Con la cuarentena el paisaje de distintas urbes del país se está transformando: las bicisendas se llenaron de ciclistas, agolpados en las esquinas para cruzar; las colas en las bicicleterías son cada vez más largas; y siempre hay alguien inflando las ruedas en las estaciones de servicio. “Hasta fin de septiembre no podemos tomar más bicicletas para reparar. No damos abasto con la demanda”, señala una mujer dueña de una bicicletería en el barrio porteño de Belgrano. Es evidente, que en este tiempo algunos hábitos de movilidad cambiaron.
Por la pandemia, el transporte público es de uso exclusivo para esenciales y está previsto que en las próximas etapas siga priorizado para estos trabajadores. Pero a medida que se flexibilizan las medidas de aislamiento, cada vez se ven más personas circulando y un medio muy elegido es la bicicleta. Se está acelerando un proceso que apunta a una movilidad sustentable y la pandemia podría dejarnos ciertos hábitos adquiridos.
En nuestro ya tradicional Shot de Noticias, conducido por Luli Coraggio, preguntamos a la audiencia si prefería moverse en bici o transporte público. De los casi 3.900 votos que recibimos, el 70% eligió la bicicleta. A su vez, el 66% comentó que no se sentía seguro en este medio de transporte cuando lo usa en la calle, en relación al riesgo de accidentes de tránsito.
Según Adecco, para los argentinos, el colectivo y el subte son los medios más riesgosos en la actualidad. Para muchos, el colectivo (42%) es el transporte público más inseguro a la hora de pensar en un contagio, luego el subte (37%), el tren (15%), y el taxi (1%). Antes del 20 de marzo, 6 de cada 10 utilizaban el colectivo para llegar a su lugar de trabajo. El subte era elegido por el 17% y el tren por el 14%.
Desde el inicio de la cuarentena, Silvina Oviedo, una diseñadora gráfica de 32 años de Villa Pueyrredón (CABA), usa la bicicleta para asistir a sus padres que viven en Provincia de Buenos Aires. “También salgo a pedalear para despejarme. Tuve que ir al dentista y fui en bici. No quise usar más el transporte público”, comenta.
Para cuidarse, Oviedo sale con casco y a la noche trata de no andar en bicicleta. “Yo soy muy prudente, pero los autos nos pasan muy cerca. También hay que ir esquivando peatones. Siempre voy por la mano derecha, pero ahora veo bicis de la mano izquierda. Eso es inseguro, cuando los autos esquivan. Los fines de semana evito las bicisendas porque están hasta las manos”, observa.
Oviedo trabaja en Floresta. Antes de la pandemia iba dos veces por semana en bicicleta para hacer ejercicio. Si tuviera que volver al trabajo presencial en los próximos meses, cree que iría todos los días pedaleando.
En estos meses, en la Ciudad de Buenos Aires, se registró un aumento de hasta un 114% de viajes en bici. De acuerdo con la Secretaria de Transporte y Obras Públicas del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (GCBA), las consultas para la compra de bicicletas y vehículos de micromovilidad aumentaron significativamente en las distintas plataformas de compra: la cámara de fabricantes de bici (COMMBI) registró entre los meses de mayo y julio un crecimiento interanual de ventas de bicicletas del 50% y Mercado Libre registró un aumento de ventas del 131% respecto al período abril-agosto 2019. Al contextualizar, también debe tenerse en cuenta que los pedidos de delivery en las aplicaciones de reparto crecieron un 50% durante la pandemia y muchos repartidores se mueven en bici.
Para Mauricio Vásquez el uso de la bici se convirtió poco a poco en un estilo de vida. La elige con fines más recreativo: recorrer y perderse por barrios de la Capital Federal. “Para ir al trabajo, una vez que pase la pandemia, retomaría el transporte público porque tengo una bici de paseo y no cuento con la certeza de poder llegar a tiempo a los lugares”, comenta el joven de 27 años que se dedica al marketing digital.
Los sistemas públicos de bicicletas
En Argentina, los sistemas públicos de bicicletas funcionan en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (EcoBici), en Rosario (Mi Bici Tu Bici), en La Plata (Movete en Bici) y en Mendoza (En la Bici). En CABA, EcoBici está concesionado a TemBici para brindar un servicio de 4.000 bicis y 400 estaciones. Actualmente, el Gobierno porteño redujo el servicio a la mitad. “El sistema Ecobici se encuentra funcionando con un esquema especial que apunta a viajes que sean necesarios. Su reimplementación el lunes 11 de mayo se dio en un contexto diferente, pensado y adaptado a una realidad sanitaria particular. En el marco de la pandemia dejamos de lado el perfil recreativo de Ecobici para reconvertirlo en un escenario especial en el que los viajes son sólo para hacer traslados necesarios: ajustamos el sistema de 400 a 200 estaciones que desplegamos estratégicamente en relación a la cercanía con los centros de trasbordo y zonas laborales más densas para garantizar que estas áreas de la ciudad cuenten con la bicicleta como alternativa y para poder implementar una logística en forma reducida y controlada”, comentan desde la Secretaria de Transporte y Obras Públicas del GCBA.
El arquitecto y doctor en Estudios Urbanos Martin Lemma viene analizando cuál es la disponibilidad de bicicletas públicas en la Ciudad durante la cuarentena y observó que desde el 24 de julio no supera las 1.176. “La política de bicis públicas fue una de las más exitosas en relación a movilidad sustentable. Sin embargo, desde junio de 2018 la comunidad de ciclistas observa algunos retrocesos: en la cantidad de bicicletas disponibles y en el estado en que se encuentran. Se ve la falta de inversión”, dice el investigador que trabaja en CEUR-CONICET.
Al consultar al GCBA por la disponibilidad de bicis, respondieron que hoy se promedian las 1.100 por el contexto y se van inyectando en función de la demanda hasta llegar a las 2.000. EcoBici es un servicio que se puede usar gratuitamente durante 35 minutos.
El año pasado, para incentivar la movilidad sustentable también se recurrió a impulsar los monopatines. “En 2019 los regulamos a través de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires e impulsamos una prueba piloto para que distintas empresas ofrezcan el servicio de monopatines compartidos y luego así evaluar cuál era la mejor implementación para la Ciudad de Buenos Aires. En el marco de la pandemia el servicio no se está prestando”, dicen desde el GCBA.
Durante la cuarentena, EcoBici tuvo un promedio de 5.000 viajes diarios. Dado el contexto actual, los trabajadores esenciales que realizan trayectos de distancias largas y eligen la intermodalidad, pueden subir con su bicicleta o monopatín eléctrico en el primer o último coche del subte. Además, el martes 25 de agosto comenzaron las obras de las nuevas ciclovías en las avenidas Córdoba y Corrientes y en distintos tramos de las avenidas Estado de Israel y Ángel Gallardo. “Realizamos estudios periódicamente y en base a los últimos conteos realizados, observamos que muchos ciclistas eligen desplazarse por avenidas”, dicen desde el Gobierno porteño.
En Rosario, el Municipio amplió un 25% las bicisendas en la ciudad. En un primer momento se había puesto en stand by el servicio, pero luego se volvió a alentar el uso de las bicicletas públicas. Según informó La Capital, en julio se hicieron un 26% más de viajes que el mismo mes de 2019 y desde el inicio de la cuarentena se inscribieron 2.500 nuevos usuarios.
En la ciudad de La Plata, el programa "Movete en Bici" incluye un servicio de préstamo de bicicletas para trabajadores esenciales y vecinos que tengan el permiso de circulación. "La cantidad de inscriptos desde que comenzó la cuarentena registró un incremento que supera el 10% en comparación con los últimos días de diciembre", informaron desde la comuna.
La seguridad al pedalear
Un problema recurrente es que los ciclistas no terminan de sentirse seguros en la calle. “Lo que más buscamos desde Ciudad Posta es que la movilidad se empiece a pensar fuera de la lógica de vehículos motorizados y darle una mayor importancia a los peatones y ciclistas. Repensar las ciudades es un juego de tensiones. Las ciclovías son para que las personas que necesitan resguardarse un poco más tengan la infraestructura para sentirse más seguras, pero la calle es de todos los medios de transporte”, dice Lemma. Ciudad Posta es un espacio activista autogestionado que busca aportar a las políticas públicas desde la lógica de la sustentabilidad, la inclusión y el género.
Melisa Caprari tiene 20 años y vive en Córdoba. Ella trabaja en un gimnasio y hace algunas semanas los habilitaron en su ciudad. “Estoy yendo en bici al trabajo para evitar el transporte público. Empecé saliendo con una amiga y ahora ya voy sola”, cuenta.
Todavía, ella no logra sentirse segura en la bicicleta. “Los conductores de autos no respetan las bicis, tocan bocina, se enojan y te gritan. Tampoco hay bicis públicas en Córdoba. Creo que cuando vuelvan todos a la rutina va a haber mucho tráfico y voy a tener que volver al transporte público”, comenta Caprari.
Otro lector de RED/ACCION, Emiliano Cabrera, solía elegir la bici antes de la pandemia porque el transporte público le generaba malestar. Prefiere moverse a su tiempo y al aire libre. “Ahora estoy con teletrabajo y no la estoy usando. Pero la idea es volver a trabajar en bici cuando se pueda. El tráfico me da miedo, por eso las bicisendas me vienen bien. Siempre busco un garage para dejar la bicicleta, por la inseguridad”, explica Cabrera, que tiene 34 años y vive en el barrio porteño de San Cristóbal.
Propuestas para mejorar la movilidad sustentable
Martin Lemma trabajó en una serie de propuestas para mejorar la movilidad sustentable en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). En primer lugar, le parece relevante establecer lineamientos de planificación a escala metropolitana. “No todo el AMBA cuenta con la misma densidad de red de ciclovías: en la zona sur, suroeste y oeste de la CABA la distancia entre redes disminuye sustancialmente; ya en Provincia, hay que remitirse a casos aislados, generalmente fuera de las zonas urbanas más transitadas. Es preciso mejorar esta infraestructura, que requiere inversiones mínimas comparadas con las del automóvil: dar continuidad en los trazados, incorporar carriles en avenidas próximas a las estaciones de transporte colectivo masivo (trenes y subtes). También hay que extender el sistema público de bicicletas urbanas hacia los municipios del conurbano”, dice Lemma.
También, el doctor en Estudios Urbanos considera importante crear nuevos puntos de estacionamiento y atado para bicicletas. “Se deberían crear incentivos para la compra, restauración y reparación. También promover la producción nacional de este transporte. Es imprescindible ofrecer incentivos económicos a las personas y empleadores que estén dispuestos a cambiar total o parcialmente el uso de vehículos motorizados”, agrega.
Para fomentar la información para circular, Lemma propone la creación de espacios para aprender a andar en bicicleta para todas las edades, donde se reduzcan los riesgos. Además, deberían ofrecerse manuales de orientación gratuitos que asesoren en medidas de seguridad vial, tipos de rodados a adquirir y recorridos que ofrece el AMBA. En vínculo con los municipios del AMBA, habría que ofrecer información sobre paseos y destinos para fomentar el turismo interno de la ciudad.
Ya antes del advenimiento del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO), Agustín Martire, miembro co-responsable de RED/ACCION, usaba la bicicleta para moverse diariamente de su casa al trabajo. “Uno de los cambios más profundos en mi vida cotidiana producto de la cuarentena y el teletrabajo, sin duda, ha sido la reducción sistemática de mis horas de pedaleo. Algo que no sólo ha incidido en mi estado físico (y en un ya no tan incipiente volumen abdominal), sino hasta diría en mi equilibrio emocional. Confieso que al principio de esta situación, que parece no tener final, incluso he llegado a dar vueltas en círculo para un lado y para el otro en la terraza de mi casa, con tal de poder subirme a andar en bici”, relata.
Y agrega: “Es que una vez que uno la adopta, se convierte realmente en parte nuestra. Cuando uno se acostumbra a moverse en ella, el transporte público, e inclusive el auto, pasan a ser opciones indeseables para los trayectos urbanos. Y no hablo de primaverales días de sol que invitan a bicicletear: con viento, frío o lluvia también prefiero pedalear a tener que esperar un colectivo/subte/tren o ver qué hago con el auto cuando finalmente el tránsito me permite llegar a un destino con invariablemente cada vez menos opciones para estacionar. Por no mencionar todos los gastos asociados al transporte motorizado versus la libertad de una de las pocas cosas gratis que todavía podemos hacer en Buenos Aires”.
Con la apertura progresiva de las medidas de aislamiento, Martire empieza a pedalear nuevamente en la calle, ya sea para ir al almacén o algún paseo recreativo en su bici roja. Y reflexiona: “Se trata del medio de transporte ideal para estos momentos de cuidarnos y cuidar al otro, por el simple hecho de que permite mantener distancia y viajar al aire libre”.
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