El asombro es una emoción básica del ser humano. Sin embargo, también es compleja y todavía no entendemos del todo por qué surge y qué funciones cumple. Por eso, un equipo de investigadores de la Universidad de Amsterdam (Países Bajos) se propuso entender qué genera el asombro y, a través de algunos experimentos, encontraron que habilita una actitud prosocial: se trata de una conducta voluntaria y beneficiosa para otros relacionada al desarrollo emocional y la personalidad y que, a su vez, comprende acciones de ayuda, cooperación y altruismo.
Para comprender cómo funciona, se basaron principalmente en el asombro producido por el arte analizado en dos estudios en los que niños de entre 8 y 13 años tenían que ver fragmentos de películas que provocaron asombro, alegría o una respuesta neutral (de control). Claro, no fue casualidad que se centraran en los más pequeños, ya que son exploradores intrínsecamente curiosos y ávidos de nueva información: la tecnología, la naturaleza, los nuevos conocimientos, otras personas y las distintas formas de arte los sorprenden.
“Las sinfonías, las catedrales, las pinturas y las películas son provocadores comunes de asombro, que a menudo tiene una valencia positiva. Las narrativas que presentan eventos altamente inusuales o incluso mágicos, la música con armonías inesperadas, dinámicas repentinas o cambios importantes en la energía involucran a los espectadores en nuevas formas de pensar que desafían sus marcos de referencia. Es probable que el arte con estas características provoque asombro, a diferencia del mero placer estético o entretenimiento”, explican los autores dirigidos por Eftychia Stamkou.
Pero más allá de eso, los resultados mostraron que aquellos infantes que vieron algo sorprendente tenían más probabilidades de dedicar su tiempo a una tarea que requiere esfuerzo y de donar sus ganancias experimentales para beneficiar a refugiados. También aumentó su arritmia sinusal respiratoria, un índice de activación del sistema nervioso parasimpático asociado con el compromiso social.
“El asombro es una experiencia común en la infancia que es provocada por una rica gama de eventos y tiene una firma fisiológica única y consecuencias directas en el comportamiento de los niños. Aunque los niños desde una edad temprana son más propensos a ayudar dentro de sus grupos sociales que fuera de ellos, mostramos que el asombro puede abrirlos para ayudar a los miembros de una minoría”, señalaron los autores. En definitiva, sus hallazgos evidencian la importante de fomentar la integración del arte y el asombro en las escuelas para enseñar y propiciar la prosocialidad.
Como todo estudio, este presenta algunas limitaciones. Por ejemplo, sólo se realizó con niños holandeses reclutados en un museo o a través de anuncios en las redes sociales, quienes se ofrecieron como voluntarios. Es decir, es una muestra difícil de generalizar.
Así todo, “el asombro hace que las personas se sientan pequeñas, humildes y con menos derechos, lo que desvía su atención hacia las necesidades y preocupaciones de los demás en lugar de uno mismo [...] El asombro promueve la cohesión social al generar sentimientos de interconexión”, precisaron los investigadores en el paper publicado en Psychological Science.
“En el mundo acelerado en el que crecen los niños de hoy, el arte que evoca asombro les permite hacer una pausa, reflexionar y actuar prosocialmente”, concluyeron.
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