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Un día más tarde de lo pautado y con mucha tensión sobre el final, la Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático concluyó en Glasgow con resultados, algunos mejores que otros. En esta edición de PLANETA analizamos qué ocurrió con los principales temas que debía trabajar esta COP (y alguna que otra sorpresita). Una primera edición de varias, porque hay mucho por examinar con lupa. Así que preparen café, té, mate o jugo porque esta newsletter es un poquito más extensa de lo habitual 🙂
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Antes de empezar, una observación. Hoy no es miércoles, es viernes y están recibiendo PLANETA. No es que quise imitar el retraso que tienen todas las COP sobre el final, sino que necesité despejar un poco más la mente pos COP26 para volver mejor sobre el análisis. Fue una COP rara, estresante, en pandemia y con mucho marketing sobre unos resultados que son algo más complejos de lo pintoresco que se vende. Además, sé que para algunos este fin de semana será largo y esta edición XL de la newsletter viene ideal para su lectura. Para mí, será un fin de semana de emprender el regreso a Argentina haciendo mi balance personal y profesional de esta tremenda experiencia. Así que, empecemos...
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Concluyó la COP26. ¿Éxito o fracaso? Ésta es la pregunta que todo el mundo (incluso mi madre) me hace al terminar una COP, pero que particularmente recibí luego de esta 26° edición. No sé si por la expectativa puesta en lo que significó el regreso a un encuentro formal de negociaciones de forma presencial y/o por el contexto global de concientización y movilización para exigirle a los tomadores de decisión acción climática real y ambicioso. Quizás por un poco de todo eso, pero analizar ese interrogante -y su respuesta- es súper interesante a la hora de evaluar los resultados de esta COP26, que es el propósito de esta edición de PLANETA.
Luego de que en 2015 los países llegaran a consenso para hacer frente al cambio climático con el Acuerdo de París, las COP que se sucedieron implicaron un proceso mucho más técnico para definir cómo implementar el acuerdo. Es decir, cómo transformar las bellas palabras del texto histórico en acción concreta. ¿Es apropiado entonces hablar de éxito o fracaso? Prefiero hablar de avance o la carencia de él. Lo que se pone en juego en cada una de estas instancias es avanzar en un trabajo más técnico que, lejos de quedarse en ese tecnicismo, responda a las bases científicas con las que contamos y a la situación de crisis climática en la que nos encontramos. Sobre estas variables es que tenemos que analizar un avance o no en los resultados de la COP26. Eso sí, puede haber avances en algunos temas y en otros no, como veremos a continuación.
Hay una variable adicional, y no menos importante, a la hora de evaluar los resultados de la COP26. ¿Para quién fue un avance o no? En la intensa movida sobre el final de la COP26 fui a caminar por los pasillos (atenta a lo que pasaba, obvio) y me encontré con Teresa Ribera, ministra de la Transición Ecológica de España, siendo entrevistada por varios colegas españoles. "Me voy satisfecha de esta COP", la escuché decir. Eso me hizo ruido. Si tan satisfecho un país se va de una conferencia, seguro hay otro país que no se va del mismo modo. En cierto punto, para que haya consenso en las COP, todos los países se van con un poco descontento. El tema es ver si realmente todos (o sólo algunos) se terminaron yendo de esta COP con ese descontento. Ésta es la variable que también debemos considerar a la hora de evaluar los resultados.
Si ya hago un spoiler de lo que dejó esta conferencia, hay un grupo de países que quedó -si tomo las palabras de Ribera- mucho más satisfecho que otro. Uno podría pensar en la clásica distinción países desarrollados - países en desarrollo. Podría ser. Aunque China e India buscaron más alianzas con Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Europea que con todo el resto de países en desarrollo, más necesitados y vulnerables ante el cambio climático.
Entonces, con sus diferencias y similitudes, fueron los países -vaya coincidencia- más emisores los que resultaron más satisfechos con los resultados de esta COP26. Y con ello me refiero a China, Estados Unidos, la Unión Europea, Reino Unido e India. Como podrán notar, entre ellos hay notables diferencias sobre lo que, por ejemplo, una transición energética puede significar o las necesidades que puedan tener para implementar políticas de acción climática. Tengan todo esto en cuenta a la hora de leer e interpretar lo que sigue.
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El Pacto Climático de Glasgow. Éste es el nombre que recibieron los textos de decisiones finales de la COP26 que, presentados por la presidencia de la conferencia de Reino Unido y revisados, criticados, comentados por las Partes en sus distintas versiones borrador, reúnen las conclusiones consensuadas del trabajo realizado durante las dos semanas de negociaciones para las tres Conferencias de las Partes: COP, CMA y CMP (¿se acuerdan que vimos estas diferencias en la guía?).
A diferencia de lo ocurrido en años anteriores, en estas decisiones se le da un apartado inicial destacado a las contribuciones de la ciencia climática. "Destaca la urgencia de mejorar la ambición y la acción en relación con la mitigación, la adaptación y las finanzas en esta década crítica para abordar las brechas en la implementación de los objetivos del Acuerdo de París", dice en el apartado de ciencia de la decisión de la CMA. ¿Serán luego los resultados consecuentes con esa urgencia? Veremos.
Uno de los aspectos positivos que se desprende de la decisión de la CMA es que se pide a las Partes que, para fines del próximo año (2022), presenten compromisos de reducción de emisiones de sus NDCs alineados con el objetivo de calentamiento del Acuerdo de París. Esto implicaría una revisión que no siga el ciclo de cinco años sino que empiece a buscar alinearse con la ambición necesaria. El tema es ver qué países responden a este llamado porque carece de obligatoriedad alguna y también ver qué países son los que debieran hacer este nuevo trabajo de mejora de sus NDCs (me refiero indirectamente a que los más emisores son los que más podrán marcar la aguja).
Indirectamente, este pedido a las Partes en la decisión iría en línea con lo que el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, expuso sorpresivamente en su discurso ante la COP26: "No nos hagamos ilusiones: si los compromisos se quedan cortos al final de esta COP, los países deben revisar sus planes y políticas climáticas nacionales (las NDCs). No cada cinco años. Todos los años, hasta ubicarnos en poder limitar el calentamiento por debajo del 1,5°C, hasta que se dejen de subsidiar combustibles fósiles, hasta que haya un precio al carbón".
Del mismo modo, se urge a las Partes -que aún no lo han hecho- que, para la próxima COP27, presenten sus estrategias de desarrollo de bajas emisiones a largo plazo (las que irían a la neutralidad en carbono a 2050). Éste es un punto no menor si consideramos que en Argentina, por diferencias internas entre ministerios (algunos reacios a una acción climática real), se suspendió el proceso de elaboración de esta estrategia.
De nuevo, tendremos que estar atentos a ver qué países toman ambos llamados de presentación y brindan el siguiente año mejores y detallados compromisos. Mientras tanto, recordemos que estamos muy lejos del objetivo de calentamiento del Acuerdo de París. Según el más reciente análisis de Climate Action Tracker, si se cumplen los compromisos más ambiciosos de reducción de emisiones anunciados por los países, incluyendo los nuevos anunciados por algunos jefes de Estado en la COP26, nos ubicaríamos en un escenario de calentamiento promedio de entre 1,8°C y 2,4°C, aún lejos del ideal y necesario 1,5°C.
Ahora bien, pasemos a algo que apareció en el Pacto Climático de Glasgow y que generó tensiones hasta el último minuto: los combustibles fósiles.
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"Combustibles fósiles" o todo lo que una palabra puede alterar. La semana pasada les había adelantado que, sorpresivamente, el término combustibles fósiles había aparecido en la primera versión borrador de los textos de decisión final. Recordemos esa primera mención: "Exhorta a las Partes a acelerar la eliminación progresiva del carbón y los subsidios a los combustibles fósiles". Bueno, mucho pasó sobre esa frase en pocos días.
Si bien es obvio que el modelo de producción y consumo basado en la explotación de combustibles fósiles que hemos desarrollado desde la Revolución Industrial hasta nuestros días es el principal responsable del cambio climático, lo cierto es que los combustibles fósiles ni siquiera aparecen en el Acuerdo de París. Hubo intentos de incluirlos en distintos textos del marco de Naciones Unidas, pero terminaron siendo quitados a lo largo del proceso de negociaciones. El argumento detrás de esta no mención a los combustibles fósiles -al menos por parte de algunos países- es que en las negociaciones se habla de la reducción de emisiones, no de los sectores puntuales que las generan. Polémico, como deben estar pensando.
Bueno, hecha esta explicación, ¡habemus combustibles fósiles en el Pacto Climático de Glasgow! Pero, con algunos -pequeños o grandes- cambios.
A esa mención del primer borrador, se le empezaron a hacer algunos cambios que, en pocas palabras, buscaron suavizar el lenguaje y, con ello, la responsabilidad de la acción. Subsidios ineficientes apareció de golpe en una de las instancias borradores y... todavía me sigo preguntando cómo y quién considera que un subsidio a los combustibles fósiles es ineficiente o eficiente. Bueno, esa parte quedó así en el texto final.
La mayor tensión en la mención no se la llevaron los subsidios, sino el carbón.
Cuando parecía que todo ya estaba consensuado, un grupo de países (Estados Unidos, los de la Unión Europea, China e India) apareció en el plenario de una reunión, se habló con la presidencia de Reino Unido y... ups: el cambio de una palabra en el texto. Inmediatamente, otros países, como Suiza y México, levantaron la voz en el plenario en desacuerdo con ese cambio de último minuto y en detrimento de cambios anteriores que habían sido solicitados y no considerados por la presidencia de Reino Unido. El cambio en cuestión -más allá de las lágrimas de Alok Sharma o Sharma drama como se lo conoce por estos lados- quedó. ¿De qué se trata?
De phase-out a phase-down. India fue el principal país que pidió este cambio y contó con los otros países más emisores como aliados. Recordemos que, al 2019, el 54.67% de la matriz energética en India procedía del carbón. Entonces, ¿cuál es la diferencia entre phase-out y phase-down? Desde el sábado en la noche me quedé pensando cómo sería una traducción exacta al español así que consulté con una amiga traductora y esto fue lo que me explicó: "Phase-out es reducir el uso de algo (en este caso carbón) hasta extinguirlo, hasta terminar de usarlo. Phase-down es disminuir el uso gradualmente, sin la idea de la extinción o terminación final". Es decir, con el phase-out estaríamos hablando de un ponerle fin al carbón más concreto; con el phase-down estaríamos hablando simplemente de una disminución quizás para nunca ponerle fin. Recuerden: en las negociaciones cada palabra hace la diferencia.
El párrafo referido a combustibles fósiles quedó entonces de este modo: "Exhorta a las Partes a que aceleren el desarrollo, despliegue y difusión de tecnologías, y la adopción de políticas, para hacer la transición hacia sistemas energéticos bajos en emisiones, incluyendo la ampliación rápida del despliegue de generación de energía limpia y medidas de eficiencia energética, incluyendo la aceleración de los esfuerzos hacia la reducción gradual (phase-down) de la energía de carbón y la eliminación progresiva (phase-out) de los subsidios ineficientes a los combustibles fósiles, al tiempo que se brinda apoyo específico a los más pobres y vulnerables de acuerdo con las circunstancias nacionales y se reconoce la necesidad de apoyo hacia una transición justa".
Dos observaciones para terminar con este eje temático (por ahora). Por un lado, bienvenida la primera mención de los combustibles fósiles en una decisión final de una COP y las implicancias que ello pueda tener de ahora en adelante. Pero, como señaló Jennifer Morgan, directora de Greenpeace Internacional, "hay una mención y es importante, pero no tiene una fecha determinada de cuándo efectuar la eliminación". Esto le da cierta debilidad a la mención en cuanto a su cumplimiento.
Por otro lado, ¿es entonces India el malo de la película? No me voy a poner a defender a ningún gobierno, pero cuando se habla de transición justa (como menciona el párrafo en cuestión) se trata de ayudar a países como India para que puedan pasar de fósiles a fuentes más amigables de energía sin que ello afecte otras situaciones críticas en las que se encuentra el país, como empleo, pobreza, economía. Es muy fácil culpabilizar a un país en desarrollo -que contó con el apoyo de los otros grandes emisores, incluyendo la presidencia de la COP26, para el cambio- si mientras los países desarrollados no ponen el financiamiento climático sobre la mesa u otro tipo de políticas de ayuda. Sobre eso desarrollaremos más abajo.
Antes, vayamos a una figurita repetida ya de esta newsletter que tuvo un ¿final feliz? El artículo 6.
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Habemus artículo 6 reglamentado. Las tensiones en Katowice en 2018 y en Madrid en 2019 finalmente dieron sus frutos en Glasgow con la reglamentación del artículo 6. Recuerden que se trata del artículo del Acuerdo de París sobre mecanismos de mercado y no mercado, que sienta las nuevas reglas para el mercado de carbono y que había sido el único artículo completo sin ser reglamentado del Acuerdo. Bueno, con la reglamentación consensuada del artículo 6, Glasgow marcó la finalización del libro de reglas del Acuerdo -el rulebook-. ¿Final feliz? No todo es tan fácil en las negociaciones, no se olviden.
Veamos algunos puntos destacados sobre cómo quedó el artículo 6.
- No hay lugar para las trampas. La reglamentación final del artículo evita que se haga una doble contabilidad de una misma reducción de emisiones entre, por ejemplo, el país con el proyecto de reducción de emisiones y el país que compra esa reducción. Éste era un punto crítico porque con el doble counting se daría lugar a una suma de reducciones no compatible con lo que ocurría en la realidad. Afortunadamente, no habrá lugar para esa trampa.
"Bajo las reglas que se aplicaron, todos los países tendrán que aplicar ajustes correspondientes para los créditos que se autoricen", explica Catalina Gonda, asistente de Política Climática de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), y agrega: "Es decir, ahora los países van a poder autorizar los créditos de carbono generados dentro de su territorio para que los use otro país para cumplir con parte de su NDC o para que los use otra entidad para compensar sus emisiones, como una aerolínea o una empresa en el mercado voluntario". Para cualquier crédito que se autorice, el país deberá aplicar ajustes correspondientes en su inventario de gases de efecto invernadero para reflejar la venta de estos créditos. Así se evitaría la doble contabilidad.
Gonda subraya que el texto da lugar a que haya una suerte de mercado paralelo con créditos no autorizados. Eso sí podría dar lugar a una laguna, un gris, que no termina de cerrar en la reglamentación. "Por ejemplo, si un país genera una reducción de emisiones que no está autorizada y ese crédito se vende a una empresa, el país va a haber contado esa reducción a favor de su NDC y la empresa va a estar contando esa misma reducción de emisiones a favor de su objetivo de carbono neutralidad", explica con preocupación Gonda.
- Brasil quedó contento. Si hay alguien que en Madrid no dejaba de levantar la mano para poner trabas en la reglamentación del artículo 6 era Brasil. Bueno, con la reglamentación resuelta en Glasgow, Brasil se llevó una de las cosas que más quería para el mercado de carbono: que se trasladen los créditos generados bajo el Protocolo de Kyoto desde el 2013 al Acuerdo de París. Se trataría del traslado de 320 millones de toneladas de dióxido de carbono equivalente al mecanismo del nuevo acuerdo. El país latinoamericano tiene aún muchos créditos de reducción de emisiones y entonces ahora podría incluirlos en el marco de la implementación del Acuerdo de París.
Gonda se muestra crítica al respecto: "Son emisiones viejas que están pasando a un nuevo acuerdo multilateral. Lo bueno es que la reglamentación aclara que estos créditos se van a poder usar solamente para las primeras NDCs y hasta el 2030 como límite".
- Share of proceeds. De nuevo un término en inglés que complicó las cosas sobre el final y que puso al artículo 6 en vilo de no reglamentarse. ¿Por qué tanto lío? Los países en desarrollo -todos- exigieron que un porcentaje de la compra de reducción de emisiones en los dos mercados de carbono se destine al Fondo de Adaptación para que estos países puedan recibir financiamiento e implementar políticas de adaptación al cambio climático. En lenguaje técnico, que se incluya el share of proceedings en el sub-artículo 6.2 ¿Adivinen quién se opuso rotundamente? United States is back. Siempre dije que estaba genial que el segundo país más emisor no estuviera gobernado por un negacionista del cambio climático, pero también recordé que Estados Unidos siempre es un jugador complicado en las negociaciones que defiende sus intereses y resigna poco, por no decir nada.
Las tensiones fueron tal que todos los países en desarrollo se reunieron en una sala aparte y analizaron la situación. Las diferencias entre los propios países en desarrollo terminó haciendo que, en lugar de mantenerse firmes como grupo y defender eso que era tan necesario para ellos, aceptarán que ello no sea incluido de forma obligatoria en el 6.2 sino que quede a criterio voluntario para, al menos, irse de Glasgow con el artículo 6 reglamentado.
Lina Yassin, miembro de la delegación de Sudán y joven experta en negociaciones climáticas, que estuvo en la ronda de tensiones final sobre este tema analiza: "Creo que el hecho de que finalmente acordamos algo para el artículo 6 es en sí mismo un éxito, pero para África el artículo 6 final no es realmente lo que queríamos. Estábamos presionando por un lenguaje fuerte para incluir la participación de los ingresos en 6.2, pero no pudimos obtener una posición unificada para ello. En general, creo que lo que tenemos proporciona una buena base para iniciar la implantación del artículo 6, pero me preocupa que la falta de un lenguaje fuerte en algunos de los elementos acordados hará que el artículo 6 sea más beneficioso para los países desarrollados que para los países en desarrollo".
- Pueden ver cómo quedaron los textos de reglamentación del artículo 6 (en inglés) bajo la CMA3 aquí.
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¿Dónde están los US$100.000 millones? Era la pregunta con la que llegábamos a Glasgow, ¿se acuerdan? Y ante la cual esperábamos tener una respuesta contundente. Spoiler: nos seguimos preguntando lo mismo. Los países desarrollados siguen dando vuelta sobre sus propios discursos de metas, anuncios e incluso señalamiento al sector privado, y no terminan de clarificar cómo van a cumplir con el financiamiento que ellos mismos se comprometieron a movilizar hacia los países en desarrollo para que puedan implementar sus políticas de mitigación y adaptación.
Aplaudido de pie, el ex-presidente de Estados Unidos Barack Obama se hizo presente en la COP26 y no hizo mención alguna a los US$100.000 millones que él prometió en Copenhague y volvió a prometer en París.
Recuerden que estamos hablando de US$100.000 millones que debían movilizarse de forma anual desde 2020 a 2025 y que ya 2020 y 2021 son dos años ausentes del dinero prometido.
Los países desarrollados se negaron a aceptar cualquier propuesta de mejora ante esta situación, como la presentada por Argentina junto a otros países para crear un comité técnico-político integrado por países desarrollos y en desarrollo que construya la arquitectura financiera necesaria para el financiamiento climático. Finalizada la COP26, el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible argentino Juan Cabandié expresó: "No vamos a bajar los brazos y volveremos a plantear la discusión para que los países más ricos cumplan con los compromisos que asumieron, pero tienen que entender que cada minuto que se pierde es tiempo que no se recupera para enfrentar la crisis climática".
El Pacto Climático de Glasgow "observa con profundo pesar que aún no se ha cumplido con el compromiso" y "exhorta a las Partes que son países desarrollados a que proporcionen mayor claridad sobre sus promesas". Eso era lo que tendría que haber ocurrido en Glasgow, ¿no? El Pacto les exige que cumplan plenamente el objetivo con urgencia y hasta 2025. Con ello no sabemos si el dinero pueda aparecer el 31 de diciembre de 2025.
En pocas palabras, los países en desarrollo llegaron a Glasgow necesitados de mayor transparencia sobre el financiamiento que necesitan y se fueron con más dudas que certezas.
Un punto destacado del Pacto es que urge a los países desarrollados a que, para 2025, al menos dupliquen la cantidad de financiamiento que se destina a la adaptación. Pero, si el dinero aún no es puesto sobre la mesa, ¿cómo pensar aún siquiera a qué se destinará?
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Perdón países más vulnerables. En el tren de regreso a Edimburgo cuando terminó la COP26 no pude dejar de pensar en Tuvalu, en Kiribati, en esos países que hoy sufren los efectos más dramáticos del cambio climático. En esos países para quienes ir a una COP no es una cuestión del uso de un término u otro, o de dejar un tema a discutir el próximo año; es una cuestión de supervivencia. Esos países se fueron con poco y nada de esta COP26. Por sobre todo, no recibieron lo que más necesitan y se merecen ante esa etapa ya inevitable de la crisis climática: las pérdidas y los daños ocasionados por el cambio climático. Loss and damages.
Al no tener noticias claras y concretas sobre el financiamiento climático en general, los países más vulnerables pidieron que la conformación de un organismo formal que destine financiamiento a las pérdidas y los daños. El Facility había sido incluido en una de las versiones borrador de la decisión, pero se quitó en la versión final, pese al reclamo sostenido de los países.
Estados Unidos y otros países desarrollados se negaron a ceder esa posibilidad.
La decisión final establece la creación del Diálogo de Glasgow para "discutir los arreglos para el financiamiento de actividades para evitar, minimizar y abordar las pérdidas y daños asociados con los impactos adversos del cambio climático". Mientras, los efectos del cambio climático continúan y los países lo sufren, esperando discusiones en vez de políticas de financiamiento concretas.
Frente al auto-aplauso de la presidencia británica de la COP26 por haber incluido las pérdidas y daños por primera vez en una decisión final, el experto en adaptación y director del Centro Internacional para el Cambio Climático y el Desarrollo Saleemul Huq fue contundente: "La decisión de la COP26 fue permitir que continuaran las pérdidas y los daños provocados por el cambio climático inducido por el hombre. ¡Tratar de disfrazar eso de 'progreso' es una broma cruel de los países ricos y contaminantes!".
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¿Seguimos conversando sobre la COP26? Es la invitación que les hacemos desde RED/ACCIÓN para la próxima semana. Un encuentro online para charlar, reflexionar, debatir y discutir sobre éstos y otros resultados que nos dejó la COP26 en todo el camino que continúa. Será el jueves 25 a las 12 del mediodía (hora argentina). Pueden inscribirse para participar aquí.
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¿Eso es todo el análisis que nos dejó la COP26? ¡Por supuesto que no! Aún tenemos que hablar sobre marcos de transparencia, seguir desmenuzando la puesta en práctica del artículo 6 y... mucho más. Como adelanto de la próxima edición, indagaré en los anuncios de compromisos. ¿Fueron tan auspiciosos e históricos? Lo veremos el próximo miércoles.
Espero se sumen a la conversación del jueves y que hayan disfrutado tanto como yo (con menos estrés) de esta cobertura de la COP26 que hicimos, hacemos y seguiremos haciendo desde RED/ACCIÓN.
Un saludo desde una gris Londres. ¡Gracias por estar del otro lado leyendo, reflexionando y compartiendo!
Tais