Si hay una persona que viene trabajando en adaptación y conociendo en profundidad el tema es Pilar Bueno. La conocí de hecho en los pasillos de las negociaciones climáticas. Bueno es investigora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y profesora en la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Y algo que me gusta destacar: es una mujer trabajando en pos de la acción climática. Con ella conversé sobre tres ejes claves para repensar la adaptación al cambio climático.
—Con el Acuerdo de París, desde 2015 se habló de la intención de darle mayor igualdad a la adaptación con la mitigación. ¿Hubo avances en materia de política de adaptación durante los últimos años?
—Desde su letra, el Acuerdo es un paso adelante en la búsqueda de la paridad política que mucho sostuvimos en los procesos negociadores. Esa paridad política se expresa en el documento, en el mismo propósito del Acuerdo y en artículos particulares. También la propia Convención (CMNUCC) nos mostraba un documento con muchos componentes de adaptación. Ahora bien, cuando después los documentos se implementan, podemos llegar a ver una realidad donde efectivamente se mantenga esa complementariedad de 50-50, o un proceso de implementación desbalanceado. Eso se puede trabajar desde múltiples esferas: las negociaciones, investigación, política nacional. En términos de avances, el dato de que 2/3 del mundo, y particularmente de países en desarrollo, ya contamos con algún tipo de estrategia, plan, acción en materia de adaptación; es un dato interesante. Por otro lado, el financiamiento de negociación venía mejorando en términos de proyectos y mayor monto, pero con la pandemia en el 2020 se redujo la inversión en el financiamiento de adaptación y, en los paquetes de recuperación, la adaptación no toma el rol que podríamos esperar. Otro dato como progreso a destacar: las alianzas globales en materia de adaptación han crecido notablemente.
—Te iba a preguntar cuáles eran los desafíos, pero luego de escuchar varios de los discursos de la Cumbre de Adaptación Climática, ¿es el financiamiento EL principal desafío de la adaptación?
—Es, sin dudas, uno de los principales. Históricamente esa brecha de financiamiento entre mitigación y adaptación se ha hecho más significativa. De hecho, el año pasado se hablaba de una brecha que había pasado de 30.000 millones de dólares a 300.000 millones de dólares. Hoy se habla que los costos anuales de adaptación de los países son de 70.000 millones de dólares y esos costos están siendo, en gran parte, financiados por nosotros mismos. Y acá hay que considerar algo complementario: la implementación de los documentos. Cuando se habla de brecha, se habla de brecha de implementación. Necesitamos trabajar mucho más en que el dinero duro de cambio climático no se vaya exclusivamente a mitigación y que ese 50/50 que venimos negociando hace 20 años se pueda alcanzar.
—Si nos centramos en América Latina, una región que no suele trabajar en unidad entre todos sus países en política o postura climática, ¿cómo estamos en materia de adaptación climática?
—En este contexto, América Latina vive con una circunstancia en la que la pandemia generó una profundización de las tendencias estructurales que ya venía teniendo, como la pobreza y el desempleo. Al mismo tiempo, el interés del sistema internacional se ha corrido completamente: América Latina no está en las prioridades de financiamiento, de apoyo, de cooperación de ninguna agencia, ni siquiera de nuestro propio continente. África y Asia son hoy las prioridades transversales. No se trata entonces sólo de Argentina, sino de América Latina en general que está corrida de ese eje. Son elementos clave del mapa que uno tiene que tener en cuenta, a lo que se viene a agregar otro elemento: las tradicionales tensiones ideológicas al interior de América Latina y el Caribe, nuestros distintos modos de comprender la acción climática y que no hemos podido encontrar esos ejes comunes o los hemos encontrado, pero no explotado adecuadamente. La adaptación es EL pegamento obvio entre nuestros países en materia de acción climática. Incluso cuando estábamos en grupos de negociación completamente diferentes, la adaptación unió a 134 países. Lo dije y lo voy a seguir diciendo: hay que encontrar el modo en que la adaptación transforme, sea un eje de acción de América Latina y el Caribe porque tenemos amenazas y riesgos comunes muy significativos.
Si te interesa profundizar en la temática de adaptación climática y mantenerte informado al respecto, recomiendo que sigas a Pilar Bueno en Twitter: @MPilarBuenoR.
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