En diciembre del 2020, Pablo Halamaj instaló seis paneles solares en su casa, ubicada en el barrio de Barracas, en la ciudad de Buenos Aires. La principal motivación para hacerlo fue reducir el consumo de combustibles fósiles y aportar a la matriz energética del país energía más limpia. Él tiene una terraza grande, que le da el sol todo el día y eso provocaba que se generara mucho calor. Durante la pandemia aprovechó para hacer un techo verde con pasto real e instalar los paneles, lo que ayudó a mitigar un poco el calor en su casa.
“La instalación de los paneles llevó dos días de trabajo y una mañana más para hacer los chequeos. Toda la estructura se armó en la terraza”, cuenta el ingeniero electrónico de 39 años.
A fines de 2018, se reglamentó la Ley de Generación Distribuida N°27.424, que permite a particulares, comercios, industrias e instituciones instalar paneles solares en sus techos y vender los excedentes de su producción a la red eléctrica. En 2020 se triplicaron los usuarios-generadores respecto a 2019: se registró un aumento interanual del 304%, según informó la Secretaría de Energía argentina.
La Ley de Generación Distribuida de fuentes de energía renovable prevé que los usuarios puedan generar electricidad en el punto de consumo, reduciendo el gasto en las facturas de electricidad. La energía que no sea utilizada, podrá ser inyectada a la red de distribución para ser consumida por otros usuarios.
De todas formas, cabe aclarar que no es la económica la principal motivación para instalar los paneles solares. “Para contar con unos cuatro paneles se requiere una inversión aproximada de 2.500 dólares más IVA. Por lo tanto, si el interés es el repago económico no lo recomiendo porque hoy las tarifas están muy bajas. Hay un subsidio muy grande a la energía tradicional”, explica Ariel Mesch, realizador y consultor de proyectos de energías renovables y fundador de Mesch Energías Renovables. La vida útil de los paneles es de 20 a 25 años.
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Los paneles solares no garantizan tener luz cuando hay un corte de electricidad. Para eso, es necesario instalar baterías, que aseguran el suministro. Hay que tener en cuenta, que de esa forma el costo aumenta considerablemente y también se necesita mantenimiento. Para estos sistemas, Mesch estima que hay que invertir unos 5.000 dólares más IVA.
“Durante los primeros meses de la pandemia, la venta de paneles estuvo frenada, pero a partir de mayo se reactivó. hubo gente que dejó de salir a comer afuera, de viajar al exterior, de ir al gimnasio, entre otras cosas, y se encontró con un ahorro extra. Al pasar más tiempo en la casa buscó invertir allí su dinero. Algunos buscaron climatizar la pileta o comprar paneles solares. Todo lo que es energías renovables se vende al cambio oficial y en billete dólar cuesta barato”, cuenta Mesch.
En su casa en Saavedra (CABA), Mesch tiene cuatro paneles. En el bimestre del 24 de agosto al 22 de octubre, él consumió 225kWh e inyectó a la red 273 kWh. En su factura se reflejó el saldo a favor: $-164,37. La factura de Edenor señala que el kWh demandado se paga un peso más que el kWh aportado.
La apuesta por la transición energética
Víctor Liste es vicepresidente de Ingeniería sin Fronteras y es parte de Rayo, el emprendimiento de la organización que promueve las energías renovables y, así, acelera la transición energética. A través de este proyecto se busca ofrecer un servicio que facilite y simplifique el proceso de instalación de paneles solares, para que cada vez más personas apuesten a un consumo más sustentable. En paralelo, la empresa propone formar en un nuevo oficio a personas de barrios en situación de vulnerabilidad y promover la inclusión laboral. Rayo ya lleva instalados diez medidores bidireccionales.
Liste vive en Vicente López, tiene paneles solares en su casa y en junio instaló el medidor bidireccional. Tiene una instalación de 5 KW: con eso puede alimentar su vivienda y la de sus suegros, que está arriba. “En los últimos meses inyecté más energía de la que consumí”, cuenta.
“Hoy en Buenos Aires no es un buen negocio la instalación de paneles solares. El recupero no es bueno. En Córdoba el costo de la electricidad es más caro y por eso se ven más instalaciones”, explica Liste.
Según Liste, para fomentar las instalaciones de paneles en Argentina se necesita más financiamiento. Él estima que la instalación promedia los 400.000 pesos, una cifra similar a la señalada por Mesch sin contar las baterías . Dice: “El consumo típico de una casa es 500 kWh por bimestre. Eso se puede generar con 2 KW de paneles, que son unos 10m2, unos cinco paneles de 400 W. Cuando hay sol se genera mucha energía y lo que no se consume se inyecta a la red. De noche no hay generación y se consume de la red eléctrica, pero el excedente del día compensa los consumos de la noche”
Belén Avenalli tiene 35 años y durante la pandemia se mudó a una casa en Benavídez, provincia de Buenos Aires. “En agosto de 2020 me vine a vivir acá. Era la casa de fin de semana de mis viejos y ahora pasó a ser de residencia. Convivo con ellos en este momento”, relata la joven, que trabaja en comercio exterior.
Una de las motivaciones para instalar los paneles en esa casa fue el miedo a los cortes de luz. “Hoy tener una heladera llena implica un montón de plata y no queríamos arriesgar la comida por una interrupción del servicio”, cuenta Avenalli. En febrero de 2021, se contactó con Ariel Mesch para pedirle asesoramiento y decidió instalar 10 paneles y aparte las baterías. En julio de este año instalaron el medidor bidireccional de Edenor. “Nos demoramos en colocarlo, pero cuando lo tuvimos vimos el impacto en la factura. Pasamos de gastar 9.000 pesos en un mes a 300 en otro”, comenta Avenalli. En la casa viven cinco personas y los fines de semana se suman dos personas más.
“Si en algún momento las tarifas se llegan a sincerar, puede ser que sea una inversión más interesante. Hoy estamos contentos con la decisión que tomamos por el impacto ecológico de generar nuestra propia energía. No estamos expuestos a los cortes de luz, ahorramos en la factura y aportamos a un mundo mejor”, dice Avenalli.