En tiempos en que lo digital ha adquirido una importancia sin precedentes, todavía son muchas las personas que no saben cómo usar a nivel profesional, personal o social las nuevas tecnologías. Por otra parte, las personas con discapacidad afrontan otro tipo de exclusión: tienen una tasa de desempleo superior al 10 %, cuando el índice nacional es del 6,9 %.
“Transformar prejuicios en oportunidades” es el lema de Inmigrantes Digitales, una empresa social de formación digital, que persigue un doble propósito: reducir la brecha digital para lograr la autonomía de quienes aún no usan plenamente la tecnología y generar empleo para personas con discapacidad. “En la Argentina, la autonomía, el acceso a derechos, el ejercicio de la ciudadanía digital y el desarrollo económico y social de las personas con discapacidad se ve vulnerado y/o limitado por la brecha digital y los paradigmas sociales vigentes —explica la licenciada Verónica Capurro, directora ejecutiva de Inmigrantes Digitales—. A diario comprobamos que las convenciones internacionales sobre este colectivo, que en nuestro país tiene carácter constitucional, no son suficientes para facilitar la autonomía, participación y garantizar el acceso al trabajo”.
Capurro se topó con esta dura realidad en sus primeros pasos laborales como psicóloga. Comenzó a trabajar en una escuela de educación especial de una zona rural de la provincia de Buenos Aires y fue tal la frustración e impotencia que sintió al no contar con recursos para incluir a todos los estudiantes que decidió renunciar y no volver a trabajar en temas de discapacidad. Continuó creciendo profesionalmente en empresas multinacionales en áreas de desarrollo de talentos y sustentabilidad hasta que el nacimiento de su hijo menor con discapacidad la llevó a involucrarse de lleno en la temática. “Elegí dejar de lado mis propios prejuicios sobre la capacidad laboral de las personas con discapacidad y acompañarlas a desarrollar sus talentos. En ese camino conocí a Bea Pellizari, quien me invitó a sumarme al piloto de Inmigrantes Digitales en el 2016”, cuenta.
Inmigrantes Digitales brinda formaciones y capacitaciones gratuitas. Los recursos se generan a través de alianzas colaborativas con Gobiernos, organizaciones de la sociedad civil y empresas. En estos cursos, las personas con discapacidad se forman como facilitadores digitales y son ellos quienes luego dictan los talleres teórico-prácticos para la apropiación de herramientas digitales. Los principales destinatarios de estos espacios de formación son adultos mayores que necesitan aprender a usar la tecnología para comunicarse, comprar y/o realizar trámites; mayores de 45 años que buscan reinsertarse en el mercado laboral y mujeres que postergaron sus carreras profesionales por tareas de cuidado y quieren impulsar sus emprendimientos o conseguir empleo.
La organización trabaja con cámaras empresarias, gremios, organismos públicos, ONG que buscan capacitar a sus empleados, clientes o a la comunidad a través de iniciativas de responsabilidad social empresarial. También hay capacitaciones para jóvenes en situación de vulnerabilidad social y para emprendedores. Por ejemplo: con el apoyo del banco Santander, 600 emprendedores pertenecientes a organizaciones como Fuerza Mujeres, Casa Nido, Fundación Sonrisas, Pacha Lab, Ceapre, MAP, De la Nada, Obra Padres Mario y Media Pila han recibido capacitaciones en formato presencial y virtual sincrónico. En los talleres aprendieron sobre modelo de negocio, marketing digital, redes sociales y comercio electrónico con el acompañamiento de los tutores expertos, personas con discapacidad que se recibieron como facilitadores digitales.
“Estamos muy contentos porque acabamos de lanzar una nueva convocatoria para la formación de facilitadores digitales con discapacidad, con el financiamiento del Programa de Fortalecimiento de Organizaciones Sociales de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que se implementa en alianza con la empresa de soluciones de pago digital Gire S.A. y con la Universidad de Flores. Este es el sexto programa de formación de facilitadores digitales con discapacidad. En cada una de las ediciones previas participaron más de cien personas”, cuenta Capurro con orgullo.
Un staff inclusivo de profesionales
Uno de los retos más desafiantes desde el inicio del proyecto fue que las personas con discapacidad al empezar su proceso de formación presentaban niveles muy bajos de confianza en sus propias capacidades, falta de experiencia laboral y de interacción social y una fuerte necesidad de fortalecer su autonomía (para, por ejemplo, viajar solos o estar al frente de una clase). “Eso que podían considerarse obstáculos fueron para nosotros el combustible para pensar en más y mejores formas de abordar los desafíos, cuidando a las personas involucradas y mirándolas desde sus posibilidades. Cuando las personas se sienten capacitadas se habilitan a sí mismas, ganan confianza y autonomía y pueden pensarse y sentirse como protagonistas de su propio futuro. Asumen su rol de alfabetizadores digitales y son excelentes docentes, pacientes y empáticos para trabajar con grupos sumamente diversos y desafiantes”, dice la psicóloga.
Un claro ejemplo es el caso de Agustín Aleo, quien formó parte del staff de docentes de Inmigrantes Digitales entre 2018 y 2021. Hoy, con 27 años, trabaja como analista en Comunicación Interna para Gire S.A. Y lo cuenta así: “Cuando yo comencé la capacitación como instructor, casi no viajaba solo en colectivo. Tengo una discapacidad motriz, acondroplasia, considerada una forma de enanismo. Mi inserción en el campo laboral comenzó con una capacitación de cinco meses aproximadamente donde adquirí las habilidades técnicas y blandas para poder desempeñarme como instructor digital. El cambio en mi vida fue rotundo: hice amigos, muchos de ellos quedaron seleccionados igual que yo para enseñar. Inmigrantes Digitales fue mi trampolín en el mundo laboral. Pero, además de las habilidades para el trabajo, me dio habilidades para la vida cotidiana. Por ejemplo, con mis compañeros empecé a viajar en transporte público, lo que me permitió además conocer otras realidades de personas en situación socioeconómico vulnerable, como cuando fuimos a capacitar al Barrio 31”.
Grupos sociales vulnerables
Según el Ministerio de Modernización de la Nación, uno de cada tres argentinos carece de acceso a internet. Pero acceder no es sinónimo de usar o de apropiarse de la tecnología, porque el 40 % de quienes cuentan con el servicio no saben cómo realizar compras online, usar el banco virtual, manejar herramientas básicas de software o buscar trabajo.
“Hay una creencia errónea que sostiene que con buenos tutoriales todo el mundo puede utilizar la tecnología. La experiencia demuestra que distintos grupos sociales vulnerables necesitan de instancias presenciales para apropiarse de las herramientas digitales y didácticas particulares con ejemplos y situaciones prácticas que faciliten su uso en lo cotidiano”, explica Capurro. Y aclara que, incluso entre los nativos digitales que nacieron y crecieron rodeados de terminales y plataformas de conectividad, hay quienes utilizan la tecnología de un modo instrumental, pero desconocen el uso de internet como una herramienta para buscar trabajo o emprender. “Se cree que pueden franquear toda barrera de acceso y resolver naturalmente la construcción de competencias y habilidades para el uso de las TIC, pero esto es una presunción simplificadora. Profesores de secundarios nos dicen que los estudiantes no tienen conocimientos digitales de programas”, detalló.
Por todo esto, Inmigrantes busca, investiga, genera alianzas y, donde hay brecha digital, implementa pasos y caminos para reducirla. Así nació Puentes Digitales, un programa destinado a personas sin experiencia en plataformas virtuales, acompañando a aquellos que nunca han tenido contacto con estas herramientas, como por ejemplo una conexión en Zoom. Además, en alianza con la Fundación Navarro Viola, brindan consultorías de problemas digitales a adultos mayores, en las que se fortalece la participación ciudadana.
“Cuando se abre el acceso a oportunidades de los grupos más vulnerables, se transforman mentalidades. Contar con estas personas en nuestros ámbitos laborales nos ayuda a soltar prejuicios y miedos y a ser más empáticos e inclusivos”, concluye Capurro.
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Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones, una alianza entre Río Negro y RED/ACCIÓN.