El jueves 11 de noviembre, la Confederación General del Trabajo (CGT) escogerá nuevas autoridades. La novedad es que anunciaron que esta vez sí cumplirán con el cupo femenino del 30% en los cargos directivos que establece la legislación argentina.
Hasta el momento hicieron caso omiso de la ley 25.674, de cupo sindical femenino, promulgada el 8 de marzo de 2003. La norma indica justamente que las mujeres deben ocupar al menos un tercio de los cargos en la conducción. Pero la central de los trabajadores nunca dejó de llenar la foto con varones sentados a la mesa.
La única excepción actual la constituye Noemí Ruiz, secretaria general de la Unión de Trabajadores de Moda e Imagen Publicitaria, llamada usualmente AMA (Asociación de Modelos Argentinas), quien se desempeña como secretaria de Igualdad de Oportunidades y Género en el Consejo Directivo cegetista. Cuando ingresó, lo hizo junto a una mujer más, Sandra Maiorana, integrante de la Asociación de Médicos de la República Argentina (AMRA). Ella ocupaba la Secretaría de Salud Laboral, en la que se mantuvo dos años. Actualmente continúa su activismo gremial en su provincia, Santa Fe.
Desde la Secretaría de Género de AMRA, la delegada del Hospital de Wilde, Ana Clara Giménez, señala que “la importancia de la incorporación de mujeres en la CGT tiene que ver con visibilizar a las mujeres en los cargos dirigenciales gremiales”. Algo que en el sindicato sanitario, según cuenta, sucede hace tiempo. Ella dice que, “aunque sea una obviedad”, es importante que las mujeres ocupen estos cargos para recordar que unas y otros tienen las mismas capacidades de dirigir: “Muchas veces sucede que las mujeres son pensadas como más impulsivas, como si tuvieran menos capacidad de reflexión que los varones, lo que no es para nada así, pero, en estos espacios, todavía existe esa forma de conceptualizarnos. Entonces me parece que es importante que sigamos sosteniendo la ley de cupo y que se sigan sumando las mujeres”.
La poca cantidad de mujeres en sindicatos de Argentina
La socióloga feminista Gisela Dohm, que se desempeña en el área de Políticas del equipo latinoamericano de justicia y género (ELA), brinda un panorama general poco alentador al respecto: “En el ámbito sindical es en donde menor participación de mujeres encontramos”, dice.
Esta premisa surge de la última actualización que realizaron del estudio Sexo y Poder: ¿Quién manda en Argentina?, una investigación que realizaron desde ELA en 2010 y repitieron en 2020 para analizar quiénes ocupan los puestos de mayor jerarquía en diferentes sectores (sociales, políticos y económicos) del país.
“Muy por el contrario de otros ámbitos, donde hemos encontrado una mayor inserción de las mujeres en puestos de decisión, el ámbito sindical es uno de los sectores donde hubo retrocesos, sobre todo en los puestos de máxima decisión, es decir, en las secretarías generales. Tan solo el 3 % de esas posiciones están hoy ocupadas por mujeres —en 2010 era el 5%—, en un ámbito que está regulado por una ley que establece una participación de las mujeres en todos los espacios de representación y de negociación paritaria de un 30 %. Entre las posiciones de máximas jerarquías y las que les siguen, las mujeres representan hoy, aproximadamente, el 20 %. Con lo cual estamos lejos de la paridad y del piso mínimo que establece la ley. Claramente, se necesita algún tipo de intervención que permita una participación un poco más activa por parte de las mujeres”, señala Dohm.
Otro de los hallazgos del informe que la socióloga destaca es que “las mujeres tienen solo 1 de 4 de los cargos de representación en secretarías y subsecretarías y esta representación dista mucho de lo que establece la ley. También encontramos que las mujeres están ocupando puestos típicamente feminizados y que tienen menos peso en la toma de decisiones”.
Dohm también explica que, además de la escasa participación, las mujeres se concentran en espacios como secretarías de la mujer y la familia o espacios de educación e igualdad de oportunidades donde las actividades son típicamente feminizadas. “Este tipo de cargos no son los que están más centrados en las discusiones de la negociación paritaria, que es donde se logran los avances más significativos en términos de ampliación de derechos, son más bien secretarías más seculares o que tienen una intervención menor, con menos peso político en las discusiones”.
Marlise Ilhesca es directora Ejecutiva de la Fundación Foro del Sur, una de las organizaciones que impulsó la #AgendaXlaIgualdad —iniciativa integrada por más de 200 mujeres en posiciones de liderazgo en empresas, sindicatos, asociaciones, instituciones educativas y la sociedad civil de todo el país que buscan impulsar la igualdad de género en el mercado laboral argentino—. Ella recuerda que “las transformaciones no se hacen solamente por la buena voluntad de un lado o del otro; las conquistas deben estar reflejadas en los marcos regulatorios y cabe al Estado hacer que se cumplan”. Y agrega: “Hace casi veinte años que las organizaciones aluden a la ‘autonomía sindical’ para no transparentar la aplicación de la ley de cupo femenino sindical”.
Ilhesca dice que está convencida de que “nadie te ‘da’ un lugar en la mesa de decisiones”: “Esto no pasa ni entre los varones. Se trata de una cuestión de poder y el lugar en la mesa se conquista. Lo mejor es tener una buena estrategia”.
Para ella está claro “que la participación de mujeres en la conducción de estas organizaciones es importante, pero de nada sirve si eso no se refleja en una real división de responsabilidades en la toma de decisiones. La discriminación contra las mujeres es estructural y el gran desafío para las que logren llegar a estos puestos es no dejar que las transformen en figuras para la foto”, advierte. Y ejemplifica: “Hay países como España en los que el 40% de representantes sindicales son mujeres, pero siguen enfrentándose diariamente al machismo que las obstaculiza para participar activamente en la toma de decisiones de sus organizaciones”.
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La importancia de la representación a la hora de instalar una agenda de género
Giménez recuerda que “así como la perspectiva patriarcal es algo que se nos inculcó de generación en generación, la perspectiva de género es algo que se construye, que tiene que empezar a involucrarnos y atravesarnos”. “No es algo que tengamos por el hecho de ser mujeres, por lo tanto es importante que las que ocupen lugares de dirigencias en los diferentes sindicatos tengan esta perspectiva de género”.
La integrante de la Secretaría de Género de AMRA también destaca la importancia de que haya mujeres en esos espacios de toma de decisiones para visibilizar situaciones que atraviesan a las mujeres y que si ellas no están, no se plantean ni discuten: “Todavía muchas mujeres tenemos, además de nuestro trabajo cotidiano y las responsabilidades sindicales que asumimos con mucho placer, nuestras cargas mentales en relación a las tareas domésticas a las que estamos acostumbradas y los varones no”. “Las mujeres, al estar a cargo de la crianza y de la gestión doméstica tenemos un retraso en el desarrollo de nuestras carreras profesionales y laborales de, como mínimo, dos años por embarazo y por hijo o hija nacida. Esto no le ocurre a los varones”. Entonces, “empezar a visibilizar estas cuestiones es importante en todos los ámbitos. También en los ámbitos gremiales”, dice.
La incorporación de una perspectiva de género fuerte, que atraviese la conducción sindical, podría verse reflejada en nuevas gestiones o convenios colectivos de trabajo que contemplen que la crianza es cosa tanto de las mujeres como de los varones. Y que puedan impulsar una mayor igualdad entre las licencias de maternidad y paternidad, señala.
“Hacer una diferencia entre una licencia de maternidad, de tres meses, contra una de paternidad, de dos días, es lo mismo que decir que las mujeres nos tenemos que ocupar de la crianza de nuestros hijos y los varones no. En ese sentido es importante que se empiece a incluir este tipo de licencias. Que se empiece a legitimar que los varones se tomen días por hijos e hijas enfermas, por ejemplo; que se empiecen a tomar los días para ir a reuniones de padres y de madres en la escuela, a los actos escolares, para llevar a los chicos al médico. Si no hay mujeres, estas cuestiones no se discuten”, asegura.
Dohm coincide: “Según estudios anteriores y la propia experiencia que estamos desarrollando desde ELA, muchas veces la participación de las mujeres en los espacios de representación (como pueden ser las secretarías, los espacios de negociación colectiva y las mesas paritarias) visibiliza una agenda de necesidades en términos de género, es decir, pone en la mesa las asimetrías que tiene el mercado de trabajo, las dificultades que tienen las mujeres en la inserción, en la autonomía económica, en la prevención de las violencias, en la distribución y el reconocimiento de las tareas de cuidado. Entonces: que haya más mujeres también implica dar las discusiones en materia de género y traccionar la agenda de la igualdad”.
La socióloga agrega que se han desarrollado investigaciones que dan cuenta de que cuando hay más mujeres se avanza más en estos temas que cuando prevalece una gran mayoría de varones. En esos casos las discusiones suelen girar más exclusivamente en torno a lo salarial.
“En los sindicatos, sobre todo los asociados a actividades muy masculinizadas, se sigue representando a la mujer como la cuidadora tradicional y al hombre como el varón proveedor en esta lógica de la división sexual del trabajo. Y muchas de las prioridades que tienen hoy las organizaciones sindicales dejan afuera las lógicas o las demandas que tienen las mujeres en términos de conciliación, de igualdad de oportunidades, de prevención de violencias. La capacidad para incluir este tipo de agenda muchas veces tiene que ver con representaciones que puedan dar cuenta de estas necesidades”.
Otro aspecto que señala Giménez como perjudicial al momento de participar de las reuniones gremiales para definir y discutir acciones políticas, es que suelen ser en horarios en que las mujeres que son madres o cuidadoras no pueden asistir: “Al ser las mujeres las que están a cargo de la gestión del hogar no pueden ir a una reunión a las siete u ocho de la noche porque los chicos se tienen que bañar, tienen que comer, se tienen que acostar, al otro día tienen que ir a la escuela. Entonces empezamos a quedar relegadas de esos espacios. En este sentido, si las mujeres están incorporadas a las dirigencias de los diferentes sindicatos, estas cuestiones se ponen arriba de la mesa”, dice. Y afirma que en AMRA eso es algo que tienen en cuenta porque son muchas las mujeres que ocupan cargos dirigenciales y son madres. “Como todavía vivimos en una sociedad patriarcal, todavía somos nosotras las que nos hacemos cargo de nuestras casas. También lo digo como autocrítica. Entonces hay que tenerlo en cuenta. Porque si no siempre vamos a quedar relegadas”.
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Cómo se trabaja desde distintos espacios para promover la participación de las mujeres
De cara al cambio de autoridades que estarán al frente de la central obrera hasta 2025 Dohm se pregunta si “alcanzará con establecer un piso mínimo de paridad para dividir poder cuando hoy tenemos una ley que tiene más de 20 años y que no se cumple”. Frente a esto, señala, es necesario dar discusiones más de fondo respecto a cómo se distribuye poder en las organizaciones.
Mientras tanto, desde Fundación Foro del Sur, cuenta Ilhesca, tratan de colaborar “para que la presencia de las mujeres sea imprescindible en la toma de decisiones”. Con ese fin intentan prepararlas para afrontar diferentes situaciones. “Las trabajadoras son en gran parte cabezas de familia y es natural que además de buscar sobrevivir en un escenario económico global cada vez más hostil, sepan de la importancia de tener previsibilidad para el futuro de sus hijos. Son las mujeres las que tienen la oportunidad de transformar estructuras que están quedando obsoletas frente a las demandas de la contemporaneidad”, sostiene.
Desde la #AgendaXlaIgualdad partieron de sugerencias que les hicieron llegar mujeres sindicalistas y armaron una mesa de trabajo que llamaron “Articulación Sindicato-Academia”. Desde ahí buscan “recabar toda la información generada en estos dos ámbitos sobre capacitaciones, investigaciones y encuestas asociadas a la participación de las mujeres en los distintos sectores de la economía del país. Esto permite un rico cruce de información y optimizar los esfuerzos en programas contra la discriminación, la violencia y la mayor autonomía de las trabajadoras”, dice Ilhesca.
Por su parte, Gimenez destaca que en AMRA realizan un trabajo sostenido, desde la Secretaría de Género, para avanzar en la conquista de más derechos para las mujeres: “Estamos trabajando en armar un buen protocolo contra la violencia de género; estamos tratando de incorporar esta perspectiva en los diferentes ámbitos de trabajo con los y las profesionales de la salud que tienen diferentes situaciones conflictivas. No solamente la violencia de género explícita sino también la implícita en diferentes servicios de salud donde tradicionalmente ocupan los cargos los varones, donde históricamente las mujeres han sido rechazadas. Entendemos que es un trabajo que se hace de a poco, que es de hormiga, pero que se tiene que llevar a cabo continuamente y de forma incansable”.