Se cree que las principales razones asociadas al descenso de la fecundidad y de la reproducción humana son la elección de cierto estilo de vida o la edad en que las mujeres buscan un embarazo. Shanna Swan, profesora de medicina ambiental —campo en el cual se analiza la relación entre la salud humana y los factores biológicos, químicos y físicos en el ambiente— viene a romper esos prejuicios y exponer un factor está influenciando el fenómeno.
En una entrevista con The Guardian, Swan establece que los químicos que consumimos o ingerimos de manera directa o indirecta de nuestro ambiente afectan significativamente las capacidades reproductivas tanto del hombre como de la mujer. Ella y otros especialistas definen esto como un problema “oculto” y que, si bien muchos son conscientes de que hay una actual crisis reproductiva, pocos le atribuyen la responsabilidad necesaria que tiene.
Pero, ¿cómo pueden los químicos estar relacionados a la fertilidad? “Los químicos más peligrosos son aquellos que interfieren o imitan las hormonas sexuales de nuestro cuerpo - como testosterona o estrógeno - ya que estas son las que hacen que la reproducción sea posible”, afirma la especialista.
Por ejemplo, ftalatos es un químico que alarma a Swan. Es usado para hacer que el plástico sea flexible y estamos expuestos a él ya que se usa primordialmente para la producción y el empaquetamiento de comida. Esto baja el nivel de testosterona y afecta a ambos sexos. En los hombres, baja el número de producción de espermas. En las mujeres, una caída de líbido y aumentan las posibilidades de parto prematuro o aborto espontáneo.
Otro de los químicos que preocupan a la profesional es el Bisfenol A utilizado para hacer el plástico más duro. Se encuentra en los recibos de las cajas registradoras y en algunos de los containers de las comidas en lata. Actúa directo imitan el estrógeno y provoca grandes riesgos en los hombres - bajando la calidad de sus espermas- pero especialmente en mujeres - estimulando altas dificultades de fertilidad-.
Las consecuencias de este problema parecen ser graves e irreparables. “Esto es serio. Si uno sigue la curva del estudio realizado en 2017 que muestra el declive de esperma predice que para 2045 tendremos un recuento medio de cero espermatozoides”, profundiza Swan. “Esto significa que la mayoría de las parejas tendrán que recurrir a la reproducción asistida”, concluye.
La pregunta es: ¿qué hacemos? Swan propone una serie de soluciones o medidas preventivas:
- La industria química debe comenzar a producir químicos que puedan utilizarse en los productos diarios pero que, al mismo tiempo, no afecten las hormonas.
- No reemplazar un químico por otro que no está aprobado ya que los efectos pueden ser igual o peores.
- Para las personas que están en edad reproductiva o que planean un embarazo - o incluso están embarazadas- tienen que, en lo posible, comer comidas no procesadas debido a que reducirá la exposición al plástico.
- No poner el plástico en el microondas y luego comer de ahí,
- Para el cuidado personal y los productos domésticos, utilizar un mínimo de productos sencillos y evitar los perfumados ya que los ftalatos se añaden para mantener el aroma.
Si bien el escenario es preocupante y alarmante, siempre hay una manera de encontrar una solución. “Podemos cambiar las cosas. Tenemos ingenio y recursos. Pero necesitamos un reconocimiento del problema y la voluntad de querer cambiar”, reflexiona Swan en su entrevista con The Guardian.