Al inicio de la pandemia de coronavirus la vida cotidiana se paralizó. Al estar en casa, muchas personas comenzaron a realizar artesanías, leer libros, ver series y películas, conectarse a conciertos digitales o comprar moda por internet. Ayudaron de esta forma a movilizar la economía creativa. “¿Qué hubiera sido de nosotros, encerrados, si no hubiéramos podido acceder a la cultura?”, se pregunta Carolina Biquard, directora ejecutiva, Fundación Compromiso. Y se contesta: “La cultura es estructural en nuestras vidas”.
La organización argentina Fundación Compromiso, la fundación de innovación del Reino Unido Nesta y la organización estadounidense Upstart Co-Lab se asociaron para realizar un informe, que consta de una colección de artículos, procedentes de todo el mundo, que ponen en evidencia la necesidad y la oportunidad que tiene la inversión de impacto de salvaguardar y sostener la economía creativa. ¿Qué es la inversión de impacto? Es invertir con la intención de generar un impacto social y ambiental positivo y medible, además de un retorno financiero.
El informe “Creatividad, Cultura y Capital: la inversión de impacto en la economía creativa global” integra 44 artículos, que fueron lanzados hoy en un nuevo sitio web. La actividad creativa (incluidas la moda, el arte, el cine, los medios, la música y el diseño) a nivel mundial es más sustantiva de lo que se reconoce y de esta forma se aspira a sumar al arte y la cultura como motores de inversiones. La gente aprecia el valor de las actividades creativas en su día a día, pero sin ver que representan un motor de la economía global.
Naciones Unidas declaró al 2021 como el “Año Internacional de la Economía Creativa para el Desarrollo Sostenible”, reconociendo al sector creativo como un factor clave de crecimiento inclusivo y sostenible en tiempos en los que el mundo se recupera de los efectos de la pandemia. Antes de la pandemia, la economía creativa representaba uno de los sectores de la economía mundial de más rápido crecimiento: UNESCO preveía que en los próximos años alcanzaría el 10% de la economía global. Es, por ejemplo, fuente de 30 millones de empleos en la economía formal y de 300 millones de empleos en la economía informal.
“Hasta la fecha, las inversiones en la industria creativa han pasado casi inadvertidas, debido en parte a que están clasificadas como desarrollo comunitario, préstamos para pequeñas empresas o microfinanciamiento, y en parte porque han sido relativamente pequeñas”, señala en el informe Sir Ronald Cohen, un filántropo pionero, inversor de capital de riesgo, inversor de capital privado e innovador social.
En relación a Argentina, Biquard dice: “A los grandes fondos de inversión de impacto, que acá casi no los tenemos, les cuesta mirar a la cultura y a la industria creativa como espacio de oportunidad. Con este informe queremos demostrar que la cultura es el canal más efectivo para generar impacto”.
Bárbara Russi, referente de Fundación Compromiso y responsable del estudio en América Latina cuenta que para 2021 se prevé pasar de 40 artículos de inversores de impacto a 100. “El objetivo es empezar a pensar cómo armar un fondo global de inversiones de impacto a futuro. Nos imaginamos ese escenario a partir de 2022/2023”, expresa.
Cinco emprendedores e inversores de impacto de la región
El informe busca destacar el proceso por el cual los artistas innovadores, emprendedores culturales e inversores de impacto pueden unirse para demostrar el gran potencial positivo de la economía creativa en su totalidad. Allí se recopilan historias de comunidades colaborativas que crean un propósito cultural. En ellas el desarrollo de asociaciones flexibles, basadas en la confianza, libera una variedad de recursos que potencia la creatividad para movilizar el capital y lograr resultados.
Hilandería Warmi , de Jujuy, Argentina, es uno de los casos destacados. En su artículo, el cofundador de este emprendimiento Juan Collado cuenta que en 2013 conoció a Rosario Quispe, líder de la comunidad coya y fundadora de la ONG Warmi Sayajsunqo. Ella estaba buscando a los inversores adecuados que financiaran la recuperación de la mítica hilandería y tejeduría, y él se encontraba fortaleciendo el ecosistema local, intentando reunir el capital con la causa. Aquel fue el momento en que cobró vida la Hilandería Warmi, una empresa de impacto social, basada en el arte ancestral del hilado, que construyó un modelo de negocios fundado en la confianza, el comercio justo y un sistema inclusivo de gobernanza en el que las comunidades locales forman parte de la junta directiva.
La propuesta de valor incluye una línea de indumentaria (ponchos y bufandas) y una línea de decoración de hogar (pies de cama y mantas), realizados con fibras 100% naturales, como el pelo de llama, el algodón y la lana de oveja. Hilandería Warmi es una compañía autosustentable desde agosto de 2016. Hoy genera empleo genuino para 25 empleados y es una fuente de ingresos para 600 familias que crían y esquilan la lana cruda de la llama. Las ganancias se vuelcan a la consolidación de la organización y a fortalecer proyectos sociales, como el Fondo de Microcréditos de la Asociación Warmi Sayajsunqo, que financia iniciativas como la puesta en marcha de un emprendimiento de ecoturismo cultural y rural.
Otra organización destacada en el informe de Argentina es RED/ACCIÓN, que como empresa de medios está repensando el periodismo informativo para captar una audiencia joven y políticamente comprometida y potenciar el cambio social. El medio, que nació en abril de 2018, desarrolló una fórmula de “periodismo humano”, que integra técnicas de periodismo de soluciones (la idea de mirar los problemas con rayos X para descubrir las historias de las personas y las organizaciones que trabajan para resolverlos) con una creencia en particular: la necesidad de escuchar y alentar la participación de los lectores en el proceso editorial.
“El flujo de los nuevos medios no es una flecha (arrojar historias a la audiencia), sino un círculo con una conversación que fluye entre los medios y su audiencia”, destaca el fundador de RED/ACCIÓN Chani Guyot. El trabajo del equipo de 16 personas se centra en un modelo de impacto de cinco dimensiones: cubrir historias subreporteadas por otros medios (por ejemplo, salud mental); explicar problemas sociales complejos y las soluciones que buscan las personas y las organizaciones (como en esta nota sobre educación); amplificar las voces de las minorías (entre ellas, las comunidades wichis); fomentar abiertamente la participación de la audiencia (como los centennials, en esta nota), y animar a los lectores a tener un impacto positivo en la sociedad (de eso tratan las Campañas del mes).
En Brasil, se destacó el trabajo de la organización Trê, que busca promover una nueva economía, contribuyendo al flujo saludable de dinero hacia negocios y emprendedores que se alinean con causas elegidas. El director de Trê André Melman comenta en su artículo que desde la organización estructuran y operan soluciones financieras creativas, utilizando mecanismos de financiamiento mixto que resulten accesibles tanto para grandes como pequeños inversores. “En nuestro trabajo a favor de causas socioambientales y culturales sistémicas, operamos a través de instrumentos financieros, plataformas y modelos de negocio, en colaboración con instituciones financieras, compañías, organizaciones de la sociedad civil y agencias de desarrollo. La primera causa que elegimos fue la moda consciente y sostenible”, señala Melman.
De Chile, una de las organizaciones destacadas en el informe es Escena Digital (ED), que es el primer ecosistema digital latinoamericano que reúne a teatros, producciones y artistas de las artes escénicas clásicas de 10 países iberoamericanos. ED es la innovación digital llevada a cabo por la asociación latinoamericana de teatros Ópera Latinoamérica (OLA), que genera oportunidades profesionales para artistas, cantantes, músicos, directores y técnicos en las artes escénicas. Se lanzó en 2018 en respuesta a los crecientes desafíos profesionales que enfrentan los teatros, tanto en su gestión individual como colectiva.
De acuerdo con las últimas investigaciones de OLA en 2019, las 40 organizaciones miembro emplean aproximadamente a 30.000 personas directa e indirectamente, llegan a un público de más de 5 millones de personas, y venden sus entradas a través de más de 10 empresas de venta diferentes por un valor estimado de USD 74 millones al año. “El propósito de Escena Digital es acortar la brecha dentro de la cadena de valor de las artes escénicas, que comprende la creación, producción, exhibición y promoción”, enfatiza Alejandra Martí, directora ejecutiva de Ópera Latinoamérica.
Otro proyecto chileno que participó del informe es Banca Ética Latinoamérica de la Fundación Dinero y Conciencia. Esta institución financiera con principios éticos de inversión y con una visión latinoamericana de los desafíos estructurales del continente financia empresas de las industrias creativas para promover la libertad cultural y construir una sociedad más inclusiva. Sebastián Cantuarias director ejecutivo de la Fundación Dinero y Conciencia destaca: “Trabajamos en un contexto en que las contribuciones del arte y la cultura a la economía han sido pasadas por alto, y en que el sector cultural ha tenido dificultades para identificar sus propios procesos económicos. Por eso nuestro desafío es crear confianza y fomentar el trabajo colaborativo entre este sector y la industria bancaria”.