¿Qué revela la guerra en Ucrania en materia de energía y acción climática? - RED/ACCIÓN

¿Qué revela la guerra en Ucrania en materia de energía y acción climática?

 Una iniciativa de Dircoms + INFOMEDIA

Un análisis sobre el vínculo entre la invasión rusa en Ucrania, los combustibles fósiles, las medidas de la Unión Europea y Estados Unidos, y la necesaria transición energética.

¿Qué revela la guerra en Ucrania en materia de energía y acción climática?

Intervención: Victoria Guyot

El reporte climático del IPCC terminó de trabajarse mientras iniciaba la invasión de Rusia en Ucrania. ¿Son dos eventos totalmente aislados? ¿Qué relación hay entre esta guerra, los combustibles fósiles, la necesaria transición energética y las medidas adoptadas por algunos países? Un humilde análisis para reflexionar en tiempos de guerra y crisis climática.

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Intervención: Victoria Guyot

"Mientras tengamos internet y no haya bombas sobre nuestras cabezas, seguiremos trabajando". Estas fueron las palabras que la científica ucraniana Svitlana Krakovska dijo el jueves 24 de febrero en las sesiones de trabajo del reporte del IPCC, mientras su país era invadido por Rusia. Krakovska lideraba el equipo de 11 científicos ucranianos que habían estado trabajando durante ocho años para la conclusión del reporte sobre impactos, adaptación y vulnerabilidad, y que eran expectantes que ese resultado llegara a las portadas de los medios alrededor del mundo, no una guerra en su territorio natal.

Por la creciente gravedad de los acontecimientos, los científicos debieron ausentarse de la sesión de aprobación para poner a resguardo su vida y la de sus seres queridos. Krakovska no deja de pensar en el vínculo de esos dos acontecimientos que les toca vivir. "Empecé a pensar en los paralelismos entre el cambio climático y esta guerra. Está claro que las raíces de ambas amenazas para la humanidad se encuentran en los combustibles fósiles", dijo la climatóloga al diario británico The Guardian.

Luego de que en la edición anterior analizáramos los principales aportes del reporte del Grupo de Trabajo II del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en Inglés), esta edición se enfocará en eso que Krakovska ha resumido con claridad. ¿Es un análisis forzado? No. ¿Es un análisis necesario? Sí. Cuando esta guerra termine, cuando incluso vengan otras, cuando hoy es Putin, mañana sea otro... lo que queda ahí es el cambio climático. Y las causas del cambio climático están alimentando a la par este tipo de conflictos.

Así que espero que me acompañen en este recorrido.

¿Es la primera vez que hablamos del vínculo entre conflictos y cambio climático? No. En una edición de febrero de 2021, les compartía los principales motivos por los que se realizaba un evento especial sobre cambio climático y seguridad en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, encargado de mantener la paz y seguridad mundial. Sí, el mismo Consejo que ha emprendido reuniones de urgencias estos últimos días debido a la guerra. Centrémonos en uno de los motivos más destacados: el cambio climático exacerba las guerras.

“Cuando el cambio climático seca los ríos, reduce las cosechas, destruye la infraestructura crítica y desplaza a las comunidades, exacerba los riesgos de inestabilidad y conflicto”, explicaba por aquel entonces el hoy permanente activo ante el conflicto actual António Guterres, secretario general de Naciones Unidas. Un estudio del Stockholm International Peace Research Institute identificó que ocho de los 10 países donde se realizaron las mayores operaciones multilaterales de paz en 2018 estaban en áreas altamente expuestas al cambio climático.

De hecho, el propio reporte del IPCC sobre el que trabajaban Krakovska y sus colegas mientras bombardeaban su país, dice que a niveles más altos de calentamiento global, los impactos de los extremos meteorológicos y climáticos -en particular la sequía- aumentarán la vulnerabilidad y, al hacerlo, afectarán cada vez más los conflictos violentos entre Estados.

El cambio climático y los conflictos están entonces relacionados. No son dos problemas que se excluyen, sino que están con desafío interconectados. ¿Es este tipo de relación la que explica la actual Guerra en Ucrania? Pasemos a profundizar en la sentencia de Krakovska, la raíz en común del cambio climático y esta guerra como amenazas: los combustibles fósiles.

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Vehículos militares rusos | Foto: AFP

"Esta no es una guerra sobre la infraestructura de combustibles fósiles, es una guerra que ha sido alimentada por los ingresos producidos por la exportación de combustibles fósiles". Ésta es la aclaración que realiza Christiana Figueres, ex secretaria ejecutiva de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) y arquitecta del Acuerdo de París, al inicio de un episodio especial sobre la guerra en Ucrania y el cambio climático de su podcast Outrage + Optimism. ¿A qué se está refiriendo Figueres?

Conforme la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en Inglés), Rusia es el tercer principal país productor de petróleo, detrás de Estados Unidos y Arabia Saudita. Pero Rusia tiene otro rol no menos importante para nuestro análisis: es el mayor exportador de petróleo del mundo a los mercados globales y el segundo mayor exportador de petróleo crudo detrás de Arabia Saudita. De ese petróleo que exporta, alrededor del 60% se dirige a los países europeos de la OCDE, y otro 20% a China. Rusia también es un importante proveedor de crudo para Bielorrusia, Rumanía y Bulgaria, y de productos asociados a la mayoría de los países de la antigua Unión Soviética, incluyendo Ucrania.

Pero no sólo de petróleo se trata la cuestión. Rusia también exporta gas. La Unión Europea (UE), e indirectamente el Reino Unido, han incrementado notablemente el suministro de gas natural procedente de Rusia: en 2009 el gas ruso tenía una participación del 25% en la demanda de gas de la región, en 2021 esa cifra pasó a ser el 32%. Y en este vínculo comercial con los fósiles como protagonistas, Ucrania era un actor importante como país de tránsito de esos movimientos. ¿Por qué era y no es? Porque aparecieron otros corredores que conectaron a Rusia con la Unión Europa. Para que se den una idea en 2009 más del 60% de los flujos entre Rusia y la UE pasaban por Ucrania, en 2021 esa cifra descendió al 25%.

En todo este comercio fósil, EE.UU. tiene una participación menor. El año pasado, el petróleo ruso representó apenas el 3% del consumo total del país del Norte. Lo que daría cuenta que también podría resolver más rápido su reemplazo.

¿Qué se hace con el dinero recibido de la exportación de esos combustibles fósiles? ¿Acaso es lo que financia los destrozos que vemos en suelo ucraniano?

"La quema de petróleo, gas y carbón está causando calentamiento e impactos a los que debemos adaptarnos. Y Rusia vende estos recursos y usa el dinero para comprar armas. Otros países dependen de estos combustibles fósiles, no se liberan de ellos. Esta es una guerra de combustibles fósiles. Está claro que no podemos seguir viviendo de esta manera, destruirá nuestra civilización", decía Krakovska en The Guardian compartiendo el mismo análisis que Figueres y yendo aún más allá.

Si Rusia recibe dinero de países europeos, Reino Unido y EE.UU. por el suministro que hacen de sus combustibles, ¿se entiende por qué algunos de estos países decidieron implementar medidas de sanción o de presión económica -como le llaman- a Rusia afectándole esos ingresos? Hoy mismo el G7 (el Grupo de siete países integrado por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Reino Unido y participación política de la UE) y la UE anunciaron que propondrán una prohibición de nuevas inversiones europeas en la exploración y producción de energía de Rusia. ¿Por qué? "Porque no deberíamos estar alimentando la dependencia energética que queremos dejar atrás", dice el comunicado. Dependencia, guarden esa palabra en mente que volveremos a ella.

EE.UU. por su parte anunció la prohibición a las importaciones de gas, petróleo y carbón rusos; con algunos argumentos en modo de logros que creo no le gustaría se lo recordemos en la próxima COP27: "Somos uno de los productores más grandes del mundo con una sólida industria nacional de petróleo y gas. La producción de gas natural nunca ha sido tan alta y se espera que la producción de petróleo crudo alcance un nuevo máximo el próximo año". OK, ¿viva la transición?

Este protagonismo de los combustibles fósiles en los vínculos de los países con una guerra de por medio, despiertan algunos interrogantes. ¿Puede ser la oportunidad para que se acelere la transición energética hacia un modelo en línea con la acción climática necesaria? Al principio creí que sí, ante lo cual inmediatamente pensé: ¿es necesario una guerra para esto? La respuesta es obvia. Después también pensé: la pandemia -declarada hace exactamente dos años- se suponía era una oportunidad para recuperarnos de forma verde y no terminó siendo tal. Los países del G20 adoptaron medidas de recuperación más tendientes a perjudicar el ambiente que a cuidarlo. Y después apareció China para darme la respuesta al interrogante inicial...

El país asiático, principal emisor de gases de efecto invernadero, aumentará su producción de combustibles fósiles para garantizarse el suministro y la seguridad energética. "Necesitamos un ambiente limpio y verde, pero al mismo tiempo también debemos asegurarnos de que los negocios y la producción puedan llevarse a cabo con normalidad", dijo el presidente. ¿Entonces? Esta es la parte en la que todos nos sentimos Kate Dibiasky.

Está claro que a) venimos tarde con la transición energética, b) hay que acelerarla cuanto antes, c) nuestra dependencia con los fósiles sólo nos llevará a más cambio climático y más conflictos, d) la transición energética implica otros componentes. ¿Por qué el último punto? Los países toman medidas en nombre de la seguridad energética, pero hay otra realidad que este conflicto nos revela.

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"Dependemos demasiado de los combustibles fósiles rusos y, en particular, del gas. Necesitamos diversificar los proveedores, en particular cambiando a gas natural licuado. Y tenemos que aumentar nuestra cuota de energías renovables". Las palabras son de Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, reconociendo esa palabrita que les dije guarden en mente: dependencia.

La guerra en Ucrania está revelando dos tipos de dependencia que nos traen problemas. Por un lado, la obvia dependencia a los combustibles fósiles. Piensen si estaríamos hablando de todo esto si la transición hubiera empezado hace años (claro que algunos siempre buscarán motivos para el conflicto). Como expuso Guterres recientemente: "Los combustibles fósiles son un callejón sin salida para nuestro planeta, para la humanidad y para las economías. Una transición rápida y bien gestionada a las energías renovables es el único camino hacia la seguridad energética, el acceso universal y los empleos verdes que nuestro mundo necesita".

Seguridad energética. Eso es lo que hoy está expuesto de forma preocupante para los países. Son múltiples las definiciones que hay sobre seguridad energética y que se ponen aún más en cuestión cuando hay guerras, pero podríamos tomar la siguiente como una definición general. "La seguridad energética es la capacidad de una economía para garantizar la disponibilidad de energía de manera sostenible y oportuna, con precios que no afecten negativamente el desempeño económico". ¿Es éste el único aspecto que debe importar para nuestro sistémico energético?

Cuando von der Leyen habla de dependencia no lo hace refiriéndose a la dependencia de los combustibles fósiles, sino a lo de los combustibles fósiles rusos. Y he aquí la otra dependencia que se revela. La falta de diversificación del sistema energético global con unos pocos productores dominantes, países y empresas.

"Podría haber un efecto negativo, Alemania se enfrenta a su dependencia del gas ruso, y fácilmente podría terminar quemando más carbón, que es lo peor que se puede hacer, como ha señalado a menudo, desde un punto de vista global", analiza en el episodio Outrage + Optimism que compartí antes William Hague, exsecretario exterior de Reino Unido, y agrega: "Por supuesto a largo plazo nada de esto estaría sucediendo si Rusia no fuera un país basado en una pirámide corrupta de poder financiero y político basada en los ingresos del petróleo y el gas, y otros países dependientes de su venta de esas cosas. Entonces podemos ver realmente que podemos liberarnos de algunas de las causas del conflicto en el futuro si fomentamos la transición energética".

La Unión Europa importa el 90% del gas que consume. De ese 90%, un 45% procede de Rusia. El 27% de las importaciones de petróleo y el 46% de las de carbón también proceden de Rusia. ¿Cómo se propone terminar con su dependencia de los combustibles fósiles de Rusia (literal así lo dice su documento)? Diversificando las fuentes de importación de gas natural, es decir que procedan de otros países; y reducir su dependencia a los combustibles fósiles en sí mismos en hogares, oficinas, industrias y en el sistema energético en general. Con esto segundo, ahora sí, punto a favor de la transición. Habrá que ver con detalle los tiempos, porque habla de lograrlo para 2030. Y no creo que sea necesario mantener una guerra hasta que eso suceda...

La periodista canadiense Naomi Klein fue más concreta en lo que los países debían hacer: "En toda la charla sobre las formas de presionar a Putin echando las importaciones de petróleo ruso, casi nunca escuchamos sobre la cosa más simple de todas. No se trata de aumentar la producción o construir una nueva infraestructura de combustibles fósiles, sino algo que podemos hacer ahora mismo: *consumir menos petróleo y gas*".

De hecho, la IEA recomendó 10 acciones concretas -claro que desafiantes- sobre cómo la UE puede salir de su dependencia del gas ruso, entre las cuales se encuentran acelerar el desarrollo de nuevos proyectos de energía eólica y gas; diversificar las fuentes de energía; y mejorar la eficiencia en su uso.

Todo esto lleva a reflexionar una vez más que el actual sistema basado en la explotación de combustibles fósiles tiene graves falencias en materia incluso de ello que propone, como la seguridad energética. La transición hacia fuentes en línea con la acción climática sólo será verdaderamente exitosa si ponemos otro elemento sobre la mesa: la soberanía energética.

De todas las definiciones que leí para esta edición (algún día les voy a mostrar tooooodoooo lo que es el detrás de escena de PLANETA), la que sigue me pareció la más acertada y clara. Es de una publicación sobre energía solar en la revista científica Science Direct y dice: "La soberanía energética es un concepto emergente que intenta redefinir las prioridades para la toma de decisiones en materia de sistemas energéticos. En lugar de promover la seguridad energética (normalmente definida en términos de seguridad del suministro de fuentes de combustible intensivas en carbono para una nación, un entendimiento anclado en la geopolítica de crisis pasadas) o priorizar la descarbonización (el objetivo de la mayoría de los trabajos de políticas que enfatizan la acción contra el cambio climático como la principal motivación para las transiciones del sistema energético), la soberanía energética centra los derechos de las comunidades y los individuos a tomar sus propias decisiones con respecto a las formas, escalas y fuentes de energía, así como el patrón y la organización del uso de la energía. Podría decirse que la política energética actual no prioriza la soberanía energética y, en muchos casos, puede ir en su contra".

Porque en definitiva, mientras los de arriba se pelean, los que siempre salen afectados son los de abajo.

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Natalya y su madre Yulia, que huyeron de la ciudad ucraniana de Kharkiv, en un centro de acogida instalado en el polideportivo de una escuela en la ciudad fronteriza polaca de Medyka | Foto: UNHCR

"La guerra en Ucrania ha causado la crisis de refugiados de más rápido crecimiento desde la Segunda Guerra Mundial". Guterres tenía otra agenda diplomática para marzo y aquí se encuentra ahora, en su rol máximo en Naciones Unidas, hablando ante una nueva guerra, tratando de que se le dé una nueva oportunidad a la paz. Las imágenes de personas mayores, mujeres y niños viéndose en la obligación de dejar Ucrania estremecen. Según cifras del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (UNCHR, por sus siglas en Inglés), ya son más de dos millones las personas que han huido de la guerra en Ucrania.

Las muestras de solidaridad que vemos en la recepción y cobija de los países vecinos se ha visto pocas veces ante otras crisis de refugiados. E invita a pensar cómo responderá el mundo ante los movimientos de personas debido al cambio climático.

El reporte del IPCC evidencia que, a mediano y largo plazo, el desplazamiento de las personas aumentará debido a la intensificación de las precipitaciones intensas y las inundaciones, los ciclones tropicales, las sequías y el aumento del nivel del mar. "Cuanto mayor sea el calentamiento, mayor será la migración involuntaria desde regiones con alta exposición a los impactos del cambio climático y baja capacidad de adaptación a ellos", cita el reporte. Mejorar y aumentar las capacidades de adaptación, advierten los científicos, ayudará a minimizar los impactos negativos que generan los desplazamientos relacionados al clima para los migrantes, para el lugar de origen y para el lugar de destino. Hoy todavía no nos estamos preparando correctamente para esta problemática que ya está entre nosotros. La ciencia es clara: los impactos del cambio climático ya están generando migraciones y desplazamientos.

En relación con eso, una observación no menor. Como una persona que ha investigado sobre la problemática de refugiados climáticos y toda la complejidad que aún ese concepto implica -pues no es considerado como tal-, me sorprendió con la rapidez con la que en este caso se habló de refugiados. Más allá de los tecnicismos y nomenclaturas, la crisis humanitaria actual evidencia que son los ciudadanos los que quedan dramáticamente expuestos ante los intereses y las decisiones de los políticos. Y los más vulnerables son los que quedan más expuestos. También, los animales no humanos.

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Fotos: Alisa

"Mi perra tiene 12 años y medio y le costaba caminar y se caía cada kilómetro más o menos y no podía volver a ponerse de pie. Detuve autos y pedí ayuda, pero todos se negaron; nos aconsejaron que dejáramos a los perros. Pero nuestros perros son parte de nuestra familia. Mi perro ha vivido todos los momentos felices y tristes con nosotros". Quien habla es Alisa y se refiere a Pulya, la perra a la que hace referencia con tanto amor. Pulya ha sido conocida alrededor del mundo por la foto en la que el esposo de Alisa la lleva caminando a upa para llegar a destino, para llegar a un lugar seguro, para todos, para todos los seres que forman su familia.

Su historia es reflejo de que las guerras también afectan a los animales no humanos, en sus dos grupos: a los domésticos y a los silvestres. En el caso de los animales domésticos está la situación de Pulya que, aún con todas las dificultades por su vejez, huyó de Ucrania con su familia humana. En distintas ciudades de Europa, la organización Humane Society International (HSI) está brindando comida, mantas, atención veterinaria y financiamiento para los animales de los refugiados que lo necesitan.

La otra situación es la de los perros y gatos que han quedado en territorio de guerra, por ejemplo en refugios, y a quienes aún no se ha podido rescatar. "Cuanto más dure este conflicto, más desafiante podrá volverse la situación", dice Ruud Tombrock, director ejecutivo de HSI/Europa, y justifica: "Un número significativo de perros ahora deambulan por las calles y buscan refugio en edificios abandonados o bombardeados porque los refugios han resultado dañados. También habrá animales en granjas y zoológicos para quienes la evacuación simplemente no es posible. Entonces, junto con la tragedia humana de esta invasión, enfrentamos la posibilidad de un empeoramiento de la crisis de bienestar animal".

También está entonces la realidad de los animales silvestres, incluso de aquellos que ya estaban privados de su hábitat natural en un zoo. La European Association of Zoos and Aquaria califica la situación de los zoológicos en Ucrania como terrible. Al momento, los zoológicos no pueden evacuar a sus animales debido al peligro que ello supondría para las personas, para los animales, por el traslado en zonas que están siendo atacadas. Hoy los esfuerzos desde los países vecinos están dirigidos con prioridad a garantizar el bienestar de los animales.

En pocas palabras, somos nosotros -de nuevo- humanos los que ocasionamos los problemas que afectan a nuestra especie y a otras. Pero somos también los que podemos -y debemos- actuar. Seguir defendiendo la explotación de combustibles fósiles en un mundo en crisis climática y guerras ya no es una opción.

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En agenda: para profundizar en la temática. Les dejo dos breves recomendados.

  • Un podcast para conocer sobre las causas políticas. Los 30 minutos de clara explicación de Un Mundo de Sensaciones. Lo pueden escuchar aquí.
  • Una conversación sobre las prohibiciones a los fósiles y el llegar al net zero a 2050. Tuvo lugar en Twitter y contó con la participación de distintos oradores con diferentes puntos de ver. Lo pueden escuchar aquí. Es en inglés.



Sé que la edición de hoy puede resultar un tanto difícil de leer y, sobre todo, de digerir. Cuán difícil es hablar de una guerra en un mundo en crisis climática. Y no me gustaría dejarlos con sensación de pérdida de esperanza; algo que a mí me ocurre muchas veces, porque soy tan humana como ustedes. En esos momentos siempre recurro a la misma persona: Jane Goodall. No he conocido otro ser humano que tenga tanta fuerza para seguir peleando por un mundo más justo, en armonía y sostenible para todos. Si ella no se ha rendido a sus 87 años, ¿nos vamos a rendir nosotros?

Les recomiendo mucho escuchar cualquiera de los episodios de su podcast Hopecast, que son un push de esperanza. Sino también el documental Jane que recorre su vida desde ese aspecto humano que todos queremos imitar con nuestro accionar y que hoy cumple cuatro años desde su lanzamiento. Está disponible en Disney+.

Y si prefieren despejar la mente con algo re distinto, yo tengo en agenda este finde ver El proyecto Adam en Netflix que dicen es una peli súper linda. (Sí, la veo porque está Mark Ruffalo y #fanclub).

Gracias por leer y más que abierta esta edición para que me hagan llegar sus comentarios, reflexiones, catarsis.

Buen finde!

Tais

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