Mi nuevo yo: cosas que hacemos en cuarentena y queremos mantener- RED/ACCIÓN

Mi nuevo yo: cosas que hacemos en cuarentena y queremos mantener

 Una iniciativa de Dircoms + INFOMEDIA

¿Qué hábitos habremos sumado cuando termine el aislamiento? Hablamos con lectores y especialistas en comportamiento y conducta. Cocinar, reciclar, hacer actividad física, comprar lo justo o practicar yoga: cuánto influyeron el tiempo libre, los medios y el "efecto contagio".

Mi nuevo yo: cosas que hacemos en cuarentena y queremos mantener

Ilustración: Pablo Domrose

Este contenido contó con la participación de lectores y lectoras de RED/ACCIÓN

—¿Desde cuándo hacés yoga?
—Desde la cuarentena…

Aunque el período posconfinamiento aún esconde muchas dudas, esa podría ser una charla entre dos personas en un futuro cercano. La cuarentena no solo nos cambió la agenda: también nos llevó a desarrollar nuevos hábitos.

Lectores y seguidores de RED/ACCIÓN nos hablaron de los hábitos que sumaron en las últimas semanas y aspiran a mantener. Algunos de los más señalados fueron: hacer ejercicio o yoga en casa; cocinar (y hacerlo saludablemente); organizar mejor las compras; meditar o rezar; tocar un instrumento; leer libros; aprender un idioma; hacer compost; estructurar comidas.

¿Por qué surgen nuevos hábitos en la cuarentena?

“Uno está menos atado a la agenda y se desliza un poco de lo pautado. En muchos casos porque no está la presión de siempre de despertarse a una hora exacta”, analiza el doctor Marcelo Cetkovich, director del departamento de Psiquiatría de la Fundación INECO.

“Cambiar conductas es muy difícil. Hay varias razones que pueden explicar por qué ocurre en cuarentena”, introduce Silvio Waisbord, sociólogo argentino y profesor en la Universidad George Washington. “Algunas conductas se reacomodan obligadamente y hay gente con más tiempo. Pero, a la vez, con el aislamiento se consumen más medios y estamos expuestos a ideas y sugerencias que antes no conocíamos”, agrega.

Contagio

Waisbord destaca que “hay conductas que se repiten en redes y ponen sobre la mesa ciertos temas”. Cetkovich coincide: “En algunos casos existe la imitación, hay un fenómeno de contagio”.

Nuestros lectores dan cuenta de que el grupo puede incidir en la incorporación de nuevos hábitos. “Arranqué a entrenar en mi terraza porque todo mi entorno lo hacía y sentí que ‘me quedaba afuera’”, admite Virginia. “Empecé yoga porque lo vi en un vivo de Instagram y me llamó la atención”, dice Belén.

“Fue clave que todo el grupo familiar aceptó practicar en conjunto”, destaca Diego, también volcado al yoga online.

Pendientes y pasiones

Además de proveer nuevas ideas, la cuarentena permitió reflotar viejos anhelos postergados por falta de tiempo. 

“Siempre pateaba aprender islandés por su dificultad y porque no era una obligación laboral sino un gusto personal. La cuarentena me pareció el momento justo”, comparte Guido.

En otros casos, el confinamiento sirvió para explotar una pasión que antes se ejercía superficialmente.

“Hacía compost y tenía plantas aromáticas cultivadas, pero en la cuarentena me animé a tener una huerta”, cuenta Tatiana sobre el deseo que llevaba un año postergado.

Santiago, en tanto, se perfeccionó en el reciclado: “Separaba vidrio, cartón y plástico. Ahora lo extendí a metálicos y soy más minucioso”.

Algunos de los testimonios que nos enviaron nuestros seguidores de Instagram.

Necesidades de cuarentena

A su vez, hay hábitos surgidos de la necesidad que pueden ayudar cuando el confinamiento termine. 

“Por la crisis, de mi sueldo están viviendo más personas y lo importante es comer”, es el análisis que llevó a Patricia, única con un salario estable en su hogar de 4, a replantearse la cantidad de cosas que compra. Ahora adquiere “menos pavadas” y es más previsora en cuanto a cantidades de comida para no terminar tirando.

Por otra parte, Waisbord cree que ciertas prácticas adquiridas en la pandemia son una forma de hacerle frente al estrés que esta genera. 

En ese grupo entran, por ejemplo, las prácticas espirituales. Laura, quien desconoce de religiones, le encontró “sentido a rezar” ante el miedo que percibió en el entorno y ahora lo hace cada noche. Para Virginia, la meditación resultó el hábito con el que venció el insomnio en cuarentena.

Un capítulo aparte merecen los hábitos de higiene. Lavarse las manos mejor y más frecuentemente e higienizar los alimentos son prácticas que muchos lectores adquirieron tras verlas en los medios.

“Nuestra higiene era automática, pero ahora, al tomar consciencia, es muy probable que incorporemos estas nuevas prácticas”, considera Cetkovich. En tanto Waisbord advierte que, si bien estos hábitos pueden incorporarse, esto no implica que cambiará drásticamente el cuidado de nuestra salud. “Cuando pensamos en prácticas saludables estamos bastante compartimentados. No es que relacionamos comer mejor con cuidarnos del coronavirus”.

¿Y después?

El desafío que se avizora para cuando las rutinas habituales se restablezcan es conservar los buenos hábitos.

“En cambios de conducta, lo más difícil es mantenerlos en el tiempo”, advierte el sociólogo, quien cree que la cuarentena cumple una función similar a la del marketing: nos acerca ciertas prácticas, nos deja probarlas para luego, quizás, incorporarlas.

Waisbord destaca que mantener o no el hábito dependerá de la relación entre el costo que este demande (en muchos casos el tiempo) y el beneficio percibido por la nueva práctica.

Al respecto, Cetkovich aclara que repetir una acción genera una “conducta motivada” y explica que “experimentar el efecto beneficioso de un nuevo hábito ayuda a mantenerlo con más facilidad”.

Los testimonios de lectores confirman la importancia de la motivación para esforzarse en mantener un hábito. “El entusiasmo crece con el paso de los días”, destaca Tatiana sobre su huerta. “Me siento tan bien con el ejercicio que pretendo esforzarme para mantenerlo”, se alienta Lourdes. “Para seguir con la austeridad tras la cuarentena basta con ser consciente de que el cambio fue positivo para mí”, reflexiona Brenda.

Algunos de los testimonios que nos enviaron nuestros seguidores de Instagram.

En este sentido, la cuarentena podría servir como un envión inicial.

“Los japoneses dicen que para adquirir un hábito nuevo hay que hacerlo 20 días seguidos por un minuto. Las prácticas que repetimos quedan grabadas en circuitos cerebrales y eso facilita hacerlas nuevamente, porque demandan un esfuerzo menor al que requerían al principio”, analiza Cetkovich. 

Además, el especialista en neurociencias advierte que la naturaleza progresiva del retorno a la rutina ayudará a sostener los nuevos hábitos.

Más allá de percibir las motivaciones y esforzarse, otros consejos para mantener hábitos surgen de los testimonios de lectores.

Aprovechá los conocimientos que te dejó la cuarentena. Noelia comenzó a comer más sano en las últimas semanas. “Hice prueba y error y aprendí mucho sobre cómo organizarme, a almacenar alimentos, armé recetas en un cuaderno”, repasa. “Voy a seguir cocinando bastante, aprendí un montón en este tiempo”, coincide Regina.

Sé flexible (quizás debas ir de lo ideal a lo posible). Así lo piensa, Fernanda, que en la cuarentena encontró el tiempo para prepararse comidas saludables. Cuando su trabajo fuera de casa y los viajes desgastantes vuelvan, proyecta apartar un momento del fin de semana y adelantar las preparaciones para los días laborales. Algunos lectores que hoy se ejercitan a diario aspiran a hacerlo 2 o 3 veces por semana.

Motivate en grupo. Mercedes escribe “lo hice” en un grupo de WhatsApp de amigos cada vez que completa la rutina de ejercicios que tienen en común. Hacerlo la motiva a ella y al resto.

Reorganizate y replanteá tus prioridades. “Anotar en una agenda las tareas del día disminuye el esfuerzo implicado: planificar evita tener que improvisar”, aconseja Cetkovich.

En línea con planificar, muchos lectores piensan buscarse el tiempo para sus nuevos hábitos (incluso a costa de limitar otros).

Giselle, que en estos días retomó lectura. “Creo que tendré que disminuir fuerte mi tiempo en las pantallas. No es cuestión de cargar libros en la cartera: tendré que ponerle un momento y respetarlo”, concluye. Mientras tanto, Melisa planea despertarse más temprano cuando vuelva a trabajar fuera de casa para así tener su “momento de respiro” en el balcón, con un libro.

Soledad, que aprovecha la cuarentena para leer y cuidar sus plantas, analiza: “Esta pandemia nos permite reflexionar sobre qué queremos cambiar en nuestra vida”.

Diego, tras semanas de yoga en casa, recoge una motivación extra para prolongar las nuevas costumbres: “Hay que apropiarse de un aprendizaje clave de la cuarentena: cuidarse a uno mismo es parte de cuidarnos todos; va a ser necesario mantener espacios de cuidado físico y mental propios para seguir equilibrados cuando todo esto pase”.