La cantidad de personas egresadas de escuelas y carreras técnicas es determinante para abastecer el circuito productivo local, fundamentalmente el industrial. Hay una relación directa entre el número de individuos preparados y calificados para hacer una tarea y la posibilidad de que esa actividad se lleve a cabo en un lugar. Cuando hablamos de técnicos y técnicas, se trata de trabajadores con habilidades específicas que se obtienen gracias a una preparación determinada. Por eso, se debe garantizar que existan espacios y posibilidades para adquirirlas y perfeccionarlas.
"La formación técnico profesional es la base del trabajo y la producción. Sin dudas necesitamos más técnicos y técnicas", sostiene Diego Golombek, director ejecutivo del Instituto Nacional de Educación Tecnológica (INET). "Para que todo lo que conocemos funcione se necesitan técnicos, por lo tanto el mundo entero necesita técnicos. Argentina no es la excepción", afirma Sebastián Mur, decano de la Escuela de Innovación del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA).
El mundo laboral demanda actualmente técnicos de distintas especialidades, como maestros mayor de obra o informáticos que estén actualizados de acuerdo a los requerimientos del mercado y de la sociedad en general. A pesar de ser muy necesaria, la educación técnica está lejos de ser la más popular en el país. "Comparados con la región, tenemos un problema que es que entre el 17 y 18 % de los estudiantes de escuela secundaria van a técnicas. Eso es muy poco. Y de los estudiantes de técnicas, solo el 33 % son mujeres. En la región ese porcentaje es mayor. Necesitamos promover la elección de la técnica, comunicar, dar incentivos como becas e ir a las escuelas primarias a motivar", advierte Golombek.
Quiénes son considerados técnicos/as
La definición de técnico es bastante amplia: se trata de alguien que tiene un conocimiento específico sobre una disciplina o área. Usualmente nos imaginamos a una persona vinculada a la industria, pero no siempre es así. También hay técnicos bibliotecarios, en turismo o periodismo. Lo que es cierto es que los más demandados actualmente en el país son aquellos relacionados al circuito productivo: electrónicos, mecánicos, informáticos, especialistas en energía o en construcciones, entre otros. "La palabra técnico es muy amplia y abarca muchas formaciones, pero hoy hacemos foco en las tecnológicas y las que son necesarias para el sector productivo" sostiene Golombek. Cuando hablamos de técnicos en la industria, también nos referimos a un abanico de trabajos muy variados que van desde soldar un caño hasta automatizar procesos complejos en la maquinaria de una fábrica.
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Dónde se preparan
Hay distintas posibilidades de formación para convertirse en técnico o técnica en el marco de la Educación Técnica Profesional (ETP) argentina. La más temprana es la escuela secundaria técnica. Según datos del Registro Federal de Instituciones de Educación Técnico Profesional (RFIETP), creado en 2006 en el marco de la Ley Nacional de Educación Técnico Profesional N° 26.058, en todo el país hay actualmente 1.636 colegios que ofrecen diferentes especialidades, como electromecánica, construcciones, informática, química, gestión o multimedios, entre otras. Demanda generalmente una jornada de ocho horas diarias e implica cursar distintos talleres prácticos. A la vez, se cursa un año más que el resto de las secundarias, entre seis y siete en total dependiendo de la provincia.
También existe la formación técnica en el nivel superior: carreras para las cuales es requisito tener el secundario completo. Esta abarca 723 instituciones del país, que están coordinadas por el INET al igual que las secundarias técnicas. Dan una formación específica en un área y un título habilitante. También hay formación universitaria: carreras como las distintas ingenierías u otras vinculadas a tecnología y el sector productivo, que en algunos casos también dan títulos intermedios terciarios.
Otra opción son los cursos de formación profesional, más cortos y mucho más específicos. Su objetivo es dar una habilidad que permite una salida laboral rápida y concreta, como reparar computadoras o determinadas máquinas. Estos cursos pueden ser dictados por el Estado en sus distintos niveles, pero también por sindicatos o empresas. Incluyen desde reparación de calzado hasta lenguajes complejos de programación. Funcionan unos 1.238 a nivel nacional, también bajo la supervisión del INET.
Cuántos hay en el país cursando en este momento
De acuerdo a datos provisorios del RFIETP de 2021 en Argentina hay 745.727 estudiantes en las secundarias técnicas públicas y privadas del país. De estos, 683.706 van a públicas y 62.021, a privadas. Del total de estudiantes, un 33% (246.174) son mujeres.
En el nivel superior (terciario), suman 219.546. Aquí, la proporción de géneros se revierte: la mayoría es femenina. Del total de 131.587, casi el 60 % son alumnas. A la vez, un poco más de la mitad, unos 116.215 alumnos y alumnas, corresponden al sector público.
En los cursos y talleres de formación profesional, que tienen distinta duración y apuntan a brindar habilidades que permiten la inserción laboral de jóvenes y adultos, hay 635.421 alumnos. De estos, solo 28.989 en el ámbito privado. Aquí, la mayoría también es femenina. Del total de cursantes, 334 mil son mujeres y 301 mil varones.
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Todos estos datos, del RFIETP de 2021, son provisorios porque se terminarán de actualizar una vez que finalice el ciclo lectivo.
Qué innovaciones necesitan implementar las escuelas e institutos de educación técnica
Las actualizaciones necesarias en la formación técnica se relacionan directamente con los cambios en el mundo, en su forma de comunicarse, producir y consumir.
"El desafío principal es sacarse de la cabeza el chip del pasado y ser capaces de mirar el futuro", afirma Inés Aguerrondo, socióloga con formación de posgrado en planificación educativa y política social. "Hoy lo que la educación tiene que hacer es garantizar las competencias para ser empleable y ser emprendedor porque toda la educación debe dar las capacidades necesarias para el trabajo. Sabemos que los empleos del futuro no están creados, ¿cómo vamos a meter presión en la escuela para que forme eso? La formación para el primer empleo, en todo caso, podría estar en un espacio común entre el empresariado y el Estado", analiza.
En ese acercamiento entre la demanda del mercado y el sector educativo, parece estar la clave para los próximos años. Valorizando lo consolidado, pero adaptándolo a lo nuevo. "Las formaciones que están son todas necesarias. Nos hacen falta maestros mayores de obra, técnicos en electromecánica, químicos, etcétera. El gran desafío que tenemos hoy es mantener esa formación, que es motivo de orgullo para los y las egresadas de las técnicas, y apuntar hacia lo que vamos a necesitar de acá a los próximos diez años, que es una formación que piense en la llamada industria 4.0, inteligente o la nueva revolución industrial, que incluye biotecnología, ciencia de datos y ciencias del ambiente. Y hacerlo ya desde el secundario técnico", explica Golombek.
“Argentina tiene industrias con un buen nivel de complejidad para entrar a la industria inteligente. Hay demanda de distintas compañías para producir de esa manera. Pero faltan en el país programas para preparar a las personas formadas en STEM en estas nuevas habilidades”, analiza Mur. ¿Cuáles son esas habilidades? “Fundamentalmente las que permiten aplicar la ciencia de datos a los negocios en tiempo real. ¿Qué sería esto? Por ejemplo, que una empresa de papas fritas esté conectada directamente con los registros de venta de los supermercados. Lanzan tres sabores nuevos y gracias a los registros de venta, que se actualizan minuto a minuto, detectan en tiempo real que hay un sabor que está vendiendo mucho más. Entonces, de manera inteligente una máquina decide que la fábrica comience a producir más cantidad de ese sabor”, explica Mur. Ese ejemplo se puede pensar respecto a medicamentos, repuestos automotores y prácticamente todo lo que se produce.
La clave está en aplicar la tecnología que existe actualmente a los circuitos productivos para hacerlos más eficientes, automatizados, sustentables y adecuados a su entorno. De alguna manera, más inteligentes. Eso pasa en disciplinas como la biotecnología, la farmabiotecnología, las telecomunicaciones y las ciencias ambientales, especialidades que el INET busca impulsar durante los próximos años en la formación de los futuros técnicos y técnicas. Incluso, desde el nivel secundario.