¿Cómo habitamos nuestros espacios: nuestro cuerpo, nuestra casa, nuestra comunidad? Esta pregunta, cuya respuesta es fundante para construir ciudades y barrios más equitativos, fue el puntapié inicial para el nacimiento de Madre Tierra, la organización que, desde 1985, trabaja para mejorar las condiciones del hábitat en los barrios populares del oeste del conurbano bonaerense. Junto con las comunidades gestionan recursos para la construcción de barrios y viviendas, tienden redes de servicios, instalan infraestructura comunitaria y mejoran las viviendas existentes de la mano de un equipo interdisciplinario conformado por 20 profesionales, entre trabajadoras sociales, arquitectas/os, personal administrativo y abogada/os. En tantos años de experiencia en territorio, los/as integrantes de Madre Tierra comprobaron que son en su mayoría mujeres las promotoras y protagonistas de las acciones comunitarias que buscan el acceso a derechos básicos de sus barrios.
“Veíamos que las mujeres eran el motor del barrio, pero que quienes tomaban las decisiones en comités organizadores, por ejemplo, eran mayoritariamente varones. Desde ahí, nos propusimos poner en discusión el rol de la mujer en lo comunitario y en el mejoramiento del hábitat”, cuenta la asistente social Sandra Ferreyra (49), quien llegó a Madre Tierra como practicante durantesu carrera hace 30 años. “Por eso optamos por organizar nuestro equipo con un área de género, trabajamos sobre el modo en que nos vinculamos, los derechos a los que merecemos acceder, poder trabajar el mejoramiento de las viviendas con perspectiva de género, es decir, estar capacitadas para tener el manejo administrativo, elegir y contratar a los albañiles, lo mismo que poder tomar decisiones que afectan a la comunidad”.
Dar voz a las mujeres
El equipo de Hábitat y Género de Madre Tierra junto a las referentes barriales iniciaron un ciclo de fortalecimiento personal y comunitario para las mujeres. A través de reuniones semanales fueron trabajando juntas para deconstruir mandatos y estereotipos y cuestionar las desigualdades jerarquizadas a las que se enfrentan las mujeres en sus propios territorios. Entendieron que mejorar la casa es un acto de libertad y, por lo tanto, de empoderamiento.
Con esa convicción nació Mujeres Constructoras, un programa destinado a generar líneas de acción para promover la inclusión, participación y formación de las mujeres y diversidades en los procesos vinculados al acceso y construcción de viviendas, así como la formación en los oficios asociados y la construcción de espacios urbanos más inclusivos. Madre Tierra brindó capacitaciones y asesoramiento a mujeres en saberes que, históricamente, les habían sido negados por su condición de mujer. Conocimientos como arreglar un revoque, un enchufe que no funciona, reemplazar el piso de tierra por uno de cerámicos, en definitiva, sentirse capaces y tener las herramientas para poder resolver por ellas mismas este tipo de problemas, sin tener que depender de varones o de terceros que presten un servicio.
En 2021, en articulación con la Cátedra de Géneros y Diversidades de la Universidad Nacional de General Sarmiento, Madre Tierra desarrolló un relevamiento indagando a más de 150 mujeres sobre las principales dificultades en su día a día y cómo las sortean, las cosas favorables de sus barrios, sus vínculos, qué tipo de propuestas desarrollan para mejorar las condiciones de vida de ellas y sus vecinas, preguntas cuyas respuestas son esenciales para dar voz a las mujeres de los territorios en cuanto a cómo quieren y merecen desarrollar su vida.
Hasta el final del 2021, Mujeres Constructoras funcionó en diferentes barrios de Moreno, Morón, Ituzaingó y Castelar, localidades del oeste del conurbano bonaerense, y en 2022 se propusieron ampliar aún más la propuesta. Tomaron la iniciativa de armar centros de hábitat con perspectiva de género. En estos espacios, las mujeres de los barrios pueden:
- Capacitarse de manera práctica en talleres.
- Consultar y asesorarse sobre sus problemáticas habitacionales y recibir recomendaciones técnicas.
- Generar vínculos con otros espacios comunitarios de la zona.
- Tener acceso a un banco de herramientas.
- Analizar posibilidad de desarrollar un fondo de créditos para mejoramiento de viviendas.
Mujeres que cambian sus barrios
Conmueve el entusiasmo que transmite un grupo de diez mujeres al contar que acaban de inaugurar la semana pasada un nuevo taller de carpintería en el barrio 6 de enero, en el cuartel V de Moreno. “Estamos superemocionadas y esperando que seamos muchas más. Primero nos juntábamos en casa de una vecina, luego de otra. Nos reunimos en un barrio, el invierno pasado, donde nos capacitamos con un pequeño taller de carpintería. Llegamos a construir un tacho de basura para donar a una plaza. Ahora, con este nuevo espacio y con saberes adquiridos, esperamos hacer grandes cosas”, cuenta Lorena Torres (42), una de las referentes barriales.
“Conozco Madre Tierra desde hace cuatro años, pero desde el año pasado me centré a full en Mujeres Constructoras”, señala Torres. Y agrega: “Nuestro fin es ayudar al vecino o vecina que esté necesitado. Madre Tierra gestiona los recursos como microcréditos para que podamos avanzar en las edificaciones de las casas y así poder llegar a la mejora de cada vivienda. Hace poco, se consiguió un apoyo de Loma Negra, una ayuda económica que nos permite aumentar la oferta de microcréditos. Junto con otras compañeras que nos llamamos promotoras de hábitat, estamos pendientes de que las familias cumplan con los requisitos que nos pide Madre Tierra para otorgar estos microcréditos”.
Al respecto, Ferreyra explica que además de las articulaciones de Madre Tierra con el Estado, las agencias de cooperación y las iglesias, hay mucha gente que hace su aporte mensual, comprometida con la construcción de un mundo más justo y equitativo. “Gracias a esta sinergia, en estos 30 años de la organización, más de 4.000 familias accedieron a un lote con servicios y lograron construir sus viviendas. Madre Tierra construyó 32 centros comunitarios y se hicieron más de 3.000 mejoramientos de acceso a agua potable y servicios cloacales. En relación específicamente a Mujeres Constructoras, más de 50 familias participaron de las capacitaciones, este año se otorgaron más de 200 créditos para el mejoramiento de viviendas”.
Mujeres como ellas construyen comunidad cada día, “se ponen el barrio al hombro”, dice Ferreyra. Cumplen roles muy abarcativos. Muchas, además de encargarse de las tareas de cuidado, tienen trabajos remunerados. Y ahora, para poder resolver situaciones cotidianas, se aventuraron en cuestiones que solían ser exclusivas de los hombres. Aprendieron a armar hierros, a hacer un encadenado, los fundamentos de una instalación eléctrica segura y conocieron el sistema de biodigestión como una manera más amigable de tratar los desechos.
Las mujeres constructoras se fueron capacitando en los talleres, recibieron recomendaciones técnicas sobre los propios problemas habitacionales y de esa manera fueron llevando a la práctica varias obras. Recuperaron espacios que eran basurales para transformarlos en lugares de encuentro, construyeron y colocaron bancos de madera, mejoraron veredas, relevaron los lugares más oscuros y lograron poner luminarias.
“Son cosas que tal vez en una ciudad o en barrios más consolidados pueden parecer sencillas, pero en los barrios de las mujeres constructoras donde hay tanta carencia, toda acción que haga la vida un poco más sencilla resulta muy valiosa. Han logrado intervenciones en el espacio público; por ejemplo, han reparado veredas y colocado cestos de residuos en la zona de Los Hornos, Cuartel V”, cuenta Ferreyra. Y concluye: “Teniendo en cuenta la perspectiva de género, ellas fueron armando proyectos para brindar algunas soluciones, para que todo lo que se realice tenga en cuenta las necesidades, deseos, sueños y derechos de las mujeres”.
Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones, una alianza entre Río Negro y RED/ACCIÓN.