En los medios de comunicación, en las redes sociales y hasta en las charlas cotidianas a menudo relacionamos a la depresión simplemente con la tristeza o la angustia. Las imágenes de personas llorando o recostadas sobre la cama refuerzan esta asociación que, a veces, puede resultar engañosa. De hecho, hay otro síntoma que está presente hasta en un 75 % de los adultos y jóvenes con el problema de salud mental: la anhedonia.
Se trata de la incapacidad de disfrutar experiencias o actividades que normalmente serían placenteras, define el diccionario de la Asociación Americana de Psicología (APA). “La anhedonia es, simultáneamente, intercambiable con la depresión, una característica de la depresión y una entidad distinta de la depresión”, agrega la institución referente.
Este déficit en la experiencia del placer es uno de los dos síntomas centrales de la depresión y, a pesar de lo común que es, se trata de uno de los síntomas más difíciles de tratar y controlar, asegura una investigación publicada en el Journal of Affective Disorders.
Es decir, la anhedonia se presenta no solo como una pérdida de alegría, sino también como una menor motivación para hacer cosas. Para algunos, esta falta de impulso está relacionada con cosas específicas, como ir a la escuela o ver amigos. Pero para otros, puede ser más grave y sienten que no quieren hacer nada en absoluto, ni siquiera vivir, describe un artículo en The Conversation firmado por Ciara McCabe, profesora de Neurociencia, Psicofarmacología y Salud Mental en la Universidad de Reading, Reino Unido.
Por otro lado, aunque tiene un papel central en la depresión, trastorno que afecta al 5 % de los adultos en todo el mundo, la anhedonia también puede aparecer en personas con trastorno por uso de sustancias, como parte de la sintomatología de abstinencia y en casos de esquizofrenia.
Según McCabe, si una persona tiene este síntoma durante un período prolongado de al menos dos semanas de manera constante, se le puede diagnosticar depresión, incluso si no se siente triste o deprimido.
Al respecto, otra investigación disponible en la biblioteca virtual de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos señala que, a pesar de los avances en la comprensión de la psicofarmacología y los biomarcadores de la depresión y la introducción de varias clases nuevas de antidepresivos, solo entre el 60 % y el 70 % de los pacientes con el trastorno responden positivamente a la terapia antidepresiva con fármacos.
“De los que no responden, entre el 10 % y el 30 % presentan síntomas resistentes al tratamiento junto con dificultades en la función social y laboral, deterioro de la salud física, pensamientos suicidas y mayor utilización de la atención médica. La depresión resistente al tratamiento representa un dilema para los proveedores de atención médica”, informa el paper.
Por estos motivos, la principal recomendación es que los casos de depresión leve sean tratados con terapia de conversación y, en casos moderados o graves, se les receten antidepresivos. El objetivo final es ayudar a las personas a dar pasos simples y prácticos para volver a disfrutar de la vida.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), los tratamientos psicológicos son efectivos porque pueden enseñar nuevas maneras de pensar, de hacer frente a las situaciones o de relacionarse con los demás.
“Si bien puede ser difícil encontrar motivación si experimenta anhedonia, tratar de encontrar tiempo para divertirse, disfrutar de actividades o experiencias como un pasatiempo que solía amar, o incluso un nuevo pasatiempo, podría ayudar a aliviar la anhedonia. Es importante que no ignore sus sentimientos para que pueda obtener la ayuda y el tratamiento que se merece”, recomienda McCabe.