Cada 1° de junio, desde 2021, en Chascomús es el Día del Suicidio Adolescente. La fecha es la del cumpleaños de Tadeo, un joven que se quitó la vida en el 2020. Su mamá, Milagros Larraula, decidió convertir el dolor en ayuda. Así creó el grupo Tade Es, desde donde trabajan en la prevención del suicidio, acompañando a adolescentes que atraviesan dificultades.
—¿Cómo nace Tade Es?
—Nace después de que el 15/09/2020, a los 16 años, Tadeo se suicidó. Él hacía freestyle en las plazas con sus amigos, competía. Después de su muerte, Alexia Fontana, una de sus amigas, de 16 años, se acerca a mi casa con una valentía enorme. Fue increíble cómo me acompañó visitándome. Veíamos que venía el cumple de Tadeo, el 1° de junio. “Hay que hacer algo”, dijimos. Pensamos en algo que tuviera que ver con el freestyle, pero enfocado en la prevención del suicidio, un problema que ya era recurrente en Chascomús. Aunque no se pudo hacer la competencia por la pandemia, nos llevó a convocar a los amigos de Tadeo. Y pensamos que teníamos que armar un espacio de acompañamiento. Se sumó Carlos Tisera, un psiquiatra infanto-junveil. Nos comienza a acompañar el Centro de Día y Consumos Problemáticos.
—¿Cómo elegiste el nombre?
— Desde que Tadeo se suicidó pensé que yo no había parido un hijo para que ese fuese el final de la historia. Había muchos chicos suicidándose o pensando en eso. Dije voy a hacer algo. En el cementerio vi un montón de tierra amontonada. 16 años se convierten en tierra revuelta. Mi hijo no es eso. Tadeo Es las risas, el freestyle. Es mucho más que eso. Ahí nace el nombre Tade Es…
—¿Buscan replicar lo que hacen en otras ciudades?
—Fuera de Chascomús hemos ido a varias localidades de la provincia de Buenos Aires, como Dolores, Labardén, Sarandí, Castelli, Lezama, General Belgrano. También al Precongreso de Niñez y Adolescencia en la Universidad de Lanús. Nos invitaron al Congreso en Córdoba, pero no pudimos asistir por falta de apoyo económico.
—¿Qué actividades comenzaron a hacer?
—Tisera nos decía que daba charlas en colegios cuando ya había alguien suicidado. Le dije que teníamos que hacer prevención y él me dijo que no lo dejaban entrar a los colegios. Lo logramos luego de mucha lucha.
Por otro lado, nos juntamos los martes en un restaurante de Chascomús, cuyo dueño nos cedió amablemente el espacio. Antes nos juntábamos en las plazas de los barrios, porque en este trabajar para la salud mental creí que había que ir a buscar a la gente. Avisábamos por las redes sociales. La gente se acercaba y tenía la primera charla con el psiquiatra o psicólogo en un lugar más ameno, el banco de una plaza. Pero luego buscamos trasladarlo a un lugar cerrado por el frío en invierno y el calor del verano. Este espacio es una escucha informal con un profesional de la salud mental, para que cada uno luego siga su trabajo en un Centro de Día o con el profesional que considere.
También se acercan mamás y las invitamos que “hagan hijos suyos” a los hijos del otro. Quizás ese otro hijo no se anima a hablar con su propio papá o mamá (no porque sean malos padres). Hay mamás de chicos con intentos de suicidios. Pero la tarea va más allá de la juntada para charlar en el restaurante, sino que luego queda el contacto y acompañamos a las personas que se nos acercan.
—¿Por qué es tan difícil hablar en escuelas y otros espacios sobre el suicidio?
—Es difícil en la sociedad hablar de suicidio porque se cree que eso lleva a que quien está mal se suicide. Pero es todo lo contrario. Hablar de suicidio es un compromiso enorme. Creo que la gran mayoría de la sociedad minimiza el dolor ajeno y no quiere comprometerse con la tristeza y el dolor del otro. Hablamos de suicidio para prevenir. Eso sí, hay que tener cuidado de cómo hablar.
—¿En qué sentido?
—Jamás tenemos que hablar de métodos de suicidio. Por ejemplo, logramos que en Chascomús se sacara una reglamentación que prohíbe contarlo en medios de comunicación. Tampoco hay que hablar de situaciones personales, porque las señalan como los motivos del suicidio y se culpan personas. El suicidio es multifactorial, no es responsable una persona vinculada con lo último que le pasó. Una persona no se suicida porque lo dejó la novia o porque el jefe lo dejó sin trabajo.
—¿Cómo te ayudó este proceso?
—Esta lucha y el haberme levantado cuando mi hijo se suicidó sirve para poner la bandera de que respetemos al suicida, que respetemos a los hijos suicidas, que amemos a los hijos suicidas. Me dejó poder ver que mi hijo es amor, haber sembrado algo. Llevar el mensaje de respetar y amar a los hijos suicidas y que la gente deje de tenerle miedo a hablar del tema. Me ayudó poder abrazar a otros padres y madres que pasaban por lo mismo y decirles que su hijo no es dolor, sino amor. Que se aferren al amor, que los va a sacar adelante.
—¿Qué destacás que hayan logrado?
—Destaco que se estableciera el 1° de junio para concientizar sobre suicidio adolescente; la reglamentación para medios de comunicación, ya que ha cambiado la forma en la que se refieren al suicidio; haber logrado entrar a colegios a hablar de suicidio; difundir la ley 27.130 de prevención del suicidio, que muchas familiares hayan podido acompañar a sus seres queridos en situaciones de ideación suicida. Hemos creado redes en distintas provincias. Se logró un montón. Esto es una semilla que muchas personas van a poder cultivar.
—¿A qué creés que tenemos que estar atentos?
—Cuando alguien habla de ideas suicidas, dice que se quiere morir, no desestimarlo. Perdamos el miedo a preguntarle si está pensando en quitarse la vida. Prestar atención cuando alguien repite a cada momento “estoy cansado/a de todo”. No es lo mismo estar cansado por hacer muchas cosas que repetir a cada rato que se está cansado “de la vida”. Hay que avisar cuando escuchamos que alguien advierte que se va a matar. Claro que no hay un manual. Pero los padres y madres deben prestar atención a algunas conductas, como encerrarse reiteradamente en la habitación. Muchos adolescentes están esperando que se entre y se les pregunte cómo están. Por otro lado, como padres y madres es importante dedicar tiempo de calidad a los hijos para poder comunicarse y que se expresen. Lo más importante es escuchar al otro, sin juzgar.
Esta entrevista fue publicada originalmente en la edición de OXÍGENO del 4 de junio de 2024. Para suscribirte hacé clic acá.