Legalizar el uso recreativo de la marihuana: argumentos a favor, en contra y lo que enseñan las experiencias de otros países- RED/ACCIÓN

Legalizar el uso recreativo de la marihuana: argumentos a favor, en contra y lo que enseñan las experiencias de otros países

 Una iniciativa de Dircoms + INFOMEDIA

El debate sobre la idea de reglamentar el consumo ganó relevancia en medio del proceso electoral. ¿Qué tan preparado está la Argentina para una medida de este estilo? ¿Reduciría el tráfico ilegal y las detenciones arbitrarias o generaría un aumento del consumo? ¿Qué ocurrió en Uruguay y Canadá?

Legalizar el uso recreativo de la marihuana: argumentos a favor, en contra y lo que enseñan las experiencias de otros países

Intervención: Julieta de la Cal

La marihuana, cuyo uso para fines psicoactivos data del 2700 a. C., es una de las drogas más consumidas del mundo, y su uso genera debate hasta el día de hoy.

Hay muchos argumentos cruzados sobre esta sustancia. Que es más sana que otras drogas, que el alcohol hace peor, que es inofensiva porque es una planta, que te quema la cabeza, que es la puerta de entrada a otras drogas, que nadie se muere de una sobredosis de marihuana, que no genera adicción, que sí genera adicción, que daña el organismo pero que también puede ser terapéutica.

Hagamos un repaso. Se llama marihuana a la planta de cannabis, específicamente tres subtipos de esta planta: cannabis sativa, cannabis indica y cannabis ruderalis. Lo que contiene el famoso ‘‘porro‘‘, o cigarrillo de marihuana, suele ser un preparado de hojas secas y/o flores de la planta, en ocasiones mezclado con tabaco. El prensado, también llamado paraguayo, suele ser una mezcla de peor calidad en la que se usan también otras partes de la planta.

Hay dos componentes fundamentales en un porro, que son los cannabinoides. Uno es el THC, o tetrahidrocannabinol, y otro es el cannabidiol o CBD.

Son bien distintos: el THC es la sustancia que genera el efecto psicotrópico, el que está más asociado a los fines recreativos. El CBD no tiene ese efecto, y tiene importantes propiedades medicinales y puede servir para tratar muchísimas dolencias, desde la artritis, la epilepsia, las náuseas en pacientes que hacen quimioterapia, la esclerosis múltiple, el parkinson y muchos otros. El aceite de cannabis, por ejemplo, es básicamente aceite de puro CBD, sin THC.

Esta nota se desprende de un episodio de FOCO, el podcast de RED/ACCIÓN.

La reivindicación de la marihuana para fines terapéuticos por parte de la comunidad médica en todo el mundo está llevando a que su uso medicinal se legalice en muchos países, como en la Argentina, donde ya es ley y su reglamentación está en proceso. Sin ir más lejos, CANNAVA, una empresa estatal con base en Jujuy, va a empezar a producir aceite de cannabis en el país en septiembre y es la primera en hacerlo en territorio nacional (de este caso hablábamos en un episodio reciente de FOCO, el podcast de RED/ACIÓN).

Plantación de cannabis medicinal en Jujuy

La legalización de la marihuana en el mundo

En esta nota nos enfocamos en el otro uso, el de fines recreativos o ‘‘el uso adulto”, como prefieren llamar muchos. Su consumo no está reglamentado en casi ningún país del mundo, salvo en Uruguay, Canadá y algunos estados de Estados Unidos, donde justamente el estado regula el mercado: la venta, la compra, la tenencia, etcétera.

Holanda, el país con fama de más tolerante con las drogas, es justamente eso, tolerante, pero eso no quiere decir que las drogas sean legales. Al contrario: el uso recreativo, la tenencia y el comercio de drogas no medicinales es técnicamente ilegal. Pero la política de drogas del país siempre tuvo un enfoque pragmático y bastante paradójico: mientras toleran el uso de drogas, persiguen y prohíben su tenencia y su comercialización. Esto se basa en la idea de que es poco realista pensar en una sociedad libre de drogas, y que los esfuerzos deberían estar enfocados en minimizar el daño que esto genera. Los famosos coffee shops, donde básicamente cualquiera puede comprar drogas sin ningún requerimiento, son lugares en los que el Estado permite la venta de drogas blandas, entre las que figura la marihuana.

En la Argentina, la tenencia de marihuana en el formato que sea (semillas, flores, la planta, prensado, etcétera) está penado con hasta 15 años de prisión por la ley 27.373, sancionada en 1989.

Sin embargo, en agosto de 2009, la Corte Suprema definió como inconstitucional un artículo de la ley de drogas que pena la tenencia de marihuana para uso personal en el ámbito privado. Se lo conoce como fallo Arriola. De todas formas, este fallo no cambió mucho las cosas. Las detenciones de personas por tenencia para consumo personal son frecuentes. Por ejemplo, un informe de la Defensoría del Pueblo de la provincia de Buenos Aires concluyó que hubo más de 18.000 causas por tenencia de drogas para consumo personal en 2018.

“La situación actual del uso adulto, privado o mal llamado recreativo de la marihuana es una situación de prohibición total. En realidad no está prohibido por ley el consumo sino la tenencia para el consumo, lo cual así como se escucha es absurdo. Hoy, producir, tener, cultivar está prohibido. Una persona que es encontrada culpable de este delito puede ir presa hasta por 15 años. Ahora bien, hay un fallo de la Corte Suprema, el fallo Arriola, de 2009, que ha indicado que el artículo que penaliza esto en la ley de drogas es un artículo inconstitucional, que viola lo que dice el artículo 19 de la Constitución. Así y todo sigue habiendo muchísimos detenidos. En la Capital Federal, el año pasado se generaron 29.000 causas por tenencia para consumo” explica Fernando Soriano, autor del libro Marihuana, la historia, editado por Planeta, y periodista en Infobae y C5N.

El artículo 19 de la Constitución Nacional dice que ‘‘las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios, y exentas de la autoridad de los magistrados‘‘.

El consumo recreativo de cannabis en Argentina

El SEDRONAR hizo el año pasado y este año un estudio nacional sobre las modificaciones en los consumos de sustancias y las respuestas asistenciales implementadas a partir del aislamiento social preventivo y obligatorio. Pero es un estudio cualitativo y descriptivo. Se concluyó que la cuarentena generó cambios en el consumo de cannabis en distintos sentidos:

  • Quienes redujeron notablemente el consumo lo relacionaron a la imposibilidad de realizar encuentros sociales.
  • Quienes no modificaron la frecuencia o la cantidad en el consumo de cannabis evidenciaron un pasaje del uso recreativo y social a un uso individual como recurso o “ayuda” para sobrellevar el malestar producto de la cuarentena.
  • Entre quienes destacaron un aumento en su consumo de cannabis, hubo quienes lo vincularon a intentar sobrellevar situaciones de malestar vinculadas a la cuarentena, con el objetivo de relajarse.

Aunque faltan cifras actualizadas, todo indica que el consumo de cannabis en el país va en aumento, y lo más problemático es que alcance edades en las que su consumo puede ser particularmente peligroso.

Geraldine Peronace, médica psiquiatra e investigadora especializada en adicciones plantea que “la marihuana se ubica en una zona más gris porque no todo el mundo sabe que la marihuana tiene una categoría aparte. Generalmente dividimos a las drogas en drogas estimulantes, como la cocaína; depresoras, como el alcohol; o alucinógenas como el ácido lisérgico. Pero la marihuana cumple con estas tres características. Es una droga psicodepresora, psicoestimulante y alucinógena. Su potencial dañino, dependiendo de la vulnerabilidad propia del individuo y la edad, la convierte en una sustancia con riesgos no menores para la salud del individuo.

Peronace indica además que las últimas estadísticas del SEDRONAR del 2010 al 2017 se triplicó el consumo en menores de 12 a 17 años de edad y se duplicó el porcentaje de niños y adolescentes que considera que no es riesgoso fumar marihuana alguna vez.

“Creo que la legalización de la marihuana en un país en el que la educación va deteriorándose con el tiempo y el índice de pobreza es cada vez mayor, creo que es peligroso. Sin lugar a dudas bajaría el incremento de dinero por parte del narcotráfico, pero el daño colateral para la sociedad sería sin dudas alto. Puede funcionar bien en países educados y con las condiciones básicas de vida cubiertas, pero esa no es la situación que se vive en la Argentina desgraciadamente”, opina la especialista en adicciones.

Los efectos que tiene la marihuana sobre la salud

Federico Pavlovsky es un médico psiquiatra especializado en drogadependencia y psicofarmacología. Diseñó una app llamada VLOV que sirve para acompañar a personas con consumo problemáticos. Pavlovsky asegura que el consumo crónico de cannabis puede afectar funciones neuropsicológicas como la memoria, la concentración y las funciones ejecutivas:

“Puede producir también empeoramiento de trastornos psiquiátricos como esquizofrenia, bipolaridad, puede producir síntomas agudos psiquiátricos como el trastorno de pánico o ataques de pánico. Puede también facilitar la irrupción de cuadros psicóticos. Fundamentalmente los porcentajes de THC en el cannabis, que es el componente psicoactivo, han aumentado desde valores históricos del 3-4% a niveles del 16-20%. Y esto explica el porqué de tantos cuadros psiquiátricos relacionados al abuso del cannabis. Por otro lado, la combustión del cannabis, como cualquier otra combustión —por ejemplo de nicotina—, produce lesión en las vías respiratorias”.

El aumento en los niveles de THC del cannabis se puede lograr mediante distintos procesos productivos, por ejemplo eligiendo cepas de la planta con más contenido de THC, manipulando los niveles de THC con luz, esperando suficiente tiempo antes de la cosecha, disminuyendo los niveles de humedad y curando la planta una vez cosechada. 

“Es importante también señalar que el uso de cannabis produce una cantidad de efectos en el sistema cardiovascular. Aumenta la frecuencia cardíaca, puede producir disminución del sistema cardiovascular, es decir somete a este sistema de maneras no consideradas y puede traer problemas cardiovasculares, sobre todo en personas que ya tenían alguna vulnerabilidad. Y hay una población de usuarios que está usando el cannabis de una manera no controlada. Son productos de baja calidad, que no tienen ningún monitoreo”, afirma Pavlovsky.

Un estudio publicado en la revista científica The Lancet en 2010 evaluó la peligrosidad de sustancias según el daño físico, psicológico y social que hace a una persona. El resultado: la droga más peligrosa resultó ser el alcohol, incluso por encima del crack y la heroína, lo que generó mucha polémica. El cannabis recién aparecía en un octavo puesto.

Un informe de la revista Nature de 2015 encontró que la marihuana es hasta 114 veces menos peligrosa que el alcohol. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, el alcohol mata a alrededor de 3 millones de personas al año en el mundo. Entonces, ¿por qué hay una cultura que condena más a la marihuana que al alcohol?

Peronace plantea que esto se debe a la publicidad que tiene el alcohol. “Hay publicidad en la vía pública, la televisión, revistas y diarios, y en los últimos años la publicidad en Internet. Lo que hacen es mostrar alegría, felicidad, reunión con amigos, pasarla bien, la fiesta perfecta, y esa publicidad nos invade y hace que una sustancia como el alcohol sea menos dañina que la marihuana, pero de todas formas el alcohol sin lugar a dudas es la sustancia más dañina para la sociedad, no en sí la más peligrosa pero en daños a la sociedad sí, por el impacto que tiene en los accidentes de tránsito, en la violencia doméstica, la discapacidad y la pérdida de rendimiento laboral”.

¿Es la marihuana la puerta de entrada a otras drogas?

“Hay varios estudios que estudian la evolución de personas que desarrollaron adicciones, y encuentran que una de las primeras drogas en usarse es el cannabis. Pero esto no explica que sea la puerta de entrada a otras drogas. Muchas veces es la sustancia más disponible junto con el alcohol. Yo no me animaría a decir que es la puerta de entrada. La puerta de entrada es la publicidad, es el alcohol, es el abuso de psicofármacos, es la medicación farmacológica que está en la mayoría de las casas, es el dealer cuando en el mundo de lo ilícito una persona busca consumir una sustancia y termina consumiendo cualquier otra. Es decir, creo que es un fenómeno en el que se condensan la sociología, la antropología, la política de drogas, y es más complejo de explicar”, dice Pavlovsky.

El médico psiquiatra especializado en drogadependencia y psicofarmacología explica además que en el 10% de las personas adultas que consumen cannabis se genera dependencia, y que en la población adolescente este número crece a 1 de cada 6 personas.

Países en donde es legal la marihuana con fines recreativos

Como decíamos, son muy pocos los países que ya reglamentaron el mercado de la marihuana para fines recreativos.

Uruguay se convirtió en el primer país del mundo en hacerlo, en 2013. Ahí se puede llevar y compartir hasta 30 gramos de marihuana legal en público. Las farmacias son puntos de venta de estos productos, que solo son fabricados por dos compañías con licencia estatal. Se puede comprar hasta 40 gramos por mes. Si la persona quiere cultivar ella misma, tiene que registrarse en un sistema y puede cultivar hasta 480 gramos por año. No pueden vender, solo puede ser para consumo personal.

Uruguay fue el primer país en legalizar la producción y venta de marihuana

El segundo en hacerlo fue Canadá. Se puede llevar hasta 30 gramos de marihuana en público, cultivar plantas y preparar productos para uso personal. La marihuana se compra en tiendas minoristas reguladas por el Estado.

México, en tanto, va encaminada a una legalización total. La Ley Federal para la Regulación del Cannabis ya tiene media sanción del Congreso. Mientras tanto, en junio de este año, la Suprema Corte de Justicia de México anuló la prohibición del uso lúdico de la marihuana, contenida en la Ley General de Salud, por considerarla inconstitucional. Este fallo generó un vacío legal y las cosas no son claras. Hay que tramitar un permiso para sembrar, poseer o transportar cannabis para uso personal. No se puede consumir en espacios públicos, suministrar a terceros ni comercializarlo. Y si no se está registrado, es penalizable.

En Estados Unidos, por otro lado, 15 estados y el distrito de Columbia legalizaron su uso para fines recreativos.

Respecto a dejar de criminalizar el consumo recreativo (no así regular un mercado de compra y venta), el país pionero absoluto fue Portugal. Ahí se despenalizó la posesión de todas las drogas en 2001. La ley que se aprobó despenaliza el consumo para aquellos que porten un máximo de 10 dosis de una determinada sustancia ilícita. Ahí, donde ya pasaron 20 años desde la despenalización, ya se pueden sacar algunas conclusiones.

Se notaron disminuciones en el uso de heroína y cocaína y las infecciones de HIV en consumidores de drogas inyectables, pero el consumo general de estupefacientes no bajó, y esto abarca al cannabis. La población carcelaria por motivos relacionados con drogas bajó del 75% al 45% del total, según datos de la Agencia Piaget para el Desarrollo.

Un estudio publicado en 2017 por la revista JAMA psychiatry incluso reveló que el uso y abuso del cannabis para fines recreativos había subido casi un 60% en los estados donde se había legalizado su uso medicinal. Una posible explicación, y algo que preocupa a los detractores de la legalización, es que la legalización recreativa lleve a que la gente perciba a esta droga como menos peligrosa.

En Uruguay, hay estudios que muestran que aumentaron los consumidores. Y mientras el Gobierno considera que hubo un retroceso en el tráfico ilegal, las incautaciones por venta ilegal se mantuvieron constantes. Según datos del propio gobierno, en 2019 la regulación de cannabis le había quitado al mercado ilegal ganancias por 22 millones de dólares.

“Los costos o las ganancias que puede recibir el Estado por la legalización de la marihuana con fines de uso adulto son múltiples. Podría generar trabajo en relación con la producción, la venta, la distribución del cannabis y productos derivados de este mercado, podría generar dinero en relación con los impuestos a la venta, que es una sustancia que seguramente va a tener un alto impuesto porque no deja de ser perjudicial para la salud si se quiere, y además va a tener un costo indirecto que es poder reducir o mejorar la distribución sobre cómo se combate el narcotráfico, la distribución de recursos a la hora de combatir el narcotráfico. Un informe de la fiscalía federal de Federico Delgado de 2019 mostró que por perseguir a los consumidores habían gastado en seis meses 900.000 pesos. Todo eso se podría ahorrar mejorando el enfoque de la persecución, a quienes realmente hay que perseguir y no a los consumidores”, opina Soriano.

Conclusiones sobre las experiencias de otros países

“Las políticas de legalización recreativa de cannabis, que se implementaron en Uruguay en 2013 y después en 2018 en Canadá muestran algunos puntos interesantes sobre la regulación de este mercado. Pero lo que demuestran también es que no hay soluciones mágicas e inmediatas. Sobre todo para contrarrestar o para que desaparezca el negocio criminal que configura el narcotráfico con la venta de estupefacientes prohibidos. Uno de los objetivos principales de la legalización recreativa del cannabis apunta a contrarrestar el poder de las mafias, del narcotráfico y la venta de estupefacientes pero lo que marca la realidad en estos dos ejemplos muy claros de Uruguay y Canadá es que esto lleva un tiempo; sobre todo porque los consumidores de estas drogas se siguen abasteciendo del mercado ilegal o mercado negro, que es el que aparece a la par de la regulación del Estado del consumo de cannabis”, plantea Germán de los Santos, periodista y autor del libro Los Monos.

Por su parte,  Jorge Vidal, analista en inteligencia delictual y especialista en seguridad pública, asegura que “la legalización de la marihuana haría que esto se ponga bajo el control del Estado. Esto es sacarle dinero a los narcotraficantes, que es lo que más les duele, que se les meta la mano en el bolsillo. Si hay una legalización tiene que ser muy seria y se tiene que tipificar muy claramente el alcance que tiene, sea para recreación o para uso medicinal. El impacto justamente de la legalización para el consumo no sé si puede llegar a bajar la cantidad de consumo que se da en las grandes urbes, pero va a estar reglado. Y eso significa que va a estar bajo la órbita de la seguridad pública y el Estado, y eso es lo que realmente vale”.


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