Miguel Espeche: “Cuando la violencia se impone como forma dominante en las interacciones, el miedo se apodera de la sociedad”- RED/ACCIÓN

Miguel Espeche: “Cuando la violencia se impone como forma dominante en las interacciones, el miedo se apodera de la sociedad”

 Una iniciativa de Dircoms + INFOMEDIA

El psicólogo y experto en salud mental habla en esta entrevista sobre el impacto de los hechos de extrema violencia en el tejido social, de la muerte como espectáculo, el morbo, y porqué el asesinato de Fernando Sosa Báez sigue generando tanta atención social.

Miguel Espeche: “Cuando la violencia se impone como forma dominante en las interacciones, el miedo se apodera de la sociedad”

—En los últimos días varios casos de violencia ganaron nuevamente la atención de la opinión pública, con reacciones diversas en redes y en los comentarios de los medios. La atroz violación de un mujer y el asesinato de su hijo de 4 años en Puerto Deseado, por ejemplo, dio lugar al trending topic “colgarlos” en twitter. ¿Cómo puede procesar una sociedad estos hechos de extrema violencia?

—Queda el interrogante acerca de si la violencia es un fenómeno nuevo, o si lo novedoso es el hecho de que la información acerca de la misma llega a los hogares de manera exhaustiva en noticieros que transmiten todo el día. En la actualidad la violencia y la llamada “inseguridad” tiene dos aspectos a ser tenidos en cuenta. El primero es lo dramático y horroroso de los hechos en sí mismos, la vivencia de terror, de la muerte o la indefensión, que viven aquellos que sufren un asalto, la violación, el secuestro... El otro es lo que esos hechos delictivos significan para aquellos que no viven de manera directa estas circunstancias, pero las testimonian a repetición en las noticias, a través de videos que los medios repiten y comentan, a veces, a modo de espectáculo. Ocurre entonces que el miedo se apodera de la sociedad y empieza a regir sus conductas, con lo que eso implica: angustia, sensación de peligro inminente, deseo de eliminar aquello que es la amenaza (“colgarlos”, por ejemplo), y un brumoso estado que está entre la paranoia y el principio de realidad que dice que “en cualquier momento podemos ser nosotros” los que estemos en un video de noticiero.

—Y allí manda el miedo...

Sí. Y se suma la idea de que la violencia se va imponiendo como forma dominante en las interacciones sociales, la percepción de que los símbolos y palabras dejan de ser confiables frente a la fuerza bruta, y la sensación de que los afanes de civilidad, para muchos al menos, parecen blandos a la hora de confrontar a quienes imponen con impunidad esa violencia. El efecto de esa sensación de peligro inminente e impotencia vivido intensamente por aquellos que no han sufrido en carne propia los hechos temidos es novedoso y su alcance masivo, y genera una merma significativa en la calidad de vida de muchos que quizás nunca han sufrido un asalto, pero sienten muy fuertemente que eso les puede pasar en cualquier momento.

—El suicidio de una mujer embarazada en Córdoba, en cambio, derivó en el trending topic “Patio Olmos” (por el lugar del hecho) y “salud mental”. ¿qué rol puede caberle a los medios en estos casos?

—La muerte es siempre, también, un espectáculo. Lo es porque concita una atención atávica: todos, alguna vez, nos hemos preguntado cómo es morir, cómo son los últimos momentos y quizás de allí que, por ejemplo, en las autopistas haya tantos accidentes derivados de un accidente primero al que la gente se detiene imprudentemente a observar, generando nuevos accidentes. También de allí que los medios, ávidos de audiencia, puedan malversar ese interés primigenio y fomentar lo morboso, una suerte de “atascamiento” emocional con la escena del morir ajeno, despojando a ese morir de dignidad y transformándolo en espectáculo. En el caso de los suicidios, siendo que muchos de ellos, sean logrados o frustrados, surgen del deseo de los suicidas de ser tenidos en cuenta o lograr una importancia frente a la mirada de los otros, es especialmente difícil ya que, si se enfatiza en la noticia, puede generar emulación en personalidades frágiles con predisposiciones previas.

—Siguen apareciendo imágenes y audios sobre el asesinato de Fernando Báez Sosa en Villa Gesell, que los medios multiplican porque hay un importante interés de la audiencia. Allí puede haber morbo, pero también necesidad de entender...

—La aparición de noticias que perduran mucho tiempo, como la del crimen de Villa Gesell, requiere de condiciones que, cada una de ellas, son siempre necesarias pero nunca suficientes para comprender el fenómeno en su totalidad. Puede existir interés político en “machacar” con un tema que oculte otras realidades, pero es verdad que ese interés político, si no existiera una noticia que de verdad concite atención, no lograría  jamás su cometido encubridor.

—¿Qué otras razones motivan ese interés? 

—Para aquellos que sienten que la impunidad es ya insoportable, y que manifiestan fervorosamente que “alguna vez alguien tiene que pagar”, el caso de Fernando es un escenario de catarsis y, en este caso, de logro de justicia ante la evidencia acerca del crimen. El asesinato genera bronca que, esta vez al menos, será descargada contra los asesinos. Los que siguen el devenir de la noticia se arrojan a seguirla como una novela con final anunciado, dado que perciben que no habrá en esta ocasión que sentir la impotencia desesperante que se siente frente a los impunes que a diario se salen con la suya.

A lo anterior se suma el hecho trágico de vidas que no se suponía que terminarían a edad temprana (como la de Fernando), o que cambiarían un hogar acomodado por una cárcel bonaerense (como el grupo de los perpetradores). En tal sentido, como ocurre en la Tragedia, la fragilidad de la vida, de los propósitos humanos, y de los destinos de cada uno, se despliegan en el noticiero a través de partes policiales, generando, en ocasiones de manera malsana, un gozo por cuanto todo eso le pasa a otros, y no a uno mismo.

Esta entrevista formó parte de la edición del 24 de febrero de 2020 de “El Reporte de los Lunes”, el panorama semanal que reciben los miembros de RED/ACCIÓN.