El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, propuso un sistema de puntos para que la concesión de la residencia permanente en su país se base más en el "mérito" profesional y menos en los lazos familiares de los inmigrantes. Consideró que el sistema actual "discrimina a los genios”. Foto: Mandel Ngan / AFP / Télam
POR QUÉ ES IMPORTANTE: hoy Estados Unidos concede 1,1 millones de permisos de residencia al año, de los cuales el 66% son permisos de reunificación familiar.
Jugadoras, entrenadoras, referís, directoras técnicas. Juegan en la A y en la B. Se disputan la Copa Libertadores, la Supercopa, la Copa América, el Mundial, y los Juegos Olímpicos. Vienen de todas partes del país y son convocadas para jugar en otras partes del mundo, desde Brasil hasta China.
Pero poco se sabe de ellas. En Wikipedia, solo se pueden encontrar 33 perfiles de jugadoras argentinas de fútbol, mientras que de jugadores hombres hay 5.343.
Este proyecto en colaboración entre RED/ACCIÓN, Economía Femini(s)ta y Wikimedia Argentina buscará visibilizar a las mujeres del fútbol argentino. Para ello, estaremos recolectando información biográfica de jugadoras, entrenadoras, referís, y otras mujeres profesionales del fútbol argentino.
Al final de este proceso de recolección, realizaremos una jornada de edición para cargar estas biografías a Wikipedia y así, de a poco, equilibrar la cancha. El evento tendrá lugar el 24 de noviembre y te podes inscribir acá.
Este proyecto es parte del Mundial de la Igualdad, una iniciativa que busca que los medios, organizaciones, clubes deportivos y marcas interesadas en el fútbol difundan, desarrollen y promuevan contenidos con una agenda social y de género más responsable.
Te invitamos a enviarnos los datos biográficos de las mujeres del fútbol que conozcas a través del siguiente formulario:
Qué pasó. Hace unos días, el gobierno de la Provincia de Buenos Aires se comprometió judicialmente a destinar 23 millones de pesos a la externalización de personas institucionalizadas en el Hospital Psiquiátrico Alejandro Korn de La Plata, mejor conocido como "Melchor Romero". Actualmente, hay 470 personas internadas y se prevé la externación de 60. Según organizaciones de sociedad civil que trabajan el tema, el anuncio es un paso más para lograr que se cumpla la Ley Nacional que demanda que todas las personas internadas en psiquiátricos sean trasladadas a dispositivos alternativos con un enfoque en su inclusión social.
Qué se va a hacer exactamente. Según comunica el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), una de las tres organizaciones que presentó un amparo colectivo contra el gobierno de la PBA en 2014 por las vulneraciones a los derechos humanos de las personas alojadas en el Melchor Romero, el Estado provincial se comprometió a:
Alquilar doce viviendas y brindar los recursos y apoyos necesarios para la externación sustentable de personas alojadas en el hospital durante 2019.
Construir, a través del Instituto Provincial de la Vivienda, diez viviendas en el predio del hospital.
Gestionar dos nuevos dispositivos comunitarios para la atención en salud mental en la ciudad de La Plata, en articulación con el resto de los centros de salud.
Por qué es importante. En los últimos años, diversas organizaciones de sociedad civil e incluso las Naciones Unidas han denunciado la grave situación en la que viven las personas internadas en el Melchor Romero, uno de los 4 hospitales provinciales considerados en situación crítica. Algunas de las situaciones que se pudieron observar en el hospital son el uso excesivo de medicación, planes alimentarios deficientes, abusos sexuales y el uso de elementos de sujeción en camas.
En su visita al país a principios de 2018, Nilz Melzer, relator especial de Naciones Unidas en cuestiones de torturas y tratos y penas degradantes, destacó que los pacientes del Melchor Romero “se encuentran sometidos a condiciones degradantes que resultan incompatibles con la dignidad humana”.
Cuál es el contexto nacional. En 2010, Argentina sancionó la Ley Nacional de Salud Mental, una ley considerada como modelo mundial por su enfoque en los derechos humanos de las personas con trastornos mentales y en la promoción de un modelo de salud mental comunitaria (es decir, enfocada en la inclusión social de estas personas; no en la exclusión).
Entre otras reformas al sistema, la ley prohíbe la creación de nuevos manicomios, y exige el cierre de los existentes para el 2020 y su sustitución por dispositivos alternativos. También establece que las internaciones de salud mental se realicen en hospitales generales.
Sin embargo, hasta el día de hoy, el avance hacia estas reformas ha sido mínimo. La ley argentina también requiere de que cada dos años se haga un censo nacional en todos los centros de internación en salud mental. Según los plazos establecidos, ya deberían haberse realizado 4 censos. Pero hasta el día de hoy no se ha realizado ninguno, por lo cual no existen datos oficiales.
Consultado por el tema, el Director Nacional de Salud Mental, Luciano Grasso, aseguró que se está actualmente finalizando el censo en las provincias que quedaban sin relevar.
Una provincia modelo. A pesar del poco avance que ha habido a nivel nacional en los esfuerzos de desmanicomialización, una provincia es considerada como modelo: Río Negro. Fue la primera en la región en implementar una Ley de Salud Mental, en 1991. Y es la única en el país que pudo concretar el proceso de desmanicomialización: la transición de un modelo basado en el encierro a uno en el que se crean dispositivos para lograr que las personas puedan reinsertarse en la sociedad. Conocé el caso de Río Negro acá.
En la infancia, la muerte de un ser querido es confusión, tristeza y enojo. Aldana Di Costanzo lo sabe: tenía seis años cuando su papá murió de cáncer. Ya recibida de psicóloga, creó una fundación para acompañar a niños y niñas que atraviesan esa experiencia.
Por su corta edad, del período de la enfermedad de Gerardo, su padre, no tiene demasiados recuerdos. Sin embargo, sí recuerda el momento en que su mamá Cristina la sentó a upa en una pierna y a su hermano mayor en la otra para comunicarles acerca de su muerte: “Papá se murió. Ya no sufre más. Diosito se lo llevó al cielo”. Esas fueron las palabras que Aldana retuvo. “Llorando, yo le decía que no podía ser, que por favor me diga que era una pesadilla. Estaba muy enojada”, recuerda.
Años después y con un título de psicóloga en su currículum, Di Costanzo destaca lo afortunada que fue por tener a su madre, que a pesar de su propio sufrimiento, como pudo y con herramientas que improvisó, logró guiar a sus hijos en el proceso de duelo. “Dolida, sin ningún tipo de formación en el tema, pero con mucha intuición nos acompañó muchísimo. Si no fuese por ella, creo que hubiese disparado para cualquier lado”, reconoce. Este último punto fue clave, ya que según su experiencia el niño sin apoyo emocional suele tener problemas de conducta o de aprendizaje y, peor aún, puede desencadenar adicciones, depresiones y suicidios.
Leyendo el libro Sobre el duelo y el dolor, de Elisabeth Kübler-Ross y David Kessler, Di Costanzo descubrió que en el exterior existían grupos de terapeutas que trabajaban con los niños en duelo. Pensó qué bueno hubiese sido para su familia haber podido contar con profesionales que la acompañaran, guiaran y aconsejaran. Para ella, ya era tarde, pero no para el resto de los niños que a diario despiden a una madre, un padre o un hermano.
Investigó, comprobó que en la Argentina no existía nada similar y en 2008 creó la Fundación Aikén. “No tenía ahorros ni contactos, pero estaba decida. No quería más niños viviendo su duelo en soledad”, dice. A una década de su creación, trabajan más de 40 voluntarios que han acompañado a más de 700 niños y adolescentes. Además de la atención psicológica, realizan consultorías y capacitaciones para empresas y colegios. Según sus registros, llevan más de 2.500 personas capacitadas y, por su impacto, más de 30.000 niños beneficiados.
La clave, explica Di
Costanzo, es que los niños sean incluidos en el duelo. Es decir, hay que hablar
con ellos acerca de sus sentimientos y explicarles qué significa que ese ser
querido haya muerto. “Creyendo que se les evita el dolor, por lo general los
adultos dejan de nombrar a ese padre o hermano fallecido y suelen creer que
tienen que estar fuertes, y lloran a escondidas. Todo lo contrario, es
necesario habilitarle al niño las emociones y para eso el menor necesita
hablar, entender y ver que al adulto también le pasan cosas para que entonces
él pueda permitirse sus propias emociones”, explica.
Incluso, agrega, guiados por creencias religiosas o para suavizar lo tajante que puede significar la muerte, los adultos suelen decirles a los niños que ese ser querido se fue, que está en el cielo o adentro de su corazón, pero jamás les nombran la palabra muerte. “Cada uno le puede agregar el simbolismo religioso o ideológico que quiera, pero en el enunciado siempre tienen que estar presente que la persona se murió porque, dependiendo de la edad del chico, lo metafórico puede ser más confuso”, argumenta. Además sostiene que es bueno que a los chicos se les consulte si quieren ir al velatorio y, si la decisión es ir, hay que describirles el escenario, ellos deben llegar sabiendo cómo estará el cuerpo del familiar y que, posiblemente, habrá mucha gente llorando.
A los dos años de fallecer
su padre, su madre se enamoró de otro hombre y se casó. Aunque él nunca ocupó
el lugar del padre, Di Costanzo reconoce que Francisco, su padrastro, supo
acompañarla en momentos claves de su infancia y adolescencia. “Él también
falleció. Lo amé muchísimo. Yo hacía gimnasia rítmica, llegué a estar en la
Selección Nacional y él estuvo muy presente en esa etapa de mi vida, me apoyó y
me acompañó, y por supuesto fue un muy buen compañero de mi mamá”, dice.
Esa perseverancia fue la que un tiempo después hizo que ella se convirtiese en el sostén de la familia. Como suele pasar cuando el que fallece es el sostén económico, los problemas de dinero fueron una constante en su vida. Pero decidida a salir adelante, a sus 18 años, mientras cursaba sus estudios universitarios, Di Costanzo empezó a trabajar como moza. Un año después de ir y venir desde Ramos Mejía, su barrio natal, se mudó a la ciudad de Buenos Aires. Pagaba sus estudios y el alquiler de su departamento, y ayudaba a su madre. Cursó libre un cuatrimestre para irse a Costa Rica a trabajar y volver con dólares para pagar deudas.
El duelo, explica Di
Costanzo, probablemente nunca termina. Pero está convencida de que es posible
darle un nuevo sentido. En su caso, el nuevo sentido es representado por la
Fundación Aikén. “Por supuesto, si fuese posible elegiría tener a mi papá, pero
de alguna manera, fue por su muerte que nació Aikén. Nada es casual: tampoco
que haya elegido psicología como profesión”, opina.
Ya adulta, madre, esposa, profesional y con el proceso de duelo elaborado, Di Costanzo define a la muerte como “el fin de una etapa de la vida”. Diariamente piensa en la posibilidad de la muerte: la propia, la de su madre; incluso, en la de su marido y la de sus dos hijos, Tomás (de 5 años) y Fausto (de 3). “Aunque doloroso, es una posibilidad muy real. Sin embargo, lejos de ser un pensamiento masoquista, hace que me conecte más con la vida y mi familia. Veo a mis hijos y soy consciente de lo afortunada que soy de tenerlos”, concluye.
Nombre: Aldana Di Costanzo Edad: 37 años Profesión: psicóloga Sector en el que se destacó: atención psicológica de niños y adolescentes en duelo Lugar de nacimiento: Ramos Mejía, provincia de Buenos Aires Lugar donde desarrolló su actividad: Ciudad Autónoma de Buenos Aires
1. ¿Cuál es tu motor interior? ¿Qué te inspira a hacer lo que haces? Mis hijos son mi principal motivación. Levantarme a la mañana para ir a besarlos y abrazarlos es lo que me da energía. En segundo lugar, dejar una huella, quiero que mi vida tenga un sentido y deje algo para otros. Como de alguna manera mi papá, sin saberlo, lo hizo con Aikén.
2. ¿Qué te hace feliz? Mis tres hijos: Tomás, Fausto y Aikén.
3. ¿Qué no te deja dormir? Desde el punto de vista mundano me preocupa mucho la inseguridad, la exposición al daño físico a la violencia y el dolor del otro en todas sus formas. A veces voy por la calle llorando por lo que veo.
Después, lo que no me deja dormir es pensar cómo hacer sustentable Aikén. Eso me quita el sueño, me estresa y me agota. Es un trabajo muy hermoso, pero me asusta la idea de llegar a los 60 años sin saber cómo lograr un presupuesto para el año siguiente. Tiene que haber alguna manera de sostener. Ahora tenemos un tercio del presupuesto que necesitamos para el año que viene y no puedo dejar de pensar cómo llegar a los dos tercios que me faltan.
4. ¿Qué te gustaría cambiar del mundo? La violencia y la indiferencia. Desde las guerras hasta que a una anciano le den el asiento en un colectivo. Cuando pienso en referentes le pediría ayuda a la Madre Teresa de Calcuta y a Elisabeth Kübler-Ross, pero también a mi abuela paterna, que para mí fue como una santa sin haber sido canonizada: fue el ser más bueno del mundo, siempre pensando bien del otro y con buenas intenciones.
5. Cuándo eras chica, ¿qué querías ser de grande? Quería ser abogada para ayudar a la gente y quería ser bioquímica para encontrar la vacuna del HIV y salvar a la gente.
Animar al optimismo frente a la realidad medioambiental puede ayudar a que las personas se impliquen para lograr un resultado positivo.
A todos nos encanta el optimismo. Nos hace sentir bien y querer siempre más, nos hace la vida más fácil. Esta atracción tiene unas profundas raíces neurológicas que afectan tanto a nuestras funciones cerebrales como a la manera en que procesamos información que nos era desconocida.
Si nos atenemos a estas razones, apreciaremos el enorme poder del optimismo. Los individuos y grupos optimistas obtienen un mayor rendimiento en los deportes, despliegan mejor sus habilidades negociadoras y se recuperan más rápido de las enfermedades. Se podría decir que sentirse optimista es elaborar una profecía autocumplida.
Sin embargo, para los científicos el pesimismo puede ser una herramienta útil (y una respuesta lógica) a la hora de comunicar mensajes desalentadores. Los titulares que provocan un shock, además de reflejar (en ocasiones) la realidad con mayor precisión, llaman poderosamente la atención. Pero excederse en ellos puede derivar en cansancio y desinterés por parte del receptor.
Hace unas semanas se publicó nuestra investigación en BioScience. En ella describimos los pasos que debemos dar para combinar de manera útil el optimismo y el pesimismo al hablar de conservación ambiental. Para ello, nos sumergimos en diferentes disciplinas, desde la psicología hasta la comunicación, pasando por los negocios y la política, con el objetivo de comprender cómo los pensamientos positivos y negativos influyen en el desempeño de las personas en diferentes ámbitos.
Conozca su público objetivo
Para que el mensaje medioambiental que se pretende difundir cale en la audiencia, primero es necesario saber cuál y cómo es el público objetivo al que irá dirigido. ¿A qué teme, qué le preocupa? ¿Le interesa la naturaleza porque sí o solo cuando le afecta directamente? ¿Qué piensa de los científicos? Conocer sus valores facilita la elaboración de un mensaje a medida.
Por ejemplo, imagine que hay un plan para restaurar un bosque degradado cuya existencia ha sido ignorada durante mucho tiempo. Los beneficios de la recuperación de un hábitat olvidado son numerosos: el equilibrio mental que proporciona pasear entre viejos y fascinantes árboles, la ajetreada rutina de los animales que pueblan el bosque y revuelven su suelo para aumentar la productividad del ecosistema y limpiar los ríos, la abundante fruta que cae… En definitiva, la magna, brillante e inspiradora belleza de la naturaleza.
Parece claro que los beneficios que supone la conservación de un bosque pueden ser fraccionados de muchas maneras para alcanzar audiencias diferentes, independientemente de que sus principales preocupaciones sean de tipo ambiental, social, económico o personal. Conocer los valores y los temores del público objetivo ayuda a identificar qué información dejará poso en cada sector de audiencia.
Cree conciencia sobre la amenaza
El shock llama la atención, por lo que explicar sin cortapisas un grave asunto ambiental es una buena estrategia para agitar conciencias. La extinción de alguna especie, por ejemplo, tiene la capacidad de llamar mucho más la atención que una noticia positiva, especialmente cuando se pretende abordar las principales preocupaciones de la audiencia. Es entonces cuando el pesimismo (al que se podría llamar simplemente realismo) se torna necesario.
Los bosques que se encuentran en peligro han acusado la tala indiscriminada hasta tal punto que la madera con valor comercial está casi extinguida. Sin la sombra de los árboles, el suelo se ha endurecido y se ha vuelto tóxico bajo el impenitente sol, lo que ha provocado que la tierra no sea segura para el uso humano. La inaccesibilidad de las pocas áreas que no han sufrido daños hace que muy poca gente llegue a conocer la belleza de gran parte de la flora, por lo que pronto estos parajes desaparecerán de la memoria colectiva.
Aquí es donde el primer paso, el conocimiento de los valores de la audiencia, adquiere importancia. En el caso de los excursionistas, la accesibilidad de los bosques será lo más importante. Para dirigirse a aquellos que se fijan en el coste de la vida por encima de todo, quizá lo mejor sea destacar que sin el filtro natural que supone el bosque, la limpieza del agua solo sería posible mediante la financiación de plantas de tratamiento del agua para su potabilidad.
Si los árboles se extinguieran, la industria maderera vería su fin, lo que reduciría las cifras de empleo. Esto tendría una incidencia directa en la desigualdad intergeneracional, ya que supondría que las generaciones anteriores habrían extraído un beneficio a expensas de las venideras.
Genere optimismo mediante historias exitosas
Aunque las noticias con un cariz negativo llaman la atención, la ausencia total de esperanza puede conducir rápidamente a la desesperación y al desentendimiento de la población. Sin embargo, al introducir elementos optimistas en la lucha contra la crisis medioambiental es más probable que la gente se mantenga concienciada e ilusionada ante la posibilidad de alcanzar el desenlace perseguido.
De hecho, las expectativas de obtener resultados positivos son un elemento motivador clave para el compromiso con una causa. Pero, ¿cómo se puede ser optimista cuando todo parece perdido?
El optimismo se puede construir en torno a historias sobre el medio ambiente con un final feliz. En el ejemplo que proponemos, explicamos que los árboles en peligro de extinción producen más semillas de las necesarias para sustituir a los viejos árboles. Gracias a estos granos, una comunidad autóctona ha reforestado el terreno donde antes existía un bosque, lo que ha producido señales que invitan a pensar en el éxito de la restauración del ecosistema. Una historia como esta genera optimismo en otras comunidades para visualizar estos mismos logros en sus entornos.
Ofrezca un camino por el cual transitar
Ni la esperanza ni el miedo cambiarán el comportamiento de la gente por sí solos. Para hacerlo, las personas deben creer que sus acciones pueden tener una influencia decisiva. Por lo tanto, nuestro próximo paso será infundir optimismo con el ofrecimiento a la audiencia de un camino que les sirva para involucrarse plenamente.
El éxito inicial de la restitución del bosque insufló optimismo a otras iniciativas remodeladoras. Aun así, sin la presión popular cabe la posibilidad de que las administraciones locales consideren innecesaria la inversión en restauración.
Sin embargo, cuando los equipos de gobierno están de acuerdo y las comunidades están comprometidas, podemos sembrar las semillas de la recuperación y contribuir al cuidado del entorno a largo plazo.
Cree sentimiento de comunidad
El último paso es construir un sentimiento de comunidad. Creer en la capacidad colectiva de un grupo unido nos proporciona motivación y nos anima a comprometernos. La pertenencia a un conjunto empodera a los individuos y les ayuda a enfrentarse a problemas que no abordarían por su cuenta.
Incitar al público objetivo a formar redes comunitarias puede aumentar la presión popular, lo que haría que la fuerza se multiplicase. Los administradores locales pueden hacer caso omiso de las demandas de uno o dos amantes de la naturaleza, pero no pueden ignorar a un grupo de votantes que pretenden que se lleven a cabo acciones concretas.
El poder del pensamiento positivo se ha reconocido ampliamente, pero el optimismo en cuestiones medioambientales no es la panacea. Es necesario que exista un equilibrio entre el entusiasmo y el pesimismo, ya que ambos poseen virtudes motivadoras que atraen la atención e inspiran el movimiento a largo plazo.
El ejemplo incluido en el artículo surgió de nuestra experiencia al restaurar arrecifes de ostras desaparecidos en el sur de Australia. La restitución, de una extensión de 20 hectáreas, fue posible gracias al entusiasmo de una comunidad rural, ayudada por una ONG que puso su vasta experiencia a su disposición, y por varios departamentos gubernamentales que trabajaron para encontrar soluciones; todo ello sustentado por la credibilidad aportada por la investigación universitaria.
Dominic McAfee y Sean Connell son académicos de la Universidad de Adelaide en Australia.
Edenor empezó a instalar en la provincia de Buenos Aires medidores de luz que funcionan con un servicio prepago. Al igual que los planes de celulares que tienen ese mismo sistema o la tarjeta Sube, las familias deben ir a un kiosco o local de pago de servicios para cargar dinero a su cuenta y así tener electricidad. Si el medidor se queda sin crédito, la luz se corta. Así viven en 180.000 hogares.
El plan de la empresa es extender el sistema a 250.000 usuarios para fines de 2019, según informó a RED/ACCIÓN Eduardo Mirabelli, vocero de Edenor, desde donde consideran que la medida es una forma de formalizar las conexiones de todos aquellos que están “colgados” de la luz, reducir la morosidad, simplificar el control del uso del suministro y alentar a “consumir electricidad de manera inteligente”.
Sin embargo, el modelo está generando que en los hogares con menos recursos sea cada vez más difícil pagar el servicio. “A veces tienen que elegir entre recargar la luz o comprar alimentos para sus hijos”, advirtió el padre Francisco Paco Olveira, sacerdote del colectivo en Opción por los Pobres, al referirse a la situación que viven, por ejemplo, familias de barrios vulnerables de Merlo, en el Oeste del Conurbano.
Cuando una familia no puede recargar el medidor y se queda sin crédito, el sistema permite que sigan recibiendo hasta 150 kWh de energía, que se les cobrará en la próxima carga. Pero si llegan a agotar ese "saldo negativo", la empresa les corta el servicio.
En cuanto al precio del servicio, quienes tienen medidores prepagos pagan prácticamente lo mismo que los usuarios de barrios de clase media y alta. Por lo que para las familias que no tienen garantizados sus ingresos mensuales básicos, se vuelve un servicio casi inaccesible.
Un plan con alcance en 21 municipios
Lo que entre fines de 2016, comienzos de 2017 —y aún antes— Edenor comenzaba a poner en práctica a modo de “prueba piloto”, hoy es una medida consolidada y en expansión. La "solución" que encontró Edenor surgió incluso antes de que el Ente Nacional Regulador de la Electricidad (ENRE) definiera las normas para esto, ya que según informa en su sitio web aprobó una primera versión del reglamento a fines de 2017.
En dos polos opuestos respecto a los beneficios de plan, tanto Mirabelli como Osvaldo Bassano, presidente de la Asociación de Defensa de los Derechos de los Usuarios y Consumidores (ADDUC), coinciden en que los antecedentes de este tipo de medidores son históricos.
“Nació en Inglaterra, en la década del 70, cuando Margaret Thatcher empezó a tener conflictos gremiales por el carbón. Entonces la gente prendía una vela a la noche porque no podía pagar la luz”, señala Bassano y agrega: “Las empresas de servicios, cuando están liberadas al mercado sin intervención del Estado ni siquiera para cumplir normas constitucionales, generan problemáticas tan severas como la que están viviendo los usuarios. Esto trae aparejado lo que se llama ‘pobreza energética’, es decir, cuando una persona no puede acceder a los principales servicios de energía porque su costo está más allá del ingreso que tiene. Los gobiernos, como el nuestro, han abandonado al usuario y han dejado librado al azar el accionar de las empresas de energía”.
ADDUC es uno de los organismos que actualmente lleva adelante varias denuncias sobre la legalidad del sistema de medidores prepagos.
Mirabelli, por su parte, justifica la adopción de la medida comparando a la Argentina con los países del primer mundo, por un lado, y con aquellos donde hay una pobreza extrema, por el otro: “Este tipo de medidores se iniciaron en lo que hoy conocemos como países desarrollados: Francia, Estados Unidos, Inglaterra. En Sudáfrica el 100% de los medidores son prepagos”. Y recuerda que en nuestro país comenzaron a colocarlos, de manera aislada, en el año 2002: “Arrancamos a modo de prueba piloto con unos 100 medidores. La gestión de aquellos años no lo autorizaba, no lo veía con buenos ojos”. Pese a eso, dice que entre 2003 y 2004 instalaron “unos 5000 de estos medidores”.
“En esta administración del ENRE, lo que era una prueba piloto se convirtió en una regulación perfectamente clara: hoy tenemos alrededor de 180.000 instalados en 21 municipios. Están en nuestra área de concesión, desde Córdoba y Pueyrredón, (Recoleta, en la Ciudad de Buenos Aires) hacia el norte, todo el corredor Norte del Gran Buenos Aires y el corredor Oeste, hasta los municipios de Las Heras, Marcos Paz. Por el momento, en el único municipio en el que no tenemos Medidor Integrado de Energía (MIDE) es la Ciudad de Buenos Aires. Después, hay en todos: en algunos más en otros menos”, señala.
¿Una medida inclusiva o que aumenta las desigualdades?
El vocero de Edenor afirma que los medidores recargables solo traen beneficios: “Incluyen a la gente que está ‘colgada’”; “te avisa si tenés algún dispositivo conectado de manera innecesaria”, “pueden configurarse para que indiquen la cantidad de energía consumida en el día, el saldo, y con una alarma que se active cuando se está consumiendo más de lo que el usuario estableció como límite”, “se aprende a consumir racionalmente, sin desperdiciar energía”. “Con el añadido de un módem se convierten en inteligentes: nos posibilita saber cuándo se cortó el suministro en cada uno de nuestros clientes, poder verificar eventuales movimiento de tensión y cualquier anomalía que exista”, afirma Mirabelli y asegura que tiene medida la satisfacción: “Las encuestas hechas entre los que tienen los MIDE indican un 99,75% de aceptación y satisfacción”.
Sin embargo, el padre Paco Olveira asegura que lo que él ve a diario no es lo que describe la empresa: “En Libertad, Merlo, hay un barrio que se llama Barrio Nuevo. Dentro de ese barrio hay un asentamiento que se llama Eva Perón donde viven, aproximadamente, unas 100 familias. Allá los vecinos tienen medidores prepagos: tienen que ir a un comercio donde pagan, por ejemplo, $50 y con eso tienen luz hasta que se agotan los $50. Después, si no tienen más plata para recargar, se quedan a oscuras. A veces tienen que elegir entre recargar la luz o comprar alimentos para los hijos”.
Mirabelli explica que para colocar estos medidores recargables “tiene que haber por lo menos calles y en los barrios o asentamientos suele haber pasillos, con lo cual no se cumplen reglamentos básicos de seguridad para la instalación”. De todos modos, dice que en casos en que los usuarios no pueden pagar no les corresponde hacerse cargo: “Nosotros no somos una empresa pública, somos una empresa privada. No recibimos fondos del Estado. Hasta ahí llega nuestra responsabilidad”.
Leandro Rooseleer, vocero del ENRE, adhirió a la postura de la distribuidora: “El objetivo [de los medidores prepagos] es cubrir aquellos casos en que el usuario no puede pagar mensualmente el consumo y que, de alguna manera, se pueda autoadministrar”. Respecto a la situación del barrio Eva Perón señaló que “en ese caso es el Municipio el que debe hacerse responsable por la situación y colocar un medidor comunitario”.
De todos modos, no es el único barrio. Bassano, de ADDUC, asegura que son muchos los usuarios que no pueden pagar las recargas del medidor: “La energía prepaga tiene dos consecuencias nefastas: la primera, que si no tenés suficiente carga te cortan la luz y podés quedar en el medio de cualquier situación inconveniente (comiendo, bañándote, pidiendo un médico)”. La segunda, dice, “es que es más cara”, porque la mayoría de los usuarios, para evitar que se les corte la luz, recargan el medidor antes de haber gastado toda la energía que habían comprado, ese saldo que tenían no se les bonifica en la nueva carga. “Cuando vos estás comprando kilowatts obtenés determinada cantidad pero quedan otros que no usaste. Con eso se paga entre un 5% y un 20% demás”.
Respecto a los modos en que la distribuidora se contacta con los usuarios que no pueden abonar para que se suscriban al medidor prepago también hay entredichos. La empresa no puede obligar a los consumidores a pasarse a este sistema. Según el ENRE “la instalación del medidor autoadministrado deberá contar con la expresa adhesión por parte del usuario titular del suministro (...) y la distribuidora deberá informar al usuario sobre el funcionamiento del dispositivo y la forma de controlar sus consumos. Esto supone la entrega de un manual explicativo y de una lista con los datos de los puntos de venta anticipada de energía eléctrica”.
Pero aunque Mirabelli asegura que en ningún caso Edenor colocó sin pedido de los usuarios el medidor de energía recargable porque “para instalarlo el futuro cliente tiene que firmar una solicitud y si no quiere no se le instala”, Bassano dice que ya son "miles" las denuncias que hay por este tema: “Lo han hecho sin previo aviso y sin la autorización del consumidor, por lo que son ilegítimos esos actos. Debe ser previo y a solicitud del consumidor, no con la anuencia y con la autorización firmada en el momento de la colocación o después porque se están violando normas del código civil. El consumidor no puede renunciar a sus derechos. Las normas son de orden público y ninguna resolución del ENRE o del Ministerio de Energía pueden suplantar o cambiar reglas de raigambre constitucional (artículo 65 de la Ley 24.240)”.
Un modelo que podría pasar a ser la regla y no la excepción
Aunque por el momento los usuarios de los medidores prepagos son, principalmente, quienes tienen dificultades para afrontar un abono mensual, Mirabelli asegura que de acá a algunos años todos utilizaremos estos dispositivos. “Vamos hacia ahí porque la tecnología es largamente superadora. Es más, a través de la app de Edenor digital a cualquier hora del día podés recargar energía eléctrica si te quedaste sin y no te diste cuenta. No ocurre. No tenemos casos. Porque las personas se metodizan. A veces subestimamos a las personas. Pero empiezan a saber cuánto consumen, cuánto les dura. Lo mismo que hacemos con otras cosas de nuestra vida cotidiana. Se va hacia ahí: hacia el medidor inteligente”.
Bassano asevera en cambio que “el país no puede sostener más este grupo de empresas. Es como si una familia de bajos recursos comprara una Ferrari que no le sirve para nada porque son cuatro los que tienen que entrar. El futuro Gobierno tiene que crear un sistema que les sirva a los argentinos porque esto es muy caro, no se puede pagar en ninguna parte del país. El próximo Congreso tendrá que resolver qué hace con estas empresas”.
"Lo más importante para un emprendedor de empresas nuevas es la velocidad", dice Patrick Bet-David, ex asesor financiero y actual director ejecutivo de PHP Agency, Inc. Hay cuatro velocidades operativas en las que hay que pensar.
LA VELOCIDAD DE FUNCIONAMIENTO DE TU NEGOCIO es la rapidez con la que se realizan las funciones básicas del negocio. "Mientras más apoyo tengas, más fuerte será tu velocidad de funcionamiento", dice Bet-David. Normalmente, cuanto más grande sea tu equipo, más rápida será tu velocidad de funcionamiento. Podría contratar a un asistente para enviar productos y administrar redes sociales, y su negocio ahora funcionará mucho más rápido.
LA VELOCIDAD DE PROCESAMIENTO es el tiempo que tarda en llegar el producto al cliente. "En el sector inmobiliario, este sería el tiempo necesario para pasar de 'Quiero comprar una casa' a cerrar la casa", dice Bet-David. Para aumentar esta velocidad, enfocáte en la eficiencia. Hacé una lista de todos los pasos involucrados en el procesamiento de una venta en tu negocio, y después mirá si hay algo que pueda eliminarse o combinarse. Mirá herramientas como Zapier, Hootsuite y Hubspot para automatizar tareas empresariales básicas.
LA VELOCIDAD DEL TIMING consiste en aprovechar el momento adecuado para hacer crecer tu negocio. Implica buscar oportunidades y sentirse cómodo dando un paso atrás para avanzar unos pasos más. Esto es más difícil de planificar, dice Bet-David. “Las personas intuitivas son buenas en eso”. Para aumentar tu velocidad de tiempo, enfocáte en la oportunidad y el posicionamiento. Buscá los puntos de dolor con los que los clientes podrían estar luchando en el momento y las oportunidades para resolver esos problemas por ellos.
LA VELOCIDAD DE EXPANSIÓN es saber el próximo movimiento que hay que hacer en tu negocio y cuándo hay que hacerlo. Pero controlá tus ambiciones, advierte Bet-David. "Una empresa que está tratando de crecer demasiado rápido es peor que una compañía que crece demasiado lento". La velocidad de expansión no se trata tanto de expandirse en el momento, sino más de saber cuándo es el momento de expandirse. Para aumentar la velocidad de expansión, enfocáte en la estrategia y pensá en el futuro. Herramientas como Google Keywords, Google Trends, Quantcast y Market Samurai pueden ayudar.
Hace unos años, como parte de una delegación occidental a China, me encontré con el presidente Xi Jinping en el Gran Salón del Pueblo en Beijing. Xi nos dijo que el ascenso de China sería pacífico, y que otros países (en concreto, Estados Unidos) no debían temer que se cayera en la “trampa de Tucídides”, así llamada por el historiador griego que relató de qué manera el temor de Esparta al ascenso de Atenas hizo inevitable una guerra entre ambas ciudades.
En su libro de 2017 Destined for War: Can America and China Escape Thucydides’s Trap? [Destinados a la guerra: ¿pueden Estados Unidos y China evitar la trampa de Tucídides?], Graham Allison (de la Universidad Harvard) examina 16 rivalidades históricas entre una potencia emergente y una establecida, y halla que 12 terminaron en guerra. Evidentemente Xi quería que prestáramos más atención a las otras cuatro.
Pese a que ambos son conscientes de la trampa de Tucídides (y saben que la historia no es determinista), parece que de todos modos China y Estados Unidos están cayendo en ella. Si bien una guerra caliente entre las dos grandes potencias del mundo todavía parece una posibilidad remota, una guerra fría es cada vez más probable.
Estados Unidos acusa a China por las tensiones actuales. Desde su ingreso a la Organización Mundial del Comercio en 2001, China recibió los beneficios del sistema internacional de comercio e inversión, pero incumplió sus obligaciones y se aprovechó de las reglas. Según Estados Unidos, China obtuvo una ventaja indebida por medio del robo de propiedad intelectual, la transferencia forzosa de tecnología, subsidios a empresas locales y otros instrumentos de capitalismo de Estado. En tanto, su gobierno se está volviendo cada vez más autoritario mientras transforma a China en un estado de vigilancia orwelliano.
Por su parte, China sospecha que el objetivo real de Estados Unidos es detener su ascenso e impedirle la proyección internacional de poder e influencia legítimos. Los chinos consideran totalmente razonable que la segunda economía más grande del mundo (por valor del PIB) quiera aumentar su presencia en la escena internacional. Y la dirigencia china dirá que su régimen mejoró el bienestar material de 1400 millones de chinos, mucho más que lo que jamás pudieron hacer los paralizados sistemas políticos occidentales.
Cualquiera sea el lado que tenga más razón, es posible que la escalada de tensiones económicas, comerciales, tecnológicas y geopolíticas haya sido inevitable. Lo que comenzó como una guerra comercial ahora amenaza convertirse en un estado permanente de animosidad mutua, como queda de manifiesto en la Estrategia de Seguridad Nacional del gobierno de Trump, que considera a China un “competidor” estratégico al que es preciso contener en todos los frentes.
Por eso Estados Unidos está imponiendo grandes restricciones a la inversión extranjera directa china en sectores delicados y emprendiendo otras acciones para proteger el dominio occidental en industrias estratégicas como la inteligencia artificial y el estándar 5G. También presiona a socios y aliados para que no participen en la Iniciativa de la Franja y la Ruta, el inmenso programa chino de construcción de infraestructuras en el continente eurasiático. Y está aumentando el patrullaje naval en los mares Oriental y Meridional de China, donde este país ha adoptado una postura más agresiva en la afirmación de dudosos reclamos territoriales.
Las consecuencias globales de una guerra fría sinoestadounidense serían incluso peores que las de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Este último país era una potencia en decadencia con un modelo económico fracasado, pero China pronto será la mayor economía del mundo, y aún seguirá creciendo. Además, Estados Unidos y la Unión Soviética casi no tenían comercio mutuo, mientras que China está totalmente integrada al sistema global de comercio e inversión, y tiene vínculos profundos con Estados Unidos en particular.
De modo que una guerra fría a gran escala podría iniciar una nueva etapa de desglobalización, o al menos la división de la economía mundial en dos bloques económicos incompatibles. En cualquiera de los casos, habría una importante restricción del intercambio de bienes, servicios, capital, mano de obra, tecnología y datos, y el mundo digital quedaría dividido en dos “Internets” cuyos respectivos nodos occidentales y chinos no se conectarían entre sí.
Ahora que Estados Unidos impuso sanciones a ZTE y Huawei, China hará todo lo posible por garantizar que sus megatecnológicas puedan obtener insumos esenciales en su mercado interno, o al menos comprárselos a socios comerciales amistosos que no dependan de Estados Unidos.
En este mundo balcanizado, China y Estados Unidos esperarán que todos los otros países tomen partido; y la mayoría de los gobiernos harán malabares para intentar mantener buenas relaciones económicas con ambas potencias.
Al fin y al cabo, muchos aliados de Estados Unidos ahora hacen más negocios (en términos de comercio e inversión) con China que con Estados Unidos. Pero en una economía futura donde China y Estados Unidos controlen en forma separada el acceso a tecnologías cruciales como la IA y el 5G, es casi seguro que el terreno neutral se volverá inhabitable. Todos tendrán que elegir, y es muy posible que el mundo entre en un largo proceso de desglobalización.
Pase lo que pase, la relación sinoestadounidense será la cuestión geopolítica clave de este siglo. Cierto grado de rivalidad es inevitable. Idealmente, ambos lados podrían manejarla en una forma constructiva que admita la cooperación en algunos asuntos y una competencia sana en otros. En la práctica, China y Estados Unidos crearían un nuevo orden internacional basado en reconocer que la nueva potencia en (inevitable) ascenso tiene derecho a un lugar en la formulación de las normas e instituciones globales.
Pero un mal manejo de la relación (si Estados Unidos intenta frenar el desarrollo de China y contener su ascenso, y China proyecta agresivamente su poder en Asia y el resto del mundo), iría seguido por una guerra fría a gran escala, y no puede descartarse la posibilidad de una guerra caliente (o una serie de guerras por intermediarios). En el siglo XXI, la trampa de Tucídides no se tragaría solamente a Estados Unidos y China, sino al mundo entero.
Traducción: Esteban Flamini
Nouriel Roubini es director ejecutivo de Roubini Macro Associates y profesor de economía en la Escuela Stern de Administración de Empresas de la Universidad de Nueva York.
Hubo un tiempo, hace no mucho, en que el compromiso de Heidegger con el nazismo pudo ser motivo de una disputa intelectual, larga, muy poco fecunda, de respuestas fáciles. Sí, obviamente: Heidegger fue cómplice del régimen nazi. No, no es obvio, pero igual es fácil: leer a Heiddeger, acompañar el recorrido que proponen sus escritos, si podés, no te vuelve nazi. Aunque poco fecunda, a fines de los 80s la pregunta sobre el autor de Ser y Tiempo era importante para las pibas y pibes anti-autoritarios que leíamos fascinados a los grandes pensadores tardo-románticos alemanes: Heidegger, Schmitt y, un poco más abajo en el altarcito, Ernst Jünger. Entomólogo, novelista, ensayista y soldado en las dos grandes guerras, prolífico y longevo, educado con las pedagogías y las bibliotecas maravillosas del siglo XIX, Jünger se permite, por ejemplo, escribir con un aplomo que nosotros, que no sabemos admirar sin ser fans, no podríamos imitar, que el Fausto de Goethe está terminado de apuro. Este volumen reúne tres de sus ensayos de entreguerras. El más conocido, La movilización total, llama la atención sobre la novedad política de la Primera Guerra Mundial (que se confirmaría en la segunda) y la asocia con sus raíces espirituales: la fe en el progreso y el fervor nacionalista. El menos conocido, Fuego y movimiento, presenta a esa guerra como una transición en la historia de la táctica, un momento en el que el desplazamiento de los hombres y las máquinas todavía no sabe adaptarse a la eficacia de las artillerías. El mejor ensayo da título al volumen. Habla de lo que somos capaces de soportar y de infligir, de lo que los modos en que vivimos y combatimos nos permiten pensar y sentir. Como muchos textos de Jünger, Sobre el dolor tiene momentos sentenciosos, desmesurados. En un escritor menos diestro serían grandilocuentes. Pero alguna de esas sentencias, aunque lúgubres, sospecho que serán difíciles de olvidar. Por ejemplo: hay una astucia del dolor; si la sensación de bienestar es amplia, en algún otro lugar se está pagando. Todas las épocas parecen propicias para la crítica de la técnica, la alarma por el crecimiento en la capacidad de destrucción, el desasosiego por nuestra torpeza colectiva. La sorpresa y la inquietud de Jünger no son las nuestras pero su lucidez todavía irradia.
Dos (la selección)
“Hay algunos criterios grandes e inmutables en los cuales se hace patente el significado del ser humano. El dolor es uno de ellos; él es el examen más duro en esa cadena de exámenes que solemos llamar vida. De ahí que una consideración que se ocupe del dolor sea desde luego impopular; mas no sólo resulta instructiva en sí misma, sino que a la vez ilumina una serie de cuestiones en que nosotros estamos ocupándonos ahora. El dolor es una de esas llaves con que abrimos las puertas no sólo de los más íntimo, sino a la vez del mundo. Cuando nos acercamos a los puntos en que el ser humano se muestra a la altura del dolor o superior a él logramos acceder a las fuentes de que mana su poder y al secreto que se esconde tras su dominio. ¡Dime cuál es tu relación con el dolor y te diré quién eres!” (p. 13)
Tres
“(…) No hay ninguna situación humana que tenga un seguro contra el dolor. Nuestros cuentos populares finalizan con una frase que dice que el héroe, tras superar muchos peligros, vive feliz y contento largos años, y nos agrada oír tales cosas, pues ya el mero enterarnos de la existencia de un lugar sustraído al dolor nos proporciona tranquilidad. A la vida le falta propiamente una conclusión satisfactoria y ese hecho tiene su expresión en el carácter fragmentario de la mayoría de las grandes novelas, las cuales, o bien están inacabadas, o bien son recubiertas con un cielo raso artificial. Por cierto que un cielo raso artificial de ese género es el que, cual techo de emergencia, clausura también el Fausto.”
Cuatro
“No hay, sin embargo, exigencias más ciertas que las que el dolor hace a la vida. En los sitios donde se ahorra dolor el equilibrio se restablece de conformidad con las leyes de una economía enteramente precisa; y puede decirse, introduciendo una pequeña variación en una conocida frase, que existe una “astucia del dolor” que alcanza sus objetivos por todas las vías. De ahí que, al ver ante nuestros ojos una situación de amplio bienestar, nos sea lícito preguntar sin más dónde se halla el sitio en que se soportan las cargas. Por lo regular no habremos de ir muy lejos para descubrir la pista del dolor; así es como encontramos que tampoco aquí, en pleno disfrute de la seguridad, se halla completamente liberada del dolor la persona singular. La sofocación artificial de las fuerzas elementales es capaz de impedir ciertamente las fricciones groseras y de despejar las zonas de sombra muy densa, pero no la luz difusa con que el dolor comienza a llenar a cambio de eso el espacio. El recipiente que permanece cerrado a la corriente que afluye caudalosa va siendo llenado gota a gota. Así, el aburrimiento no es otra cosa que la disolución del dolor en el tiempo.”
Cinco
“(…) De ahí que tanto en el mundo heroico como en el mundo cultural encontremos una relación con el dolor en todo distinta de la que hallamos en el mundo de la sentimentalidad. Mientras que en este último mundo lo que importa es, como hemos visto, expulsar el dolor y excluirlo de la vida, de lo que se trata en el mundo heroico y en el cultural es incluirlo en la vida y de disponer ésta de tal manera que todo el tiempo se halle pertrechada para el encuentro con el dolor. (…) El secreto de la sentimentalidad moderna reside en que esa sentimentalidad corresponde a un mundo en el que el cuerpo es idéntico al valor. Lo dicho explica que la relación de tal mundo con el dolor sea una relación con un poder que ante todo hay que evitar, pues en él el dolor golpea al cuerpo no acaso como a un puesto avanzado, sino como al poder principal y núcleo esencial de la vida misma.”
Seis
“(…) Una de las características del parentesco entre el dinero, que es algo inconexo, y la masa, que es asimismo inconexa, es la siguiente: no sólo no garantizan, ni el uno ni la otra, protección alguna contra el ataque efectivo del dolor, sino que, por el contrario, atraen con fuerza magnética la desgracia tan pronto como las circunstancias se acercan a la zona de los elementos.”
Siete
P. 50. “Por cierto que durante aquella misma jornada tuve también la oportunidad de observar al lumpenproletariado; esto no pertenece en absoluto, como sí pertenece la masa, al mundo de los conceptos generales. De ahí que Bakunin tuviese razón al considerarlo una magnitud revolucionaria mucho más eficaz que la masa. Si contemplamos las cosas desde el otro lado podemos decir que basta con soplar sobre la masa para que se esfume, mientras que al lumpenproletariado hay que ir a buscarlo a sus guaridas. También apunta la mayor realidad efectiva del lumpenproletariado en el hecho de disponer de un estilo genuino de combate: la antiquísima forma de la horda. Y, además, su relación con el dolor, aunque negativa, es mucho más significativa. La masa mata de forma mecánica, despedaza y pisotea; el lumpenproletariado esta familiarizado, por el contrario, con los goces de la tortura. A la masa se la mueve con argumentos morales; se forma en estado de excitaciones e indignaciones y necesita estar convencida de que el adversario es malvado, o sea, de que ella hace justicia tratándolo como lo trata. El lumpenproletariado se halla fuera de las valoraciones morales; de ahí que esté dispuesto a intervenir, en todo momento y lugar, cada vez que se produce una perturbación, proceda de donde proceda. En consecuencia se halla también fuera del espacio propiamente político; al lumpenproletariado hay que considerarlo, antes bien, como a una especia de reserva subterránea que el propio orden de las cosas mantiene disponible. Ahí es donde se esconde también el origen del soplo infernal y paralizante que emerge súbitamente de las grietas causadas por las revoluciones y que constituye incluso la auténtica característica de la profundidad de éstas. Aún no está escrita su historia. Las breves jornadas durante las cuales la masa elimina a sus adversarios llenan de ruido las ciudades, pero después vienen unas situaciones diferentes, más peligrosas; en ellas reina el silencio. Entonces es cuando el dolor reclama los atrasos que se le deben.”
Marcelo Leiras es doctor en Ciencia Política, profesor en el Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de San Andrés e investigador independiente del Conicet. Ha publicado trabajos sobre la organización interna de los partidos políticos, el funcionamiento de los sistemas federales y la independencia del poder judicial. Actualmente indaga en las causas y las consecuencias de la polarización política.
En SIETE PÁRRAFOS, grandes lectores eligen un libro de no ficción, seleccionan seis párrafos, y escriben un breve comentario que encabeza la selección. Todos los martes podés recibir la newsletter, editada por Flor Ure, con los libros de la semana y novedades del mundo editorial.
Filosofía a martillazos Darío Sztajnszrajber Paidós
Uno (mi comentario)
Un martillo gigante, sostenido por un puño sin género, cruza toda la tapa. Una herramienta “diseñada para golpear”, la define la RAE, que el común de los mortales asocia a una pared en mal estado, a clavos que se resisten a su cometido o a los ruidos que genera un vecino inoportuno un sábado por la mañana. Pero en las manos de Darío Sztajnszrajber suma otro propósito: apuntar contra las murallas del conocimiento socialmente aceptado, para ponerlo en jaque. Para debatirlo, cuestionarlo, criticarlo. Para incomodar.
Ese es el gran objetivo de “Filosofía a martillazos”: ser un libro molesto, por momentos irritante. ¿De qué otra manera se puede tildar a un texto que discute la comodidad de las realidades que consideramos –estamos seguros- son válidas? ¿Cómo pararse frente a todas las preguntas sin respuesta que plantea? En especial porque Sztajnszrajber se mete, o mejor dicho acorrala, temas tan trascendentales como cotidianos, ejes de la vida del ciudadano moderno: amor, postamor, Dios, verdad, postverdad y democracia.
Como si fuera poco, esta deconstrucción de conceptos que se piensan tallados en piedra la hace desde el lugar que le queda más cómodo, del que salió, que es el aula, un registro del que se había alejado en sus últimos dos libros. En formato de clase escolar, Sztajnszrajber logra mezclar a autores como Nietzsche -a quien le debe la idea de la filosofía como un martillo-, Platón, o Vattimo, entre otros, con una dialéctica sencilla, entretenida, que parece que en este 2019 se impuso como formato entre los best-seller nacionales y populares: la idea del libro como un desgravado coloquial que se presenta casi como un diálogo, sincero y molesto, entre el autor y el lector.
Dos (la selección)
El amor es una narración que nos contamos a nosotros mismos para que tenga algún sentido, pero no deja de estar en el plano de la narración. No es que el amor no sea ni ciencia ni metafísica sino que, en el fondo, la ciencia y la metafísica son también relatos. Relatos que funcionan, relatos efectivos, relatos que nos abren otra dimensión de la existencia al costado del sentido común. Si el amor es un relato, entonces es una práctica estética; o mejor tiene más que ver con el arte que con la ciencia, con la metafísica.
Tres
Muchas parejas pueden experimentar formas de relación no monogámicas, pero viven en una sociedad monogámica. El problema no es salirse, en tanto pareja de la monogamia: el problema es la propiedad privada, el problema es el esquema filosófico profundo que estructura una lógica de la apropiación. En una sociedad atravesada por la propiedad privada, es imposible que no pienses que el otro de algún modo te pertenece, y es imposible que no pienses que tus hijos te pertenecen. Si ser es poseer, todo se convierte en objeto de posesión, todo se convierte en objeto, o sea y recuperando su sentido etimológico, en aquello que está ahí enfrente eyecto para vos. Ya no importa lo que es sino cómo se encuentra puesto para uno. Un objeto que sólo tiene sentido en su vínculo con un sujeto. Lo que se presenta solo para quien le otorga sentido. Deconstruir al otro como objeto lleva necesariamente a deconstruir al yo como sujeto. ¿Y si debajo de todo no hay nada?
Cuatro
Así funciona la desesperación, y así somos devotos de muchas religiones. Porque del mismo modo en que creemos o no creemos en la Iglesia –no en Dios: en la Iglesia que se cree la dueña de Dios, del Dios que a la Iglesia le conviene; y tampoco la Iglesia, porque hay muchas iglesias-, también hay otros emprendimientos o empresas de tanto poder que se aprovechan de la desesperación, y así como nos venden a Dios, nos venden la felicidad, o nos venden el bien. O nos venden la pasión, o nos venden la pertenencia. O nos venden el amor, y salimos todos el 14 de febrero a comprarle flores a nuestra pareja. Y compramos la religión del amor, la religión de la felicidad, la religión del dinero, la religión del fútbol. Y nos tranquilizamos. ¿Habrá algún otro sentido último en la religión que no sea brindar un marco de contención trascendente donde sumergir nuestra efímera existencia? Hay un mismo dispositivo e infinitas máscaras: a la trascendencia se le entra de diferentes maneras.
Cinco
Pensemos la verdad como si fuese un rostro y pensemos las apariencias como si fuesen máscaras: uno se saca una máscara y alcanza así el rostro. La máscara es una forma de presentar una verdad no como es, sino en función del interés que enmascara. Ahora, una máscara tiene sentido si hay un rostro atrás. Si la verdad no existe, esto es, si no hay rostro, ¿qué hay? ¿Máscaras puras? ¿Solas? Les pregunto: ¿qué sentido tiene la categoría de máscara si el rostro no existe? No tiene sentido en tanto máscara, ya que es lo único que hay. La máscara pasaría a ser, no les digo un rostro, porque es demasiado, pero más o menos pasaría a ser lo que hay. ¿Y cómo pensar que lo único que hay son máscaras, si somos hijos de un mundo estructurado en la adoración de los rostros? La realidad, aquello que percibimos como rostro, se revela como un conjunto de máscaras superpuestas, pero que pierden su condición. ¿Serán medias verdades? Disuelto el rostro, disuelta la máscara…
Seis
La posverdad no se reduce al autoengaño: la posverdad es el horizonte de sentido de nuestro tiempo. Un horizonte en el cual la verdad ha muerto. La posverdad sería este tiempo en el que nos preguntamos: si la verdad ha muerto, ¿qué onda? ¿Qué nos queda con la verdad y su crisis? ¿Cómo construir conocimiento si la verdad ha muerto? ¿Desde qué lugar? Creo que se puede dar un salto de marco, o sea, desligar la categoría de posverdad de solo una posición posible frente al acontecimiento de la muerte de la verdad, y de este modo salvaguardar también los aspectos positivos de este acontecimiento. Quiero decir: la posverdad es el horizonte de sentido que se abre con la muerte de la verdad tradicional y que nos arroja a toda una serie de posicionamientos, uno de los cuales es el nuestras posiciones previas y, como total no hay verdad, interpreto lo que quiero para que se ha instalado y monopolizado como definición de posverdad, esto es, el creer que vivimos tiempos donde todo el mundo se autoengaña ya que nos autoensimismamos en sostenerme a mí mismo.
Siete
Todo es conflicto porque todo es con el otro; inclusive con los otros que también nosotros somos. Todo es conflicto pero le rehuimos, a tal punto que filosóficamente no hemos hecho otra cosa que buscarnos y redescribirnos como unidad, como si deviniéramos de una unidad originaria que en algún momento se hizo trizas. Reconocernos como conflicto: con el mundo, con el otro, con nuestras limitaciones, con nosotros mismos. Reconocernos y no para diseñar un evangelio de corrección y adulación de la unidad. Le temo muchísimo más a la unidad que al conflicto, al pensamiento único que a la grieta. La democracia se hace con el otro, pero con ese otro que de tan otro se me escapa, me molesta, me perturba, me desafía. A mí últimamente no me hacen tanto ruido las grietas como la supuesta paz social a la que se llega disolviendo las partes en conflicto. ¿Qué otra cosa es la democracia si no esas diferencias en conflicto, o en pugna, donde, justamente, cada una de las partes puede desplegar su singularidad y la singularidad de uno va a chocar permanentemente con la singularidad del otro?
En SIETE PÁRRAFOS, grandes lectores eligen un libro de no ficción, seleccionan seis párrafos, y escriben un breve comentario que encabeza la selección. Todos los martes podés recibir la newsletter, editada por Flor Ure, con los libros de la semana y novedades del mundo editorial.
Todos necesitamos amigos en el trabajo. ¿Quiere celebrar que ganó un gran cliente o alcanzó un nuevo objetivo? ¿Necesita desahogarse acerca de qué tan demandante, controlador, poco razonable u horrible es el jefe? Para eso están los amigos.
Hay beneficios probados de esas relaciones. Una investigación de Gallup ha mostrado que las personas que tienen a sus mejores amigos en el trabajo son más comprometidas y sus organizaciones muestran mayores ganancias y lealtad de los consumidores, en comparación con aquellas en las que las amistades cercanas entre los colegas son menos comunes.
Sin embargo, si recientemente lo han ascendido a su primer rol gerencial, usted entiende que tener amigos cercanos en el trabajo también puede ser complicado. Antes, usted y sus amigos se quejaban del jefe a sus espaldas. Ahora usted es el jefe y ellos se están quejando de usted a sus espaldas. Ellos podrían esperar un trato preferencial y otros empleados se preocuparán por el favoritismo.
Cuando Scott Tonidan, profesor del Davidson College, Paige Logan, su antigua estudiante y yo examinamos los desafíos de liderazgo de casi 300 gerentes novatos, encontramos que la transición de amigo a jefe –lo que llamamos “ajuste al manejo de personas/muestras de autoridad”- era el mayor obstáculo, citado por casi el 60 por ciento de los encuestados.
Estas preocupaciones parecen alejarse a medida que los líderes ascienden en la jerarquía. Cuando, en mi investigación, le pregunté a gerentes intermedios de todo el mundo acerca de sus preocupaciones más comunes, navegar la transición de amigo a jefe ni siquiera llegó al top 10.
Investigaciones del Center for Creative Leadership muestran que los ejecutivos de nivel C también se enfocan en otras cosas. Tiene problemas más grandes que tratar. En contraste, los nuevos gerentes tienen menos responsabilidades y no están acostumbrados a roles de liderazgo, así que sienten mucho más intensamente los efectos de las cambiantes dinámicas del lugar de trabajo.
¿Qué pueden hacer para superar este desafío? Ser claro. Sí, usted todavía puede ser amigo de sus subordinados. Sin embargo, todos necesitan darse cuenta de que su relación laboral ha cambiado. Ponga expectativas y límites claros. Por ejemplo, hable con sus amigos acerca de las nuevas responsabilidades que enfrenta. Explique que usted es responsable del desarrollo y desempeño de sus amigos y de sus compañeros de trabajo. Para ser un líder efectivo del grupo completo, probablemente tendrá que cambiar la cantidad de tiempo que pasa con ellos y el tenor de su interacción.
Sea justo. Cuando se trata de bonos, aumentos, ascensos, apoyo y recursos, ponga de lado sus preferencias personales. Si sus amigos los merecen, y está documentado, excelente. Si no es así, y sus amigos son recompensados, surgirán el chisme y la desconfianza.
Sea consciente. Cuando tiene puesto su “sombrero de supervisor” todos los ojos están sobre usted. Así que póngale atención a las señales que está enviando. ¿Cuánto tiempo, energía y recursos le está dando a sus amigos, en comparación con otros? Pídale a su propio jefe o a un consejero de confianza que observe y le brinde feedback.
Esté preparado. Steve Nowicki, mi profesor de psicología en la Emory University, me enseñó que las relaciones tienen un ciclo de vida de cuatro etapas: elección - comienzo – profundización- final. Cuando usted pasa de amigo a jefe, la amistad como la conocía ha terminado. Usted y su amigo deben elegir si comenzar de nuevo, en esta nueva fase. Si él, ella o usted no pueden ajustarse, supere la relación. Sin embargo, no queme los puentes. Nunca se sabe quién podrá dirigirlo algún día.
Bill Gentry es un científico investigador de alto nivel en el Center for Creative Leadership.
Un hogar debería ser un refugio, un lugar tranquilo, cálido y acogedor para relajarse al final del día. Pero con demasiada frecuencia no alcanza ese ideal. Sin embargo, siguiendo unos simples pasos, es posible calmar el caos, tomar el control y hacer de cualquier casa o apartamento una casa más acogedora.
UTILIZAR COLORES DE PINTURA CLAROS. Las preferencias personales siempre entran en juego al elegir los colores de pintura, pero para los espacios principales de un hogar sereno, una buena regla general es elegir colores tenues que no pidan atención.
"Si realmente deseas hacer que una habitación sea tranquila, hacerla bastante liviana y mantener todas las partes y piezas de esa habitación en la misma familia de colores tiende a ser una experiencia visual bastante relajante", dice Eve Ashcraft, consultora en color de arquitectura de New York.
Muchas personas reaccionan bien a los "grises suaves y muy tranquilos", dice, mientras que otros prefieren azules muy pálidos. "Colores que se sienten casi sombríos", dice.
EVITAR LUSTRES BRILLOSOS. Para paredes con colores que casi parecen disolverse en el espacio, Ashcraft recomienda brillos planos o mate (dos términos que se usan indistintamente para el mismo acabado) para las paredes.
"Para un cliente que desea un retiro Zen, en lugar de cambiar el color entre la madera y las paredes, haré que esas dos superficies sean del mismo color, pero cambiaré el acabado solo un poco", dice. "Solo para darle un poco de sastrería a la vez que es realmente sencillo".
Pinta el techo del mismo color en un brillo plano, sugirió, o elige un tono que sea ligeramente más claro que las paredes.
PINTÁ OSCURO EN ZONAS MAS PEQUEÑAS. La pintura muy oscura puede ser muy efectiva para crear un entorno de ambiente de capullo en habitaciones secundarias que se usan principalmente por la noche, como dormitorios y salas de medios.
"A muchas personas les sorprende lo mucho que les gusta una habitación así", dice Ashcraft. "He tenido clientes preocupados de que se sentirá demasiado pequeño. A menudo, lo contrario es cierto. Obtienes esta sensación de capullo o nido, y la gente quiere usar más la habitación ".
El mundo anglo-norteamericano, que en algún momento fue un faro del “estado de derecho”, se está transformando en un caos constitucional. En Estados Unidos, la administración del presidente Donald Trump está poniendo a prueba la resiliencia del sistema de controles y contrapesos hasta el punto de ruptura. En la Gran Bretaña del Brexit, mientras tanto, el debate sobre la pertenencia a la Unión Europea amenaza con desgarrar al país o, peor aún, desintegrarlo en pedazos.
Si bien Estados Unidos y el Reino Unido tienen constituciones muy diferentes –empezando por el hecho de que una es escrita y la otra no-, ambas implican una interacción sutil de leyes formales y normas y convenciones informales.
Esto es porque no existe una interpretación clara del Artículo 50 del Tratado de Lisboa de la UE, que establece el proceso por el cual un estado miembro puede abandonar el bloque. De la misma manera, no existe una respuesta definitiva a la consulta de Trump, más recientemente en el drama en torno al informe Mueller, sobre si una colusión con Rusia es técnicamente ilegal. Quienes redactaron las leyes relevantes, obrando de buena fe, nunca imaginaron que surgirían casos como éste.
Pero si bien pocos anticiparon el caos constitucional actual, muchos de los problemas surgen de la consideración prevaleciente del estado de derecho en la academia legal occidental. Aunque es correcta al considerar que la existencia del estado de derecho es un triunfo, se equivoca al dar por sentada esta situación.
La arrogancia de gran parte del pensamiento liberal sobre la ley ha sido suponer que una vez que existe un régimen de estado de derecho, éste será autosuficiente casi a perpetuidad. Pero una constitución por sí misma no puede garantizar una sociedad cohesiva más de lo que un contrato de matrimonio puede garantizar una vida de amor verdadero y romance épico. Inevitablemente hay que esforzarse por lograr que el acuerdo sea feliz, pacífico, próspero y seguro. Las sociedades, al igual que las parejas, se benefician si renuevan sus votos.
Las fisuras que aparecen en el orden constitucional de ambos lados del Atlántico son prueba de errores fundamentales en nuestra teoría de las instituciones. El legalismo liberal se enorgullece de su neutralidad valorativa, y de colocar a individuos que esencialmente actúan en interés propio en el centro. Pero estas suposiciones son difíciles de reconciliar con aspectos importantes de la naturaleza humana tal como es hoy.
Es mucho más probable que las reglas cobren tracción si apelan a lo que los psicólogos llaman “la maquinaria moral”. En el esquema propuesto por el premio Nobel de Princeton Daniel Kahneman en su libro Pensar rápido, pensar despacio, esto implica apelar al pensamiento del “Sistema 1” de los seres humanos, que se basa en la emoción y el instinto, así como al “Sistema 2”, más deliberativo o lógico.
Es más, al acentuar el “yo” casi enteramente a expensas del “nosotros”, la teoría liberal ignora el hecho de que los seres humanos son inherente y fundamentalmente sociales –y corre el riesgo de generar una profecía autocumplida-. De hecho, el trabajo del biólogo Joseph Henrich demuestra que la capacidad de cooperación ha sido la fuerza principal que impulsa hacia adelante el proceso evolutivo humano.
Sin embargo, un cuerpo cada vez mayor de evidencia sugiere que sostener la cooperación humana en grandes redes es difícil. Mi propia investigación empírica ha destacado las dificultades de intentar establecer regímenes de estado de derecho en países postcoloniales o economías en transición. En las ciencias cognitivas, el psicólogo evolutivo Robin Dunbar ha dicho que el cerebro humano puede procesar de manera óptima una red social de no más de 150 personas aproximadamente.
Esto no significa que todo intento de crear estructuras de gobernanza de gran escala esté destinado al fracaso. Como sostiene Ara Norenzayan en Grandes dioses, la religión ha tenido éxito en ese sentido durante siglos. La lección, más bien, es que inclusive en contextos seculares la creación de una narrativa compartida es esencial para ayudar a respaldar a las instituciones.
Al igual que cualquier relación o amistad emocionalmente importante, esta narrativa debe mantenerse a través de actos de unidad –inclusive a través de la risa y el canto, según Dunbar-. El comportamiento pro-social generalizado es posible, pero necesita ser “evocado”, como sostiene el psicólogo de Harvard Steven Pinker, por una cultura que apele activamente a los “mejores ángeles de nuestra naturaleza”.
Los líderes políticos pueden hacer mucho para generar una sensación de unidad, como ha demostrado la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, luego de las masacres en dos mezquitas de Christchurch en marzo. Tristemente, las instituciones en Estados Unidos y el Reino Unido han ignorado la creciente decadencia de la sociedad civil, aunque quedó documentada hace casi veinte años en el libro titulado Bowling Alone del cientista político de Harvard Robert D. Putnam. Como resultado de ello, la ley ha quedado reducida a un sistema de restricciones amorales que se pueden debilitar.
Contrariamente a la famosa proclama de la ex primera ministra británica Margaret Thatcher, existe en efecto algo llamado sociedad. Pero al persistir con una visión estrecha de las instituciones que está privada de contexto social, corremos el riesgo de que terminen siendo demasiado rígidas para sobrevivir. Y sin una sensación de comunidad, las constituciones pueden volverse peligrosamente frágiles –especialmente cuando los líderes populistas se apresuran a ocupar el vacío de valores avivando el sentimiento tribal.
La crítica de políticos como Trump o la encarnación del Brexit Nigel Farage plantea un grave peligro para las instituciones de larga data. Tanto Estados Unidos como el Reino Unido necesitan líderes que enfaticen una cultura de cooperación en lugar de una competencia hacia el abismo, y que fomenten activamente un credo colectivo.
Occidente necesita idealizar menos a las instituciones formales y promover más la amistad cívica. Deberíamos poner menos énfasis en lo puramente procesal y más en la gente. Al darle un alma al estado de derecho, podemos empezar el largo proceso de devolverle la salud a nuestros sistemas políticos.
Antara Haldar es profesora universitaria de Estudios Legales Empíricos en la Universidad de Cambridge.
María Mercedes Castro está sentada en el bar ubicado en el barrio porteño de Belgrano esperando la entrevista. Se la nota incómoda y con cierta timidez. La pila de libros y su cuaderno artesanal evidencian que no se trata de una joven de 27 años despreocupada y pendiente de las redes sociales, como muchos de sus contemporáneos.
“El lema de nuestra editorial es ‘No dejes que tus historias naufraguen’. Lo que hacemos es rescatar historias del naufragio”, dice con cierto orgullo, como una superheroína que se reconoce como salvadora de relatos, esos que sin ella nunca verían a la luz o, mejor dicho, el papel. Además, como todo superhéroe, este trabajo, vocación o servicio “a la comunidad” lo hace gratis, por amor a esas historias perdidas.
Aunque habla en plural, Signos del Sur Editores es una pequeña editorial que fundó hace dos años. Ella es quien viaja y busca la materia prima en el interior del país. “Trabajo con un ilustrador, una imprenta y una correctora, que me ayuda cuando tenemos dos proyectos en simultáneo”, detalla.
Así fue que Mer, como le dice su familia, comenzó desde 2017 a recorrer las provincias argentinas en busca de historias que merecen trascender, para ser conocidas por todo un pueblo, por otras localidades e, incluso, por el resto de la Argentina.
Los rescatados: de Chaco a Malvinas
El primer hijo de Signos del Sur fue Retoños, de Silvia Lidia Bled. “La autora es de un pueblo chaqueño llamado Quitilipi. Ella me contactó porque quería escribir una historia donde contaba cómo sus ancestros, mitad de Francia y mitad de Italia, se asentaron en el Chaco. Su familia fue la que creó el tendido de vías en esta provincia. Ese fue mi primer libro”, dice la licenciada en Letras con gran orgullo.
Todavía recuerda lo complicado que fue llegar hasta ese pueblo, y lo amable y hospitalaria que fueron las personas que la recibieron. “Ver las ansias que tiene la gente por contar sus historias y hacerlas trascender me confirmó que debía seguir haciendo este trabajo”, agrega Mercedes.
Actualmente esta editorial ya ha editado 15 libros pero ¿cuánto tiempo demora en terminar un libro? La fundadora de Signos del Sur asegura que a veces se encuentra con textos muy bien escritos, que sólo requieren pequeñas correcciones, pero en otras ocasiones los escritores tienen su historia por la mitad y necesitan ayuda para terminarla o darle un cierre. “No cobro por mis servicios. Los autores sólo deben cubrir los costos de la producción del libro. Depende de cuántos quieran imprimir, pero 150 ejemplares cuesta cerca de $15.000”, dice cuando se le pregunta sobre el costo de su editorial.
El proceso para seleccionar el material también es complejo. Muchas veces a Mercedes le toca la difícil tarea de decir que esa historia no es adecuada para su editorial. “Cuido mucho qué se publica, porque quiero que sean relevantes no sólo para la familia del autor, sino también para toda la comunidad y para todo el país, porque el objetivo principal de nuestra editorial es difundir la literatura regional por toda Argentina”, reconoce.
Entre sus publicaciones favoritas se encuentra Tierra del viento, de José Escalada. Su autor es de la provincia de Santa Cruz y cuenta una historia ficticia sobre los primeros habitantes de las Islas Malvinas. “La novela comienza en el presente, con dos amigos que encuentran cartas antiguas de una pareja de amantes. Ella, la protagonista, tiene que venir a las islas Malvinas por el trabajo del padre; él, en cambio, se queda en Inglaterra. A través de estas cartas, los amigos empiezan, en la actualidad, a investigar sobre esta historia y van descubriendo cómo eran los primeros habitantes de las islas. Se llama Tierra del viento porque en el puerto San Julián el protagonista siempre es el viento y, además, es la principal figura tanto en el pasado como en el presente. Es la conexión entre las dos historias”, relata la editora.
Lograr esta publicación fue tan importante para el pueblo que el autor fue protagonista de varias entrevistas en medios locales, donde comentó de qué trataba su obra y cómo logró editarla. “Tenía unos ahorros que venía juntando hace tiempo para poder publicar este libro. Ya pueden conseguirlo en las librerías de San Julián, en mi trabajo, o en mi casa. Yo tendré las puertas abiertas a quien quiera charlar conmigo del libro. Quiero que todos conozcan esta historia y que me compartan lo que sintieron al leerla”, dijo Escalada a un medio televisivo local.
Los nombres de los personajes son ficticios pero se sabe que la historia es real. Además, como un guía turístico o el embajador de un pueblo, el autor se tomó fotos en todos los lugares que va mencionando a lo largo de la novela.
"Relatos ricos que se pueden perder"
Actualmente la editorial ha publicado libros de autores de Chaco, Entre Ríos, Santa Fe, Río Negro, Santa Cruz y Mendoza, entre otras provincias; y cuenta con 2000 miembros o suscriptores del sitio web.
Otro punto fundamental es que estos libros no se distribuyen en cadenas comerciales. La distribución y difusión es otro de los grandes esfuerzos que hace la editorial. “Tenemos una plataforma digital donde informamos sobre los libros que vamos editando. También los difundimos en nuestra cuenta de Instagram y Facebook, donde hemos creado una comunidad de lectores muy grande, que está pendiente de nuestras novedades. Además viajo con frecuencia a ferias del libro que se hacen en pueblos y provincias del interior. Y los propios autores dejan ejemplares en las librerías de sus localidades”, explica.
Mientras nuevas historias se van gestando Mercedes sigue recorriendo el país en busca de más relatos, esos que es necesario salvar entre los mares, los ríos, los lagos, las montañas y las llanuras de nuestra querida Argentina.
“Muchas veces las personas consideran que sus historias no son muy importantes y yo estoy convencida de todo lo contrario. Son relatos sumamente ricos que de no ser escritos se van a perder, porque aunque formen parte de la oralidad de los pueblos y de las familias van a ir desapareciendo, poco a poco, si no quedan plasmados en papel. Y allí quiero llegar, para rescatar lo mágico de cada rinconcito que nuestro país tiene para regalarnos”, finaliza la heroína de relatos.
Una infancia entre libros
Para comprender esta pasión es necesario saber un poco más de esta joven editora. Mercedes creció en una casa donde las historias estaban esperando en cada rincón.
“Mamá estudió Letras y mi padre es anticuario. Aunque los dos tenían profesiones diferentes, siempre tuvieron una gran pasión por la lectura. Crecí en una casa donde había libros hasta en el baño. En casa siempre se respiró literatura”, dice con cierto orgullo.
Después de tanta lectura, como no podría ser de otra manera, Mercedes decidió seguir los pasos de su madre. “Me recibí de profesora y licenciada en Letras. Cuando terminé de estudiar me di cuenta de que dar clases de literatura no me llenaba por completo y decidí hacer una maestría de edición, en España. En cuanto la empecé descubrí que la edición es lo que realmente me gusta. Y fue ahí donde nació Signos del Sur”, relata.
Fue justamente en el viejo continente donde esta joven observó todas las acciones que la industria hace por allá para apoyar y difundir a los escritores locales. “Junto con una compañera del master, Natalia, oriunda de Colombia, comenzamos este proyecto con el objetivo de difundir los talentos de nuestro continente. Esos fueron los inicios de Signos del Sur. Al comienzo era una plataforma digital donde convocábamos autores latinoamericanos para editar sus textos. Hacíamos una selección, los corregíamos, editábamos y luego los subíamos a nuestra plataforma. Hacíamos esa tarea gratis”, recuerda.
Los días y los meses fueron pasando, y cuando terminaron sus estudios estas dos estudiantes volvieron a sus respectivos países. “Natalia decidió dejar el proyecto para abocarse a su carrera de abogada. Yo, en cambio, decidí continuar con Signos del Sur, pero con algunos cambios. Para mí los libros siempre fueron lo más importante, por eso quise transformarlo en un proyecto de papel y dejar de lado la plataforma digital. Tampoco podía abarcar toda América Latina, así que decidí enfocarme sólo en la Argentina”, resume.
“No vivo de la editorial, este es un proyecto que hago porque lo amo. Actualmente trabajo para una editorial de España y soy profesora de español para extranjeros, en la Universidad Austral y en la Embajada de Arabia Saudita”, aclara.
Una apuesta en medio de la crisis de las editoriales
La tarea que Mercedes se propuso no es sencilla. Al contexto económico actual poco favorable, se le suma la crisis que vive el mundo editorial. Este sector es uno de los más golpeados en los últimos años. Según los últimos datos de la Cámara Argentina del Libro, que incluye tanto a grandes como medianas y pequeñas editoriales, la producción de libros en el país cayó un 30% y de ventas alrededor del 50%, en el período que va del año 2015 al 2018. En 2015 se habían producido 83 millones de ejemplares de nuevos títulos y en 2018 ese número pasó a 43 millones.
Y las editoriales más pequeñas son quienes están sufriendo los coletazos más fuertes de la crisis que está viviendo el sector. En nuestro país son aproximadamente 350 las editoriales independientes, según datos de la Feria de Editores, evento anual que reúne medianas y pequeñas editoriales del país y la región.
Pero los malos pronósticos no asustaron a María Mercedes Castro, quien sin dudarlo decidió crear “Signos del sur”, una pequeña editorial con un gran objetivo.
El Big Bang de las aceitunas en Argentina se produjo en el departamento de Arauco, en La Rioja, hace más de 400 años. Los olivos comenzaron a brindar el fruto que, luego, se convirtió en el oro verde de la provincia.
En Aimogasta se encuentra el Olivo Cuatricentenario, un árbol que fue salvado de la tala masiva ordenada en toda América por el rey español Carlos III, en el siglo XVIII. El soberano temía que la calidad de las aceitunas plantadas allí superará a la española. De generación en generación se transmitió que fue doña Expectación Fuentes de Ávila quien salvó un pequeño olivo de ser hachado de su propia finca. A partir de esa planta volvió a esparcirse la olivicultura no sólo en la Argentina, sino que también se llevaron estacas a Chile y Perú.
Actualmente, La Rioja es el primer productor de aceitunas del país, y lidera el ranking nacional de exportación de aceituna de mesa y de aceite de oliva. Hay 3000 pequeños productores dedicados a la olivicultura y las grandes industrias del rubro generan 2000 fuentes de trabajo directo. Se destinan 27.000 hectáreas al desarrollo olivícola, que se asienta en un importante trípode productivo con bases en la ciudad capital, Arauco y Chilecito, a quienes se suman otras regiones en menor escala. El 60% de la producción está destinado a aceituna de mesa en sus diferentes presentaciones (verdes, negras, rellenas, descarozadas, rodajadas), y el 40% a la elaboración del aceite de oliva.
En un contexto de crisis y con las economías regionales muy golpeadas, entre el sector público y el privado se busca incentivar la ruta del olivo, inspirada en la iniciativa mendocina vinculada al vino para promover el turismo en la provincia. Esta propuesta se la piensa como un instrumento que busca hacer crecer la competitividad del sector con el desarrollo del oro verde y dando crecimiento a la única variedad autóctona argentina, la Arauco.
Como los distintos sectores de la producción no se encuentran en su apogeo, lo primero que se hizo fue conformar un cluster olivícola riojano integrado por los productores primarios (propietarios de fincas y plantaciones de olivo); industriales; comercializadores; y proveedores de servicios, insumos, tecnología y equipamientos.
El presidente de la Cámara de Industriales Olivícolas de La Rioja, José Hilal, señala que la ruta del olivo es un anhelo que tienen hace rato los productores e industriales. “La idea es transformar la riqueza productiva que tenemos en una propuesta atractiva para turistas de todo el mundo. Tenemos previsto formalizar esta iniciativa en diciembre y ahí empieza el plan de ejecución”, adelanta.
Maria Magdalena Brizuela es personal de apoyo a la investigación en el grupo olivo en CRILAR (Conicet-La Rioja) y pequeña productora de Aimogasta. “Creo que la ruta del olivo va a ser una buena oportunidad para los pequeños productores, que venimos tan castigados y golpeados por los avatares económicos, enfermedades y falta de buenos recursos”, señala.
Brizuela participa de talleres vinculados a la iniciativa. Uno fue sobre la importancia del souvenir y otro sobre cómo acondicionar las casas de las fincas para los turistas.
Mendoza es el modelo que inspira a La Rioja. El ente de Turismo mendocino ya ofrece visitas a 112 bodegas. Es decir, todas esas fincas están preparadas para hacer visitas guiadas, degustaciones, dar de comer y hasta hospedar visitantes.
Mientras que unas 170 bodegas de todo el país están nucleadas en Caminos del Vino y trabajan junto a 35 empresas de turismo para posicionar rutas del vino en varias provincias.
Hilal observa que el pequeño productor está muy disgregado y que es difícil hacer llegar las mismas herramientas a todos. Dice: “La idea es que a partir de la ruta del olivo se puedan nuclear productores para que puedan crecer. El pequeño productor está en peligro de extinción porque quedó fuera de escala. De esta forma, se podría poner en valor la forma artesanal en que trabaja sus productos”.
El Ministro de Planeamiento e Industria riojano, Rubén Galleguillo, cree que esta herramienta posiciona a la provincia en los mercados nacionales e internacionales y remarca que es necesario acompañar la iniciativa con políticas macroeconómicas.
“Estamos solicitando al Gobierno nacional, a Cancillería y a quienes están negociando los tratados, la exclusión del aceite de oliva y la aceituna de la liberación de aranceles. Sabemos que la Unión Europea tiene prácticas proteccionistas sobre esta actividad y varios países han denunciado las prácticas de dumping (competencia desleal). Este es un aspecto, y el otro es el acuerdo entre Egipto y el Mercosur por el cual se permite la entrada libre de aranceles por parte del país africano para conquistar los principales mercados latinoamericanos, como el brasileño, que es en dónde se destina casi el 80% de nuestras exportaciones", señala.
Una actividad generacional con demasiados desafíos
La familia de Hilal comenzó en 1940 a trabajar con las aceitunas. “Seguimos en esto mientras el tiempo lo permita y tomemos decisiones inteligentes para mantenernos en el mercado. Hoy ofrecemos aceitunas en conserva y aceite de oliva. Amamos trabajar en esta actividad. Es un estilo de vida”, comenta.
Juan Contreras también heredó de su padre el interés por la olivicultura. El pequeño productor riojano de 37 años tiene su finca en Aimogasta y toda su familia se dedica a esta actividad.
“La cosecha del Arauco empieza en marzo y se extiende hasta mayo. En esos meses, se da el trabajo más fuerte y no se descansa. Ahí es cuando uno está en constante movimiento. Tenemos un ritmo constante de trabajo de entre 12 y 14 horas. Con mi hermano y mi viejo nos encargamos de la finca”, relata Contreras.
Además de trabajar en la finca y comercializando las aceitunas en conserva en el emprendimiento familiar, hace siete años Contreras empezó a trabajar en la empresa Agroarauco porque no podía vivir exclusivamente de la producción de la finca familiar. En la empresa es encargado del patio de fermentación.
Agroarauco Sapem es un empresa donde el Estado provincial es el accionista mayoritario. La firma tiene una planta industrial para la elaboración de aceitunas de mesa y otra para la extracción de aceite de oliva, que se proveen de alrededor de 1000 productores locales. El objetivo de este modelo productivo tiene que ver con mover la economía regional, circulando dinero en la provincia. El estado asume el rol de inversor, manteniendo los puestos de trabajo.
“El 2017 fue un año súper productivo. En 2018 y durante este año mermó mucho la cantidad de aceitunas que entregaron. Algunos productores venían entregando 40.000 kilos y pasaron a 7.000 kilos. Al productor le pagamos $25 el kilo”, señala Cristian Flores, contador e integrante del directorio de la empresa.
Un trabajo artesanal e industrial con temporadas altas y bajas
El proceso productivo consiste en el ingreso de la aceituna cruda (en su estado natural, el fruto cuenta con un compuesto fenólico, llamado oleuropeína, el cual contiene un sabor muy amargo). Los productores las entregan en bines o cajones de 600 kilos. Se las vuelca en una cinta transportadora que las selecciona para ingresar a la fábrica. Allí hay 18 tanques con capacidad para 10.000 kilos cada uno. Se las pone con soda cáustica y se las cocina. Ahí se mantienen por 24 horas. Terminado ese proceso, se transfiere por caños al patio de fermentación, donde permanecen alrededor de 60 días. Luego, se las envía por cañería a las tolvas y por cintas generales se las separa por tamaño. Se pesan, se almacenan y luego se venden a granel.
Según Brizuela, las fincas tradicionales, aquellas que tienen más de 40 años, dan más trabajo porque los olivos son muy grandes y tienen muchas ramas que incomodan. Sobre los desafíos, ella comenta que el monocultivo favorece el desarrollo de plagas y enfermedades. “Un problema actual es la rama seca, una enfermedad producida por dos agentes: Verticillium Dahliae y Xylella fastidiosa. En 2010, yo tenía cuatro plantas enfermas, ahora tengo el 80% de los olivos de la finca con rama seca”, destaca.
Otra característica particular del olivo es que es una especie vecera, un año da alta producción y otro da baja producción. Si uno no hace poda y no fertiliza la vecería es más marcada. Además, aparecen factores ambientales como el viento Zonda, que se produce en agosto y septiembre. “Si este viento se produce en época de floración, el olivo se seca, se quema y no tenemos producción”, explica Brizuela.
Andrés Capdevila tiene una finca de 120 hectáreas con olivos y viñas en la localidad de Nonogasta. “Hoy crecer como productor está muy complicado por la situación económica, pero no estamos defendiendo con la comercialización de aceite de oliva. Tratamos de vivir de esto, pero cuesta mucho. Mi primo y yo estamos vinculados en todo el proceso. Cosechamos, traemos la producción a La Riojana para moler las aceitunas, nos llevamos en tanque el aceite y nosotros lo envasamos. Luego, lo comercializamos. Es todo a pulmón. En la época de cosecha vivo acá, pero también tengo mi actividad en Córdoba. Allá está mi mujer y tengo una empresa de pinturas. De joven viví en las fincas, pero es duro. Ahora voy y vengo. Estoy acostumbrado a la ciudad”, comenta el productor olivícola de 51 años.
La cooperativa frutihortícola La Riojana cuenta con una planta industrializadora de aceite. Esta campaña, van a producir 350.000 toneladas de aceite, donde el 60% es orgánico. Entre marzo y junio los productores llevan los cajones con la fruta. Allí, a través de una máquina, se limpia, se extraen las hojas y se muele. La fruta se transforma en una pasta que luego ingresa a la sala de extracción donde el primer paso es un amasado y aumento de la temperatura. Luego, el producto pasa por un centrifugado y finalmente pasa, listo para consumir, a la sala de conservación. Allí se mantiene entre 20 y 30 días.
En relación al desarrollo de las economías regionales, Mario González, presidente de La Riojana reflexiona:“En la provincia, nos faltó una definición concreta de hacia dónde ir. Hay que repensar lo que se hace con las economías regionales a nivel nacional. Estamos muy lejos del puerto, la logística cuesta mucho y falta una visión de país donde estemos incluidos todos”.
De los factores planteados por González pocos pueden ser cambiados en el corto plazo. Sin embargo, recurrir a iniciativas como la ruta del olivo puede ser un incentivo para articular a diferentes sectores y comenzar a planear nuevas estrategias de desarrollo económico. La sinergia entre turismo, industria y producción puede dar lugar a una herramienta transformadora de la economía regional. El desafío es que todos estén incluidos en este proyecto.
El transporte público es siempre una mejor opción para el planeta que manejar, y también es generalmente una mejor opción para desconectarse, pero a menudo un viaje diario tiene que incluir usar un auto. Según datos del censo de Estados Unidos, la gran mayoría (el 85%) de los que viajan diariamente al trabajo lo hacen manejando. Hay maneras de reducir el impacto en el medio ambiente y tu billetera utilizando menos gasolina y manteniendo tu auto en buena forma.
Probá estos consejos de manejo:
Aflojále al acelerador y a los frenos. Manejar de manera eficiente puede ayudar a reducir las emisiones de carbono. Manejá "como si tuvieras un huevo debajo de tu pie", dice Brian West, experto en investigación de motores y combustibles en el Laboratorio Nacional de Oak Ridge, cerca de Knoxville, Tennessee.
Hacéle un service a tu auto regularmente para mantenerlo eficiente.
Revisá las ruedas. Mantenerlas correctamente infladas puede reducir las emisiones de carbono. "La baja presión de los neumáticos afectará tu economía de combustible", dice West. (La presión recomendada de los neumáticos se encuentra en una etiqueta adhesiva ubicada dentro de la puerta del conductor en la mayoría de los autos de modelos más nuevos. Si no hay una etiqueta adhesiva, consultá el manual de propietario).
El aire acondicionado y manejar de manera intensiva en la ciudad pueden hacer que las emisiones sean mayores. Reducí esto lo más posible.
Usá el modo crucero durante viajes largos. En la mayoría de los casos, esto puede ayudar a ahorrar gas.
No agregues peso a tu auto con cosas que no vas a necesitar en tu viaje.
Hacé carpooling. De esta manera, estás minimizando las emisiones generadas por las personas en el auto. Los viajes compartidos también pueden reducir los costos para cada persona, proporcionar una socialización muy necesaria y reducir la carga de manejar todos los días.
Prácticamente todos los países del mundo se han comprometido a lograr la cobertura universal de salud (CUS) hasta el año 2030, como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.
Pero algunos países están progresando mucho más rápido que otros para brindar un acceso equitativo no sólo a los servicios de salud, sino también a medicamentos y vacunas asequibles. Entre los que lideran este grupo se encuentra Vietnam.
En la actualidad, el 87,7% de la población de Vietnam, es decir 83,6 millones de personas, están cubiertas por un seguro de salud. Según el último Global Monitoring Report sobre la CUS, publicado conjuntamente por la Organización Mundial de la Salud y el Banco Mundial, el 97% de los niños vietnamitas ahora reciben inmunizaciones estándar, en comparación con el 95% de los niños en Estados Unidos. Desde el año 1990, la tasa de mortalidad materna del país ha disminuido en un 75%.
Vietnam ha logrado alcanzar hitos tan impresionantes antes de lo previsto, a pesar de tener un ingreso per cápita promedio de tan sólo $2.342 en el año 2017. La clave de su éxito no es la escala de la inversión en atención médica, que asciende a una modesta cifra de $142 por persona al año (dicha cifra incluye los fondos públicos y los gastos del propio bolsillo de las personas), sino la forma cómo el gobierno utiliza sus recursos, entre ellos al capital intelectual del país.
El enfoque estratégico de Vietnam se puede ver en su esquema de Orientación de las actividades de atención médica del Ministerio de Salud, que requiere instalaciones de salud en los niveles central y provincial de la administración gubernamental para ayudar a desarrollar la capacidad de las instalaciones distritales y comunitarias. Un objetivo clave de este esquema es transferir más de la carga de brindar servicios médicos desde hospitales de niveles superiores a centros de atención primaria de salud de niveles inferiores.
Debido a una larga historia de profundas disparidades en los resultados de salud entre las zonas urbanas y rurales, los vietnamitas todavía intentan a menudo pasar por alto sus centros de salud locales en favor de hospitales principales ubicados en los centros urbanos. Esto crea ineficiencias en el sistema de salud y aumenta los costos del propio bolsillo para los pacientes y sus familias, sin garantizar la mejor atención.
Por lo tanto, más allá de garantizar que los servicios de salud comunitarios puedan ofrecer atención asequible y de calidad, existe la necesidad de cambiar las percepciones del público. Las familias deben confiar en que pueden obtener un diagnóstico confiable de malaria, enfermedad pulmonar obstructiva crónica o diabetes a nivel local, así como otros tratamientos y medicamentos necesarios.
Con este fin, los establecimientos de salud deben fortalecer sus relaciones con las comunidades locales, sobre todo proporcionando de manera rutinaria un nivel de servicio que satisfaga a los pacientes. Estas relaciones ayudarán a promover otro imperativo de mejora de la salud y ahorro de costos: los trabajadores de salud locales deben poder educar a sus comunidades para mantener la salud y evitar enfermedades. El éxito requerirá buenas condiciones de trabajo y acceso a la capacitación continua, así como también el apoyo administrativo, todos estos factores que son de importancia crítica para la satisfacción laboral.
El gobierno de Vietnam reconoce que, para implementar su estrategia de atención médica de manera efectiva, necesita ayuda. Ha establecido un nuevo Grupo de trabajo para la transformación de la atención primaria de salud, liderado por el Ministerio de Salud de Vietnam y que incluye a diversos actores de los sectores público, privado y sin fines de lucro. Los socios fundadores del grupo son el Foro Económico Mundial, la Escuela de Medicina de Harvard y Novartis (empresa en la cual soy presidente de la Junta).
El grupo de trabajo tiene como objetivo fortalecer los proyectos de demostración de atención primaria ya existentes en treinta provincias vietnamitas y aplicar las lecciones aprendidas, con el propósito de desarrollar soluciones holísticas que puedan replicarse y ampliarse. También otorgará una alta prioridad a la medición y evaluación rigurosas de los resultados: desde la calidad de los servicios de salud a nivel comunitario hasta la rentabilidad de la atención primaria de salud.
Cada socio está invitado a contribuir con capacidades, recursos y conocimientos para este esfuerzo. Por ejemplo, la Escuela de Medicina de Harvard aporta experiencia de clase mundial en la gestión organizativa de los equipos de atención primaria de salud. Los socios nacionales aportan, entre otras cosas, una profunda comprensión del contexto local, que es esencial para desarrollar e implementar soluciones sostenibles.
Por su parte, Novartis ofrece una comprensión de cómo implementar la tecnología digital a gran escala, involucrar a las comunidades rurales en educación para la salud, y ampliar los programas de educación para profesionales de la salud en comunidades rurales. De hecho, Novartis ya ha realizado contribuciones similares a través de otra exitosa asociación público-privada en Vietnam, denominada Cùng Sông Khòe (CSK).
Llevada a cabo en colaboración con el gobierno de Vietnam, Cùng Sông Khòe ha estado brindando una gama de servicios a comunidades rurales desatendidas en Vietnam desde el año 2012. Esa iniciativa ha ampliado tanto el cuidado de problemas médicos comunes (por ejemplo: la diabetes, la hipertensión y las afecciones respiratorias), así como la educación para la salud del paciente y la educación médica continua para los profesionales de la salud. Desde el 2012, CSK ha llegado a más de 570.000 personas, principalmente adultos, en 16 provincias.
Vietnam tiene importantes desafíos por delante. Tendrá que lidiar con los factores ambientales y de comportamiento que subyacen a la mala salud y las enfermedades, especialmente las altas tasas de tabaquismo entre los hombres, las altas tasas de consumo de alcohol, y la contaminación del aire. El país también tiene una de las poblaciones de más rápido envejecimiento en el mundo.
Además, aún deben emprenderse importantes reformas en la atención de la salud para mejorar los resultados. Por ejemplo, el gobierno debería crear incentivos para que los médicos sean más selectivos al remitir pacientes a hospitales de mayor nivel y para que envíen más pacientes a los centros locales de atención primaria de salud.
No obstante, el progreso de Vietnam hacia la cobertura universal de salud ha sido notable, en parte gracias a la adopción de alianzas estratégicas público-privadas por parte del gobierno. Para los países que han luchado por avanzar puede vale la pena hacer suyo este modelo, así como también los abordajes de otros países, como por ejemplo Indonesia, Ruanda y Tailandia, que tienen un alto desempeño en la carrera por alcanzar la cobertura universal de salud,
Traducción del inglés al español por Rocío Barrientos
Jörg Reinhardt es presidente de la Junta Directiva de Novartis.
—En febrero del 99 me descubrieron leucemia. Me tenía que hacer quimio todas las semanas. Cuando empecé a salir en tratamiento ambulatorio, en enero del 2000, aprovechaba y me iba a Necochea con un amigo, el negro. Mi familia tiene un local de churros y los veranos hacían temporada ahí. Mi amigo manejaba. Yo iba al lado con el barbijo, todo pelado, inflado de los corticoides. Estábamos toda la semana allá, volvíamos, me hacía la quimio, volvíamos a viajar. Y así. Ida y vuelta. Mate, música, charla, existencialismo. Mirar donde se junta el río con el mar. Ahí me asaltó una idea nueva. Lo miré al negro y le dije: voy a ser actor.
***
Aunque apenas pasan las 18.30, la noche fría del 27 de junio ya decantó en Martínez, al norte del Gran Buenos Aires. Pese a la oscuridad todavía delgada, en las pocas cuadras que separan la estación de tren de la Biblioteca Popular Bernardino Rivadavia se puede apreciar el encanto de este barrio pudiente de la provincia: las casas suntuosas, los edificios de frentes amplios y opulentos, las veredas arboladas.
La biblioteca se erige en una esquina. Muestra un mural cándido con árboles, casas y familias de la mano: “Unión vecinal de Martínez” se lee en una esquina, arriba de la pintura. Adentro hay niños haciendo actividades, padres que vienen a buscarlos para llevarlos a casa. Un niño de unos ocho años, enfundado en una campera azul, se acerca a la puerta acompañado por una chica de veintipico —¿una tallerista? ¿una maestra?—. El niño le habla con entusiasmo de cosas tridimensionales, varitas mágicas y dementores (en estos últimos personajes se comprende todo: Harry Potter).
En esta biblioteca, donde hay propuestas para todas las edades, Ariel Staltari comenzará, en poco más de una hora, su clase de teatro al grupo de los jueves. Hace casi cuatro años y medio a su tarea actoral le agregó la docencia. Empezó “este viaje” junto al actor Marcos Horrisberger, al que ahora se sumó también el actor y director Juan Pablo Kexel. Tienen cinco cursos de 20 personas cada uno, hombres y mujeres mayores de 18 años. Es decir, unos 100 alumnos y alumnas.
El salón donde enseñan es amplio, con un escenario de buen tamaño. El teatro se impregna en la piel desde el umbral: un telón carmesí cubre la madera oscura de la entrada. Lo primero que se ve al atravesarlo es la tarima donde ocurre la magia. Ventanales gruesos, bañados por cortinas de un rojo gastado, recorren la pared más lejana a la puerta. Si fuera de día, la sala desbordaría de luz. Ahora, hay otra: la de la pasión de quien es lo que hace. De quien se sabe existir por lo que hace.
—No sé cuál es mi principio. "El final es en donde partí", dice La Renga, y el principio andá a saber —dice.
Pero sí sabe.
—Soy de Ciudadela. Nací en el Hospital Posadas, en El Palomar. Mi familia: papá, mamá y dos hermanos, Leandro y Luciano, son todos churreros. Todos entre la harina y el agua. Toda la vida fuimos a hacer temporada a Necochea, éramos los churreros de la costa. Y ellos siguen viviendo de eso.
Ariel Staltari (45) tiene un pantalón de jogging,tipo babucha, gris; un buzo cangurito gris con detalles verdes; zapatillas deportivas grises. Ojos cansados, profundamente expresivos.
Cuando habla dice “gracias a Dios”. Y, a veces, en vez de “yo”, se escinde de sí y dice "uno". Cuando habla, su voz de arena, de sílabas arrastradas, trae las marcas de la noche. Del barrio. Del Oeste. Del rock.
Estuvo en la piel de Walter, un rolinga paseador de perros que vivía en una casa tomada con otros tres amigos, en Okupas; en la piel de Luis Calda, el mejor amigo de un barrabrava y dealer de un barrio humilde en el que apoyaban a un puntero político en su intento de llegar al poder, en El Puntero; en la piel de Loquillo, hijo e integrante de la banda de Chelo, un gallero y jefe de un grupo de piratas del asfalto del conurbano bonaerense, en Un gallo para Esculapio. Estuvo en la piel de tantos.
Cuando habla, también lo hacen ellos.
***
Primero fue el sonido. La música. Primero fue rock and roll.
La banda se llamaba Perros de la noche. Había empezado un día cualquiera, cuando Staltari, con 16 o 17 años, estaba en la casa de un amigo: Ricky.
—Él estaba tocando la viola y yo mirándolo. De repente me dice: “¿Sabés tocar la bata?”. “No”, le digo, “no sé”. Él tenía una batería ahí tirada, una Rex vieja que no tenía ni pedal de bombo. Y me dice: “¿No te animás a seguirme?”. “Sí”, le dije. Me senté y empezamos a tocar. Duramos más de diez años juntos.
Fueron los rock star de Ciudadela y alrededores, brillaron en el Oeste y más allá. De la mano de la banda, Staltari conoció el éxito: llenó boliches legendarios, grabó discos. No lo imaginaba: aquello no era ni la antesala de lo que vendría.
—Me sentaba en la batería y me transformaba. Volaba. Ese momento era mágico. Pero sentía que todavía tenía algo más para dar y no sabía bien qué era. Mientras había que trabajar y seguí con el negocio de la familia hasta que generé esta crisis tan profunda que me enfermó.
Staltari está seguro: dice que la leucemia que le descubrieron a los 25 años se la produjo la tristeza, la insatisfacción, el vacío desesperado que provoca saber que querés con pasión animal hacer algo con tu vida y no poder descubrir qué.
No fue hasta ese instante en ese viaje, aún hinchado por los medicamentos y con la muerte en retirada, cuando preciso, arrollador y luminoso como un rayo, lo supo.
—Voy a estudiar con Lito Cruz. Y voy a prosperar —dije—. Me tenía mucha fe.
Eso hizo.
—Lo primero que vi al entrar al estudio fueron las luces. Todo en penumbras y el escenario encendido. Y entendí todo. Sentí una conexión tan profunda que dije: es esto. Era acá.
***
Staltari no lo olvida: estaba en su casa preparando un asado para sus amigos de teatro. Le había cantado retruco al cáncer. Había descubierto lo que quería hacer con su vida. Estaba estudiando actuación, tenía una nueva vida. Cuando uno de sus compañeros lo llamó por teléfono: “Che, están haciendo un casting, venite al Teatro Palermo. Bruno Stagnaro, el que hizo Pizza, birra, faso; Ideas del Sur, una productora nueva que tiene Tinelli”. Ariel no entendía: “No sé ni quién es Bruno Stagnaro, ni Ideas del Sur, ni la zaraza. Dejame a mí tranquilo en casa que estoy bárbaro”. No necesitaba más, dice. Y sucede que es en esos momentos cuando empiezan a pasar las cosas, dice.
—El loco me insistió tanto que fui. Fui y quedé. Y ahí arrancó todo. Fue literal: de estar mortadela pasé a ser un protagonista de una serie con la que no se sabía qué carajo iba a pasar. Hoy, casi 20 años después, me doy cuenta de lo que fui testigo: marcó un antes y un después en la manera de hacer ficción.
Durante el 2001, Okupas ganó tres premios Martín Fierro. 17 años después, convertido en actor consagrado y debutando como autor —de nuevo de la mano de Bruno Stagnaro—, volvía a superarse: recibió, junto al elenco de Un gallo para Esculapio, el Martín Fierro de oro y otras seis estatuillas.
Era su primera experiencia como escritor.
—Hago un chiste respecto a eso: mi actor codea a mi guionista y le dice: “¡Qué culo que tenés vos! Yo hace 18, 19 años que vengo remándola y vos arrancaste y la pusiste al ángulo!”. Y el otro le dice: “Bueno, quedate tranquilo, a ver si un día por ahí te escribo algo” —dice y ríe.
—Pero el actor arrancó en Okupas, no se puede quejar.
—Sí, es verdad. Tenés razón.
***
De todos las veces que cambió de piel, de todos los personajes que encarnó, Walter, el rolinga, lo sigue acompañando: “Se siguen haciendo memes con ‘Quién es el más poronga’, ‘Quién es el más deconstruido’, o me ponen el pañuelo verde y yo me muero de risa. Es un personaje que voy a amar toda mi vida porque me dio la oportunidad de entrar a este mundo. Después vinieron muchas criaturas que amé profundamente”.
Entre esas menciona al Japa, de Sol negro, una miniserie que se emitió por América TV a fines de 2003. La trama contaba la historia de un joven que era internado en un neuropsiquiátrico para evadir la cárcel y para despojarlo de su parte de una herencia familiar, y giraba alrededor de su inserción en el hospital. Staltari era Juan Japa, uno de los internos. Se había ganado el sobrenombre por masturbarse de forma compulsiva.
—Me gustó porque fue una composición. Walter estaba más cercano a lo que yo había vivido: era un pibe que venía del ambiente del rock, de barrio, medio bravucón. En cambio para hacer el Japa tuve que ir muchas veces al [Hospital Interdisciplinario Psicoasistencial] Borda, ver a los chicos que estaban ahí, tratar de entender un poco la locura, la línea delgada entre lo que se dice que hay en una persona que está loca y una que está cuerda. O lo cercano que se puede estar de hacer ese click y terminar en un lugar así.
Para habitar a sus personajes pasó por cárceles, juzgados, hospitales, “conurbano a full”.
—Meterte en lugares sumamente inhóspitos, conocer gente, sentarte a tomar un mate y que te cuenten historias o detalles de sus vidas y —hace un gesto de escribir con voracidad— a partir de eso empezar a construir un mundo de ficción, es apasionante.
Cree que los personajes marginales tienen éxito y generan empatía porque “el público es fisgón, por naturaleza”. Porque “a quién no le gusta espiar, mientras no te descubran”. Porque la persona que es cercana a ese mundo se siente identificada y la que no, es atraída por la curiosidad que le despierta una realidad que le es ajena. Pero, para que eso pase, para que esa combustión de querer ver más se genere en el espectador, la historia tiene que punzar, entrar y sacudir alguna fibra íntima.
Es honesto: no cree que estas producciones tengan gran impacto social, que los espectadores transformen esa inquietud que les produce una serie en alguna acción concreta. Aunque reconoce que una tira puede encender en alguien lo que para él es vocacional. Sin ir muy lejos, su propia mujer, antes de conocerlo, vio Sol negro y a partir de eso empezó a ir a los hospitales a leerles a las personas internadas.
—Está buenísimo cuando mirás algo y te deja un mensaje. Yo creo que el arte, si no está puesto en función de mejorar una vida, no existe.
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A las 20, la voz de Charly García empieza a salir de los parlantes y envuelve el salón. Canción para mi muerte, en una versión lenta y suave como una caricia nostálgica de invierno, prepara el clima para la clase. Juan Kexel ya llegó y, poco a poco, empiezan a llegar también sus estudiantes. Hoy serán 13: 7 varones. 6 mujeres.
Este año Staltari está abocado a la docencia y a la escritura. Está trabajando en un nuevo proyecto con quien ya conforma una dupla infalible (Bruno Stagnaro), con quien, puede inferirse, siguen la premisa de que equipo ganador no cambia. De la futura producción no puede contar nada, dice. Pero asegura que es una puesta “interesante, importante”.
Dedicado a estas dos actividades, la abstinencia de las tablas, de las cámaras, lo desespera: “El actor me está matando, me está volviendo loco”.
—Te puede pasar lo mejor, podés tener todo, pero si no hacés lo que te gusta es como morirte de a poco. Siempre les digo a los alumnos que, por más que tengan otros laburos para parar la olla, se sigan inventando un espacio para ser actores. Que agarren una obra, se junten dos o tres, agarren el bar de un amigo y se coman un viaje de una hora y se lo hagan comer a la gente que los vea, así sean tres borrachos.
Aunque ya lleva casi cinco años de docencia, ese, para él, es un espacio de retroalimentación: no se siente “reprofesor ni nada por el estilo”, simplemente comparte experiencias.
“Seguro en dos semanas salimos al tren. Para la plaza hace frío”, le dice a sus estudiantes.
Los ensayos de Okupas, antes de empezar a grabar, eran eso: ir a pedir monedas a la calle, colarse en el tren, dormir en una casona vieja con desconocidos.
—Fue una jugada inteligente —dice—. Te vas contagiando de una atmósfera callejera que, de a poco, se va imprimiendo en tu ADN. Después, estés en un escenario, en un estudio o donde sea, eso muerde, genera una huella. A mí me quedó tan grabado que el día que fantaseé por primera vez con dar clases dije: “Voy a hacerlo con los alumnos”. Es un viaje de ida.
Cada año, al inaugurar un curso nuevo, Staltari evoca la primera vez que cruzó la puerta del estudio de Lito Cruz: deja las luces apagadas, pide a los y las estudiantes que se sientan frente al escenario, enciende solo las lamparas que iluminan las tablas. Les habla:
—Les cuento lo que me pasó ese día y les deseo profundamente que les pase lo mismo. Que esa meta, o lo que ellos vienen a buscar acá, la vean dibujada en ese espacio, donde está la luz. Que se proyecten el poder realizarla. Sea vivir de esto o mejorar sus vidas. Porque de verdad creo que el arte, si no está puesto en función de mejorar una vida, no existe. Nada existe si un ser humano no es un poco mejor.
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Ariel Staltari aceptó la propuesta de RED/ACCIÓN y en los próximos días contestará preguntas que los lectores nos envíen a nuestro mail:
Sería pecar de inocente ignorar el hecho que una gran mayoría del empresariado argentino apoyó a Mauricio Macri para que llegara a la presidencia y que a pesar de que muchos de ellos dicen estar decepcionados, lo van a volver a votar en las elecciones de octubre. Pero eso no quiere decir que no tienen claro la necesidad de conformar espacios de diálogo y apuntar a construir consensos. Su argumento es que gane quien gane las próximas elecciones, Argentina tiene el desafío, que no es ideológico, de poder construir un crecimiento inclusivo y sostenible en un marco democrático.
Con ese objetivo en mente, cerca de 500 empresarios, ejecutivos y emprendedores se reunieron este miércoles en el XXII Encuentro Anual de la Asociación Cristian de Dirigentes de Empresas (ACDE). La “Argentina Posible” fue el nombre del encuentro de este año. Martín Otero Monegur, quien presidió el evento, puso énfasis en que los empresarios tienen que hacer una autocrítica, aceptar que en la Argentina existe una pluralidad de opiniones y que la única forma de avanzar es “tendiendo puentes en pos de lograr los
consensos imprescindibles”. Varios de los presentes hicieron referencia al tema de la corrupción y criticaron el rol que alguno de sus pares tuvieron en las causas”.
El encuentro lo cerró el propio Mauricio Macri. Y a él le entregaron un documento con las principales conclusiones que sintetizan las propuestas que los dirigentes de ACDE presentan para que la Argentina Posible sea una realidad.
Los presentan como “los pilares fundamentales para la construcción de un proyecto de desarrollo de país, basados en el capital humano como centro del crecimiento inclusivo; la reconstrucción del capital social y la confianza en las instituciones”.
Foco en el desarrollo de habilidades socioemocionales y formación digital de los jóvenes en el ámbito educativo y como cultura empresarial, factores clave de empleabilidad.
Ejemplaridad de los dirigentes y compromiso para que la educación se transforme en política de Estado.
Mejorar el contrato social para superar el problema estructural de la pobreza, a través de acciones concretas para dar legitimidad al tercio vulnerable de los argentinos.
Tender puentes de confianza y amistad cívica entre diferentes visiones para identificar problemáticas y construir el andamiaje institucional necesario.
Promover transparencia en el sector judicial como herramienta de la ciudadanía para hacer cumplir las leyes y las normas.
Generar consensos dentro de un mismo sector y con el Estado para transferir experiencias a otros sectores de la economía y acelerar el desarrollo sostenible.
Promover una visión compartida de la transformación digital entre los distintos sectores y que sea parte de la visión estratégica de la Argentina.
Transformar el desarrollo científico y tecnológico en bienes y servicios para la sociedad, a través de los emprendedores y empresarios.
El liderazgo se ejerce inteligentemente, desde lo colaborativo. Ir del disenso al consenso, a través del proceso de construcción de confianza.
Hubo especial hincapié en la urgencia de atacar la pobreza mediante una revolución educativa y mejorar las instituciones.
Y se enfocaron en objetivos realistas. Dan como ejemplo el boom de la industria del software, que se empezó a alentar con la ley de 2004 y que hoy genera US$ 1.800 millones de exportaciones y representa más de 100 mil empleos en el país”.
Eduardo Bruchou, co-fundador y director de Digital House, se refirió a la transformación digital. “La transformación no es tecnológica, sino cultural. Lo digital es por capas. En digital no estoy más solo, sino con el otro. Es decir, necesito ayuda, poder equivocarme, medir, corregir y volver a hacer” explicó.
Bruchou destacó la importancia de la ley de la economía del conocimiento y destacó que “las oportunidades son enormes. Las empresas están reinventando a su personal y las transforman en digitales”.
El presidente de Accenture, Sergio Kaufman, dice que “hay que pensar en grande”. Y explicó que en el nuevo modelo es el trabajo intelectual como capital. “La diferenciación pasa por el capital humano. La inversión en innovación no genera desempleo. Las políticas de Estado pasan por cómo manejo la transición de la gente”.
El presidente Ejecutivo del banco Santander, Enrique Cristofani, resaltó la importancia de la educación. “Vengo de la escuela pública, tanto secundaria como universitaria. Y ahí lo bueno es el contacto con una población diversa”. Y dice que “el mundo empresario es diverso. Creo que en la Argentina en los últimos años hay una parte de la sociedad que se dio cuenta que somos un país inviable con 30% de pobres y se compromete para cambiar y aportar cosas por el país”, apuntó.
Facundo Manes, el fundador del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro y alguien que tiene aspiraciones políticas, dijo que es indispensable invertir en ciencia y tecnología vinculada a la producción”. Y explicó que “un país de 45 millones de habitantes no puede vivir sin tecnología o ciencia propia. Tenemos que hacer una revolución del conocimiento”.
En su presentación fue desafiante: “Con este nivel de división, vamos a seguir en un país que nos hace más pobres y menos educados. En la Argentina no reconocemos nuestros problemas. Pensamos que somos ricos, cuando no contamos con tantos recursos naturales. Invertimos muy poco en la ciencia y tecnología vinculada a la producción”. Y cerró advirtiendo que “no invertir en el cerebro de los argentinos es inmoral. El crecimiento económico, sin inversión en la gente, genera más desigualdad”.
El CEO de una de las empresas más grandes del país, que no quiso ser nombrado, resumió algo que algunos también repetían durante los cafés: “Yo quiero que gane Macri, pero tengo la esperanza que hemos madurado como sociedad y si gana la fórmula Fernández-Fernández, muchas de las cosas que se conversaron acá se pueden implementar como políticas públicas que van más allá del gobierno de turno”.
En su discurso de cierre del encuentro, Macri, reconoció la incapacidad de dialogar y de escuchar de los argentinos para lograr consensos. “Pero para eso, algo hay que ceder. En tres años y medio que llevo como Presidente, me canso de recibir gente que me dice que tengo razón, pero cuando llegan a la puerta me dicen ‘pero la mía está, ¿no?'”. Y desafió a los empresarios a tomar protagonismo y asuman la responsabilidad.