Según el Ministerio de Salud, cada año mueren 200 personas por intoxicación con monóxido de carbono. Se genera por una mala combustión de las llamas de hornallas, el horno y principalmente los calefones. Una ventana abierta al menos 5 cm, la más simple medida de prevención.
Año tras año escuchamos la misma advertencia en relación a las estufas y los calefones. Que se asegure que corra el aire, que tengan tiro balanceado, que se abran las ventanas. Y aunque se dice invierno tras invierno, el monóxido de carbono sigue cobrándose vidas.
Según el Ministerio de Salud de la Nación, en el 2017 hubo 200 víctimas fatales por esta causa y 976 personas intoxicadas.
Apenas a una semana de comenzado el invierno, la cifra de este año ya comenzó a crecer. Se confirmaron más de 60 casos de intoxicación y ya hubo más de 5 muertes, entre ellas las de la familia del senador Luis Naidenoff, la periodista Lucía Trotz, y el ex funcionario de Ministerio de Transporte, Miguel Bomchil.
“Cada 4 horas se intoxica alguien con monóxido en la Argentina. Sin embargo, cuando se dice que alguien falleció por un escape de gas monóxido de carbono es falso: nunca se trata de una filtración porque el monóxido de carbono se produce fuera de los caños”, explica Juan Carr, fundador de la Red Solidaria.
“Se provoca cuando se agota el oxígeno y hay una llama encendida. Cuando hay mala ventilación, la llama provoca una mala combustión y se genera el monóxido de carbono. Es importante insistir: nunca se trata de una fuga de gas y la mejor manera de prevenir intoxicaciones es siempre dejar abierta una ventana al menos 5 centímetros”, dice Carr, que hace años está al frente de la campaña Frío Cero, que trabaja por evitar las muertes por frío y por inhalación de monóxido.
Las fuentes más habituales por las que se genera el monóxido son las hornallas, el horno, los caños de escape de los automóviles, y principalmente los calefones, que suelen estar todo el día encendidos en modo piloto.
El gas metano en cambio sí se escapa de las cañerías, pero es un gas al que se le pone olor para que reconozcamos el escape. Es uno de los peligros principales del monóxido de carbono: como no tiene olor no es fácil de reconocer. Además de asegurarse la ventilación de la casa, otra alternativa para estar más seguros es colocar un detector de monóxido de carbono en el hogar. Otra opción es la que ofrece Metrogas, que es un detector de gas y monóxido de carbono.
Por supuesto, toda medida de seguridad suma. Pero Juan Carr insiste, mientras meditan si se compra o no el detector, siempre 5 centímetros de ventana abierta.