Hace unos días se viralizó un reel del usuario @Somoslaud.cl en el que un joven chileno que es entrevistado en la calle explica cómo es ser un “ñuñoino”. Según los vecinos trasandinos, este concepto es utilizado para calificar a las personas que usan ropa americana, son veganos, tienen una banda indie, hacen stand up, usan tote bag y le sacan la ropa a sus padres, entre otras cosas. El nombre proviene de Ñuñoa, una comuna en la ciudad de Santiago de Chile.
La particular razón por la que este video pasó la frontera y generó un gran debate en las redes sociales es porque, al parecer, las nuevas generaciones de Argentina y Chile comparten más cosas de las que creen. En este caso, un estilo de vida que se volvió tendencia en los últimos años y que fue adoptado por personas de entre 16 y 30 años.
Este tipo de modas no es casual, en ambos territorios sucedieron tendencias similares entre 2007 y 2009 en donde ser flogger, punk, emo y otras culturas urbanas atraparon a los millennials de hoy y encasillaron sus gustos e intereses en una clasificación temporal, popular y masiva.
En la actualidad, ser “ñoñoino” trae consigo una propuesta más ambiental del lado de la reutilización de la ropa de segunda mano o de feria y de la adopción del veganismo, ya que los centennials y los millennials están más involucrados en cuánto a la consciencia social y el impacto que provoca el consumo y la producción de la humanidad al planeta.
El hecho de que muchas bandas indies están emergiendo tampoco es por casualidad. Aunque la palabra “indie” comenzó refiriéndose a los músicos que desarrollaban sus carreras de forma independiente, hoy en día se asocia a un género musical (y uno muy popular). De hecho, la lista Indie Argentina de Spotify cuenta con 151.338 suscriptores y con más de 100 canciones de diferentes artistas y bandas del país. Tal es el boom de las bandas que convoca este género que festivales como Festival Capital, Festival Nuevo Día y hasta el Cosquín Rock sumaron varias bandas emergentes de estilo indie a su grilla.
En cuanto a la fiebre del Stand Up, es probable que esté teniendo su auge en Chile, pero en nuestro país ese tren ya pasó junto a la moda de las cervecerías y, ahora, está en boga las cafeterías de especialidad y las propuestas culturales en las que se sumergen diversas disciplinas como la cerámica, el tarot, los tatuajes hand poke y el arte improvisado.
Ser ñuñoino está de moda, pero ¿por qué? Es posible que, al nombrar este estereotipo, se ponga en evidencia su paradoja: un grupo de personas que, al intentar diferenciarse del resto, termina pareciéndose entre sí. O, lo que es lo mismo, en su esfuerzo de "no estar a la moda", se convierte en una moda. ¿Acaso no es ya un cliché la frase "estoy escuchando una banda que probablemente no conozcas"?.
Si bien en nuestra región existen varios de estos nuevos estereotipos, como los "tinchos" (que juegan al rugby y escuchan reggeatón), las "milipilis" (que viene de la unión de los nombres Milagros y Pilar, y se usa para chicas de clase alta con gustos similares), no había un nombre para este grupo que, sin embargo, existía.
Pero no nos apresuremos a juzgar; la necesidad de pertenecer no es ningún enigma sociológico. En un mundo cada vez más globalizado y atomizado, formar un grupo con una gran cantidad de personas por gustos musicales o prácticas alimentarias similares, probablemente, sirva para más que llenar nuestras agendas culturales los fines de semana o encontrar más restaurantes veganos. Si el humano es un ser gregario y requiere de un otro para existir, buscar personas que compartan sus gustos e intereses está en su ADN.