Existe un dato preciso y una proyección: la temperatura mundial promedio subió 1 °C desde la época preindustrial, mientras que si no se reducen las emisiones de gases de efecto invernadero esa suba será de 1,5 °C entre 2030 y 2052. Es un problema grave y esencialmente global.
Sin embargo y pese a que la mitigación del cambio climático depende de acciones globales, hay precisiones sobre las consecuencias que sufre la Argentina. Sabemos cómo varió la temperatura en cada provincia y cuáles son sus efectos sobre el ambiente. Y lo que es más sorprendente, podemos saber dónde la temperatura escalaría hasta 5 °C, qué ríos se están secando y qué costas son devoradas por el mar. Te lo contamos en esta nota y te mostramos cómo podés saber lo que podría pasar exactamente en tu ciudad.
Brevísima explicación sobre por qué cambia el clima
Como consecuencia de la producción de energía, la quema de combustibles fósiles, la generación de residuos urbanos, la agricultura y la deforestación aumenta en la atmósfera la concentración de gases (como el dióxido de carbono) que se llaman de efecto invernadero.
Justamente se los denomina así porque producen un efecto similar al de un invernadero: atrapan parte de radiación terrestre. Y eso hace que suba la temperatura del planeta y se altere el clima.
Así cambió la temperatura de nuestro país
Según la región, subió entre 0,5 y 1 °C. Hay zonas de provincias como Río Negro, Chubut, San Juan, Mendoza o Entre Ríos donde la temperatura promedio está 1 °C arriba que hace medio siglo, como lo muestra este mapa al sombrear en rojo los sitios donde subió la temperatura y en cuántos grados:
“Si a nivel global siguiéramos con los mismo niveles de emisiones de gases de efecto invernadero, el máximo aumento de temperatura será en el Norte y Noroeste de nuestro país, con temperaturas promedio, para el período 2081-2100, 5 °C más altas que las promedio del corte 1986-2005”, explica Inés Camilloni, experta del Centro de Investigaciones del Mar y de la Atmósfera de la UBA y parte de los científicos que colaboran con el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC).
En cambio, sigue Camilloni, la Patagonia tendría para el mismo período entre 2 °C y 3 °C más que hoy.
Ya existen varias muestras del daño que el cambio climático puede causar en el país con tormentas fuera de lo común, inundaciones y olas de calor. Lo que hicieron especialistas de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) es mapear los padecimientos y riesgos de cada una de las regiones del país en base a estudios científicos de la Secretaría de Ambiente de la Nación y del IPCC, entre otras investigaciones.
Ciudad y Gran Buenos Aires: inundaciones y avance del dengue
Se proyecta que las precipitaciones y el nivel del Río de la Plata seguirán aumentando a lo largo del siglo. Esto incrementaría la frecuencia de las inundaciones.
“El Río de la Plata ya subió 20 centímetros desde los primeros registros. Si sigue creciendo, el riesgo de inundaciones en la cuenca baja de los ríos Matanza, Riachuelo y Reconquistas será mayor”, advierte Enrique Maurtua, a cargo del área de cambio climático de FARN.
Pero además se espera un aumento en la frecuencia e intensidad de las olas de calor. “Con temperaturas más cálidas y condiciones más húmedas, aumenta el riesgo del avance de vectores, como el mosquito del dengue o la vinchuca, por ejemplo”, completa Maurtua.
Como varias villas están sobre los márgenes de arroyos y ríos, como en el caso del Riachuelo, aparece un desafío: realojar esos barrios para evitar que se inunden.
Región centro: sequías prolongadas y olas de calor
En La Pampa, San Luis, Córdoba, Santiago del Estero, Tucumán, Chaco y Formosa se proyectan más olas de calor, en especial al norte de esta región. También más al norte, las sequías serán más prolongadas y podría haber grandes pérdidas económicas por bajo rendimiento de cultivos.
Mientras que en contraposición se espera aumento de lluvias en la zona sur y centro de esta región, por lo que habrá más condición de humedad y en consecuencia podría expandirse la frontera agrícola.
“Será más factible introducir cultivos que hoy no sobrevivirían en determinadas zona”, señala Maurtua y advierte, entonces, que el desafío es “afianzar sistemas productivos sustentable para evitar el deterioro de los suelos y la degradación ambiental”.
Litoral y pampa húmeda: inundaciones y más sequías
El informe de FARN remarca que las sequías y olas de calor serán más frecuentes. Sirve recordar que la sequía que en 2018 afectó Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos, Córdoba y La Pampa generó pérdidas en cosechas de soja y maíz por 6.000 millones de dólares y fue incluida como uno de los 10 fenómenos climáticos más destructivos del año en el mundo.
Pero en la misma región, habrá que prever lluvias más intensas e inundaciones. “Los cambios en el uso del suelo de esta región han incrementado los caudales de los ríos de la cuenca del Plata, potenciando el riesgo de inundaciones”, dicen desde FARN y explican que la necesidad de salvaguardar ganado de las inundaciones en el Litoral es un buen ejemplo de que el fenómeno ya se está dando.
Noroeste: temperaturas extremas y escasez de agua
La Rioja, Catamarca, Salta y Jujuy conforman la región donde se proyectan los mayores aumentos de temperatura y de días con olas de calor. Las altas temperaturas podrían continuar acelerando la evaporación del agua y de esa manera disminuir la disponibilidad en la región.
"Es la región que corre mayores riesgos de impacto social debido a las olas de calor y el estrés hídrico", apunta FARN.
A su vez, estiman que habrá una fragmentación y reducción de los humedales altoandinos. “Esto puede traer problemas ecosistémicos que afecten a la población de llamas. Y en consecuencia a producciones locales que trabajan con su lana”, ejemplificó Maurtua y remarcó que las temperaturas “podrían afectar las horas de trabajo y de esparcimiento al aire libre en las épocas más cálidas”.
Cuyo: deshielo y menos disponibilidad de agua
Las principales consecuencias del cambio climático en Mendoza y San Juan están vinculadas al agua. Se espera que disminuyan aún más las áreas de los Andes que están cubiertas por hielo.
Ese deshielo y la disminución de las precipitaciones están acelerando el agotamiento de las aguas superficiales, por lo que se prevé mayor vulnerabilidad de varias economías regionales.
“La industria del vino depende de los ríos de deshielo y es uno de los sectores que mayor previsiones está tomando al respecto”, advierte Maurtua y remarca que se espera una reducción significativa de los caudales de los ríos San Juan, Mendoza y Atuel.
Estepa patagónica: desertificación y erosión costera
Se estima una disminución de las lluvias y un aumento de la temperatura, lo que provocaría un escenario de mayor aridez en la estepa de Río Negro, Neuquén, Chubut y Santa Cruz.
Ese cuadro puede acelerar el proceso de desertificación de miles de hectáreas como consecuencia de la degradación del suelo. Lo dramático es que cada año en todo el país, aunque principalmente en la Patagonia, 2 millones de hectáreas se suman a las 100 millones de hectáreas secas del país que están en proceso de degradación y desertificación.
A su vez, el aumento del nivel del mar podría acelerar los procesos erosivos sobre las costas, aumentando el retroceso de las playas y acantilados.
Andes Patagónicos: reducción de glaciares e incendios forestales
El aumento de la temperatura acelera la reducción de las zonas cubiertas de hielo en Río Negro, Neuquén, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego.
Se espera que también disminuyan las lluvias, lo que reduciría el caudal de muchos ríos, por ejemplo el Santa Cruz, y en consecuencia se daría un retroceso de los bosques patagónicos. Estas condiciones más secas, aumentarían además el riesgo de incendios forestales.
“La falta de recursos hídricos generaría nuevos desafíos para el sector productivo de frutas y hortalizas. Además, el caudal insuficiente de los ríos podría afectar negativamente la producción de energía eléctrica”, señalan desde FARN.
Qué puede pasar en la ciudad en la que vivís
A partir de datos estadísticos respecto de cómo cambió el clima en el país, distintos escenarios futuros y datos socioeconómicos de cada ciudad, hoy es posible identificar cuáles son los principales riesgos del cambio climático en el lugar donde vivís.
Es factible gracias a una herramienta interactiva que armó la Secretaría de Gobierno de Ambiente de la Nación. Se trata del Sistema de Mapas de Riesgo del Cambio Climático (Simarcc).
Este sistema permite proyectar, municipio por municipio, el nivel de riesgo en un futuro cercano (hasta 2039) o lejano (hasta 2100) respecto a las noches tropicales, días de olas de calor, temperaturas máximas, períodos de sequías o de precipitaciones intensas.
El nivel de riesgo que otorga la herramienta se da al proyectar cómo evolucionarán esos aspectos climáticos en dos escenarios (de emisiones altas o medias de gases de efecto invernadero) y al cruzarlos con índices de pobreza, mortalidad infantil y acceso agua de la ciudad seleccionada.
Por ejemplo, en Iruya, Salta, el riesgo de que aumenten los días de olas de calor es alto, tal como lo muestra este mapa hecho con esta aplicación:
“Es un aporte para definir políticas públicas y acciones de adaptación al cambio climático. Es aplicable en la orientación de programas, elaboración de planes sectoriales, planificación del territorio, actividades preventivas y planificación de inversión”, explica Carlos Gentile, secretario de Cambio Climático de la Nación.
Gentile lo cuenta de manera gráfica: “Uno puede proyectar a partir de esta herramienta cómo deben ser las líneas de alta tensión o los rieles de un tren como para que soporten determinado aumento de temperatura; qué viabilidad futura tiene una hidroeléctrica en determinado río; hacía dónde se corren las isohietas con precipitaciones indicadas para determinados cultivos; qué vectores tropicales (como el dengue) pueden aparecer en nuevas áreas o qué poblaciones necesitarán una asistencia respecto a la accesibilidad al agua”.
Querés saber cómo evolucionaría el clima en tu ciudad
Qué hace Argentina para mitigar la emisión de gases
El país espera no exceder las 483 mega toneladas de dióxido de carbono para 2030. “Para un país en vías de desarrollo y que necesita crecer, eso significa una reducción del 18% respecto a los niveles de emisiones a los que llegaríamos si instrumentáramos las medidas que tenemos planeado hacer. Además trabajamos en un segundo escenario de mayor esfuerzo que implicaría una reducción del 37%”, aseguró Gentile.
Para lograrlo, se creó en 2016 un gabinete de cambio climático que conforman los ministros. De ahí salieron las propuestas para alcanzar la meta. El aporte más sustancial lo deberá hacer el área de Energía, con el incremento de renovables en la matriz energética.
En segundo lugar, el gobierno apuesta a no seguir perdiendo superficie de bosques e implantar nuevos, algo que hoy se evidencia como difícil. El Ministerio de Producción deberá trabajar con las cámaras sectoriales para alcanzar mayor eficiencia energética y que aprovechen procesos productivos para generar su propia energía.
El área de Transporte debe apuntalar al transporte público para desalentar el uso de autos y mejorar rutas y trenes, para así hacer más eficiente el transporte de cargas. Finalmente, Agroindustria debe trabajar en la incorporación de prácticas productivas más sustentables.