La industria de la informática y de la tecnología es un área que siempre tuvo como protagonistas principales a los hombres. Sin embargo, las mujeres también fueron influyentes. A principio del siglo XIX se destacó una, en particular, en lo que hoy se conoce como la pre historia de la programación.
Su nombre es Augusta Ada Lovelace. Nació el 10 de diciembre de 1815 en Londres, Reino Unido, en el seno de una familia muy reconocida: su padre era Lord Byron y su madre Anna Isabella Milbanke, una aristócrata inglesa a quien le apasionaban las matemáticas y la astronomía. Sin embargo, la paz familiar no duró mucho. Un mes después de su nacimiento, su madre decidió irse de la casa con ella al descubrir que Lord Byron tenía una amante.
De acuerdo con National Geographic, desde ese entonces Ada nunca volvió a ver a su padre. Tuvo una infancia complicada, fue atravesada por una serie de enfermedades. Gracias su posición económica tuvo la posibilidad de concretar estudios durante su adolescencia en campos como la ciencia y la tecnología y, además, pudo codearse con las eminencias científicas y literarias de la época.
Pero, ¿cómo una mujer en el siglo XIX llega a ser pionera en tecnología? A sus 18 años comenzó a asistir a eventos sociales, pero lejos de querer buscar un marido más bien le gustaba conocer gente interesante. En una de las tantas veladas, logró conversar con el inventor británico Charles Babbage, quien hoy es considerado uno de los pioneros en concebir la idea de lo que hoy se puede considerar una computadora.
Babbage había diseñado una calculadora mecánica capaz de calcular tablas de funciones numéricas por el método de diferencias. Además, aunque nunca la llegó a materializar, diseñó una máquina analítica para ejecutar programas de tabulación o computación. Recordemos que estamos en mediados de 1800, cuando todavía no se contaba con luz eléctrica: llegaría recién a fines de aquel siglo.
Ada quedó sorprendida por estos inventos y, como fiel visionaria, se dio cuenta de que tenían un potencial para el ser humano y que, eventualmente, podrían cambiarles la vida y sus dinámicas. La máquina diferencial de británico le llamó particularmente la atención y pensó que podría hacer algo con ello.
Estableció correspondencia con Babbage durante casi dos décadas. Ambos escribían y debatían sobre las ciencias y las tecnologías. A la par, Ada conoció a su marido, William King, por medio de Mary Somerville, una científica y escritora de la época. Su madre aprobó la unión rápidamente y se casó en 1835 con tan solo 19 años. King se convirtió pronto en conde de Lovelace y así ella adquirió su apellido (por el cual hoy es conocida).
El plan de casarse y tener una familia no supusieron para Ada una obstáculo a la hora de seguir ejerciendo su profesión. De acuerdo con The New York Times, en una de sus cartas a Somerville ella le confesó que leía todos los días textos de trigonometría y que el matrimonio no le “quitó” las ganas y la determinación de seguir trabajando en estas actividades.
En 1842, a sus 27 años, Ada publicó su primer —y único, pero importantísimo— trabajo académico para la revista Scientific Memoirs. Tenía que traducir un texto del francés de Luigi Menabrea en el que se describe la máquina analítica de Babbage. Pero, agregó al final una extensión titulada “Notas” que era tres veces la extensión del trabajo original y en la cual detalló cómo iba a funcionar la computadora, su potencial e incluso escribió el primer programa.
En detalle, ella analizó que las máquinas serían capaces de hacer más que solo realizar cálculos sino que también podrían entender símbolos y hasta serían capaces de crear música o arte.
“Esta información se convertiría en el concepto clave de la era digital”, escribió Walter Isaacson en su libro The Innovators según explica The New York Times. “Cualquier tipo de contenido, dato o información se podría expresar de forma digital, y las máquinas lo podrían manipular: música, texto, fotos, números, símbolos, sonidos, video”, profundizó.
Además, introdujo el concepto de “algoritmo informático”: el conjunto de instrucciones sistemáticas y previamente definidas que se utilizan para realizar una determinada tarea.
Ada también se anticipó a los debates que hoy dominan los titulares: la responsabilidad que debemos tener con la tecnología. Ella predijo que, eventualmente, las computadoras podrían “pensar y crear por sí mismas” y que los programadores deberían tener una función muy importante en esa evolución en cuestiones éticas. Algo muy similar al debate que se está desencadenando hoy con la inteligencia artificial.
“Un lenguaje nuevo, vasto y poderoso se está desarrollando para el uso futuro del análisis, en el cual se pueden introducir sus principios con el fin de que tengan una aplicación práctica más veloz y precisa al servicio de la humanidad”, pronosticó Lovelace en sus “Notas”.
Babbage realizó fuertes intentos para convencer al Gobierno britántico de que financiara la construcción de la máquina analítica describiéndola como uno de los saltos más importantes de la historia en relación a la tecnología. Pero el murió poco tiempo después y su rechazo profesional desmotivó a Ada.
La joven Ada se alejó del mundo tecnológico mientras que su cáncer de útero crecía. Murió a sus 36 años, el 27 de noviembre de 1852, a causa de una mala praxis de los médicos en un intento de curar su enfermedad. Su historia fue recién redescubierta a mediados del siglo XX: desde entonces cada 10 octubre se celebra el “Día de Ada Lovelace”, cuyo objetivo es brindarle honor a las mujeres en la tecnología.
"Lovelace es un ejemplo inusual de mujer para su época porque no sólo se le permitió aprender matemáticas, sino que se le animó a hacerlo“, explicó la directora ejecutiva de la Iniciativa Ada, Valerie Aurora, en una entrevista con The New Yorker. La Iniciativa Ada es una entidad que organiza conferencias y programas de formación para elevar el nivel de las mujeres que trabajan en matemáticas y ciencias. "Ella demuestra lo que pueden hacer las mujeres cuando se les da una oportunidad".