Este contenido contó con la participación de lectores y lectoras de RED/ACCIÓN
En abril de 2013, el autor suizo Rolf Dobelli dio una charla para un grupo de periodistas del diario The Guardian en la que expuso una singular hipótesis: la avalancha de noticias que recibimos a diario y vemos nos intoxica, nos estresa, nos genera adicción y, a fin de cuentas, no nos agrega ningún valor. Las noticias, dijo Dobelli, son malas para la salud, muy malas para las facultades mentales y pésimas para el equilibrio emocional.
Los periodistas de la sala se sintieron acechados: hubo unas risitas nerviosas y un asombro absoluto. Dobelli, antiguo newsaholic, les contó que había decidido cortar toda su rutina informativa. Ya no veía noticieros, ya no se exponía a las noticias de la web. Llevaba cuatro años así y sentía que su calidad de vida había mejorado a tal punto que su pensamiento era más claro y su tiempo, más vasto.
The Guardian publicó un ensayo de Dobelli donde mostraba su hipótesis y la respuesta llegó una semana después, cuando Madeleine Bunting, una editora, escribió que esas ideas eran peligrosas. “Si nos refugiamos en una fortaleza de ignorancia, ¿qué entendimiento nos queda de nuestra vida compartida como humanidad?”, retrucaba. El debate era importante: en una época de máxima difusión, la desinformación acechaba.
Han pasado siete años y la situación no ha hecho más que empeorar. Mientras Dobelli sigue en su posición (acaba de editar el libro Stop Reading the News y el medio holandés The Correspondent republicó su ensayo recientemente), el Instituto Reuters de la Universidad de Oxford presentó su estudio anual de 2019, donde se agrega que “la polarización política ha provocado la multiplicación de las agendas parciales, lo que, sumado al clickbait y a varias formas de desinformación, está contribuyendo a la falta de confianza en los medios, haciendo aparecer nuevas preguntas sobre el reporteo equilibrado en la era digital”.
Una encuesta realizada en 2018 encontró que casi siete de cada diez estadounidenses se sentían exhaustos y agotados por las noticias. Según el Nieman Lab de la Universidad de Harvard, el proceso va de la fatiga de las noticias a su abandono.
El estudio del Instituto Reuters destaca que, como Dobelli, cada vez más gente está evitando las noticias: ahora lo hace un 32%, empujada por el efecto negativo que generan éstas en su estado de ánimo o porque se sienten impotentes para cambiar la realidad que ven.
Para colmo, el estudio discute especialmente la crisis económica a la que ha llegado la industria, que ahora tiene que competir contra otros servicios de suscripción como Netflix y Spotify (sólo un 16% de la audiencia paga por algún tipo de noticias en los Estados Unidos).
La situación en la Argentina
Entre 38 países relevados, la Argentina es el quinto país que más evita las noticias: lo hace, según el estudio, un 45% de la audiencia argentina. En Croacia, el primero, lo hace el 56%; en Japón, el último, un 11%.
Preguntamos en nuestro Instagram por qué se evitan las noticias: “Porque se nutren del miedo y el morbo, nunca una buena noticia” (@paxxy_); “Porque matan la alegría de vivir” (@contame_que_lo_escribo_); “Exageran también, aparte de ser negativos; ejemplo de exageración: algunos precios por ejemplo, me imagino al que está sin trabajo, pobre, va directo al suicidio” (@mari.cantero2). Y se dice más, mucho más.
“Mi profesión es la comunicación y por ello debo ver lo que pasa, pero soy más feliz sin ver las noticias”, nos escribió Mónica Finino, miembro de RED/ACCIÓN. “O me quedo anclada a medios que no hacen tan TRÁGICA la vida. Soy de la idea de que uno se transforma con lo que ve. Tantos robos me han puesto paranoica; no niego que no ocurran, pero ¿escuchar eso las 24 horas y con malicia? No. Busco medios y profesionales alternativos para MI INFORMACIÓN y también reconozco que muchos son empresas, y debo ‘comprender’ que mucho depende de eso”.
“Uso el televisor casi exclusivamente para ver películas, a veces un show de buena música o un buen partido de algún deporte, de los pocos que tienen visibilidad televisiva”, nos escribió otro miembro, Edgardo Rolla. “Evito los noticieros, en especial los de cable, que repiten imágenes y extienden más allá de lo razonable todas las noticias, solo para ocupar espacio ante la falta de investigación o creatividad. Los paneles periodísticos son rejuntes inorgánicos de opinólogos desarticulados que nunca aclaran nada y casi siempre angustian y alarman”.
En este escenario, que comenzó cuando Internet llegó y acabó con el modelo de negocio clásico de los medios, la industria debe reinventarse o morir. Los menores de 35 años son la audiencia que la salvará… o que la hundirá definitivamente.
Por eso hay medios que les hablan directamente a ellos, como los digitales Vice, AJ+ o Now This. Se expresan principalmente en video y tocan temas osados. “La propia dinámica de las plataformas de Internet está más basada en las relaciones entre usuarios y no en el contenido”, dice Sebastián Auyanet, editor de Now This y coordinador programático de SembraMedia, “y las noticias son, por defecto y de momento, una pieza de contenido, y eso va en contra del modelo de negocios de las plataformas que dominan Internet. Ese es un círculo vicioso. Por eso los medios ya no deben innovar en formatos, sino en lógicas relacionales: por ejemplo, preguntándoles a sus lectores qué hay que investigar”.
“Now This tiene flexibilidad en cuanto a las plataformas de distribución”, sigue Auyanet. “Se toman decisiones muy rápidas sobre contenido y se trabaja sobre unos verticales muy definidos que resuenan en nuestra audiencia, como justicia social, género, legalización del cannabis o cambio climático. Además, nuestro periodismo está ejecutado por personas jóvenes: básicamente, son como los integrantes de la audiencia. Es un modelo en revisión permanente”.
Y, un rumor: un medio tan del establishment como The Washington Post estaría preparando una sección dedicada al target 20-35, inspirada, un poco, en Now This.
Los periodistas son los nuevos DJs
El Instituto Reuters publicó también, hace poco, un estudio sobre los sub-35, donde se lee que este público es diferente al de los grupos de mayor edad, no sólo en lo que hace, sino en sus actitudes centrales en términos de lo que quiere de las noticias. Los jóvenes buscan el progreso y el disfrute en sus vidas, y esto se traduce en lo que buscan en las noticias.
“Los medios de comunicación”, se lee, “ahora compiten por la atención con una miríada de otras distracciones, y hay un alto nivel de ‘antecedentes’ o exposición indirecta a las noticias (a través de las redes sociales, de otras conversaciones online, de documentales y programas de televisión, etc.). No necesitan buscarlas: las noticias les llegan. Todo esto significa que hay una desconexión; los medios de comunicación tradicionales ya no parecen tan relevantes o dominantes cuando se trata de contenido de noticias”.
“Yo no diría que los jóvenes esquivan las noticias”, opina el profesor e investigador Martín Becerra. “Los canales y plataformas de información, comunicación, socialización y entretenimiento son cada vez más digitales, desprogramados y mediados por grandes plataformas. Pero en estas plataformas hay información, hay noticias. Que los jóvenes no consuman medios tradicionales no autoriza a afirmar que esquivan las noticias”.
Adriana Amado, investigadora y analista de medios, con varios libros publicados sobre periodismo y uno nuevo próximo a salir, respondió a nuestra pregunta en Instagram (síganla en @ladyaamado): “Me agotó que las noticias locales sean comentarios de comentarios. Cualquier entrecomillado sirve para presentar especulaciones y opiniones como si fueran noticias de interés. Dedico más tiempo a medios nuevos o a youtubers que proponen información más original”.
Como ejemplo, dice ahora, con su salida del clóset @nikkietutorials parece más creíble que un periodista para hablar sobre género.
Según Amado, el periodismo está alejándose del público desde hace décadas por confundir lo importante (la cosa pública) con lo aparentemente interesante (las intrigas de palacio).
“En la Argentina no hay un youtuber que se dedique exclusivamente a las noticias de actualidad, pero los jóvenes siguen a gente que cada tanto comenta noticias o sabe mucho de un tema”, dice Amado. “El rol del periodista como recomendador de todo está en crisis; al mismo tiempo, los youtubers sólo hablan de lo que saben y eso es más honesto. El periodista ahora tiene que subirse a las conversaciones que inician los otros: tiene que ser como un DJ que crea nuevas músicas con la música de otros. Debe detectar las conversaciones en vez de crearlas; y aportar lo que falta”.
En este escenario, la fisura entre noticias y audiencia es grande, pero quizás algún día se achique; quizás hasta se achique mucho. “En una sociedad donde todo el mundo está publicando en sus redes sociales”, dice Amado, “para renovarse el periodista debe aprender a escuchar: ya no es el supuesto faro de la sociedad, sino que debe aprender a ir codo a codo con ella”.