El pasado 8M muchas personas salieron a la calle para alzar su voz por el Día Internacional de la Mujer. La jornada también se enfocó en conmemorar la historia de lucha del feminismo y las batallas que, a lo largo de los años, se supieron materializar en diferentes leyes, así como en la aceptación social de distintos sectores de la población.
En Argentina, este día tomó protagonismo por el nivel de convocatoria que hubo en las calles y, por otro lado, porque el Gobierno decidió reemplazar el Salón de las Mujeres ubicado en la Casa Rosada por el Salón de Próceres por iniciativa de Karina Milei.
No solo implicó un cambio de nombre, sino también bajar los retratos de 17 mujeres que estaban expuestos. Personas que inobjetablemente son parte de la historia de nuestro país y fueron pioneras en la apertura de la Argentina para el desarrollo personal y profesional de las mujeres. En su lugar, se pusieron fotos de Carlos Menen o San Martín. Hoy recordamos algunas de ellas.
Juana Azurduy, la mujer que luchó en la revolución por la independencia
Nacida el 12 de julio de 1780 en Toroca, lo que hoy es Bolivia, Azurduy se unió a la revolución contra el Imperio Español, destacándose como líder militar en varias batallas clave por la independencia de la región. En 1809, junto con su marido, se unieron a las filas populares y destituyeron al gobernador para formar una junta de Gobierno que duraría hasta 1810, según informa un artículo de la Secretaría de Cultura de la Nación.
A través de una organización conocida como “Los Leales”, Azurduy dirigió a sus tropas en la lucha contra las fuerzas coloniales españolas, demostrando una habilidad y valentía en el campo de batalla. Fue nombrada como teniente coronel en el verano de 1816 y le entregaron un sable por las tropas que envió desde Buenos Aires con el objetivo de liberar el Alto Perú.
Fue una estratega y guerrera notable, que no sólo participó activamente en combates, sino que también jugó un papel crucial en la organización y entrenamiento de las milicias revolucionarias. Es especialmente recordada por su heroico papel en la batalla de Ayohuma y por liderar la captura del cerro de Potosí, una victoria simbólica y estratégica para las fuerzas independentistas. En 1825, Simón Bolívar la ascendió a coronel y le otorgó una pensión que recibió durante cinco años.
María Remedios del Valle, la mujer que estuvo en las filas del Ejército por la independencia argentina
Afrodescendiente, Remedios nació en 1766 en Buenos Aires, la entonces capital del Virreinato del Río de la Plata. Durante la segunda invasión inglesa en 1807 formó parte del cuerpo de enfermeras que auxiliaba a quienes defendieron la actual Ciudad de Buenos Aires durante el conflicto bélico.
También acompañó a su marido y a sus dos hijos, convocados oficialmente, a la Expedición del Alto Perú, una serie de campañas militares llevadas a cabo por las fuerzas revolucionarias del Río de la Plata durante las guerras de independencia hispanoamericanas. En esta primera instancia, Remedios se dedicó a curar y a alimentar a los soldados heridos.
Pero a la par de la enfermería, se sumó a las filas de combate. Sus familiares murieron en batalla, pero aquellas pérdidas las motivaron a seguir para honrar su memoria. Puso el cuerpo en las contiendas de Tucumán y Salta, que serían solo el principio de muchas otras batallas en las que estaría presente.
Su valentía, coraje y compromiso llamaban la atención en las filas y, en efecto, el reconocido Manuel Belgrano la nombró Capitana de su ejército, superando a muchos hombres que estaban allí. Participó también en las trágicas batallas de Ayohuma y Vilcapugio y además recibió heridas de bala y sable que la dejaron en un estado crítico. Pero en esa ocasión le ganó a la muerte.
En 1813 fue tomada como prisionera por los españoles, quienes la torturaron y abusaron de ella durante nueves días. Cuando logró escapar, se incorporó a las fuerzas de Martín Miguel de Güemes y Juan Antonio Álvarez de Arenales para así cumplir nuevamente su función, tanto de enfermera como de combatiente en el campo.
Cecilia Grierson, la primera médica arginina
Cuando una amiga muy cercana, Amelia Kenig, se enfermó con un trastorno respiratorio crónico, Cecilia se dio cuenta que su vocación estaba en ayudar a su amiga (y a los enfermos). Dejó de lado la pedagogía y la enseñanza, en lo que se había desarrollado hasta ese entonces y tomó la decisión de dedicarse a la medicina.
En aquella época, era un campo exclusivo de los hombres. De hecho, nunca antes en América Latina una mujer se había podido inscribir en la carrera. Para matricularse en la facultad Cecilia tuvo que presentar un argumentario escrito con las razones por las cuáles creía que debía incorporarse a la universidad, según lo recuerda Mujeres en la historia.
El 2 de julio de 1889 se graduó en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Buenos Aires y se convirtió en la primera médica argentina. Durante su carrera fue pionera en muchos aspectos: fundó la Escuela de Enfermeras del Círculo Médico Argentino con el fin de que las mujeres puedan asistir y colaborar en el campo a través de una rigurosa formación; se desempeñó como adscripta a la Cátedra de Física Médica y Obstetricia, de acuerdo con un artículo de la Academia Nacional de Medicina de Buenos Aires; publicó Masaje Práctico, un libro precursor de la técnica kinesiológica; dictó cursos sobre Gimnasia Médica y Kinesioterapia en la Facultad de Medicina (entre 1904 y 1905).
Dentro de su legado se encuentran otras obras en las que explora las dificultades del cuidado de las personas con discapacidades. Su libro La educación del ciego hace foco en esto y, además, en su carrera se destacó como figura en la Comisión de Sordomudos del Patronato de la Infancia.
Lola Mora, la artista argentina que llevó el arte nacional al mundo
Lola Mora nació en 1866 y fue una escultora argentina, considerada una de las figuras más importantes en la historia del arte del país. Nacida en El Tala, provincia de Tucumán, su verdadero nombre era Dolores Candelaria Mora Vega. Desde joven mostró un gran interés y talento para el arte, lo que la llevó a estudiar en Roma, convirtiéndose en una de las primeras mujeres latinoamericanas en ganar reconocimiento en el ámbito de la escultura europea.
Durante su carrera, Lola Mora destacó por sus obras monumentales y por romper con las convenciones de su época, tanto en su estilo artístico como en su vida personal. Entre sus contribuciones más significativas se encuentra la fuente de las Nereidas, inaugurada en 1903 en Buenos Aires, que provocó controversia por su innovador enfoque artístico y la representación desnuda de figuras femeninas. Esta obra marcó un antes y un después en la escena artística argentina, mostrando una fusión de realismo y simbolismo.
Además de su impacto en el arte, Lola Mora fue una adelantada a su tiempo en términos de su visión social y su papel como mujer en un campo dominado por hombres. Su obra y su vida desafiaron las normas de género de su época, abogando por la independencia y la igualdad femenina. La relevancia de Lola Mora trasciende el arte; su legado es un testimonio de innovación y un profundo compromiso con la expresión artística y la lucha por el reconocimiento de las mujeres en todas las esferas de la vida.
Además, de estas cuatro mujeres, en el Salón de las Mujeres se encontraban los retratos de otras figuras. Entre ellas: Mariquita Sánchez de Thompson, pionera del movimiento feminista; Eva Perón, quién consiguió el voto femenino; Florentina Gómez Miranda, luchó por la reforma del Código Civil argentino para promover la igualdad de derechos entre varones y mujeres; Victoria Ocampo, primera en obtener licencia para conducir, literaria e intelectual que fundó la Revista Sur; Alfonsina Storni, destacable poeta.
También, más recientes en la historia, estaban: María Elena Walsh, reconocida por su contribución a la literatura infantil; Mercedes Sosa, una de las cantante argentinas más importantes; Tita Merello, la inolvidable actriz y cantante de tango; Paloma “Blackie” Efrón, pionera en radio y televisión; Aimé Painé, cantante y activista por la identidad mapuche; Diana Scayán, luchadora por los derechos humanos y trans; y Claudia Pía Baudrucco, la primera en hablar de derechos para los trans.