¿Qué es el peronismo?
Alejandro Grimson
Siglo XXI
Uno (mi comentario)
La pregunta por el peronismo es por cierto una pregunta fechada en dos direcciones. Desde el presente en el que se interroga, la primera; el peronismo al que se interroga, la segunda. Por tanto, no puede arrojar respuestas únicas. Ahora bien, no deja de ser una curiosidad analítica que la pregunta no incluya al movimiento obrero y su deriva. Este es el caso del sugestivo trabajo de Alejandro Grimson. Es cierto que hace décadas que los trabajadores no hacen política como clase, no solo porque no votan en bloque, sino porque pueden hacerlo incluso por proyectos que lastiman sus intereses inmediatos. La explicación de este comportamiento todavía aguarda su lectura pormenorizada, y esa es una tarea que las nuevas generaciones de investigadores probablemente asumirán como propia.
Dos (la selección)
“Durante los diez años del primer peronismo y durante los diez años posteriores , no se publicó un solo análisis académico que considerara la cuestión de los “cabecitas negras”. A pesar del desarrollo de las ciencias sociales, la herida que exponía el racismo argentino iba a quedar relegada. En 1961, Germán Rozenmacher publicó un cuento titulado “cabecita negra” que narraba las situaciones racistas en Buenos Aires, a la vez que postulaba una metáfora abarcativa sobre las clases medias. En 1966, en las paginas finales de El medio pelo en la sociedad argentina, Arturo Jauretche introducía por primera vez el problema del racismo argentino y su negación”.
Tres
“Perón subestimó lo que implicaban los reclamos sociales y la radicalización política, y también a Montoneros. Mientras Montoneros, por su parte, se sobreestimaba de modo abrumador, creyendo que haría una patria socialista, Perón no comprendió que la heterogeneidad peronista había ido demasiado lejos para poder sintetizarla. Cuando finalmente cayó en la cuenta de que la síntesis era imposible, quiso hacer “tronar el escarmiento” y alentó la persecución de los grupos de izquierda (véase capítulo 5). Perón dejo atrás su estrategia de arbitraje y tomó partido. Creyó que era su chance de imponerse. Pero en realidad en ese paso, su programa anterior estaba derrotado. Metafóricamente, Perón murió porque era imposible hacer lo que quería hacer. Su proyecto estaba muerto”.
Cuatro
“En 1983 la inmensa mayoría de las personas consideraba que todo lo que tuviera que ver con la nación y el nacionalismo era militar, dictatorial, represivo, autoritario, bélico, irresponsable; un intento de manipular los sentimientos de la población. Un legado cultural crucial de la dictadura fue que la sociedad pasó a considerar el nacionalismo como algo puramente negativo que, además´, en aquella época se oponía a lo mas valorado por los argentinos: la democracia. En ese contexto, democracia y nación parecían divorciadas de modo irreconciliable. Así el erotismo de las “relaciones carnales” con los Estados Unidos, el absoluto silencio ante el regalo del petróleo y de gran parte del patrimonio nacional, el sometimiento al FMI hasta que el país voló por los aires, la renuncia a la soberanía monetaria, son acontecimientos que no se explican por la maldad de un gobernante y la complicidad de de unos cuantos gobernadores y dirigentes”.
Cinco
“El 19 y 20 de diciembre del 2001 se produjo una explosión de los fantasmas vinculados a la represión, a la nacionalidad y a la hiperinflación. No en el sentido en que dejaron de tener peso (aun son relevantes), sino en el sentido de que en esos días los tres fueron procesados y resignificados. El corralito, la ratificación de Cavallo y del rumbo de la política económica, así como la continuidad de la recesión y la desocupación generaron las condiciones para la pérdida de legitimidad política. La evaporación de esa legitimidad podía haber sido más rápida o más lenta, pero se topo con el primer fantasma. Ante los saqueos a los supermercados y las protestas, las palabras “estado de sitio” en boca del presidente dispararon el recuerdo de la dictadura en su constelación semántica relacionada a los derechos humanos. Aquellos que creyeron que el 19 de diciembre las personas salieron a la calle para reclamar por sus ahorros no entendieron que significaban esas palabras para quienes se dirigían a la Plaza de Mayo”.
Seis
“Con la muerte de Néstor Kirchner en octubre del 2010 y la imposibilidad de la nueva reelección de Cristina Kirchner por impedimento constitucional, el Frente para la Victoria no tenía, a inicios del 2012, un candidato que pudiera aglutinar al conjunto. Sin embargo, podía construir una nueva figura en los cuatro años de gobierno, ya que los grupos más afines al oficialismo no deseaban aceptar la candidatura de Daniel Scioli, ex vicepresidente de Néstor Kirchner y gobernador de la provincia de Buenos Aires entre 2007 y 2015. Una parte relevante de estos sectores interpreto el resultado presidencial del 54 % en 2011 como una fuerte oportunidad para lograr una reforma constitucional que habilitara una nueva candidatura de Cristina Kirchner. Buscaban repetir o mejorar su posición en las nuevas elecciones legislativas del 2013. Aunque incluso un gran desempeño del kichnerismo en 2013 no era suficiente para conseguir los dos tercios que requiere la constitución, ante la ausencia de una alternativa, soñaban con que el proyecto reeleccionista (que nunca llegó a enunciarse en público) se tornara políticamente viable”.
Siete
“La reacción simbólica de “defender lo logrado”, subrayando los contrastes con la crisis del 2001, dejó al kirchnerismo (que nunca quiso debatir reformas impositivas, ni leyes que den transparencia a la política, ni la autonomía del Indec) aferrado a un pasado que la sociedad percibía había conseguido varios triunfos, pero también situaciones inaceptables que eran igualmente defendidas. La primera derrota cultural sucedió cuando la derecha se apropio del discurso del cambio y el futuro. Asi fueron las revoluciones neoconservadoras de la década del ochenta. Los éxitos neoliberales comienzan cuando, en la izquierda, el discurso de la educación o la salud pública se queda en un plano solo defensivo y se renuncia a construir una agenda propia del cambio”.
Dr Alejandro Horowicz, profesor asociado de Los cambios de sistema político mundial, autor de Los cuatro peronismos.
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