El 21 de marzo es el Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial, un día establecido por Naciones Unidas en 1966. Precisamente, este último 21 de marzo en Argentina se lanzó una campaña que va en esa línea. Se llama Acá Somos y está impulsada por ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
El objetivo es promover la integración entre la población refugiada y migrante y la sociedad argentina. Por ello, mediante acciones que reflejan la riqueza de la diversidad, la campaña busca sensibilizar sobre la importancia de erradicar prejuicios que conducen a la discriminación, resaltando a la vez los valores y características compartidos.
En el marco de esta campaña, referentes de ACNUR y OIM reflexionan sobre la situación de personas refugiadas y migrantes en Argentina y el mundo.
—¿Qué derechos ven hoy vulnerados personas refugiadas o migrantes cuando llegan a un país? ¿Y específicamente en Argentina?
—Las personas refugiadas y migrantes encuentran más dificultades para ejercer sus derechos que las personas nacionales, incluso cuando están garantizados por la legislación Argentina. El acceso a la salud, al trabajo formal, a la vivienda son algunas de las dimensiones en las que las personas que provienen de otros países encuentran mayores dificultades; debido a la falta de una red de contención en el país, a las barreras de acceso idiomáticas o, en algunos casos, a la discriminación y la xenofobia.
—¿Qué análisis hacen del grado de discriminación racial que existe?
—Afortunadamente, Argentina es un país que recibe con brazos abiertos a las personas provenientes de otros países, lo que se puede ver tanto a nivel social como en la legislación migratoria. Por supuesto, esto no quiere decir que no existan expresiones de discriminación, racimo o xenofobia hacia las personas refugiadas y migrantes, que se suman a otras dificultades de integración que puedan atravesar. Además, el desarraigo que produce dejar su lugar de origen, sus vínculos, sus hábitos cotidianos, genera una sensibilidad adicional. Por eso, #AcáSomos intenta sensibilizar sobre la necesidad de acompañar a las personas refugiadas y migrantes durante este proceso, acercando historias que generen empatía y nos permitan ponernos en el lugar de aquellos que debieron dejar su país. También, la campaña proporciona información concreta, muchas veces poco conocida, sobre el aporte sustancial que la movilidad humana genera, tanto en las sociedades receptoras como en las de origen, con el fin de informar y concientizar a la sociedad argentina de esta situación.
—¿Las crisis de refugiados del último tiempo (incluida la actual de Ucrania) cambiaron nuestra conciencia sobre la situación que viven?
—Si bien es positivo que se esté prestando tanta atención y apoyo a la terrible situación en Ucrania y a la generosidad de los países de acogida que han recibido refugiados, es importante no olvidar los millones de refugiados en otras partes del mundo que tienen necesidades urgentes y cuyo número ha ido en aumento durante muchos años (a finales de 2020 ascendía a 82,4 millones). Nos preocupa profundamente el aumento de la xenofobia, la discriminación y la exclusión contra los refugiados y solicitantes de asilo en los últimos años a nivel mundial. Todas las personas que huyen de sus países debido a un temor fundado y que necesitan protección internacional deben tener acceso al asilo y la posibilidad de encontrar un lugar seguro donde reconstruir sus vidas. Muchos países vecinos a conflictos de este tipo deciden no ignorar esta situación y se muestran solidarios ante aquellos que debieron abandonar sus hogares. Conocer de un modo más cercano la desesperante situación que atraviesan las personas que tienen que salir forzosamente de sus países de origen nos permite valorar y tomar real dimensión de la importancia de acoger y construir sociedades interculturales, abiertas, que permitan el desarrollo pleno de todas las personas.
—¿Qué es lo primero que le dirías a una persona que quiere ayudar a algún migrante o refugiado?
—Todos, de alguna forma, hemos experimentado nuevos comienzos que incluyeron procesos de adaptación en contextos desconocidos. En menor o mayor medida, todos tuvimos la experiencia de reinventarnos en algún momento de nuestras vidas. Encontrar un punto de empatía será el primer paso para entendernos como parte de una misma sociedad intercultural, incluyendo y celebrando las diferencias. Esto nos posicionará en un lugar de escucha, ayuda, y solidaridad, desde donde como argentinos podemos apoyar a aquellos que vienen en búsqueda de un nuevo comienzo.
—¿Qué aprenden, a modo general, las personas que ayudan o dan albergue a refugiados o migrantes?
—Cada recorrido y experiencia subjetiva es distinta, y seguramente sean múltiples los aprendizajes que resulten de contribuir con las personas que llegan al país. Sin dudas, acercarnos a estas historias nos permite derribar prejuicios, conocer trayectorias de vida inimaginables, sensibilizarnos con las necesidades, deseos y anhelos; entender que las problemáticas de todos y todas, en algún punto, están conectadas, y que, sin ser iguales, son más los aspectos que nos acercan que los que nos diferencian. Ser el puente para que una persona refugiada o migrante se asiente en el país, se adapte a su cotidianidad, conozca el espacio y se sienta cómoda es altamente gratificante y nos ayuda a crear un país solidario, justo y generoso. Nos ayuda a formar parte de una sociedad que abraza y celebra las diferencias culturales.