Cuando escuchamos las palabras bomba atómica lo primero que se nos viene a la cabeza es Oppenheimer. Un poco por la sensación que generó la última película de Christopher Nolan en la cual relata la vida del físico, y otro poco por cultura general. La creación de esta arma se le adjudica principalmente a él pero, en realidad, no le pertenece en su totalidad.
En verdad, el origen físico de la bomba atómica es responsabilidad de Lise Meitner, un nombre que no alcanza el protagonismo que merece en relación a la relevancia de sus descubrimientos. Nacida en Viena el 7 de noviembre de 1878 en el seno de una familia judía, con apenas ocho años ya tenía un gran interés en las matemáticas. Pero este no sería una camino nada fácil, sino lleno de obstáculos dada la época.
En 1901, luego de ser una de las cuatro mujeres que aprobaron el Matura (un examen que todos los alumnos deben realizar al terminar la secundaria en Austria), Meitner fue aceptada en la Universidad de Viena. Aspecto que hoy podemos naturalizar, pero en aquel entonces era toda una novedad. Allí comenzó a tomar clases con el físico Ludwig Boltzmann, quien al no discriminar a las mujeres e integrarlas forjó una comunidad científica a la que Lise se unió, según lo recuerda un artículo de Mujeres Científicas.
Pero Viena no presentaba mucha oportunidad para una mujer, así que decidió continuar en Berlín. Allí, Max Planck, físico considerado fundador de la teoría cuántica, le permitió asistir a sus clases donde conoció a Otto Hahn, su gran compañero de fórmula científica por casi 30 años pero que, años más tarde, la eclipsará frente al mundo en la entrega de los Premios Nobel en 1944.
Fue a partir de esos años en Berlín que las oportunidades comenzaron a llegarle a Lise. Una de ellas fue su encuentro con Einstein en 1912, quien la denominó “nuestra Marie Curie”. Allí también pudo profundizar sus estudios sobre el uranio y, en conjunto con Hahn, escribieron un artículo sobre el descubrimiento del protactinio, un elemento químico de la tabla periódica.
En 1933 su rumbo como física tomó un porte importante. Según una nota del medio Xataka, Meitner logró detectar por primera vez un positrón, la antipartícula del electrón. Este fue, en definitiva, un primer paso para su teoría más relevante.
En paralelo, la tensión crecía en Alemania y sus orígenes judíos parecían ser un nuevo obstáculo para seguir en sus estudios. Fue así como, en consecuencia a la creciente popularidad y autoridad del Partido Nazi, Lise tuvo que marcharse como pudo: sin pasaporte (porque se lo habían quitado) y sin rumbo. Logró, al fin, instalarse en Suecia, donde residió por más de 20 años.
Pero la disciplina de la física crecía y el descubrimiento del neutrón por el científico Ernest Rutherford daba inicio a la era nuclear. En esta ocasión, Hahn y Meitner junto con la ayuda del químico Fritz Strassmann comenzaron a trabajar en un estudio que derivaría en el primer modelo de fisión nuclear de la historia, modelo que habría resultado fallido de no haber sido por la correcta interpretación de la científica, según asegura una nota de National Geographic.
Hann hizo una publicación sobre estos resultados excluyendo el nombre de Lise. Algo que a ella le molestó profundamente, según recuerda el artículo de Mujeres Científicas, pero que su colega lo justificó con el antisemitismo del Gobierno Alemán y una directiva de no incluir nombres judíos en la autoría. Pero no fue excusa suficiente, ya que en 1944 Hahn ganó solo el Premio Nobel por ello (considerado uno de los mayores errores históricos cometidos en los Nobel) y, cuando lo fue a recoger en un contexto pos guerra en 1947, no reconoció a Lise como una parte fundamental de este proceso. Esto marcó un antes y un después en su amistad.
No obstante, se reconoce que fue Meitner quien logró articular e interpretar los resultados de aquel experimento desde Suecia. De acuerdo con la nota del medio Xataka, ella fue quién introdujo el término de fisión nuclear en la revista Nature y expuso la existencia de una reacción en cadena que podía servir para generar una gran cantidad de energía.
“Una reacción en cadena que en la mente de todo el mundo tenía una utilidad clara: Mietner acababa de poner encima de la mesa la creación de la bomba atómica”, escribe Enrique Peréz, físico y escritor, en Xataka. Así tal cual se retrata esta escena en la película de Nolan: todos se juntan alrededor de un diario que exponía esta noticia y que, solo con leerla, pensaron lo mismo: la creación de un arma letal estaba en camino.
Así, Meitner fue una de las pocas mujeres convocadas por Robert Oppenheimer para el proyecto Manhattan, que tenía como objetivo desarrollar la bomba atómica para ganar la guerra contra los alemanes. Pero aun habiendo sufrido el antisemitismo y ser exiliada, se negó a participar y sus razones fueron claras: no quería tener nada que ver con una bomba y se opuso fuertemente al desarrollo de armas nucleares.
La guerra terminó y el proyecto liderado por Oppenheimer fue exitoso. El mundo se acomodaba y en 1946 obtuvo el mayor reconocimiento de su carrera. El presidente Harry S. Truman la recibió en Estados Unidos y la nombró “la mujer del año”. Los medios y titulares la nombraban como la madre de la bomba atómica y esta valoración, según Mujeres Científicas, irritó a Otto Hahn quién exigía el reconocimiento de la paternidad de la fisión. Puede que, en algún punto, esto explique su actitud cuando recogió el Nobel en 1947.
Desde ahí solo llegaron más premios y reconocimientos. Uno de los más trascendentes fue el Meitnerio, el elemento 109 de la tabla periódica que fue nombrado en su honor en 1992. “Busca hacer justicia a una víctima del racismo alemán y dar el justo crédito a una vida y trabajo científico”, reflexiona en diálogo con la BBC Peter Armburuster, científico alemán que codescubrió dicho elemento químico.
“La vida no tiene por qué ser fácil, siempre que no esté vacía”, es una de las frases célebres de Lise Meitner. La destacada física falleció en el Reino Unido a sus 90 años. Aquel 27 de octubre terminaba la gran odisea de una persona que cambió el rumbo de la ciencia y de la historia. Una mujer que logró superar obstáculos de su época en todos sus sentidos: etnia, género, acceso a la educación. Una mujer que no se presta al olvido.