¡Hola! Repaso suertes y destinos de la industria editorial y reaparece una idea que me persigue hace tiempo: que muchas carreras están determinadas por el sello que las edita por primera vez. Mi corolario: cuanto más independiente la editorial, a veces mejor.
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Majors vs. indies. Estoy ordenando mi biblioteca, leyendo pendientes, todas actividades perfectas para esta cuarentena extendida. Entonces, repaso títulos y autores, suertes y destinos. Y aparece esta sospecha que me da vueltas desde siempre: si las editoriales en donde se debuta son medianas, tu suerte de escritor puede ser mejor que publicando en una editorial grande.
Aclaro algo: todo esta teoría es una sensación, no tengo ni media prueba que la sostenga, pueden rebatirla en un santiamén. Entonces “siento” que autores buenísimos que debutaron en grandes grupos editoriales pasaron total e injustamente desapercibidos y me pregunto: ¿qué hubiera pasado si empezaban en una editorial más chica? Mi idea es que habrían hecho más ruido, y su suerte podría haber sido mejor.
- Si, como Dolores Reyes, Ángeles Salvador hubiera publicado su excelente novela debut, El papel preponderante del oxígeno, con Sigilo, ¿su libro habría tenido el mismo nivel de atención —poca— que tuvo publicado por Random? Y si Dolores Reyes hubiera publicado Cometierra con Random, ¿habría pasado desapercibida o habría sido el suceso que fue editada por Sigilo?
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Sensaciones. No hay una moral en este recorrido, pienso. No creo que el que tome atajos pierda. Hay carreras que pueden comenzar saltándose todos los pasos del recorrido y, empezando en la editorial más grande del mundo (Mairal es un caso, Tamara Tenenbaum es otro). Pero también pasa otra cosa: hay libros que simplemente no son para tal o cual sello, y como un órgano trasplantado, el cuerpo puede rechazar o acoger.
Decido romper el cerco de mi imaginación y acercarme a las personas que saben del tema. Busco entre mis contactos escritores y escritoras y editores y editoras que puedan echarme un poco de toda la luz que hayan recogido por experiencia. Primera sorpresa: muchos comparten mi opinión. Segunda sorpresa: casi todos me piden hablar en off.
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Esnobismo virtuoso. Hablo con Mercedes Güiraldes, editora de Emecé. De las pocas que acepta dar su nombrey me dice, de un tiro, que está de acuerdo conmigo. De hecho, me cuenta, esa misma idea se le coló en un Zoom que había tenido con colegas de otros países esa mañana.
“Pienso que es como vos decís y que tiene que ver en parte con algo real (las independientes tienen otros ritmos y otras paciencias) y en parte con algo simbólico o imaginario (y ahí funciona el esnobismo en su variante más virtuosa, que funciona para los medios, los lectores y los propios autores). Pienso también que por eso los grandes grupos tienen o compran sellos dotados de un perfil indie y tratan de preservarlos de la lógica de urgencia y rendimiento que se les exige a otros sectores del mismo grupo. No se logra todas las veces, pero la idea siempre está”.
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Buenas decisiones. El escritor Julián López es un caso paradigmático. “Mi experiencia con Una muchacha muy bella fue la siguiente: la quería uno de los grupos grandes y la oferta era muy tentadora en relación a la que me podía hacer una editorial independiente. Ya se la había presentado a Eterna Cadencia y la quería publicar. Pero, simultáneamente, estaba en contacto con una editora de Random. Y me ofrecía un anticipo suculento en relación con lo que me podía ofrecer Eterna Cadencia. Pero después me di cuenta de que mi novela necesitaba una escala menor que Random y eso lo encontraba en Eterna Cadencia. Y eso hice, y creo que fue la única buena decisión que tomé en mi vida. Necesitaba la garantía del acompañamiento, que sólo te puede dar una empresa con una dimensión mediana”.
Pero claro, estamos hablando de ruido. No de ventas. Las ventas, los datos duros, la furia, son más difíciles de conseguir y de interpretar. Leonora Djament, editora de Eterna Cadencia, dice: “Te lo reconfirmo: es así”. Cree que tiene que ver con el tiempo y el lugar y con el espacio que esos libros reciben en un sello más chico y que nunca van a tener en una grande.
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Tamara Tenenbaum, recién publicada por Planeta (esta vez con ficción) y ex editora de Rosa Iceberg, me dice: “Mi opinión on the record es que estoy 100% de acuerdo con vos. Creo que hay libros que pertenecen a editoriales más chicas y que florecen ahí. No sé del todo por qué es así pero tengo algunas intuiciones, y el ejemplo de algunos casos concretos (que obbbbviamente me reservo)”. El subrayado es mío.
- Tenenbaum también coincide con Djament: “Creo que las editoriales independientes crean una identidad mucho más densa (yo vengo de Rosa Iceberg que lo hizo, pero se podría decir lo mismo de Mansalva, Blatt & Ríos, Tenemos las máquinas y muchas más). Eso te suma en muchos sentidos: les lectores tienen súper claro lo que buscan y son muy capaces de descubrir un autor nuevo del que no saben nada solo porque confían en el juicio de Marina Yuszczuk (editora de Rosa Iceberg) o de Damián Ríos (la segunda parte de Blatt &...)”.
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Pros y contras. En la misma línea, otro joven autor y periodista, que también me pide off, dice: “El problema con las más editoriales pequeñas es que tienen una distribución muy deficiente y el problema con las más grandes es que publican tanto que no pueden darle al libro literario el acompañamiento lento y paciente que necesita. Las editoriales medianas trabajan, justamente, en ese equilibrio. Creo que las mainstream (Planeta y Random) son buenas para autores que venden mucho (caso Samanta Schweblin, Mariana Enríquez, Claudia Piñeiro, etcétera), porque tienen una llegada a librerías imbatible y un poder muy fuerte de reimpresión”.
- Cierra con un consejo: “Por eso hay que esperar para dar el "salto" a las mainstream. Hacerlo antes de tiempo —por ansiedad, por tentación— puede ser perjudicial para los libros y, finalmente, perderemos a los lectores, que muchas veces están atentos a otro tipo de editoriales, editoriales más ‘amigas’, que les hablan al oído”.
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Blatt & Ríos. En los ejemplos de medianas y grandes editoriales, habrás notado, siempre apareció mencionada la editorial Blatt & Ríos, un sello que con el tiempo fue ganándose ese destacadísimo lugar dentro de la escena local. Mariano Blatt me da una respuesta extensa, pensada. “Como toda teoría incomprobable, me parece incomprobable pero al mismo tiempo, y quizás por eso mismo, interesante”, me dice.
“Por mi condición de ‘insider’ del mundillo literario, quizás me cuesta dimensionar del todo cuánto ruido hacen los libros. ¿Hacer ruido es hacer ruido en el mundillo o es traspasar esos límites y llegar al ‘público general’? No lo sé. Lo que sí me animo a decir es que ciertos libros, ciertos autores (pienso sobre todo en autores argentinos contemporáneos), al ser publicados en un grupo pasan a ser percibidos por otros actores de ese mundillo como ‘vendidos’, o algo por el estilo. Y entonces el prejuicio ciega a esos actores y ya no le prestan atención a esos libros, a esos autores”.
Sigue: “Al mismo tiempo, esos autores ‘vendidos’, esos libros, parecen entrar en la ‘promesa’ de una carrera consagrada en otros niveles: económico, de fama, de premios, de proyección internacional, traducciones. Creo que en algunos casos eso termina siendo así, efectivamente. Me cuesta imaginar a Mariana Enríquez (la pongo como ejemplo, podría ser también Samanta Schweblin o Gaby Cabezón Cámara, u otres) ganando todos los premios que ganaron (o a los que estuvieron nominadas, o en short-lists) en estos últimos años si nunca hubiesen publicado en una editorial grande”.
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Espero que te haya gustado el envío de hoy. Yo me retiro a seguir buscando libros. ¿Dudas? ¿Sugerencias? ¿Lecturas? Escribime a [email protected]
Va un fuerte abrazo,
Flor