Comúnmente llamamos azúcar a todos los tipos de hidratos de carbono que aportan sabor dulce a los alimentos y que consumimos a diario, no solo en galletitas, gaseosas o postres, sino también en las frutas, productos lácteos, entre otros. Aunque tiene mala fama y muchas veces se demoniza su consumo, es lo proporciona calorías al cuerpo, que luego convierte en energía para vivir.
“En el cerebro, el azúcar estimula la dopamina, una sustancia química que nos hace sentir bien. Esta respuesta eufórica tiene sentido desde una perspectiva evolutiva, ya que nuestros ancestros cazadores-recolectores predispuestos a ‘hacerse adictos’ al azúcar probablemente tenían más posibilidades de sobrevivir. En otras palabras, cualquier cosa que hiciera que las personas fueran más propensas a comer azúcar también las haría más propensas a sobrevivir y transmitir sus genes”, aclara Business Insider.
No obstante, ya no tenemos que salir a cazar ni recolectar para comer, el azúcar está disponible en todas partes. Pero, como clarifica un artículo en The Conversation sobre el tema, “desafortunadamente, nuestro cerebro sigue siendo funcionalmente muy similar al de nuestros antepasados y le gusta mucho el azúcar”.
Por eso, para entender por qué nos gustan tanto, el medio The Daily conversó con Lindsay Malone, instructora del Departamento de Nutrición de la Universidad Case Western Reserve en Estados Unidos. La experta precisó que los receptores gustativos en la boca y el intestino responden a los dulces y transmiten información a través de fibras sensoriales o nerviosas a áreas específicas del cerebro que participan en la percepción del gusto (hay cuatro tipos de células receptoras del gusto: dulce, umami, amargo y ácido). “Los alimentos que estimulan el sistema de recompensa en el cerebro, como el azúcar y otros alimentos que aumentan el nivel de azúcar en la sangre, pueden provocar antojos”, añadió.
Algunas células receptoras del gusto también están presentes en el intestino, por lo que cuando comemos cosas dulces y aumenta el nivel de azúcar en la sangre el cerebro dice: "Esto es bueno, me gusta. Seguí haciendo esto".
En esta línea, Scientific American aclara que el cuerpo sabe anhelar las cosas que necesita como una forma de indicarle al cerebro que comience a comer lo que nos falta. “Como vegetariana, sé que cuando empiezo a pensar en robar el sándwich de mantequilla de maní que está en la mochila de mi hijo, probablemente no sea porque el sándwich sea tan delicioso. Lo más probable es que no haya consumido suficiente proteína para el día”, ejemplificó la autora Sabrina Stierwalt.
En caso de notar problemas asociados con la ingesta de azúcar, hay dos principales razones que pueden tener una función clave en este proceso, resumió Malone. Por un lado, las personas formamos asociaciones con distintas comidas que aumentan los antojos. Por ejemplo, si es habitual que desayunes café y galletitas, es probable que quieras galletitas cada vez que tomes café. En segundo lugar, muchas veces los alimentos que más nos atraen son aquellos hiperpalatables, es decir, que son muy gratos al paladar y suelen conducir a un consumo excesivo por su baja capacidad saciante.
Como ingerir demasiada azúcar puede estar asociada al aumento de peso, obesidad, diabetes tipo 2 y caries, algunos consejos de Malone para tener un consumo consciente de las cosas dulces son:
- Comer despacio, masticar bien y saborear.
- Involucrarnos en la mayor medida posible en nuestra alimentación, ya sea planificando de comidas, las compras o teniendo una huerta.
- Como profundizamos en esta nota, no centrarse en los “no” sino en los “sí”. La especialista aconseja consumir alimentos integrales y mínimamente procesados. El volumen, la fibra y las proteínas pueden ayudar a reducir los picos de insulina y los antojos de comida, precisó.
- Evitar agregar azúcar, miel y edulcorantes artificiales a los alimentos y bebidas.
- Leer las etiquetas y elegir productos sin azúcar añadido, como las bebidas, salsas y condimentos.
- Hacer del agua la fuente principal de hidratación.
- Mantenerse activo, ya que los músculos utilizan el azúcar en sangre y ayudan a combatir la resistencia a la insulina.