Si pensamos en el origen del cine, quizás los primeros nombres que aparezcan en nuestra cabeza son los hermanos Lumière o George Méliès. Aquellos artistas hoy son recordados como los pioneros del cine (y lo son), pero junto a ellos hubo otras personas que también innovaron en este arte pero que, debido a la época, fueron regaladas al olvido. Una de ellas es Alice Guy Blaché.
Alice nació el 1 de julio de 1873 en Saint-Mandé, un barrio cercano a la capital francesa. Se crió con cuatro hermanos en el seno de una familia trabajadora. Su padre era dueño de una cadena de librerías ubicadas en diferentes partes del mundo, como Chile, Suiza y Francia. Por eso, ella transitó su infancia en varios internados en aquellos países.
Pero la muerte de su padre en 1891 hizo que su madre deba ocuparse enteramente de la economía del hogar. A la par, Alice comenzó a estudiar (tarea poco común para una mujer) la carrera de mecanografía y taquigrafía. Gracias a ello, en el año 1894 fue contratada como secretaria en Comptoir Général de la Photographie, una fábrica de cámaras y suministros fotográficos, según lo recordó National Geographic.
Para Alice, este fue su primer contacto profesional con una cámara, el primero de una larga carrera como cineasta. De hecho, fue allí donde se dio cuenta del potencial que tenía la fotografía y el mundo de las imágenes. Si bien todavía la primera película Salida de los obreros de la fábrica Lumière en Lyon Monplaisir de los hermanos Lumière no había sido presentada, la intuición de la francesa indicaba que algo cambiaría pronto.
Fue en 1895 cuando todo dio un giro. Alice comenzó a trabajar como secretaria con León Gaumont, otra entidad pionera en la industria del cine. Ella se limitaba a la fabricación de equipos de fotografía, pero fue como una puerta para introducirse en aquel mundo floreciente. Fue así como llegó a ser invitada a la primera proyección con público de los Lumière en diciembre de ese año. Allí comprobó que sus intuiciones eran ciertas y que el potencial era evidente.
“Pero Gaumont, como Lumière, estaba especialmente interesado en resolver los problemas mecánicos. Era una cámara más que poner a la disposición de sus clientes. Los valores educativos y de entretenimiento de las películas en movimiento no parecían haber llamado su atención”, contó Alice en sus memorias sobre la visión diferente que ella tenía en relación a su jefe con respecto al cine, según un artículo de Fotogramas.
En consecuencia, Alice entendió que podía hacerse algo mejor y las posibilidades de la ficción todavía no habían sido exploradas. Fue así como le propuso a Gaumont que podía escribir una o dos escenas y hacer que unos cuantos amigos actuaran en ella. Luego de mucha insistencia recibió el permiso y abrieron en la empresa una división dedicada a la producción cinematográfica, pero con la única condición de que aquello no afecte sus tareas de secretaria. “Mi juventud, mi inexperiencia, mi sexo, todo conspiraba contra mí”, reflexionó Alice en sus memorias.
Pero ningún obstáculo fue suficiente como para frenarla. En 1896 realizó su primera película a la que tituló La Fée aux Choux (El hada de los repollos), una adaptación de un popular cuento europeo. Desde allí, no hubo límite. Según precisa National Geographic, entre 1902 y 1907 Alice rodó más de 100 fonemas, es decir, películas rodadas para el cronógrafo (un aparato que permitía sincronizar la imagen y el sonido grabados).
Entre ellas, produjo La pasión o la vida de Cristo, considerada la primera “superproducción” de la historia. Duraba 30 minutos, se usaron 25 decorados y más de 300 extras. Todo era bastante anormal y excepcional para la época.
Sin saberlo (y sin quererlo) Alice dejó grandes innovaciones en el cine. De acuerdo con lo detallado por Fotogramas, fue una de las primeras personas que hicieron evolucionar el cine de postales y atracciones a un cine narrativo y con una potencia emocional y social importante. Entre otras cosas, fue una de las primeras en innovar en los planos, por ejemplo, el primer plano en su película Madame a des envies de 1906.
"Si esto fuera todo lo que pudiéramos descubrir al desenterrar y estudiar sus películas, sería suficiente. Pero la sorpresa adicional en los primeros trabajos de Alice Guy es la sensación de chiste oculto, del codazo en las costillas que experimentamos al ver sus películas y encontramos con su propia mirada satírica que nos devuelve la nuestra", afirmó la periodista Alison McMahan en su libro Alice Guy Blaché.
Además, de acuerdo con National Geographic, según los investigadores de cine uno de los aportes más importantes de Alice fue la inclusión de los efectos especiales. Esto lo logró a través de técnicas de máscara de doble exposición, filmando secuencias en retroceso o con dobles exposiciones del negativo. Por ejemplo, en su película La Navidad de Pierrot, Alice utilizó por primera vez las sobreimpresiones y en Una casa demolida y reconstruida proyectó las imágenes al revés.
En 1907 Alice se mudó a Estados Unidos después de casarse con el británico Herbert Blaché, quien era el encargado de dirigir las oficinas de Gaumont en Inglaterra y Alemania. En 1910, ya del otro lado del atlántico, la cineasta convenció a su marido de abrir su propia productora a la que llamaron en primera instancia Solax Company y que luego se llamó Blaché Features en 1913.
En esa época fue donde realmente conocieron la palabra éxito. Alice produjo más de 1.000 películas de todo tipo: westerns, comedias, dramas, ciencia ficción. Pero en aquellos años, Alice también descubrió que su marido tenía una relación extramatrimonial y él mismo decidió pedirle el divorcio. Esto llevó a Alice sentimentalmente a la ruina, junto con toda su creatividad. Por eso, decidió volver a Francia y allí su nombre, sus éxitos e innovaciones cayeron al olvido.
De hecho, en 1930, cuando Gaumont escribió sus memorias, se limitó a nombrarla como "una pieza fundamental", pero borró el crédito que tuvo ella en las primeras producciones que hicieron juntos. Además, cuando decidió volver a Estados Unidos para seguir con su carrera se dio cuenta de dos cosas: primero, que muchas de sus películas se habían perdido; segundo, que muchos hombres habían obtenido el mérito por aquellas producciones.
Sus últimos años, entonces, se dedicaron a buscar sus viejas películas. “ Lo más asombroso de su vida y lo que le hizo sufrir más en su vejez fue su desaparición en la historia del cine”, escribió en la introducción del libro Vida de Alice Guy Blaché la escritora española Alejandra Val Cubero. En vida, Alice solo recibió el reconocimiento de la Legión de Honor en 1955 (uno de los principales premios otorgados por el Estado de Francia).
Alice falleció en 1968 a sus 94 años. Todo indicaba que su nombre pasaría a ser recordado como el de una simple secretaria. Sin embargo, este destino cambió con la publicación de sus memorias en 1986 y de diversos libros que contaron su vida. Hoy en cada película está Alice: presente y recordada.