Su libro Diario pinchado es una novela con la forma de un diario de viaje por Berlín y una visita a un novio becado. La separación de una pareja joven, la sensación de estar sin brújula en una ciudad, la de no entender el idioma, y algunas reflexiones en torno a la poesía: todo eso cabe en las entradas día a día.
—¿Cuál es la ventaja de escribir en primera persona?
—Por ahora no encontré otra manera de escribir que no sea en primera persona, usando de algún modo material de mi propia vida; de hecho estoy con un texto nuevo que son dos primeras personas, de dos personajes distintos, entrelazadas. Pienso que esto pasa porque vengo de la poesía, en donde este tráfico es más usual y no hay mucho problema, nadie te va a preguntar si un poema es autorreferencial: se entiende que sí y que al mismo tiempo no, que para hacer un poema, cualquier detonante viene de la vida, pero que pasa por la maquinaria del lenguaje y el verso, donde todo se trastoca.
—¿Con qué primera persona te sentiste más cómoda? ¿La de tu libro anterior El trabajo de los ojos (primera persona no ficticia) o la de Diario pinchado (primera persona ficticia)?
—Fueron procesos parecidos en un sentido, no sé si podría elegir uno. El trabajo de los ojos partió de una perspectiva autobiográfica, porque quería narrar mis problemas de la vista y ponerlos a dialogar con otras cuestiones. Obviamente en la construcción del texto esa premisa biográfica se fue modificando, alimentando de otros elementos, incluso perdiendo. En Diario pinchado quizás las proporciones estén invertidas, partí de una idea más ficcional –una chica que viaja a Berlín a encontrarse con un novio escritor que está becado-- si bien me nutrí de un viaje real que hice en 2015 a Berlín donde llevé un diario de visitas a museos y teatros.
—¿Qué fue lo mejor que leíste últimamente?
—Leo todo el tiempo novedades por mi trabajo como periodista cultural y es algo que me encanta, tengo mucha suerte. Ahora estoy leyendo la novela de Vanina Colagiovanni Seamos felices acá, que es una belleza escrita en una primera persona muy sutil, y al mismo tiempo los Ensayos de Lydia Davis que acaban de salir. Son increíbles para lxs seguidorxs de esta escritora, porque abre su proceso de escritura de un modo muy generoso, ves cómo fue llegando a cada texto, que en general brillan por su rareza, a través de derivas y pensamientos muy singulares. Pero para nombrar una no-novedad diría Un tren oculta otro tren, poemas de Kenneth Koch que estuve releyendo, editado por Zindo y Gafuri en Argentina con traducción de Silvia Galup y Aníbal Cristobo. Él es un poeta de la Escuela de Nueva York, mucho menos conocido que sus contemporáneos y realmente vale la pena descubrirlo. Enorme lucidez, humor, acidez y una frescura inédita en alguien tan erudito.
Este contenido fue publicado originalmente en la newsletter Sie7e Párrafos. Podés suscribirte en este link.