México profundiza su giro a la izquierda - RED/ACCIÓN

México profundiza su giro a la izquierda

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Con más del 60 % de los votos, Claudia Sheinbaum se convirtió en la primera presidente mujer de México. Un cambio de época signado por el liderazgo femenino y posibles reformas estructurales cuyo impacto en el país es todavía incierto.

México profundiza su giro a la izquierda

¡Buenos días! Con más del 60 % de los votos, Claudia Sheinbaum se convirtió en la primera presidente mujer de México. Un cambio de época signado por el liderazgo femenino y posibles reformas estructurales cuyo impacto en el país es todavía incierto.

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Intervención: Marisol Echarri.

Nuevos tiempos. Quien quiera entender el alma mexicana no puede dejar de leer El laberinto de la soledad, un ensayo que vio la luz en 1950 y que, con sus añadidos y actualizaciones, se convirtió en una especie de manual de identidad de ese pueblo complejo y lleno de particularidades que es el mexicano. Allí Octavio Paz explica el pesimismo ancestral, la sensación de haber sido arrancados de su lugar, el culto a la muerte y la pasión por los ritos, la tendencia a ocultar lo que sienten y piensan… y el siempre presente patriarcado, con frecuencia encarnado en un machismo contumaz.

En esa nación única, plagada de contrastes, la candidata oficialista Claudia Sheinbaum acaba de ganar la elección presidencial, con más de 32 millones de votos, superando el récord que había alcanzado seis años atrás su padrino político, Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Así se convirtió en la primera presidente mujer de la historia de México. Como si eso no bastara, le sacó 32 puntos de diferencia a su contrincante, la exsenadora Xóchitl Gálvez. Nadie ganó nunca una elección presidencial mexicana de manera tan contundente. Bien por Claudia.

El triunfo de Sheinbaum admite múltiples ángulos de análisis. Algunos de ellos podrían ser:

  • El factor femenino. Primera presidente mujer, que vence además a otra mujer y que es reemplazada por una tercera mujer en su rol de alcaldesa de la Ciudad de México: la líder social Clara Brugada, también de Morena, el partido creado y liderado por AMLO. Triunfo del movimiento feminista en toda la línea.
  • La violencia política. El proceso electoral resultó el más violento de la historia moderna de México, con 34 asesinatos y 17 secuestros a candidatos a cargos públicos durante el último año. El crimen organizado aumenta su protagonismo en las campañas políticas en todo el país y se vuelve un factor clave en el estado de Sinaloa: uno de los puntos oscuros de la herencia que deja AMLO.
  • La acumulación de poder. Con estos resultados, Morena queda muy cerca de lograr mayorías calificadas —dos tercios— en la Cámara de Diputados y en el Senado, una hegemonía que no lograba ningún partido desde los años 80, cuando el PRI dominaba sin discusión la política mexicana. Asoman reformas estructurales profundas.
  • La tutela de AMLO. Sheinbaum va a tener la lapicera presidencial pero Morena responde en bloque a AMLO, su fundador y líder absoluto. Además de las mayorías especiales en el Congreso, el partido tiene más de dos tercios de las gobernaciones en todo el país. Hegemonía total, preocupante para los críticos como Enrique Krauze, que ven peligrar la democracia.
  • La reacción de los mercados. El lunes siguiente a la elección, la Bolsa Mexicana de Valores reportaba una caída del 4,9 %: su descenso más fuerte desde el 27 de marzo de 2020, cuando se desplomó 5,34 %, después del anuncio de las medidas extraordinarias del Gobierno para contener la pandemia. Los inversores miran con preocupación que la izquierda se haya vuelto tan poderosa.

La popularidad de AMLO vuela gracias a su carisma, los programas sociales y la estabilidad de la economía (enganchada a la de los Estados Unidos). Parecen importar poco la inseguridad y los muertos del COVID-19. Ese combo de preferencias y olvidos es lo que llevó al poder a Sheinbaum. Mientras, su vecino del norte, justo en un año en el que se juega su propio destino, mira con recelo el crecimiento del populismo de izquierda al sur del río Grande. Y Milei, frío, deja que sea la Cancillería la que mande los saludos protocolares del caso. Un silencio que lo dice todo.

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Tres preguntas a Jordan Peterson. Es un psicólogo clínico, crítico cultural y profesor de psicología canadiense, conocido por sus posiciones conservadoras, a quien ya nos referimos en otras ocasiones en Comms. Se especializó en la psicología de las creencias religiosas e ideológicas, y la evaluación y mejora de la personalidad y el rendimiento laboral.

—Su alejamiento de la Universidad de Toronto se convirtió en un símbolo del conflicto ideológico que hay en las universidades más importantes del mundo. ¿Por qué renunció a su cátedra?
—En primer lugar, porque mis estudiantes graduados varones, blancos, heterosexuales, calificados y sumamente capacitados (y, por cierto, he tenido muchos otros) enfrentan una posibilidad insignificante de que se les ofrezcan puestos de investigación en la universidad, a pesar de sus expedientes científicos estelares. Esto se debe en parte a los mandatos de Diversidad, Inclusión y Equidad (mi acrónimo preferido: DIE). Estos se han impuesto universalmente en el mundo académico, a pesar de que los comités de contratación de las universidades ya habían hecho todo lo razonable durante todos los años de mi carrera, y más, para garantizar que ningún candidato “minoritario” calificado fuera nunca pasado por alto. Además, mis alumnos son en parte inaceptables precisamente porque son mis alumnos. Soy persona académica non grata, por mis posiciones filosóficas inaceptables. Y esto no es sólo un inconveniente. Estos hechos hicieron que mi trabajo fuera moralmente insostenible. ¿Cómo puedo aceptar a posibles investigadores y formarlos con la conciencia tranquila sabiendo que sus perspectivas de empleo son mínimas?

—¿Hubo más razones para su decisión?
—La segunda razón es que este es uno de los muchos problemas de una ideología atroz que actualmente está demoliendo las universidades y, posteriormente, la cultura general. Sobre todo porque simplemente no hay suficientes personas BIPOC (negros, indígenas y personas de color, para aquellos que no lo saben) calificadas para cumplir los objetivos de diversidad con la suficiente rapidez. Esto lo sabe cualquier académico remotamente honesto que haya formado parte de un comité de contratación durante las últimas tres décadas. Esto significa que pretendemos producir una generación de investigadores totalmente descalificados para el trabajo. Y ya hemos visto lo que eso significa en las horribles “disciplinas” de los estudios de agravios. Esto, combinado con la muerte de las pruebas objetivas, ha comprometido tanto a las universidades que difícilmente se puede exagerar. Y lo que sucede en las universidades termina influyendo en todo, como ya sabemos.

—Usted manifestó una postura crítica frente a la actitud de algunos de sus colegas…
—Todos mis cobardes colegas deben elaborar declaraciones DIE para obtener una beca de investigación. Todos mienten (excepto la minoría de los verdaderos creyentes) y enseñan a sus alumnos a hacer lo mismo. Y lo hacen constantemente, con diversas racionalizaciones y justificaciones, corrompiendo aún más lo que ya es una empresa sorprendentemente corrupta. Algunos de mis colegas incluso se permiten someterse a la llamada capacitación anti-prejuicios, impartida por personal de Recursos Humanos sumamente no calificado, dando conferencias de manera estúpida, alegre y acusatoria sobre actitudes racistas, sexistas y heterosexistas teóricamente omnipresentes. Actualmente, esta formación es a menudo una condición previa para ocupar un puesto docente en un comité de contratación. Es obvio que quien tenga ese tipo de actitudes implícitas no las abandonará por una breve capacitación.

Las tres preguntas a Jordan Peterson se tomaron del artículo titulado “Why I am no longer a tenured professor at the University of Toronto”, publicado en The National Post. Para acceder a la nota completa podés hacer click acá.

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Comunicación política. Cuesta encontrar cosas positivas en el actual contexto global, piensa Mario Riorda. Así lo expresa en este artículo en el que, en línea con la politóloga belga Chantal Mouffe, se detiene en el antagonismo, el híperpersonalismo en los partidos políticos, la proliferación del discurso populista, la desinformación, la resignificación radical de la realidad a través de las palabras, los discursos simples y descontextualizados, el pesimismo ideológico, el tribalismo y el “movimientismo” que viene a reemplazar la antigua representatividad de los partidos políticos. Una mirada posible. Aunque no todo está perdido: el mundo ya pasó por ciclos poco alentadores, y la humanidad se las ingenió para salir adelante.

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Academia. Los sistemas de Inteligencia Artificial (IA) requieren de algún tipo de control humano. Este artículo analiza dos enfoques principales para esa tarea: el de la supervisión y la formación de equipos mixtos, con humanos y máquinas. Ambos difieren en su idoneidad conceptual y práctica con respecto al control de sistemas de IA basados ​​en modelos de grandes conjuntos de datos, que exhiben capacidades generales y producen un comportamiento no determinista. El texto, con ejemplos elocuentes, destaca cuánto más efectiva es la colaboración mixta que la puramente humana, incapaz de capturar vastas cantidades de datos.

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Oportunidades laborales

¡Hasta el próximo miércoles!

Juan

Con apoyo de

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