¡Buenos días! En todo el mundo pudo verse el primer debate entre Joe Biden y Donald Trump, en el marco de la campaña presidencial de los Estados Unidos. Con la sociedad polarizada, captar el voto de los independientes se vuelve casi el único objetivo.
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Debate. “A crumbling old man and an arrogant bully faced off; America deserves to do better”. Variaciones de esta frase se repitieron hasta el hartazgo en los últimos días en los medios estadounidenses, en alusión al primer debate de campaña de Joe Biden y Donald Trump: un anciano con sus facultades mentales comprometidas se enfrenta a un showman profesional agresivo —que, esta vez, bien asesorado, redujo al mínimo el bullying a su contrincante— y se llevó un triunfo modesto, más por limitaciones ajenas que por méritos propios. Los Estados Unidos se merecen algo mejor, es verdad.
En cualquier caso, las cosas como son: la grieta americana es tan profunda que hay bajísimas chances de que alguien se cambie de bando. Muchos votantes de Biden lo reconocen reblandecido pero se cortarían un brazo antes de votar a Trump. Y hay republicanos de toda la vida que preferirían contar con un candidato menos rústico pero jamás votarían a Biden. Toda esta puesta en escena es para conquistar a los apáticos y los independientes que, según muestran las encuestas, hasta ahora se inclinan a favor del magnate de piel naranja. Un poco por la economía, otro poco por las decisiones de Biden en política internacional, y otro bastante porque lo ven senil.
Abundan los análisis sobre cómo fue la performance de los candidatos en el debate: hasta CNN reconoce que ganó Trump. Lo que quizá está menos dicho es qué buscaba cada uno en este duelo, lo cual funciona también como brújula para lo que queda de la campaña:
- Qué busca Biden. Un objetivo excluyente: demostrar que no está demasiado viejo. Que está en condiciones físicas y mentales de afrontar un período presidencial más. Eso es lo único que no podía fallar en el debate, y eso es justamente lo que salió mal. La mayoría de los demócratas confirman con horror que hace cuatro años eligieron a alguien que estaba al límite de sus fuerzas y ahora no pueden salir de la encerrona. Biden, sostenido por su entorno, no quiere renunciar a la candidatura —al menos por ahora— y no asoma un candidato alternativo sólido.
- Qué busca Trump. Una meta principal: demostrar que no hace falta ser John Dutton, el personaje de Kevin Costner en Yellowstone, para votarlo. Aunque sus puestas en escena con frecuencia lo muestren arrogante, el objetivo es más bien modesto: no estoy loco, no soy tan malo, no nos iba tan mal cuando yo era Presidente… Y, aun con mis excentricidades, soy más apto para ejercer la presidencia que el señor senil que hoy ocupa el Salón Oval”. El ya convencido sueña con “Let’s make America great again”; el moderado se contenta con un humilde “Let's prevent America from continuing to fall”. Le habla a este último.
La campaña recién empieza: todavía tienen muchos errores por cometer unos y otros. El primer round, sin dudas, fue para los republicanos. Si todo se mantuviera sin grandes cambios, lo más probable es que Trump no gane, sino que simplemente Biden pierda.
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Tres preguntas a Remedios Zafra. Es una académica española, especialista en arte y en filosofía política. Es investigadora del Instituto de Filosofía del CSIC y autora de los libros El entusiasmo y El bucle invisible, entre otros ensayos de gran lucidez.
—La tecnología hace que tengamos ocupado todo nuestro tiempo, sin espacio para la reflexión. ¿Eso nos hace más frágiles?
—Si todos hablan al mismo tiempo y el ruido lo ocupa todo, es difícil escuchar y más aún comprender profundizando. Por eso somos entonces más vulnerables a la manipulación. Si todo está ocupado por tareas y prisa, si no hay espacio ni tiempos vacíos para provocar un desvío, seguiremos la inercia de repetir lo de siempre. Si la tecnología nos ayuda a la vez que nos suma nuevas necesidades y nos hace adictos a ella, terminamos conectados incluso cuando dormimos. Si en la vida digital se alienta la solución rápida, la ansiedad crece esperando tener botones y no pensamiento para cada preocupación. Si las lógicas que predominan son mayoritariamente competitivas y numéricas y se centran en el “uno mismo”, nos hacemos más solitarios y desconfiados de lo comunitario… Sí, me parece que cuando esto pasa, somos más frágiles.
—Hablás de cómo la hipervisualización nos convierte no en productores sino en productos de la red. ¿Estamos condenados a eso?
—No estamos condenados, pero sí orientados a ser un producto. Aunque el vestido que traía la tecnología digital parecía llevar escrito “más tiempo propio, más democracia, más conocimiento…”, pasamos por alto que su estructura ponía al capital al mando: en este caso a un puñado de empresas que acumulan un enorme poder, buscando no necesariamente más valores sino más beneficios. La clave parece haber sido crear un espacio de socialización aparentemente gratuito donde el “yo” se hace protagonista y se exhibe como producto. Por un lado, se crea la necesidad de “estar” y de “volver”; por otro, nosotros y nuestros datos son el “a cambio de”. Esto nos lleva a una digitalización regida bajo fuerzas monetarias que incentiva una sociedad más individualista, donde los demás son competidores, se dificultan los vínculos entre iguales y lo colectivo se vuelve algo puramente numérico, o se convierte en identificación emocional por oposición a otro grupo.
—Parece haber una nueva manera de censura ligada al exceso de información, ¿cómo se sale de esa situación?
—Me parece importante advertir del espejismo que esto genera: el exceso no es lo mismo que la multiplicidad de voces. El exceso habla de una saturación que dificulta ver. El exceso de luz también nos ciega. Ocurre entonces que se favorece delegar en los números más altos. Como efecto, se ha ido reforzando una forma de valor que encumbra lo más visto como lo más importante, pasando por alto que una alta audiencia no congrega necesariamente valores positivos o información contrastada. De hecho, a veces es lo más polémico o lo más esperpéntico lo que alimenta esos números altos. Salir de esa situación requiere frenar la hegemonía de este valor acumulativo y revalorizar los contextos que aporten rigor, contraste científico y ética. Desde hace tiempo se sobrevaloran la audiencia, los seguidores o los likes. Se trata de un valor de mercado que considera lo más visto como lo más valioso, esquivando otras formas de valor que requieren otro tiempo y que no son fácilmente operacionalizables ni predecibles. Pienso en la reflexión, la ética, la justicia, la creatividad…
Las tres preguntas a Rosario Zafra se tomaron de la entrevista que le hizo Eduardo Buyolo, publicada originalmente en la revista Ethic. Para acceder a la conversación completa podés hacer click acá.
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Barómetro de Transformación Ecológica. Veolia, en asociación con Elabe, publica la segunda edición del Barómetro de Transformación Ecológica, una encuesta exclusiva de opinión global enfocada en cuánto se aceptan las soluciones ecológicas y los obstáculos que hacen más lenta esa transformación. Crece la preocupación por la salud y las condiciones ambientales y en todo el mundo la gente está pidiendo más acción a las empresas y los Gobiernos para enfrentar estos desafíos. Un muy interesante insight para el sector público y el privado.
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Academia. No existe una definición definitiva de lo que es la sustentabilidad. Es, por naturaleza, ambigua y se puede redefinir según sea el contexto donde se la aplica. Esto la convierte en un asunto de elección colectiva en el que los resultados dependerán de la habilidad de la sociedad para resolver asuntos comunes. Este artículo profundiza en el concepto y muestra cómo los espacios de deliberación, donde están en juego intereses y valores, logran enfocarse en las causas de los problemas y sus posibles soluciones y no simplemente en los intereses en disputa.
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Oportunidades laborales
- Onix Human Resources Consulting abrió la búsqueda de Gerente de Comunicación y Relaciones Institucionales.
- BarcelonaLED inició la búsqueda para la posición de Director de Marketing.
¡Hasta el próximo miércoles!
Juan
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