Los sistemas de tecnología inalámbrica hoy prevalecen en todos los ámbitos de nuestras vidas. El wifi, principalmente, ha cambiado la manera en que nos conectamos y cómo nos comunicamos. También lo han hecho los sistemas como el bluetooth. Pero ¿quién fue la persona que estuvo detrás de esta innovación?
Su nombre es Hedwig Eva Maria Kiesler o mejor conocida como Hedy Lamarr. Nació el 9 de noviembre de 1914 en Viena. Al poco tiempo de entrar al colegio se destacó por su brillantez intelectual y los profesores la consideraban como una superdotada, según lo recuerda Mujeres Con Ciencia.
Cuando creció comenzó a estudiar ingeniería, pero había un sueño y una pasión que predominaba: ser actriz. Por eso, abandonó todo y se fue a Berlín para desenvolverse en la interpretación de la mano del director de teatro Max Reinhardt. Como estaba escrito en su historia, esta mujer fue innovadora hasta en la industria del cine.
La primera película que la llevó al éxito fue Éxtasis, nada más y nada menos que el primer film que mostró a una actriz completamente desnuda mientras tenía un orgasmo. Hay que tener en cuenta que, a principios del siglo XX, la sexualidad y la intimidad de cada uno eran temas muy privados, poco hablados en la sociedad,incluso tabúes.
La película fue censurada tanto por la sociedad como por instituciones como el Vaticano. Protagonista de este “escalando” sexual, la única salida para ella en aquel entonces parecía ser el matrimonio. O al menos así lo veía su familia. Había solo un hombre, Fritz Mandl, que quedó anonadado por la belleza de Hedwig y le pidió permiso para casarse. Un primer paso a lo que sería el infierno de la actriz.
Mandl la sometió a unas directivas machistas en las cuales solo podía desnudarse o bañarse si él estaba presente, trató de deshacerse de toda las copias de Éxtasis y la obligaba a acompañarlo a todos lados. “Hedwig se vio forzada a transformarse en lo que siempre había detestado, en el trofeo de exhibición de un tirano”, reflexiona el artículo de Mujeres Con Ciencia.
En este vacío que parecía no tener salida, Hedwig retomó la carrera de ingeniería. Se adelantó a su marido y en las reuniones de trabajo donde debía acompañarlo logró aprender y recopilar información sobre las características de la última tecnología armamentística Nazi.
Pero un pájaro encerrado siempre va a querer salir a buscar la libertad. Y Hedwig era el ejemplo perfecto. Huyó a París sin mirar atrás: con la ropa puesta y algunas joyas para vender y lograr hacer un poco de dinero. Al poco tiempo, logró llegar a Londres y subirse al transatlántico Normandie con destino a Estados Unidos. En ese viaje conoció al famoso director de cine Louis B. Mayer, quien le ofreció trabajo con la condición de que cambie su nombre en honor a la actriz Bárbara La Marr. Hendy Lamarr había nacido.
La mujer detrás de las telecomunicaciones inalámbricas
Se convirtió en una estrella en la década de los años 30. Pero el mundo iba en una dirección oscura. Allí fue donde su inteligencia, destacada por sus profesores de la primaria, sumada a su capacidad como ingeniera, la llevó a su mayor reconocimiento. Hedy, con un evidente resentimiento hacia los Nazis, quería potenciar las fuerzas aliadas con sus conocimientos y así decidió fijarse en las áreas más sensibles y críticas. Una de ellas, la comunicación.
Según lo recuerda National Geographic, Hedy se dio cuenta de que las señales de radio que guiaban a los torpedos de la armada norteamericana eran muy fáciles de interceptar. Así, elaboró junto con su amigo, el compositor George Antheil, un sistema de detección de torpedos teledirigidos. Inspirado en un principio musical, funcionaba con 88 frecuencias, equivalentes a las teclas del piano, y era capaz de hacer saltar señales de transmisión entre las frecuencias del espectro magnético.
De esta manera, se convirtió en la inventora de la primera versión del espectro ensanchado que permitiría las comunicaciones inalámbricas de larga distancia. Actualmente, este método se emplea para los sistemas de posicionamiento por satélite como el GPS, y fue el precursor del wifi y del bluetooth.
"Cuando Hedy entregó la patente de su tecnología a la armada de los Estados Unidos lamentablemente no la tomaron en serio. Dijeron que la invención era demasiado aparatosa y que no era una tecnología militar útil. Lo que realmente quisieron decir fue que les resultaba improbable que una actriz y artista musical hubiera inventado una tecnología que les pudiera servir”, explicó la directora de Bombshell: la historia de Hedy Lamarr a Catherine Jewell, en una entrevista para la División de Comunicaciones de la OMPI (Organización Mundial de la Propiedad Intelectual) según informa el Diario Público.
Fue recién en 1962, con la Crisis de los Misiles de Cuba, cuando los militares se dieron cuenta de la utilidad del descubrimiento de Hedy y lo usaron para interceptar las comunicaciones y el control de los torpedos. Luego se utilizó en algunos dispositivos para la guerra del Vietnam y, más adelante, en el sistema norteamericano de defensa por satélite (Milstar). Pero el reconocimiento llegaría recién 30 años más tarde.
Su final, sin embargo, no le hizo justicia a su vida. El declive de su trayectoria, tanto personal como cinematográfica, la llevaron a consumir drogas y fue protagonista de escándalos legales. Finalmente, decidió irse a su mansión en Miami en donde miraba desde una ventana como el mundo se apropiaba de sus invenciones sin ni siquiera nombrarla.
Recién en 1997 le entregaron el premio “Pioneer Award”, pero para Hedy ya era tarde. Incluso cuando se lo comunicaron su primer instinto fue decir: “ya era hora”. Decidió enviar a su hijo a la ceremonia en su representación dejando, ante la historia, una clara posición. El reconocimiento tardío, no es un reconocimiento justo cuando todos los otros ya se han llevado el crédito.
“Toda la gente creativa busca hacer lo inesperado”, es una de las frases más célebres de Hedy y, al mismo tiempo, la que resume un poco su vida. Luego de haber innovado con su desnudo en el cine, logró concretar una de las tecnologías más esenciales hasta hoy. Un 19 de enero de 2000, Lamarr falleció a sus 85 años. Pero la memoria de su vida, había recién nacido. En Austria, el 9 de noviembre se festeja el Día del Inventor en su honor.