégica mucho más amplia y más enfocada, también, en la igualdad de recursos, en la igualdad económica y en el acceso de las mujeres al trabajo, en la igualdad de oportunidades. Me parece —y esto no lo digo yo, lo dice también ONU Mujeres y casi todo el feminismo contemporáneo— que tenemos que ir también a las causas estructurales de la violencia. Hay muchas causas de la violencia sexista, pero una que está para mi gusto subteorizada es la explicación económica”.
La abogada sostiene que “una sociedad que se retrae económicamente hace muchas décadas, como la nuestra, es una sociedad en la que es muy difícil pelear por la inclusión de colectivos masivos como el de las mujeres, sin violencia”. Entonces, dice, tanto en el trabajo para combatir la violencia como en la ampliación de la agenda de géneros “hay que entender las dimensiones de la puja distributiva para pensar políticas públicas, culturales y sociales de prevención, que ayuden a la inserción masiva, a terminar con el estancamiento y la involución del ingreso de las mujeres al empleo. Si nos quedamos como acorraladas en la violencia, la salud reproductiva, y las agendas temáticas que no inciden en la redistribución de la torta económica”.
Bergallo espera más. Anhela que el feminismo “participe de la construcción de una visión de futuro de la Argentina y del futuro de las mujeres, los géneros y las diversidades”. “Ojalá que el Ministerio pueda representar eso también más ambicioso que la mejora en la ejecución de lo que el feminismo dice hace años que hay que hacer”.
En ese sentido, antes de comenzar la tarea Gómez Alcorta ya había descrito que los puntos nodales de su gestión serían jerarquizar y robustecer las políticas públicas en materia de género y diversidad, imprimirles transversalidad, es decir, que atraviesen a los demás ministerios para evitar que queden supeditadas a combatir la violencia machista y que sean federales y logren alcanzar a todo el territorio nacional, penetrando en las provincias con gobiernos más reticentes a esta agenda.
Una de las reuniones que sostuvo en este camino, antes de completar la primera semana de gestión, fue con Daniel Arroyo, titular de Desarrollo Social, en el marco de la presentación del Programa Argentina contra el Hambre. El encuentro tuvo como eje la necesidad de realizar un monitoreo de la situación particular de las mujeres para que las políticas públicas que se diseñen respondan a sus necesidades.
“El problema del hambre perjudica especialmente a las mujeres, no solo porque son ellas las más afectadas por los índices de pobreza sino también porque en general son las encargadas de los cuidados de las niñas, niños y adolescentes. Casi un cuarto de los hogares son monoparentales, o más bien monomaternales, porque el 83% de ellos tiene como principal sostén a una mujer. Son ellas además las que tienen los trabajos más precarizados y peor remunerados y el 75% del trabajo no remunerado en el país también lo hacen las mujeres”, dijo Gómez Alcorta.
De acuerdos a los datos del INDEC, el desempleo subió al 10,6% en el segundo trimestre del 2019; y la franja más afectada es la de mujeres de 14 a 29 años, entre las que el nivel de desocupación llega al 23,4%, recordaron los ministros en su encuentro.
La ministra también le pidió a Arroyo que garantice el cupo trans en el ministerio que lidera, así como ella se comprometió a hacerlo en el organismo que lleva adelante. Aunque aún no está sancionada la Ley de Cupo Laboral Trans, que establecería que el 1% de los puestos de la administración pública nacional esté destinado para personas travestis y trans, los funcionarios conversaron sobre la necesidad de garantizar esa proporción de trabajadoras y trabajadores en el Estado.
“Es nuestra obligación trabajar para garantizar los derechos de poblaciones que históricamente fueron estigmatizadas, violentadas y perseguidas por su identidad o expresión de género”, sostuvo Gómez Alcorta.