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Cada 28 de junio se celebra el Día Internacional del Orgullo. La fecha recuerda a las empresas y demás organizaciones el desafío permanente de promover un sistema de convivencia plural, abierto e inclusivo, con igualdad de derechos y oportunidades.
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Orgullo. Stonewall Inn se llamaba el pub en pleno Greenwich Village. Su dueño era un mafioso y lo frecuentaban gays, transexuales y otros grupos que entonces se consideraban marginales. El 28 de junio de 1969 la policía de New York hizo una de sus redadas, no muy distinta de las habituales, pero la reacción social fue inesperada: los movimientos de derechos civiles, la cultura hippie y el ambiente liberal del barrio habían generado las condiciones para que estallara una serie de revueltas que se convertiría en un hito de la lucha por los derechos LGTB+ en todo el planeta.
El mundo cambió desde entonces. La Organización Mundial de la Salud eliminó la homosexualidad de su lista de enfermedades psiquiátricas en 1990. En la Argentina, se sancionó la Ley de Matrimonio Igualitario en 2010 y dos años más tarde, la de Identidad de Género. Mientras, empresas y otras organizaciones fueron incorporando a ritmos variados políticas de diversidad e inclusión. La conversación en redes sociales y medios en relación al mundo LGTB+ se parece poco a la de hace unos años y lo mismo sucede con las sobremesas familiares, aunque persistan las excepciones.
Nadie tiene la última palabra en torno al tema, pero al profesional de la comunicación le toca mirar la brújula y trabajar de sherpa. Algunas coordenadas están a la vista:
- Política de diversidad e inclusión como empleadores. Es unánime el consenso sobre la necesidad de generar un ambiente de trabajo seguro y amigable para todas las personas, sin importar su género, credo, raza, orientación sexual o cualquier otro criterio de segmentación. Un gran avance. El paso siguiente: atacar al enemigo silencioso de la exclusión solapada. La falta de una política proactiva en ese sentido muestra que no sólo no se vislumbra el futuro, sino que no se está mirando el presente.
- Uso del lenguaje. Aunque varios expertos recomiendan el uso de pronombres específicos para cada colectivo –todos, todas, todes–, no hay acuerdo sobre el tema: la mayoría de los lingüistas lo consideran erróneo y, en el caso de la Argentina, una parte de la sociedad lo identifica con una opción política sin relación con las personas LGTB+. El camino: informarse, decidir, y revisar lo decidido con periodicidad. No hay opción perfecta, pero la peor de todas es ni siquiera pensarlo. El objetivo: que el lenguaje refuerce el sentido de pertenencia.
- Consistencia. Pink washing es el término que designa las acciones que aparentan promover la inclusión de las personas LGTB+, pero que no tienen ese efecto por ser superficiales o aisladas. El antídoto: un plan integral de inclusión, con asesoramiento profesional si es necesario, y métricas para evaluar progresos a lo largo del tiempo. Sin compromiso real de la dirección, los mensajes de #Pride son moda vacía.
Al final, el Día Internacional del Orgullo remite una vez más a la pregunta recurrente: si queremos una sociedad diversa o si la preferimos homogénea. La primera opción a veces puede resultar incómoda, pero la segunda es invivible.
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Tres preguntas a Laura Ventura. Vive en Madrid. Es periodista, colaboradora permanente y crítica teatral del diario La Nación. Es licenciada en Letras y en Comunicación Social, tiene una maestría en Periodismo y otra en Lexicografía, y es Doctora en Literatura por la Universidad Autónoma de Madrid.
- Además de la pandemia, ¿qué está mirando la gente en España y en Europa?
Sin lugar a dudas, el cambio climático es un tema que preocupa. Se siente en la calle, al menos en Madrid, cuando hay alerta por las altas temperaturas o sube el nivel de toxicidad del aire. También la gente está muy pendiente del avance del populismo, de los aspectos autoritarios de algunos gobiernos. Y sin dudas, también los problemas relacionados con la inmigración. No siempre es en ese orden, porque eso depende de cada sociedad y de la proximidad con el problema, pero estos son los fantasmas a los que se les presta más atención. Hermanan y ponen en evidencia la fragilidad del ser humano. La idea del ser humano frágil ha sido tratada por varios filósofos en Europa aún antes de la pandemia. Las enfermedades derivadas del cambio climático (la dermatitis o las dolencias pulmonares, por ejemplo) o la escasez y el hambre, ponen en evidencia que no todo está resuelto en la Europa moderna. Hay marginalidad, asimetrías y muchas rupturas en el tejido social.
- ¿Qué soluciones se están buscando a estos problemas?
Boris Johnson, por ejemplo, hizo que se viera que Inglaterra no es Londres, y que en la periferia hay sentimientos o ideas arraigadas que no son tan amigables para el turismo o para la imagen que una sociedad como la inglesa busca dar en el exterior. En Francia, los conflictos de convivencia entre cristianos y musulmanes se están evidenciando en gran cantidad de películas, como Un buen maestro, o una versión de Los miserables, por ejemplo. Yo pienso que es clave la educación para que los jóvenes no compren el discurso del odio y del resentimiento. La educación busca integrar: en las aulas vemos diversidad de género, étnica, religiosa, y esa convivencia genera las condiciones para una sociedad mejor.
- ¿Qué leen los que leen literatura en Europa? ¿Y filosofía o política?
Es una pregunta que me hago a diario. Eso me da mucha curiosidad. Así como en el siglo XIX era el imperio del realismo con la novela decimonónica, y en el XX tuvimos vanguardias y experimentación, hoy en el siglo XXI estamos en la hegemonía de la autoficción, de la novela sin ficción o lo que se llama las narrativas del yo: el sujeto está en primer plano, con primera voz narrativa, tenemos las crónicas latinoamericanas con grandes cronistas, autobiografías, etc. En simultáneo, la novela negra sigue teniendo gran penetración a nivel editorial y popular. En filosofía y ciencia política, no sé si se lee tanto: hay muchos podcasts y tiradas chicas de libros. Hay textos muy fundamentales, como el último de Daniel Innerarity, que ayuda a entender la pandemia y se enfoca en la idea de la humildad. O Adela Cortina, que piensa en la cordialidad, o Fernando Savater que habla sobre el amor. Todos conceptos curiosos, pero que te hablan de la sensibilidad de la época.
Para acceder a la entrevista completa a Laura Ventura, podés hacer click acá.
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Lobby en España. La Fundación Ciudadana Civio, organización sin fines de lucro que promueve la transparencia de las instituciones, impulsó una consulta pública previa a un Anteproyecto de Ley de Transparencia e Integridad en las Actividades de los Grupos de Interés.
La consulta intenta indagar si se considera necesaria una ley de lobby, qué reglas deberían aplicarse, qué actividades deberían estar alcanzadas, y cómo tendría que ser el registro. Una iniciativa interesante para tomar como referencia en la Argentina y otros países de América Latina.
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Voces. "Infodemia, la otra peste" es el título del artículo de Gabriela Oliván en El Cronista que analiza el modo en que se informaron las personas durante la pandemia de covid y el grado de confianza que la gente tiene en las distintas fuentes. Tomando como referencia un estudio recientemente publicado por el Reuters Institute de la Universidad de Oxford, explica que en la Argentina “el 62% de los encuestados se informó a través de los medios. Sin embargo, sólo un 48% dice confiar en la información que difunden”. Sobre los políticos, sólo un 8% los considera fuente de información y el 21%, confía en lo que dicen.
Sobre las plataformas, “casi la mitad de los encuestados confía en buscadores como Google. Exactamente un 48%, el mismo porcentaje de confianza en los medios. Pero las redes sociales y la mensajería instantánea, como WhatsApp, gozan de menor credibilidad, 38% y 31% respectivamente”. Multiplicación exponencial de fuentes y crisis de confianza son dos caras de una misma moneda. Un desafío con implicancias sociales y políticas.
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Academia. Rara vez se produce un fenómeno global que obliga a todos los gobiernos del mundo a comunicar de manera eficaz temas sensibles a sus ciudadanos. La pandemia de covid es uno de ellos. Este artículo de Do Kyun David Kim y Gary L. Kreps muestra cómo una comunicación gubernamental mal gestionada en los Estados Unidos ha generado malentendidos que derivaron en conductas equivocadas para contener la pandemia.
Sobre esa experiencia, los autores proponen una serie de recomendaciones para implementar estrategias de comunicación efectivas en relación a los riesgos para la salud, que pueden aplicarse de manera local, nacional o global. La pandemia está lejos de terminar: los gobiernos están a tiempo de corregir el modo en que comunican, y ayudar a salvar vidas.
Hasta acá llegamos esta semana. Todas tus ideas, propuestas o consultas son bienvenidas. Podés escribirme a [email protected]
¡Hasta el miércoles que viene!
Juan
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