La amistad es un factor tan importante para el bienestar que su ausencia es usualmente comparada con los efectos que genera fumar 15 cigarrillos al día (según una investigación de 2010). La soledad y el aislamiento social, que son condiciones distintas pero asociadas, están relacionadas con un mayor riesgo de enfermedades tales como la depresión, la ansiedad o afecciones cardíacas. Ahora bien, forjar y mantener amigos en un mundo híperconectado y ajetreado no es tan fácil como suena.
Según el psicólogo y antropólogo británico Robin Dunbar, una persona puede sostener unas 150 conexiones a la vez (aquellas que conocemos lo suficientemente bien como para saludarlas sin sentirnos incómodos). De hecho, la teoría concebida a fines del siglo pasado se llama “número de Dunbar”. Sin embargo, de aquel 150, solo unos cinco amigos son los que forman parte del círculo más íntimo, postula el autor.
Aunque necesitamos muchos tipos de vínculos, son esas amistades que acarrean muebles cuando nos mudamos, nos prestan el hombro para llorar, que se alegran cuando conseguimos el ascenso laboral que esperábamos y donde podemos ser fieles a nuestra identidad sin miedo aquellas que nos ayudan en nuestro propósito de vida y potencian nuestro bienestar y salud. Pero no todos tienen la suerte de lograr esos vínculos siempre.
“Caer en una rutina social no es raro en la mediana edad: los estudios han demostrado que los círculos sociales de las personas comienzan a reducirse a los 30 años y aparentemente no hay vuelta atrás. Las prioridades cambian, los horarios se vuelven más estresantes y se vuelve más difícil crear las circunstancias que, según los expertos, son cruciales para fomentar nuevas amistades: proximidad, interacciones repetidas no planificadas y un entorno que aliente a las personas a confiar unas en otras”, describe un artículo de The Guardian.
A propósito, un nuevo estudio de la Universidad de Nicosia, en Chipre, partió sobre la base de que la amistad constituye un universal humano que se encuentra en diferentes culturas y épocas. Así todo, las personas difieren en la facilidad con la que hacen amigos. En efecto, los investigadores buscaron identificar las razones detrás de esta limitación.
Por qué es difícil hacer amigos: seis motivos
El estudio fue realizado en Chipre, donde 108 participantes fueron reclutados a través de publicidad en las redes sociales, como Facebook e Instagram. Algunos solo completaron una encuesta y otros entrevistas en profundidad. Para poder participar era necesario tener al menos 18 años. Como resultado, los investigadores identificaron 40 respuestas que les impedía hacer amigos, que clasificaron en seis motivos.
- Introversión: “Me da vergüenza conocer a gente nueva”; “no hablo fácilmente con personas que no conozco o que acabo de conocer”; “no me abro fácilmente”, son algunas de las respuestas que abonan este motivo.
- Miedo al rechazo: “Pienso en lo que los demás podrían pensar de mí y me pongo ansioso”; “temo que los demás me juzguen negativamente porque no tengo muchos amigos”.
- Razones pragmáticas: “Tengo una discapacidad que me impide relacionarme”; “vivo en un país cuya cultura es diferente a la mía, lo que me dificulta hacer amigos”; “estoy en un grupo de amigos muy unido que me impide hacer nuevos amigos”.
- Poca confianza: “Soy precavido”; “tengo la sensación de que los demás se acercan a mí con un propósito que no es hacer amistad”; “me resulta difícil encontrar personas que estén realmente interesadas en la amistad”.
- Falta de tiempo: “Trabajo muchas horas y no tengo tiempo para amistades”; “dedico todo mi tiempo a mi pareja”.
- Demasiada exigencia: “No me apetece hacer nuevas amistades”; “creo que ya soy mayor para empezar nuevas amistades”; “me resulta difícil encontrar personas con las que tenga intereses comunes”.
Luego, los investigadores realizaron un segundo estudio con el objetivo de evaluar la importancia de las razones identificadas en el estudio 1. Para ello, se reclutaron 662 participantes en lugares como centros comerciales y cafeterías en Chipre y en Grecia. La edad promedio de las mujeres era 33 años y la de los hombres de 34.
En conclusión, los tres factores más importantes fueron la "poca confianza" en un 37 %, cerca del 29 % para la "falta de tiempo" y un 23 % para "introversión". El cuarto factor, con apenas un 1,8 %, fue "razones pragmáticas".
Con todo, los investigadores aclararon que la importancia de los distintos factores está posiblemente afectada por variables culturales. "Por ejemplo, en el contexto cultural griego, la gente suele crecer y trabajar cerca del lugar donde nacieron", en cambio, sociedades más individualistas eso no suele suceder, aclaran al cierre del paper. Y agregan: “En las sociedades occidentales, la soledad adopta la forma de epidemia. Y creemos que una de las razones detrás del alto aumento de la soledad son las dificultades que enfrentan las personas para hacer amigos. Siendo este el caso, el problema podría ser parcialmente revertido si el desempeño de las personas para hacer amigos mejorase”.
“Aunque la personalidad es relativamente estable y no maleable, lo que significa, por ejemplo, que las personas introvertidas no pueden convertirse en extrovertidas (...) sí es posible cambiar el modo de vida para que dediquen más tiempo a hacer amigos o participen en espacios sociales en los que puedan conocer gente nueva, incluso aunque no tengan ganas de hacerlo”, concluye el estudio.
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