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El 8 de marzo pasado, durante el Día Internacional de la Mujer, una cuenta de Twitter del Reino Unido generó mucha polémica. En su perfil, la cuenta hacía una advertencia a las empresas: "Empleadores, si tweetean algo sobre el día internacional de la mujer, voy a retweetear su brecha salarial por género".
Como era de esperarse, muchas empresas tweetearon ‘‘Feliz Día de la Mujer‘‘ y cada una quedó expuesta, con su brecha salarial a la vista de todos.
¿Por qué se le paga más a un hombre que a una mujer por hacer la misma tarea?
En la Argentina, la brecha salarial entre hombres y mujeres es de alrededor de un 29%. Y en el empleo informal la brecha es mayor: las mujeres que trabajan en la informalidad cobran en promedio un 35,6% menos que los hombres.
Hay que aclarar que cuando nos referimos a estas brechas lo hacemos en términos binarios, o sea diferenciando sólo entre hombres y mujeres. Esto porque todavía no contamos con información sobre otras categorías de género, algo que podría cambiar luego del Censo 2022.
La causa principal de la brecha salarial tiene que ver con las tareas domésticas y de cuidado. En Argentina las mujeres dedican 3 veces más tiempo a estas tareas que los hombres.
Estamos hablando de tareas no remuneradas y que son consideradas como no productivas, cuando en realidad son fundamentales para el funcionamiento de cualquier sociedad.
Entonces, si sumamos la carga de trabajo remunerado y no remunerado que hacen hombres y mujeres, ellas trabajan 7 horas más por semana que los hombres.
Esta división sexista de tareas hace que las mujeres tengan menos tiempo y recursos disponibles para su desarrollo personal, y termina impactando negativamente en sus posibilidades de trabajar por un salario, llegar a puestos jerárquicos, recibir la misma remuneración que los varones e incluso salir de la pobreza.
Hay otra explicación detrás de la brecha salarial y es la segregación ocupacional. Esto se refiere a cuando determinados sectores se masculinizan y otros se feminizan. La fuerza laboral femenina está concentrada mayoritariamente en unas pocas ocupaciones, como la docencia, la enfermería, el comercio y el servicio doméstico. Y estas son ocupaciones que ofrecen jornadas laborales limitadas y salarios relativamente bajos.
Los economistas Federico Favata y Sofía Zamparo hicieron una investigación sobre la segregación ocupacional y descubrieron que "controlando por todas las características de las personas (nivel educativo, horas trabajadas, etc), lo que sucede es que cuanto mayor es el porcentaje de mujeres en ese sector, más cae el salario promedio”.
Todo esto llama todavía más la atención por el hecho de que en el país, un 35% de las mujeres tienen un título en educación superior, frente a un 20% de los hombres. Aún así, en la práctica, las mujeres terminan ocupando puestos de menor jerarquía y peor remunerados, y tienen que acreditar mayores niveles de calificación que los hombres para acceder a un empleo.
La posibilidad de ascender en una empresa, por ejemplo, se ve comprometida por la posibilidad de que el día de mañana esa mujer tenga que cuidar de sus hijos o de personas mayores en su familia.
Para combatir esta inequidad, es necesario que el Estado tome cartas en el asunto. ¿Te acordás de la cuenta de Twitter de Reino Unido? Eso pudo pasar porque había información disponible, a raíz de que el Estado hace auditorías sobre las brechas salariales de las empresas.
Esta es una buena forma de empezar. Pero hay otras medidas que se podrían impulsar, como más políticas de cupo, tanto en el sector público como el privado. Es necesario también desarrollar un sistema integral de cuidados, que sirva para redistribuir de manera igualitaria estas tareas entre varones, mujeres y otras identidades de género.
Para saber más sobre este tema te invito a que escuches FOCO, el podcast de RED/ACCIÓN, en Spotify.
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