“Todas las personas que habitan en el mundo deberían tener el derecho a contar con un médico de familia porque, en definitiva, es un profesional de la salud que te conoce, que sabe quién sos, que te atiende a lo largo del tiempo, que conoce aspectos contextuales”, dice la presidenta de la Federación Argentina de Medicina Familiar y General (FAMFyG), Karin Kopitowski. Una paciente de la médica, Nora Converti, confirma: “Los beneficios de contar con una médica familiar son y fueron muchos porque se ve al paciente en forma integral, física, psíquica, anímica. El ojo clínico hace que no me haya derivado a distintas especialidades, a menos que fuera absolutamente imprescindible”.
Aunque hoy lo más frecuente es que el médico considerado de cabecera sea de otra especialidad, no siempre fue siempre así. La cantidad de médicos que se ocupan de la atención integral de una persona y su familia mermó después de la Segunda Guerra Mundial. En aquel entonces, los avances tecnológicos impulsaron la aparición de múltiples subespecialidades, lo que generó “la fragmentación de la atención del individuo, la despersonalización, la lucha de territorios propios de cada especialidad, la desintegración de la asistencia médica y la deshumanización, entre otros”, según el libro Historical Background of Family Medicine.
En respuesta, estos profesionales consideraron que su campo de acción no se limitaría a un órgano o sistema en particular, sino a la globalidad en contexto. Para ello, en la actualidad la formación de un médico familiar o general incluye, principalmente, el entrenamiento en los problemas de salud de manejo ambulatorio más frecuentes, así como el seguimiento y la atención de problemas que puedan requerir hospitalización. Un médico de familia “está capacitado para la realización de distintas intervenciones como ser: entrevistas familiares, asistencia de niños, adultos y ancianos, la realización de prácticas ginecológicas, el seguimiento de embarazos, cirugías menores, partos, entrevistas psicosociales y toda otra práctica que esté relacionada con la resolución de problemas frecuentes en su ámbito de práctica profesional”, enumera el Hospital Italiano, al describir la medicina familiar.
“Nuestra especialidad es sumamente amplia, abarca la infancia, la adolescencia, la adultez, la tercera edad, también vemos mujeres embarazadas. Los contextos en los que solemos trabajar son los centros de salud de atención primaria y en hospitales. Dentro de lo que es nuestra actividad, nos dedicamos tanto a la promoción de la salud como a la prevención. Muchas veces trabajamos en lugares alejados, donde no tenemos muchos recursos tecnológicos disponibles”, precisa la médica Victoria Ávila, que ejerce en la localidad de Plottier, Neuquén.
Según el Observatorio Federal de Talento Humano en Salud, en 2020 había en el país 6.191 médicos y médicas de medicina general y/o familiar, que constituye un poco menos del 5 % de todos los especialistas del país. “Estos son los especialistas que tiene registrados el Ministerio de Salud de la Nación y es diferente al número real porque en la Argentina entregan títulos de especialistas muchas entidades, los ministerios, los colegios médicos, las universidades”, precisa Kopitowski. Aunque no existen datos sobre la distribución de especialistas médicos en la Argentina, sí del ingreso a residencias. Entre 2018 y 2022 se registraron en el sistema de ingresos a residencias del equipo de salud un total de 52.254 inscripciones, de las cuales Cirugía General (7 %), Clínica Médica (6 %), Anestesiología (5 %) y Tocoginecología (5 %) fueron las más elegidas, según el Monitoreo para el Análisis y Planificación de Acciones de 2022 del entonces Ministerio de Salud.
Los beneficios de la medicina familiar
En Estados Unidos, sumar un médico más a la atención primaria (primary care physician) cada 10.000 habitantes logró disminuir 2,5 % de la mortalidad infantil y 3,2 % los bebés con peso bajo. Los adultos y los niños con un médico familiar tienen un costo anual de atención más reducido, deben recurrir menos al consultorio, tienen 25 % menos prescripción de medicamentos e informaron menor dificultad en el acceso a la atención, según el estudio “Atención Primaria: una contribución cada vez más importante en la eficacia, la equidad y eficiencia de los servicios de salud. Informe SESPAS 2012” de la investigadora Barbara Starfield de Johns Hopkins University.
Otros estudios llevados a cabo en Canadá encontraron efectos similares, según recopila el informe de Starfield. En niños desde 0 a 17 años significó más uso de visitas médicas preventivas, menor uso de salas de emergencias para problemas que no son urgentes y menor tasa de internación hospitalaria para casos agudos comunes y exacerbaciones de enfermedades crónicas. En algunas zonas de Ontario, donde existen 7 médicos de cabecera cada 10.000 habitantes, es mayor la posibilidad de realizar diagnósticos tempranos que en las áreas donde esta proporción es menor y cinco años más de posibilidad de vida por cáncer de mama.
Por su parte, en Reino Unido se realizó un estudio para averiguar la relación entre las zonas de mejor salud y los médicos radicados en ellas. Se encontró que si el número de médicos familiares era mayor, los habitantes gozaban de mejor salud.
“Con el envejecimiento poblacional las personas reúnen cada vez más problemas de salud y a los 65 años es muy común que tengan 3, 4 o hasta 5 problemas. El mejor abordaje para estas situaciones es un médico que te vea de manera integral, porque el paciente que tiene muchas cosas no está bien atendido en la sumatoria”, afirma Kopitowski. En consecuencia, “no sólo reducimos la cantidad de consultas innecesarias a especialistas, sino que muchas veces el paciente, por más educado e informado que esté, no sabe sobre el síntoma que tiene, a qué se debe y ahí es importante el médico de familia. No somos derivólogos, sino que nos ocupamos de resolver”, añade.
Por su parte, Converti cuenta que: “Estimo que la medicina familiar es la forma más satisfactoria de atender al paciente. Evita estudios costosos e innecesarios. La medicina familiar me parece que es lo mejor para el paciente”.
Y Ávila lo atestigua desde el ejercicio mismo de la profesión: “Nos dedicamos a promover la salud, no solo a personas enfermas. Y buscamos incentivar hábitos saludables porque, además, las patologías más frecuentes que vemos suelen ser las que están relacionadas con los hábitos, es decir, las enfermedades crónicas no transmisibles”.
El desafío de un sistema en crisis
“El sistema de residencias está en crisis, las personas que egresan de Medicina no eligen Medicina Familiar, similar a lo que pasa con Pediatría”, señala Kopitowski como principal desafío.
Luego, agrega que esta especialidad es muy dependiente de la política sanitaria, “porque para que tengamos la razón de ser en el lugar donde nos insertamos tiene que haber un sistema que priorice este primer nivel de atención, lo valore y lo remunere de manera adecuada. En cada jurisdicción hay realidades muy distintas. Todos los gobiernos se llenan la boca con la Medicina Familiar y la atención primaria, pero es algo que no termina de ocurrir como debiera. Un cardiólogo abre un consultorio y todo el mundo sabe lo que es. El sistema está organizado para que la gente vaya directamente ahí”, asevera Kopitowski.
Finalmente, Ávila relata que la crisis económica actual es uno de los principales desafíos: “Hay una realidad y es que hoy muchos pacientes, en su urgencia económica, ponderan otras necesidades por sobre el cuidado de la salud. Eso hace que se alimenten de otra manera, que tengan hábitos que no son los más saludables, lo que va deteriorando la salud, ya sea por hipertensión, diabetes u otras”. Por otro lado, señala que en este contexto, sumado a la falta de médicos generales, hay menor disponibilidad de insumos. Esto deriva en, por ejemplo, menos posibilidades de acceder a métodos anticonceptivos.
El trabajo de FAMFyG
Kopitowski se dedica hace 33 años a la profesión. Actualmente trabaja en el Hospital Italiano de Buenos Aires, donde es la jefa del servicio de Medicina Familiar y Comunitaria. “Por definición, un médico de familia tiene una visión integral de las personas que atiende: no distingue el problema físico o psicológico del contexto. Esas barreras para nosotros no existen, las personas tienen problemas, que traen a nuestras consultas o nosotros las detectamos”, profundiza la experta.
Sobre este paradigma trabajan desde FAMFyG, organización que nació en 2001 bajo el anhelo de reunir a las distintas asociaciones provinciales de medicina familiar y/o general del país en un “proyecto común” que respondiera a las necesidades del sistema de salud y de las organizaciones e instituciones sanitarias. Kopitowski explica que ese proyecto consiste en proponer que: “El médico de familia sea el primer contacto que una persona tiene con el sistema sanitario para tener a alguien que lo conozca longitudinalmente”. La federación dicta cursos, capacitaciones, realiza congresos y es una de las entidades que el Ministerio de Salud de la Nación reconoce que certifica la especialidad. También tiene una veta política no partidaria al relevar cómo son las condiciones de trabajo. Finalmente, son convocados para la confección de guías de práctica clínica y editan una revista científica, Archivos de Medicina Familiar.
“Probablemente seamos la asociación científica que estructuralmente más se preocupa por tratar de evitar intervenciones innecesarias sobre las personas y tratando de que las personas no medicalicen su vida”, opina su presidenta.