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La aprobación de buscar petróleo y gas en Mar Argentino sigue despertando todo tipo de reacciones. En esta edición intento dar respuesta a algunos de los interrogantes que giran en torno al proyecto e invito a hacernos algunas preguntas a partir de ello.
Lo hago desde un lugar especial y con información complementaria: Sharm El-Sheikh, ciudad egipcia donde en noviembre se celebrará la próxima conferencia climática.
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Del Mar Argentino al Mar Rojo. Mi inicio del 2022 tuvo al mar como protagonista y quizás no todo en el bello sentido de esa expresión. Mientras buscaba hacer entrevistas para profundizar en el nuevo proyecto de exploración offshore en Mar Argentino, preparé valijas de un día para otro para emprender un viaje laboral de casi 24 horas -entre conexiones y esperas- a una ciudad balnearia que tiene al Mar Rojo como su vista indiscutidamente bella desde que me despierto hasta que me voy a dormir. Así que esta edición -que quizás noten sea algo distinta de las anteriores, tan distinta como mis días aquí- será un hilo analítico entre esos dos mares, entre esos dos mundos, entre esas dos realidades.
Y antes de describir esos dos espacios, me gustaría hacer una observación por algún contenido que encontrarán en esta edición. Si hay algo que tenemos que hacer en el proceso de investigación y comunicación periodística es consultar a las distintas voces sea sobre un proyecto, una política, una problemática. Ante el despertar crítico que hubo de la ciudadanía respecto del aprobado proyecto, me pareció fundamental como periodista, pero también como ciudadana consciente de la crisis climática en la que nos encontramos, poder indagar en algunos puntos con las autoridades y/o representantes políticos que dieron el visto bueno a la aprobación y salieron en su ferviente defensa.
Lo que hoy sale (o no) aquí es el resultado de una semana insistiendo, sorteando idas y vueltas. La no respuesta es también una respuesta. De allí que el título de esta edición es capcioso. No sé si encontrarán aquí todas las respuestas al proyecto de exploración offshore, sí encontrarán una invitación a reflexionar a partir de muchos de los interrogantes que tenemos que hacernos y/o de los cuales necesitamos, aún, que otros nos respondan.
Empecemos.
- En Mar Argentino, un nuevo proyecto de exploración offshore. Parecía que ya Chubut nos había dado esa última dosis del año de conflicto ambiental. Pero en Argentina nunca hay respiro. Casi queriendo pasar desapercibida, el 30 de diciembre una publicación en el Boletín Oficial provocó un nuevo estallido de preocupación ambiental y social.
El Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible aprobó la realización del proyecto de adquisión sísmica 2D-3D-4D offshore en bloque CAN 108-CAN 114, presentado por Equinor Argentina AS Sucursal Argentina, “con los alcances que surgen de esas actuaciones de evaluación de impacto ambiental”. Tranquilos, ya explicaré esas referencias técnicas.
La aprobación generó una nueva grieta que, lejos de contribuir a un debate serio, se redujo a posturas a la defensiva en todo tipo de actores. Pero sobre eso, volveremos en unos renglones más. Ahora vengan a mi paisaje actual.
- En Mar Rojo, una ciudad se prepara (o aún no) para ser sede de la COP. Cuando mi amiga de Sudán me dijo en noviembre pasado en Glasgow “la próxima COP27 será en Sharm El-Sheikh”, le respondí con total desconocimiento “¿dónde?”. Y me mostró una foto de una playa que parecía un paraíso. Mi búsqueda en Google Maps desde entonces, se transformó en realidad el fin de semana cuando llegué a ese paraíso de la imagen.
La siguiente edición de la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27) corresponde se realice en los Estados Africanos (recuerden que en la guía de RED/ACCIÓN sobre la COP detallo el proceso de selección de la localía) y, luego de su postulación, finalmente fue Egipto el país elegido para presidir la próxima conferencia climática.
Lejos de realizarla en la capital El Cairo, se fueron casi 500 kilómetros más allá (o una hora en vuelo) y eligieron la ciudad balneria de Sharm El-Sheikh o Sharm, como la llaman los locales.
Un lugar que ellos mismos describen como un gran resort. Porque es eso. Hoteles all inclusive de todos los rangos y lujos, calles desérticas por las cuales sólo movilizarse en traslados coordinados, el Mar Rojo transparente, y un Centro Internacional de Conferencias. Eso es Sharm. Y aquí es donde desde el 7 al 18 de noviembre de este año entre 30.000 y 40.000 (si se repiten las cifras multitudinarias de Glasgow) delegados, representantes de la sociedad civil y miembros de la prensa aterrizarán para una nueva instancia de negociaciones climáticas.
Y quizás aquí sea donde encontremos más respuestas del gobierno argentino (o no). En breve comprenderán el por qué.
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Exploración no es, aún, explotación; pero es algo. Veamos qué es ese algo. El gobierno de México -que mucho sabe sobre combustibles fósiles o recordemos que el petróleo lidera como su principal fuente de emisiones de dióxido de carbono (CO2)- define a la exploración de hidrocarburos como “la actividad o conjunto de actividades que se valen de métodos directos e indirectos, con la finalidad de identificar, descubrir y evaluar las estructuras geológicas capaces de contener hidrocarburos en el subsuelo”. Esos métodos pueden incluir la fase de reconocimiento previo, estudios de superficie y estudios de subsuelo mediante la perforación de pozos.
Es decir, explorar es buscar hidrocarburos. Es evaluar la potencialidad de hidrocarburos en una región. Explorar no es explotar. Pero quien explora es porque, definitivamente, quiere explotar, ¿no?
Ahora bien, ésta es una exploración offshore. ¿Qué significa? Conforme el contexto al que nos estamos refiriendo, la FundéuRAE lo define como “de alta mar” o “frente a la costa”. Es decir, una exploración offshore no es sobre tierra, sino sobre agua. En este caso, en el Mar Argentino o, más precisamente, en los blosques CAN 108 y CAN 114 -como se ven en el mapa debajo-.
La publicación en el Boletín Oficial hace referencia a la adquisición sísmica que, en línea con lo anterior, comprende obtener una imagen del subsuelo para detectar las posibles acumulaciones de hidrocarburos. Esa captura de imagen puede ser en distintas instancias de 2D (imágenes sobre las capas de la tierra, sus formas y estructuras), 3D (gráficos tridimensionales con mayor detalle para la detección de presencia o hidrocarburos) o 4D (repite la 3D en el mismo lugar después de un tiempo para mayor precisión y corrección de la anterior).
Ahora bien, ¿cómo se buscan hidrocarburos en el mar? Primero se determina la zona a explorar y luego se propaga una señal hasta el fondo marino que rebota y es recibida por el equipo receptor.
¿Quién realizará esta búsqueda en Mar Argentino? Equinor, una empresa noruega de energía dedicada al desarrollo de petróleo, gas y energía eólica y solar. Equinor llegó a la Argentina en 2017 participando en proyectos de exploración onshore y offshore y teniendo un 50% de participación en un parque solar de San Juan. Uno de los proyectos de hidrocarburos donde actúa es Vaca Muerta, “el corazón de la energía en Argentina” según el presidente argentino.
En los bloques en Mar Argentino en los que se centra nuestra discusión actual, la empresa no actuará sola. El bloque CAN 100 será compartido en la operación en un 35% para Equinor, un 35% para YPF y un 30% para Shell. El bloque CAN 114 será distribuido en mitad entre Equinor (50%) e YPF (50%).
Intenté comunicarme con los representantes de Equinor pidiendo una entrevista para profundizar en sus operaciones, pero no recibí respuesta.
Con esto en mente y antes de entrar en las particularidades del proyecto, quiero adentrarme en el que, para mí, es el argumento principal que no voy a calificar de a favor ni en contra, pero sí el que debiera transversalmente abarcar todo lo demás. Y si vienen siendo fieles lectores de PLANETA, creo que saben cuál es…
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El argumento transversal que algunos olvidan, o les conviene olvidar, o ningunean o aceptan en una postura a la defensiva: ESTAMOS EN CRISIS CLIMÁTICA Y ECOLÓGICA. Sorry not sorry. Díganme pesada, la Lisa Simpson de toda familia, la Hermione Granger del grupo de amigos. Sí, soy todo esto. Pero si no analizamos cualquier nuevo proyecto privado que se apruebe o política pública que se promueva con la crisis climática en mente y real consideración, entonces estamos siendo la presidenta, los periodistas y algunos de los ciudadanos de Don´t Look Up.
No tenemos un reloj de seis meses y 14 días. Ni tampoco se tratará de un colapso final determinante. Tenemos a la ciencia que nos viene diciendo que si queremos alcanzar un escenario de efectos menos dramáticos del cambio climático -el famoso escenario del calentamiento del 1,5°C- tenemos ocho años para hacer los cambios drásticos necesarios.
Como nos explicó la científica climática argentina Inés Camilloni, no se trata de un reloj de arena, no se trata de cambios de un día para otro, se trata de efectos que ya los estamos sintiendo cada vez más intensificados y en los cuales los más vulnerables son, siempre, los más perjudicados.
“Es clave la acción estos próximos años porque la ciencia muestra que tenemos hasta 2030 para reducir las emisiones globales netas de CO2 de origen humano en un 45% como para que sea posible alcanzar el objetivo de estabilizar el aumento de la temperatura en 1,5°C”, nos decía Camilloni y subrayaba: “Si uno lo piensa como un reloj de arena, pareciera que el 31 de diciembre de 2029 vamos a tener una condición del clima y el 1 de enero de 2030 podría llegar a ser algo totalmente diferente. En realidad, el cambio climático es un proceso. No es que un día de un año particular va a significar el cambio irreversible”.
Y por si alguien no recuerda, cambios drásticos en la acción implica salir del actual sistema de producción y consumo basado en la explotación de combustibles fósiles (además de otros modos de producción intensivo) para poder lograr esa reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEIs), para que baje la temperatura, para que haya efectos menos dramáticos del cambio climático.
Entonces, tenemos la información a disposición respecto de lo que debemos hacer ya (con todos los desafíos -e intereses- en juego que implica) no por cuestión de si te importa o no el ambiente, sino por obligación moral para supervivencia de nuestra propia especie.
Y la realidad nos muestra que no venimos haciendo las cosas muy bien. Ayer mismo la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en Inglés) confirmó que 2021 fue el sexto año más cálido desde que se iniciaron los registros en 1880. La temperatura promedio de la superficie y el océano de la Tierra en 2021 fue de 0,84°C por encima del promedio del siglo XX. Y el dato que me parece más notorio (por no decir alarmante): los años 2013-2021 se encuentran entre los nueve años más cálidos registrados.
El investigador de Climate Council Tim Baxter realizó un resumen animado mes a mes del cambio en las temperaturas desde 1880. Y, como él dice, el resultado “no es feliz”.
Si lo queremos ver desde un punto de vista económico, tampoco estamos siendo muy inteligentes con la inacción o acción insuficiente ante el cambio climático. Este martes, el Foro Económico Mundial dio a conocer su Informe de Riesgos Globales 2022. Y adivinen… Los riesgos asociados con el cambio climático dominan la lista de mayores preocupaciones a largo plazo por su impacto. Ellos son: el fracaso en la acción climática (sí, dice fracaso), el clima extremo, la pérdida de biodiversidad, el daño ambiental que ocasiona el ser humano y la crisis en los recursos naturales.
“Si no se actúa ante el cambio climático, el PIB mundial podría reducirse en una sexta parte; además, los compromisos que se asumieron en la COP26 siguen siendo insuficientes para alcanzar el objetivo de 1,5°C”, dijo Peter Giger, Group Chief Risk Officer del Grupo de Seguros Zurich y agregó: “No es demasiado tarde para que los gobiernos y las empresas actúen sobre los riesgos que enfrentan e impulsen una transición innovadora, determinante e inclusiva que proteja a las economías y a las personas”.
Transición. Esa es la palabrita clave.
O si queremos verlo desde los efectos ya presentes, piensen en la ola de calor que esta semana muchos de ustedes (y Yiyo) padecieron. Si bien no se puede hacer aún una atribución directa al cambio climático -como explica en este hilo Leandro Díaz-, sí sabemos por el último reporte sobre las bases físicas del clima del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), que el incremento de extremos de temperaturas cálidas observado en casi todo el mundo puede ser atribuido a la influencia humana.
Con todo esto y la crisis climática en mente, veamos entonces los puntos críticos que se desprenden.
- “Nosotros no emitimos mucho”. Es uno de los argumentos que suele escucharse o leerse en pos de continuar con proyectos de combustibles fósiles para “poder desarrollarnos y salir adelante”. Y sí, es cierto, no somos de los grandes emisores a nivel mundial. Conforme el World Resources Institute, Argentina contribuye en un 0.77% a las emisiones globales de GEIs. Siendo sus dos principales sectores responsables de emisiones la energía (53%) y la agricultura, la ganadería, la silvicultura y otros usos de la tierra (37%).
Detrás de Argentina en el puesto 21 se encuentra, vaya casualidad, Egipto. Con una contribución del 0.7% a las emisiones de GEIs a nivel global. A diferencia de Argentina, el país africano tiene a la energía y la calefacción, y al transporte como los principales sectores de contribución.
¿El emitir poco o menos que otros nos exime de actuar ante el cambio climático y retrasar la transición? La respuesta, creo, es más que obvia. Para algo está en el Acuerdo de París el principio de responsabilidades comunes, pero diferenciadas, según el cual se comprende que TODOS los países deben contribuir a la acción ante el cambio climático y que algunos (países desarrollados) -que históricamente han contribuido más al problema- deben realizar otro tipo de acciones como, por ejemplo, movilizar financiamiento hacia los países en desarrollo para que puedan implementar sus políticas de acción climática. Financiamiento que tanto Argentina como Egipto necesitan y demandan.
Por lo que, no hagamos que un argumento de este tipo sea una excusa. Esto me lleva al siguiente punto crítico. Todos sabemos que la transición no puede ser de un día para otro y que algunos países necesitarán continuar utilizando combustibles fósiles. ¿Entonces?
- Ok. Necesitamos combustibles fósiles, ¿hasta cuándo? ¿Cuándo cerramos la canilla? Éste es para mí el principal interrogante de la cuestión. En defensa del reciente proyecto aprobado, el secretario de Energía, Darío Martínez se expresó señalando que el gas natural es el principal vehículo para la transición energética. Ok. ¿Hasta cuándo será el uso de ese vehículo en Argentina? ¿Cuándo definitivamente se cierra la canilla para pasar a las fuentes de energía que son compatibles con el límite de calentamiento que la ciencia dijo sería el de efectos menos dramáticos del cambio climático??
Una semana no fue suficiente para que Martínez respondiera a esta pregunta.
En el quinto aniversario del Acuerdo de París, celebrado en diciembre de 2020, el presidente argentino Alberto Fernández anunció el compromiso de que el país “elaboraría una estrategia de desarrollo a largo plazo con el objetivo de alcanzar un desarrollo carbono neutral en 2050”. Esa estrategia tenía fecha de presentación anunciada para la COP26 de noviembre pasado.
En su discurso ante el plenario de la COP en Glasgow, Fernández ni mencionó el plan, ni a la carbono neutralidad. Nadie lo decía explícitamente, pero todos sabíamos que las diferencias entre ministerios habían pausado el proceso de trabajo de su elaboración. Vamos a resumirlo en que algunos querían hacer cosas, otros no, o no las necesarias. El plan quedó en suspenso.
Ante la falta de una oportunidad de entrevista con el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Juan Cabandié, la cartera que él lidera me respondió al respecto: “Si bien se esperaba poder presentarla en la COP 26 en Glasgow, se consideró necesario profundizar los consensos necesarios para una estrategia de estas características y de esta manera, asegurar la realización de una estrategia sólida, factible y sobre todo, que promueva el desarrollo sostenible del país a corto y mediano plazo. Esto no significa una pausa o suspensión del trabajo, sino por el contrario, la elaboración del mencionado plan continúa en proceso y hay un esfuerzo del organismo por desarrollar una estrategia que involucre a todos los actores del Estado nacional y los estados provinciales para que los compromisos sean efectivamente cumplibles”.
El reciente proyecto aprobado en Mar Argentino va en contra de lo que la Agencia Internacional de Energía (IEA) por sus siglas en Inglés había marcado como pasos necesarios para que el sector de la energía a nivel mundial alcance la neutralidad en carbono a 2050. ¿Por qué? Porque uno de esos primeros pasos era que en 2021 no se aprueben nuevos desarrollos de petróleo y gas. Ups. Exactamente lo que acaba de pasar en Mar Argentino. ¿Qué opinión tienen al respecto en Argentina ante esta contradicción entre lo necesario y lo realizado?
Tampoco tuve respuesta de Martínez.
Quien sí me respondió fue el el Instituto Argentino del Petróleo y del Gas (IAPG): “Si consideramos que hasta alcanzar la neutralidad de carbono, en 2050, vamos a seguir necesitando energía cada día, en cada momento, en cada lugar del mundo, nos resulta inviable imaginar cómo se podría garantizar ese abastecimiento sin los hidrocarburos, que hoy representan la mitad. Los pozos son naturalmente declinantes en el tiempo y, por lo tanto, es necesario generar nuevos proyectos constantemente. Incluso, una vez alcanzada la neutralidad, en 2050, se necesitará mucho de los hidrocarburos para abastecer de energía al mundo”.
¿Se deben aprobar nuevos proyectos de desarrollo de combustibles fósiles cuando no tenemos una hoja de ruta sobre cómo será la transición energética, sobre cómo Argentina se descarbonizará y llegará a la meta de la neutralidad en carbono a 2050 que el presidente había anunciado con bombos y platillos?
Parece que el 2022 podría darnos esa hoja de ruta o, al menos, se retomaría el trabajo de la elaboración de la estrategia de desarrollo a largo plazo, que había sido suspendido por diferencias entre ministerios. “El trabajo continuará durante 2022 para consolidar la estrategia y presentarla en la COP27 a realizarse este año en Egipto”, me dijeron desde la cartera de Ambiente.
Genial. O sea que marcamos noviembre de 2022 aquí en Sharm El-Sheikh como el momento y lugar para conocer cómo llegaremos a la neutralidad en carbono. ¿Mientras seguimos aprobando proyectos que no sabemos si van en línea con esa hoja de ruta hoy inexistente?
¿Mientras no podemos también acelerar la transición apostando al menos un poquito más a las renovables?
- ¿Qué pasa mientras con las energías renovables? En la Cumbre de Líderes sobre el Clima organizada por Estados Unidos en abril de 2021, el presidente argentino enunció que el país “se comprometía a desarrollar el 30% de la matriz energética nacional con energías renovables a 2030”.
Desde entonces, no hubo más novedades de políticas de promoción de renovables para dar los pasos necesarios para alcanzar ese propósito.
Sabemos mucho de la apuesta por hidrocarburos, por Vaca Muerta, por proyectos offshore, ¿cuál es el plan de la Secretaría de Energía para alcanzar esa meta del 30%? ¿Por qué si tanto se habla desde el gobierno de la transición energética no se traslada parte o la totalidad de los subsidios que hoy se destinan a los combustibles fósiles a las energías renovables?
De nuevo, sin respuesta de la cartera correspondiente.
En uno de las sesiones que tuve la oportunidad de presenciar aquí en Sharm, conocí a Rana Ghoneim, jefa de la División de Infraestructura y Sistemas de Energía de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (UNIDO, por sus siglas en Inglés) que me sorprendió en su exposición con el “the phase out of fossil fuels is a must” (la eliminación de los combustibles fósiles es un deber).
Así que no dudé en acercarme y preguntarle cómo pueden hacer los países que aún ven al gas natural como un “recurso de transición” con dudosas o nulas proyecciones de transición a futuro.
Esto me dijo: “Si usamos combustibles fósiles, entonces, sin duda, el primer paso es asegurarnos realmente de que estamos usando esta energía de manera eficiente para utilizar la menor cantidad posible. Y luego, un punto importante es la planificación energética. Para cualquier país, debe haber un plan que mire a corto plazo: cómo satisfago mis necesidades inmediatas. A mediano plazo, cuáles son las diferentes opciones que tengo para satisfacer mis crecientes demandas, incluyendo gas natural y renovables. Por último, también el más largo plazo. Necesitamos dejar de buscar soluciones por ahora y realmente comenzar a adoptar un enfoque de planificación que mire a mediano y largo plazo. Y también debemos comenzar a integrar en nuestra toma de decisiones los múltiples beneficios que brindan las diferentes tecnologías. Tenemos que mirar los puestos de trabajo, tenemos que mirar los impactos en la salud. Porque, por lo general, muchos países han estado otorgando subsidios a tecnologías contaminantes y luego otorgando más subsidios al sistema de salud para corregir el desafío que supusieron. Cuando miramos las opciones tecnológicas, también tenemos que mirar los aspectos económicos más amplios de la misma”.
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Voy a cerrar esta primera parte del análisis con algunos comentarios y novedades.
- Una humilde reflexión. Ante una ciudadanía cada vez más conciencia del estado de crisis climática en el que nos encontramos, la información y la comunicación sobre las políticas y los proyectos que se promueven resulta fundamental. Y con esto no me refiero a hilos de Twitter de asesores ni académicos. Responder preguntas de periodistas para que llevemos la información a los lectores es la vía más simple que tienen y a la que más parecen esquivar.
- Lo último sobre el proyecto offshore. Según comunicó el Ministerio Fiscal de de la Nación, en Mar del Plata se dictaminó en favor del cese y/o suspensión de las actividades de prospección sísmica y explotación petrolífera. Aún no pude acceder al fallo completo para ver los detalles y sobre qué aplica. Pero ésta desde ya será una larga historia.
- Lo que ocurrirá este sábado. En la respuesta a una pregunta que le hice en conferencia de presidencia al presidente de Egipto, su ministra de Ambiente, me respondió que este sábado 15, el presidente de la COP26 Alok Sharma llega a Egipto para empezar a trabajar juntos en el proceso de transición de negociaciones de la 26 a la 27.
- Lo que viene en la Parte II. Con el eje transversal de la crisis climática en mente, voy a profundizar en el proyecto offshore en cuestión analizando las distintas críticas socioambientales que se le hacen. Sí, ya sé. Seguro querían eso también para hoy. Pero temo que Planeta dentro de poco sea un paper y mis editores se van a enojar (con cariño). Además, voy a compartirles información e impresiones sobre Sharm como sede de la COP27 y los temas sobre los cuales la próxima presidencia de Egipto desea poner el foco. Atentis porque a Argentina le encantarán.
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Los dejo hoy preparando de nuevo valijas para regresar a la querida y democrática Argentina que extrañé mucho en este viaje. Y espero que esta tardía y larga edición de Planeta, en su primera parte de un análisis que siempre nos quedaría corto, los acompañe el fin de semana mientras vuelo.
¡Hasta el próximo miércoles!
Tais