Hace un tiempo quedé con un amigo al que llevaba tiempo sin ver. Pasamos un rato agradable, lleno de risas y conversaciones estimulantes.
Pero cuando nuestra cita llegaba a su fin, mi amigo me hizo un comentario inesperado. “Tengo la sensación de que no sabes realmente qué quieres”, dijo.
Le pedí explicaciones y me criticó por mi indecisión con respecto a mis planes de carrera profesional y en cómo definía mi relación con la persona con la que salía. Incluso cuestionó por qué quería reunirme con él sin un motivo específico aparte de pasar el rato.
Aunque me sentía cómoda sin tener todas las respuestas, me pareció que a sus ojos mi vida era improductiva y mi planteamiento, más bien indeciso. Por mi parte, yo quería estar abierta sin fijar de forma permanente mi plan vital.
Lidiar con la incertidumbre no es fácil
A medida que crecemos, no sólo se nos anima a aprender, sino que se nos recompensa por saber. Obtenemos buenas notas cuando conocemos la respuesta y el puesto de trabajo deseado cuando demostramos con éxito nuestras habilidades.
El conocimiento es algo en lo que confiamos constantemente para avanzar en el mundo. Pero ¿es posible modelar nuestra vida como si fuera la tabla periódica de los elementos? ¿Es el desconocimiento sólo un signo de inmadurez e indecisión, o no saber realmente puede aportar algún valor adicional a nuestra existencia?
Un estudio del University College de Londres halló que la incertidumbre puede causar más estrés que un estímulo doloroso. Los investigadores demostraron que saber que existe una pequeña probabilidad de sufrir una descarga eléctrica puede hacer que las personas experimenten mucho más estrés que aquellos que saben que definitivamente recibirán la misma descarga.
Según los autores, este estrés relacionado con la incertidumbre parece aplicarse a todo tipo de situaciones. Sólo piense en cómo se sintió la última vez que su tren se retrasó y no sabía cuánto tiempo tendría que esperar. O cuando empezó a salir con una persona nueva y no sabía si le gustaba realmente.
Por eso, abrazar la incertidumbre, sobre todo en una sociedad como la nuestra donde el progreso y productividad cuentan más que nunca, puede parecer, si no inútil, al menos aterrador.
Aun así, ¿y si le dijera que no saber puede ser algo realmente bueno?
¡La luz es mucho mejor aquí!
En su último libro, el escritor y economista Russ Roberts ofrece un relato convincente de cómo evitar enfrentarnos al hecho de no saber puede ser realmente engañoso. Roberts utiliza una metáfora para ilustrar este fenómeno.
Imagine que una persona vuelve a casa tarde por la noche, se da cuenta de que ha perdido las llaves y empieza a buscar bajo la farola. Otra persona viene y se ofrece a ayudarla. Buscan un rato, pero no encuentran las llaves. El ayudante voluntario pregunta: “¿Las has perdido aquí?”. “No”, contesta el propietario de las llaves, “¡pero la luz es mucho mejor aquí!”.
Aunque sea economista, una profesión que se dedica a modelar y predecir nuestra realidad, Roberts sugiere que nuestras decisiones vitales más importantes (lo que él llama “problemas salvajes”) son precisamente aquellas en las que el conocimiento y las técnicas analíticas pueden resultar poco útiles.
Limitarse únicamente a lo que conocemos es como buscar las llaves perdidas donde está la luz, en lugar de explorar toda la gama de posibles opciones que nos esperan en la oscuridad. Solo en la oscuridad podemos descubrir quiénes queremos ser realmente y conectar con nuestros valores más profundos.
Así que si se está preguntando si es el buen momento para realizar un cambio radical de carrera, o si la persona con la que sale es la indicada, probablemente un análisis coste-beneficio en una hoja de cálculo de Excel no sea la herramienta más adecuada. En cambio, dar un pequeño paso hacia la experiencia de la incertidumbre podría brindar interesantes revelaciones.
La nube del no saber
Pero ¿qué hacer una vez que nos adentramos en la oscuridad de no saber? El escritor y crítico norteamericano Tom Lutz reflexiona sobre este tema en una de sus conferencias, mencionando la obra de un monje cristiano del siglo XIV titulada La Nube del no saber.
El monje afirma que lo mejor que podemos hacer cuando no sabemos algo es experimentarlo. Recomienda abordarlo como si camináramos en una nube. Esto, a su vez, en sus palabras, podría acercarnos lo más posible a Dios.
No sé ustedes, pero yo nunca he caminado en una nube. Sin embargo, puedo recordar mi último paseo por el campo en una mañana neblinosa. Apenas podía ver a través de las diminutas gotas de agua suspendidas en el aire. Mis pasos se volvieron pausados y cautelosos, revelando el camino solo a cada paso que daba.
No podía hacer más que confiar y esperar que en algún momento el aire se despejara y pudiera avanzar con mayor confianza, o que estos mismos pasos me condujeran hacia el destino apropiado.
Irónicamente, la confianza que fluyó naturalmente mientras estuve caminando entre la niebla me resulta mucho más difícil de encontrar al tomar decisiones importantes en mi vida, porque analizo en exceso esa misma experiencia para mantener cierto control.
Un enfoque diferente al conocimiento
Puede ser que llegue el día en que simplemente aceptaré que no todo el la vida se puede entender y modelar, evitando así el dolor innecesario del bondage mental autoinfligido. En cambio, recibiré otro tipo de regalo, como sugieren Jess Linz y Anna Secor: el de conectar con algo mayor que nosotros mismos, la “desconcertante irresolubilidad de la complejidad”.
Como bien afirma Roberts, reconocer que no tenemos control no implica necesariamente que no exista ningún tipo de control. En cambio, nos invita a confiar, a mantenernos atentos a la información nueva que va surgiendo a medida que avanzamos. Una oportunidad para revisar continuamente el borrador previo de nuestro plan de vida.
De modo que sí: ¡soy culpable de no saber a ciencia cierta qué quiero en la vida! Pero bueno, crecer como ser humano significa explorar quiénes somos y aprender de nuestras experiencias, ¿verdad?
Y si usted es como yo, alguien que tiende a analizarlo todo en exceso y acumular conocimiento sin descanso, le invito a tomarse un momento para traer suavemente su mente acelerada al momento presente. Puede ser sorprendentemente gratificante. ¡A utilizar sin moderación este verano!
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.