Negociaciones climáticas: ¿de dónde venimos, cómo estamos y hacia dónde debemos ir? - RED/ACCIÓN

Negociaciones climáticas: ¿de dónde venimos, cómo estamos y hacia dónde debemos ir?

 Una iniciativa de Dircoms + INFOMEDIA

Un análisis sobre lo ocurrido en las recientes reuniones climáticas, preparatorias a la COP27. Además, algunas reflexiones sobre la necesaria transición socioeconómica.

Negociaciones climáticas: ¿de dónde venimos, cómo estamos y hacia dónde debemos ir?

Fotos: UN Climate Change | Intervención: Julieta De la Cal

En esta edición te acerco un análisis a partir de lo que ocurrió (y lo que no ocurrió) en las reuniones preparatorias para la próxima conferencia climática COP27, desde una perspectiva de los temas que interesan (o debieran interesar) a la región latinoamericana.

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Fotos: UN Climate Change | Intervención: Julieta De la Cal

La Conferencia sobre cambio climático de Bonn avanza en varias áreas técnicas, pero queda mucho trabajo por hacer”. Esta es la conclusión que la Convención Marco de Naciones Unidas en Cambio Climático (CMNUCC) compartió para resumir lo ocurrido en la reciente instancia de negociaciones climáticas. Podría ser la conclusión de las varias instancias de negociación, por no decir de la mayoría. Podría ser la constante a la que nos tengamos que acostumbrar en los próximos años. Pero sabemos que la emergencia de la crisis climática no puede admitir esa constante.

Las negociaciones climáticas volvieron al juego en lo que se conoce como las reuniones intersesionales, instancias previas a la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP) que busca avanzar en cuestiones más técnicas (muy técnicas) a fin de no tener que empezar desde cero en la gran COP sino llegar con trabajo elaborado o algunas discusiones ya iniciadas. Es una instancia que llega poco a los titulares de medios porque es menos política y más técnica. Y en PLANETA también la cubrimos, obvio.

En 2019 se realizó la última instancia presencial de las intersesionales. El confinamiento por la pandemia obligó no sólo a postergar la realización de la COP26, sino también a suspender las reuniones preparatorias y realizar un intento online que tuvo más críticas que aciertos. La reunión celebrada del 6 al 16 de este mes tuvo en Bonn, Alemania, la posibilidad del reencuentro presencial de los equipos técnicos con vistas a retomar el trabajo realizado en la COP26 y empezar a preparar el terreno para lo que probablemente será una difícil COP27.

¿Qué había pasado en la COP26? es lo que probablemente se estén preguntando. Obvio que no haré un análisis profundo de lo ocurrido porque dedicamos dos meses de cobertura en PLANETA en particular y en RED/ACCIÓN en general, pero sí recapitularé algunas de las cosas importantes que la conferencia celebrada en Glasgow en noviembre pasado nos dejó.

En primer lugar recuerden que fue una conferencia a la que aplicó perfectamente el popular dicho mucho ruido, pocas nueces. La presidencia de Reino Unido de la COP26 buscó hacer de anuncios bonitos para los titulares que, si bien eran sobre metas y objetivos que podían complementar y ayudar la acción climática, no correspondían estrictamente a lo que se debía avanzar en materia de negociaciones y no tenían en sí mismos un mecanismo de control, seguimiento, implementación.

Más allá de eso, en segundo lugar, la COP26 fue finalmente el espacio y momento para que se termine la reglamentación del Acuerdo de París con la definición de las reglas del tan técnico y complejo Artículo 6 sobre los mecanismos de mercado y no mercado. Ahora bien, la COP26 dejó gusto a poco -muy poco- sobre uno de los temas que teóricamente debía destrabar: dónde están los US$100.000 millones que los países desarrollados se comprometieron a movilizar anualmente a los países en desarrollo desde 2020 a 2025. No sólo no hubo definiciones para el dónde, sino tampoco sobre el cómo se iba a instrumentar ese financiamiento. Aquí una de las deudas -valga la redundancia- que dejó la conferencia.

¿Otra deuda con la que nos fuimos de Glasgow? El dar una respuesta concreta a los países más vulnerables y expuestos a los efectos del cambio climático. Y con esto me refiero al enorme tema de pérdidas y daños. Algunos de los países más emisores se opusieron rotundamente a avanzar en un mecanismo para abordar las pérdidas y los daños de los impactos ya presentes y sólo dieron lugar a un diálogo, como si quedara aún tiempo disponible para conversar sobre una temática tan urgente.

En pocas palabras, la COP26 fue satisfactoria para unos pocos, los pocos que más emiten. Y quienes quedaron insatisfechos llegaron a Bonn este mes con el necesario deseo de avanzar en aquello que el cambio climático reclama. Veamos qué ocurrió en esta instancia de las intersesionales en algunos de los temas que más interesan -o debieran interesar- a la región latinoamericana.

  • El bloqueo del Norte frente a la vulnerabilidad del Sur. O la historia de siempre. ¡Basta! La red que nuclea a organizaciones climáticas de todo el mundo, Climate Action Network (CAN), se mostró contundente al respecto: “Las naciones contaminantes buscan nuevos combustibles fósiles mientras bloquean el financiamiento para las personas y comunidades vulnerables afectadas por las pérdidas y los daños producidos por el cambio climático”.

    Claro, de Glasgow a Bonn ocurrió algo: la guerra en Ucrania. Ella significó para uno de los principales emisores, la Unión Europea, una crisis energética por su dependencia al petróleo y gas procedentes de Rusia. La crisis es tal que, por la guerra como argumento o excusa, se están buscando nuevas expansiones de fuentes fósiles o incluso retornar a la fuente más contaminante: el carbón. Con ese contexto en cuenta, es la misma Unión Europea la que, junto con otros países como Estados Unidos (holis Biden), llega a las negociaciones para bloquear todo avance en lo que más necesitan los países en desarrollo del Sur Global: ayuda financiera para no quedarse atrás en la transición necesaria, por un lado, y para poder responder a los impactos del cambio climático que ya sufren, por otro.
  • Financiamiento o put the money on the table. Les dije que put the money on the table sería una de las frases más usadas en PLANETA este 2022. Y, si el dinero no se pone sobre la mesa, será repetida hasta que el financiamiento se destrabe. Las discusiones no están girando sólo respecto de los US$100.000 millones comprometidos por los países desarrollados, sino también sobre la necesidad de garantizar y otorgar financiamiento para hacer frente a las pérdidas y los daños ocasionados por los efectos ya presentes del cambio climático.

    Lo único que hicieron sobre este segundo punto los países desarrollados, los más contaminantes, fue bloquear, bloquear y bloquear. Intentaron incluso que el tema de un mecanismo de financiamiento para pérdidas y daños no estuviera sobre la agenda de temas a tratar. La discusión es tajante entre posturas contrapuestas: entre quienes están más expuestos a los impactos del cambio climático mientras hacen frente a otras crisis (sociales, políticas y económicas) y quienes, en condiciones mejor posicionadas, sólo hablan de mejorar las metas de reducción de emisiones cuando ni siquiera tampoco lo hacen de forma ambiciosa que vaya en línea con el objetivo de calentamiento de 1,5ºC.

    Fuera de lo político, en lo técnico hay también posturas críticas respecto de la burocracia que puede suponer un mecanismo de financiamiento similar a la burocracia y los desafíos que hoy representa el Fondo Verde del Clima. Es decir, para algunas voces, el mecanismo puede terminar siendo una fórmula fallida en lo que a su objetivo busca alcanzar. ¿Qué se propone en contraposición? Generar un programa sistémico en el marco de la CMNUCC que de asignaciones de recursos que se vayan incrementando progresivamente y que ayude a los mecanismos de financiamiento ya existentes. El tema, claro, no está resuelto.

    Sandra Guzmán, especialista en financiamiento climático, nos explica que en Bonn el financiamiento también fue parte protagónica en las discusiones: se pone en juego cómo se logrará un balance del financiamiento para que se movilice tanto a mitigación como a adaptación. Ahora bien, para Guzmán, no se trata sólo de cumplir con una división 50-50 porque la mitigación históricamente ha recibido más dinero que la adaptación, mucho más.

    Sobre la meta global de adaptación (artículo 7 del Acuerdo de París) aún se ha avanzado muy poco, incluso en terminar de definir y comprender qué entenderemos por ella. Y ello está atrasando aún más todo posible avance en un tema más que necesario para los países en desarrollo.

    Aún cuando todavía no están sobre la mesa los US$100.000 millones anuales prometidos, en Bonn se celebró el segundo diálogo técnico sobre la nueva meta colectiva y cuantitativa de financiamiento. Es decir, qué dinero se movilizará a partir de 2025. Las discusiones giraron, según comparte Guzmán, en torno a los principios de la meta, su transparencia y equidad, y a -tema súper interesante- cómo involucrar al sector privado en la mesa.
  • Global Stocktake o lo que nos permitirá ver si están cumpliendo el Acuerdo de París. Ya dedicaré una edición (o más de una) al Global Stocktake y la importancia que supone. Por el momento lo resumiré como la evaluación que nos permitirá conocer cuánto nos hemos aproximado o no al cumplimiento del Acuerdo de París y cuánto más debemos hacer. En Bonn se celebró el primer diálogo técnico sobre el tema para comenzar a definir qué elementos se considerarán.

    Allí la cuestión del financiamiento también tuvo su lugar, no sólo en lo que hace a movilizar dinero per sé sino también en resolver cuestiones una vez que el dinero se moviliza. Por ejemplo, cómo dar respuesta a la problemática de que hoy no todos los países están pudiendo acceder de la misma forma al financiamiento climático. Problemática que aplica a algunos países de la región.

Aún con muchos otros temas técnicos que se trabajaron en la ciudad alemana, la sensación que las intersesionales dejaron fue a gusto a poco. Como manifestó Mark Lutes, jefe de la delegación de WWF en Bonn: “No esperábamos resultados concretos en esta etapa. Pero ya está claro que la falta general de un sentido de urgencia y los conflictos perennes y las fallas entre las Partes amenazan el rápido progreso que necesitamos este año y esta década. El proceso debe conducir a la acción, y la urgencia debe estar en el centro de todas las acciones y los procesos". El desafío rumbo a la COP27 ya se hace sentir. Veamos qué esperar en Sharm El-Sheikh.

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El presidente entrante de la próxima COP27 y ministerio de Asuntos Exteriores de Egipto, Dr. Sameh Shoukry, y la secretaria ejecutiva de la Convención Marco de Naciones Unidas en Cambio Climático (CMNUCC), Patricia Espinosa | Foto: UN Climate Change

Rumbo a la COP27 con todos esos temas en los que se quiere -y se debe- avanzar. ¿Todos los temas anteriores? Ello pareciera lo obvio. La COP27 se celebrará en noviembre próximo en Sharm El-Sheikh, Egipto, bajo la presidencia de este país. Los dos temas que guiarán la conferencia serán financiamiento y adaptación, como dos ejes de las discusiones que África quiere poner sobre la mesa porque reflejan su realidad: necesitan financiamiento para la acción climática y necesitan adaptarse a los efectos del cambio climático. Esa realidad es coincidente con la de América Latina.

Allí es donde puede haber una oportunidad: que África y América Latina trabajen en conjunto para elevar la discusión sobre estos temas y para obtener logros concretos y ambiciosos. Sólo con un trabajo unido se podrá hacer frente al bloqueo y la negativa de los países desarrollados. Claro que, esa oportunidad puede transformarse en un elemento en contra y que, en lugar de unir, lleve a separar a dos regiones en la lucha por mismos objetivos. El famoso: ¿quién es más vulnerable para pedir qué o cuánto?

Patricia Espinosa, secretaria ejecutiva de la CMNUCC -que ya no estará en el cargo para la COP27- dejó muy en claro aquello que en la conferencia debe ocurrir: "La comunidad internacional aún no ha cumplido su compromiso de movilizar 100.000 millones de dólares anuales en financiación climática para los países en desarrollo. En la COP27 es necesario demostrar el progreso de forma clara y convincente, junto con el avance hacia la definición acordada de la financiación climática en el marco del Acuerdo de París (...) Ahora tenemos que asegurarnos de que Sharm el-Sheikh sea realmente el lugar donde las promesas del Acuerdo de París se conviertan en realidad". ¿Será?

¿Podremos ver un avance respecto del dinero prometido y adeudado? Deberíamos. ¿Podremos ver una resolución sobre un mecanismo de financiamiento para pérdidas y daños? Es lo que esperan, ansían y necesitan muchas de las Partes involucradas y es uno de los reclamos que más está alzando la sociedad civil. Como expone Eddy Pérez, director de Diplomacia Climática Internacional de CAN Canadá: "A pesar de las tácticas sucias, el impulso de las pérdidas y los daños es imparable, y aseguraremos un resultado de la COP27 que brinde esperanza y conecte las necesidades de las personas y las comunidades en todas partes con las decisiones que tomen los gobiernos en este espacio".

La COP27 deberá recuperar algo que se perdió en la COP26 y que mantuvo su curso de pérdida en Bonn: la confianza entre el Norte y el Sur. Tendría que ser el momentum político para un trabajo global de todos los países respondiendo a la urgencia de la crisis climática. En palabras de David Washow, director internacional de clima del World Resources Institute: “Quizás el resultado más decisivo de estas conversaciones (por las de Bonn) es que los países desarrollados ahora se dan cuenta de que la voz que pide soluciones para abordar las pérdidas y los daños cada vez es más fuerte y que lograr avances concretos en este tema es una medida central del éxito de la cumbre climática de la ONU en Egipto".

Esta segunda mitad del año nos encontrará en PLANETA profundizando mucho más sobre todos estos temas, en el camino a la COP27. Sobre esa COP27 se habló con el deseo de que haya avances en un evento que conduje ayer.

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Y para cerrar: algunas reflexiones sobre la necesaria transición socioecológica. Como les había anticipado la semana pasada, ayer en la tarde/noche se realizó la presentación del Informe Ambiental de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN). Conocido como IAF, la edición número 14 del informe ofrece una serie de reflexiones sobre el desafío de nuestro tiempo: abordar una transición socioecológica integral. El contenido del reporte se complementó con un panel de expertos que tuve el placer de moderar y a partir del cual les comparto algunas de las que me parecieron las reflexiones más destacadas.

  • "Si dicen que emitimos poco, no los voten". Definitivamente Jorge Lapeña fue el orador que no tuvo pelos en la lengua. Ex secretario de Energía y presidente del Instituto Argentino General Mosconi, se mostró contundente respecto de los políticos que se excusan en el generar menos emisiones que otros para no avanzar en los cambios necesarios. De hecho, dijo que aún contribuir con un 1% de las emisiones (como el caso de la Argentina) es mucho.

    Lapeña mencionó algo que venimos comentando mucho en la newsletter: la ausencia de un plan de transición energética, de una hoja de ruta sobre cómo descarbonizar la economía, sobre cómo ordenar las distintas políticas para que sean consecuentes con los compromisos climáticos asumidos y no una serie de políticas aisladas y hasta opuestas.

    Eso sí, la mayor preocupación para Lapeña se encuentra hoy en cómo se resuelva la guerra en Ucrania que, como vimos en una edición anterior, es un conflicto alimentado por los combustibles fósiles que expone los riesgos de la tenencia de recursos energéticos en pocas manos y la dependencia hacia fuentes contrarias a la necesaria acción climática. Para el experto, la transición energética sólo será posible en un mundo en paz.
  • "Necesitamos una transición integral, no una transición corporativa". La investigadora del CONICET y docente adjunta de la Universidad Nacional de General Sarmiento, Gabriela Wysikier, dio un interesante aporte sobre aquello que muchas veces queda olvidado en los procesos de transición: trabajar con las personas en territorio e incluirlas. Claro que ello no es una tarea fácil, pero supone el desafío de no dejar las reglas de la transición a las corporaciones, sino garantizar que sea una transición justa con todas las voces sobre la mesa. Porque al momento, y según explicó, el modelo de desarrollo extractivista ha aumentado las desigualdades.

    Para Wysikier, no se trata sólo de cambiar una tecnología por otra o un mecanismo de producción por otro. Se trata también de transformar las desigualdades sociales.
  • "Hay pocos negacionistas en el Congreso, pero hay mucha subestimación y desconocimiento de la agenda ambiental". Ambas cosas que dijo la senadora nacional por la provincia de Buenos Aires, Gladys Gonzalez me preocupan: que haya negacionistas, aún cuando sean pocos; y que legisladores desconozcan la agenda ambiental. Claro que... no me sorprende, sólo sigue evidenciando la necesidad de que los representantes y tomadores de decisión incorporen la acción climática como eje transversal de sus acciones y decisiones.

    Gonzalez reveló que aún con los temas ambientales en los que hay consenso -como la creación de parques nacionales-, aún en esos casos tienen que trabajar a contra mano para que haya quórum para avanzar en la votación. Increíble, pero real. Como dijo el director ejecutivo de FARN, Andrés Nápoli, está buenísimo avanzar en la creación más áreas protegidas, pero la normativa ambiental tampoco puede reducirse y limitarse a ello. Se requiere mucho más, como una ley de humedales, de delito ambiental penal, de evaluación de impacto ambiental. Y la lista podría seguir.

Pueden acceder a la versión digital del IAF 2022 aquí. Si les interesa recibir su versión impresa, pueden solicitarla aquí.

Imagen: Show Your Stripes | Ed Hawkins

Este martes 21 de junio, además de marcarse el inicio del invierno por mis lados o del verano en otros, fue el Show Your Stripes Day. ¿De qué se trata? Es una propuesta creada por el científico climático británico Ed Hawkins para visibilizar su ya popular gráfico de barras sobre el calentamiento global y ser un llamado de acción ante la crisis climática. La imagen con la que elijo cerrar la edición de hoy muestra cómo ha variado la temperatura global desde 1850 a 2021. Los celestes y azules son temperaturas más bajas, los naranjas y rojos son las temperaturas más altas.

El resultado creo que no requiere mucha más explicación. Nuestras actividades, emitiendo gases de efecto invernadero, han producido un notable y altamente creciente aumento de la temperatura apenas en las últimas décadas. Si no actuamos de una forma distinta, ese rojo será una peligrosa constante. En definitiva: 🔵 cada 🟡 fracción 🟠 de grado 🟤 de calentamiento 🔴 importa.

Por eso es fundamental que la política internacional haga ese mucho trabajo que reunión tras reunión siempre queda por hacer.

Nos reencontramos la próxima semana. ¡Un saludo!

Tais

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