A medida que América Latina trata de hacer frente a los efectos de la pandemia, la energía renovable aparece como una posible vía para la recuperación económica y reducción de las emisiones. Sin embargo, aún quedan muchos obstáculos en el camino, con gobiernos que siguen apostando por los combustibles fósiles.
La región está particularmente bien posicionada para aprovechar a las energías renovables como fuente de nuevos empleos e inversiones, también reduciendo las emisiones. Alrededor de una cuarta parte de su suministro de energía procede actualmente de fuentes renovables, incluidas la hidroelectricidad y la bioenergía.
La mayor parte de sus vastos recursos solares y eólicos todavía siguen sin utilizarse. Aprovecharlos podría aliviar la recesión que se espera como resultado de la pandemia en América Latina y el Caribe, con una caída prevista del PIB de hasta el 9,1% este año, sino también poner a la región en una senda de descarbonización en consonancia con el Acuerdo de París.
Pero para tener éxito, los gobiernos tendrán que ser proactivos y diseñar un plan de recuperación verde centrado en el sector de las energías renovables, lo que aún no ha sucedido. La región se ha quedado corta en la búsqueda de un estímulo verde para su economía, una discusión que se ha extendido mucho en otras partes del mundo.
"Europa y China ya han establecido una hoja de ruta para hacer frente a la crisis de COVID-19. Esto no ha sucedido en América Latina. ¿Seguiremos dando miles de millones al sector de los combustibles fósiles o, por el contrario, impulsaremos las energías renovables, creando más empleos y ayudando a la economía a recuperarse?", dijo Ramón Méndez, ex director de energía de Uruguay y ahora gerente del grupo de consultoría IVY.
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Un enorme potencial en América Latina
Aunque la capacidad eólica y solar está creciendo rápidamente en América Latina, sólo representa el 6,5% de la capacidad instalada actual. Los combustibles fósiles siguen representando alrededor del 75% del suministro de energía primaria de la región, y el resto de la matriz energética se completa con la energía hidroeléctrica, la biomasa y la bioenergía.
Los países pueden agruparse aproximadamente en dos tipos en función de su energía. Algunos dependen en gran medida de la energía hidroeléctrica, como Brasil, mientras que otros utilizan el petróleo y el gas como fuente primaria de electricidad, como Argentina. El carbón proporciona sólo una pequeña parte de la producción total de electricidad en la mayor parte de la región.
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A pesar de que muchos dependen de la energía hidroeléctrica, sus posibilidades de expansión están en realidad limitadas por los conflictos sobre el uso de la tierra, incluida la conservación de los bosques y las tierras indígenas. En consecuencia, se prevé que la proporción de energía hidroeléctrica disminuya después de 2030, dejando espacio para la energía solar, eólica y otras energías renovables.
"El potencial es enorme en términos de recursos. Chile y México tienen los niveles de radiación solar más altos del mundo. También hay un enorme potencial eólico en el norte de Colombia y el sur de Argentina. En resumen, hay suficiente potencial renovable para cubrir toda la demanda de la región", dijo Lisa Viscidi, jefa del programa de energía del thinktank Diálogo Interamericano.
En las últimas dos décadas, varios gobiernos han incentivado el despliegue de energía renovable no convencional mediante la implementación de subastas de tecnología específica. Brasil y Uruguay fueron los primeros en 2005 y 2006 respectivamente y luego otros siguieron, incluyendo Argentina, Chile y México.
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Desde 2015, se han adjudicado contratos de energía limpia que superan los 46.800 millones de dólares de inversión y 32 GW de nueva capacidad instalada a través de subastas dirigidas por gobiernos en toda la región, 27 GW de los cuales corresponden a energía renovable no convencional, según un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Diálogo Interamericano.
Pero esto podría ser sólo el punto de partida. Es técnica y económicamente factible aumentar la energía renovable en América Latina, coinciden los expertos. El escenario de la Agencia Internacional de Energías Renovables de un sistema energético global consistente con los objetivos del Acuerdo de París prevé que el 93% de la electricidad provenga de energías renovables en la región para el año 2050.
Hacerlo no sólo limpiaría la red de energía y reduciría las emisiones, sino que también impulsaría la economía. Un informe del BID estima que la descarbonización aumentará el empleo en el sector de la energía renovable en 100.000 puestos de trabajo adicionales equivalentes a tiempo completo en 2030, en comparación con un escenario en el que se mantienen las tendencias actuales.
"La descarbonización es una meta necesaria y factible para América Latina y el Caribe que podría traer muchos beneficios", dijo Graham Watkins, jefe de cambio climático del BID. "Todos los países de la región podrían crear más empleos que los que se destruirían como parte de la transición hacia una economía descarbonizada".
Los líderes de la región
Los países que carecen de sus propios recursos de gas natural y petróleo han dado los pasos más importantes en su transición energética. Uruguay tiene una generación de electricidad 98% libre de carbono, de la cual la eólica representa el 26%, una de las cuotas más altas del mundo. A veces, su matriz energética está casi totalmente alimentada por la energía eólica.
La rápida adopción de la generación de energía renovable en Uruguay, especialmente la eólica, estuvo motivada por años de dependencia de las represas hidroeléctricas respaldadas por la generación térmica a partir del petróleo, sujeta a riesgos de precios y totalmente dependiente de las importaciones. El país atrajo a inversores extranjeros y creó 50.000 puestos de trabajo en el sector.
Costa Rica comparte cifras similares. La pequeña nación insular obtiene más del 98% de su electricidad de fuentes de energía renovable, dividida principalmente entre la energía hidroeléctrica y la eólica. El país fue el primero de la región en presentar un plan integral para convertirse en una economía de cero emisiones para el año 2050.
"Uruguay y Costa Rica llevaron a cabo con éxito una transición energética, pero esto no ha sido seguido por muchos otros países. Chile es una de las pocas excepciones", dijo Méndez. "Los combustibles fósiles siguen estando muy presentes y esto no es una buena señal. La región va en contra de los objetivos del Acuerdo de París".
Chile, practicamente sin petróleo y gas, pero con mucho carbón, que suministra el 40% de la mezcla de energía, se unió recientemente a Uruguay y Costa Rica en sus esfuerzos. El año pasado anunció su compromiso de ser neutral en cuanto a emisiones de carbono para 2050 y prometió eliminar progresivamente todas las centrales eléctricas de carbón para 2040, comenzando con el cierre de las ocho más antiguas para 2024.
El país pasó de tener un 3% de capacidad instalada de energía renovable no convencional en 2014 a tener actualmente un 25%, aprovechando la radiación solar en el norte del país y los fuertes vientos de la Patagonia. Esto significa que ya ha cumplido su objetivo de tener el 20% de las energías renovables para 2025.
"Tenemos una cantidad suficiente de energía suministrada por las energías renovables que permite cerrar las plantas de carbón", dijo Andrés Rebolledo, ex Ministro de Energía de Chile. "Pero esto tiene que venir con avances tecnológicos como mejores baterías para evitar la variabilidad de las fuentes de energía renovable".
Desafíos futuros
La pandemia ha hecho que la demanda de energía disminuya en todo el mundo y América Latina no ha sido la excepción, con cuarentenas en muchos países. Esto ha dificultado el desarrollo de las energías renovables. Brasil, Perú y México pausaron nuevas subastas de energía solar y eólica que estaban programadas para este año.
Al mismo tiempo la pandemia demostró que muchos gobiernos todavía están dispuestos a apostar por los combustibles fósiles, asignando más fondos para el sector en lugar de impulsar un estímulo verde. Argentina, por ejemplo, decidió subvencionar el barril de petróleo nacional y también aumentar los subsidios al gas natural.
El gobierno de Alberto Fernández, que asumió en diciembre, aún no ha puesto en marcha ninguna política para el sector de las energías renovables. El país tiene ahora una capacidad instalada de 8% de fuentes renovables no convencionales, con la meta de llegar a 20% en 2025, lo que los expertos locales en energía no ven factible con el escenario actual.
Mientras tanto, México comparte una trayectoria similar. El país tiene una meta de 35% de renovables para 2024, que se incrementará a 40% en 2035 y a 50% en 2050, lo cual probablemente no se cumplirá. A pesar de que comenzó en el camino correcto con varias subastas desde 2015, la administración de López Obrador ha cancelado nuevas subastas y se ha basado en los combustibles fósiles en su lugar.
"Es un problema compartido por los países exportadores de petróleo y gas de la región. Todos apuestan a los combustibles fósiles para obtener más ingresos. Pero es una visión a corto plazo, ya que el pico de demanda de petróleo está a la vuelta de la esquina", dijo Leonardo Stanley, economista del centro de estudios CEDES en Argentina. "Les falta una visión estratégica de su sector energético".
Esto se suma a algunos problemas intrínsecos a toda la región. La mayoría de los recursos de energía renovable en América Latina se encuentran en zonas alejadas de los centros urbanos donde la energía se utiliza más. Esto requiere de líneas de transmisión muy costosas, que ya están a su plena capacidad en muchos países y necesitan ser expandidas mucho más.
América Latina también carece de una fuerte industria manufacturera local para el sector de la energía renovable, lo que significa que los suministros tienen que ser en gran parte importados, principalmente de China. Brasil se mantiene siendo la única excepción. La financiación es también representa otro obstáculo para algunos países como Argentina, que ha visto la cancelación de proyectos ya asignados por su crisis económica.
"Aún así, hay mucho potencial para reemplazar los combustibles fósiles por renovables en América Latina, especialmente en la generación de electricidad", argumenta Viscidi. "Cuantos más países puedan expandir sus líneas de transmisión, más posibilidades tendrán en materia de energía renovable. La inversión debería seguir creciendo en los próximos años".
Esta nota fue publicada originalmente en Diálogo Chino.