La nota empieza con este audio.
Me lo mandó Adriana cuando le pregunté cómo era el proceso para trabajar de médico en la Argentina siendo venezolana. Es una de las cosas que más llama la atención de la ola migratoria: vemos cientos de venezolanos aquí con títulos universitarios trabajando en Uber o en bares o en distintas áreas de servicio. No es necesariamente extraño: cuando uno emigra busca un trabajo de lo que sea, pero somos muchos los que sentimos que alguien que estudió para ingeniero o arquitecto o médico debería poder desempeñarse en eso mismo.
Pensamos entonces en una nota en la que tratáramos de entender primero el proceso, después constatarlo en la realidad, y buscar casos exitosos de integración de estos médicos en la sociedad. Para ello decidimos incorporar a la comunidad de RED/ACCIÓN en el proceso de producción de la nota. Hicimos una convocatoria entre nuestros miembros para sumarse al proyecto. Los primeros seis que respondieron se unieron a un grupo de chat de WhatsApp donde fui contando novedades de la investigación y donde ellos me fueron haciendo sugerencias.
Si la nota hablaba de nuestra sociedad, era importante que parte de la sociedad participara en ella. Así lo hicimos.
Hospital de Clínicas: aproximación y prejuicios
Uno de los primeros pasos era ir a hospitales a buscar venezolanos. La bondad de ir al territorio sin avisar a las oficinas de prensa es que uno se encuentra con la realidad tal y como sucede, sin un maquillaje pensado para periodistas.
Entrar al Hospital de Clínicas es una experiencia intensa de por sí. Un mastodonte de cemento entre las calles Paraguay, Azcuénaga, Uriburu y Córdoba en el que cabe todo un universo. Entré por el acceso de urgencias y me fui a la ventanilla de la guardia.
-Buenas tardes… Estoy buscando a un médico venezolano.
-¿A cuál?
-No, a ninguno en particular. Quería saber si hay algún médico venezolano en el hospital.
La respuesta de la mujer detrás de la ventanilla fue contundente: largó una carcajada y dijo: “¡Está lleno!”. Yo solo necesito uno, le dije. “¿Uno solo querés? ¡Llevalos a todos!”, dijo.
Por supuesto, su reacción abrió una nueva dimensión a la nota. Si sabemos que hay médicos, ¿cómo son recibidos? ¿Hay discriminación? Le pregunté por alguno en particular y no me supo decir. Después descubrí que se refería a latinoamericanos en general porque aunque pasé horas buscando, solo encontré colombianos y ecuatorianos. Hay venezolanos, fueron muchos los médicos que así me lo afirmaron, pero nadie supo decirme quién.
Compartí los avances en el grupo de WhatsApp. Hubo inquietudes interesantes. Entre otras cosas, me comentaron: “Yo como médica veo y oigo que muchas veces hay cierta desconfianza en los pacientes, y competencia en los argentinos. Si todo estuviera dentro de un marco legal sería mejor para que no existiera este prejuicio”.
Recorriendo los demás servicios del Clínicas no me volví a encontrar con una reacción semejante. Ningún médico ni personal con el que hablé dio una respuesta que denotara un viso de discriminación.
“Los que sí discriminan a veces son los pacientes: algunos no quieren que los atienda un extranjero, pero de jodidos que son esos pacientes nomás”, me dijo una enfermera que pidió no ser identificada. Después fui la oficina de recursos humanos del hospital. Misión estéril: según me dijeron, no llevan un registro según la nacionalidad de los médicos -no les preguntan de dónde son-, por lo cual no podían buscar en el sistema.
Una mirada de la misma historia puede verse en este posteo, realizado por el diario venezolano El Nacional.
Argentina fue "la mejor opción" pero empezó limpiando pisos
La historia de Adriana me ilustró más que dos visitas al Clínicas. Llegó al país hace un año y medio. Es del estado de Táchira, de la zona de la frontera entre Venezuela y Colombia. Hizo sus estudios como médica en el Hospital de San Cristóbal. En el 2017 se recibió y un tiempo después -en diciembre del 2017- decidió dejar el país junto a su pareja. La situación económica, el estado de la salud, y la opresión general la inclinaron a irse. “Teníamos que pedirle a casi todos los pacientes guantes, gasas, jeringas para poder tratarlos”, cuenta.
¿Por qué la Argentina? “Nos parecía la mejor opción porque podía seguir mis estudios de posgrados y no tengo que pagarlo. Las residencias, al modo del servicio educativo en Venezuela, son gratuitas. En otros países si uno emigra como médico tiene que trabajar dos o tres años para pagarse una residencia y obtener una especialidad. En Argentina no”.
Una vez que llegó, inició los trámites. En Venezuela ya había pagado poco más cien dólares a gestores para que la ayudaran a reunir y certificar los papeles. Una vez aquí el proceso burocrático no fue un proceso sencillo pero no tuvo esos cosas. En el último tiempo además los requerimientos bajaron gracias a que el Estado argentino se declaró en solidaridad con Siria y Venezuela, a partir de lo cual se sintetizó el trámite de la convalidación.
La resolución que agiliza la gestión explica categóricamente la situación:
"El volumen significativo de solicitudes de revalidaciones de títulos universitarios extranjeros provenientes de la República Bolivariana de Venezuela, ponen en evidencia la compleja situación política, económica y social que presenta esta nación en la actualidad", por lo que "corresponde conforme a la Constitución de la Nación Argentina y por razones netamente humanitarias otorgarles una solución a estos profesionales para que puedan ejercer lícitamente su profesión y continuar formándose en nuestras instituciones universitarias".
Resolución 203 del Ministerio de Educación
Antes de tener los papeles, Adriana trabajó como enfermera en una clínica privada en Berisso, cuidando a una nena que requería atención. Después, consiguió otro trabajo en un geriátrico y durante un tiempo hizo las dos cosas. “Yo nunca había trabajado así. Era brutalmente fuerte. Cambiar pañales, limpiar pisos… Fue emocionalmente duro, pero también una gran enseñanza”.
En ese geriátrico conoció a una chica que tenía un amigo cardiólogo que la ayudó con gestiones para que empezara como observadora en un hospital. Además, empezó a trabajar de manera voluntaria en el servicio de pediatría del Hospital de Berisso. Después de un tiempo de trabajar de manera gratuita, la gente del hospital mandó al Ministerio de Salud y Desarrollo Social de la Nación el requerimiento para sumar a Adriana como médica. A los pocos meses salió su convalidación.
Sin embargo, no es el modo habitual de validar el título. Quienes inician el trámite sin nadie que los requiera tardan más en lograrlo (en teoría, dicen que es un trámite que lleva entre 4 y 6 meses, pero son numerosos los casos de venezolanos que esperan su convalidación por más de un año).
Para organizarse, un conjunto de médicos venezolanos en la Argentina armó una asociación. Se llama Asomevenar y acaban de festejar que llegaron a los 500 convalidaciones de títulos en el país. Es una primera puerta de información para todo venezolano que quiera ejercer la medicina en la Argentina.
Venezolanos que se convierten en el médico de todo un pueblo
Justamente en conjunto con Asomevenar fue que Vanesa Zuccari, diputada de la Provincia de Buenos Aires, armó una iniciativa para localizar a médicos venezolanos en localidades que los necesitan con urgencia. Ella misma es de un pueblo de poco más de 200 habitantes, Carlos Salas, y conoce la problemática de muchos lugares del interior, donde no hay un médico residente.
Al conocer la situación de muchos venezolanos, Zuccari articuló un proyecto a través del cual los municipios que necesitan doctores o doctoras piden a uno de los médicos venezolanos que están en contacto con Asomevenar, y se genera un puesto.
Así, ya son 34 los médicos venezolanos que trabajan en localidades del interior bonaerense. Se insertan en los municipios a partir de un convenio de trabajo con el municipio, que es quien les paga. En la provincia de Buenos Aires hay más de 300 localidades con menos de 2000 habitantes, donde generalmente no hay un médico instalado.
"Fui bien recibido en la zona y en el hospital. Cumplí esas expectativas. Y además cumplí al poder hacer bien mi trabajo", dice el traumatólogo Dennys Sarmiento, uno de los médicos que trabajan en localidades como General Villegas, Trenque Lauquen, Alberti, Carlos Tejedor, Carhué y Pellegrini, y se registran pedidos desde los municipios de Bragado, General Viamonte, Lincoln, Salliqueló, Villarino, Rivadavia y Coronel Dorrego.
“Se conjugan la necesidad de los pueblos de acceder a la salud, con la necesidad de los médicos venezolanos de trabajar de médicos, así que la recepción es muy buena”, explica la diputada Vanesa Zuccari.
Una de las ventajas principales de la iniciativa es que cuando un municipio pide un médico venezolano al Ministerio de Salud, se acelera la convalidación, que se hace como médicos generalistas. Si el médico quiere hacer una especialidad, pueden hacerla en el Hospital de esa localidad. Los venezolanos que quieran información al respecto pueden ver la página de Facebook de la Diputada o contactarse con Asomevenar ([email protected]).
Otro caso resonante fue la propuesta de Río Negro. En el 2018 esa provincia lanzó una convocatoria para médicos venezolanos que quisieran radicarse en pueblos y parajes de la provincia. Ofrecían un sueldo de cerca de 40 mil pesos y hospedaje. Son más de 30 los médicos venezolano que se desempeñan hoy por hoy allí. Algunas de sus historias se cuentan en esta nota.
Esta cobertura se completará con otros contenidos que estamos preparando y que servirán para entender el fenómeno y las temáticas que lo rodean: ¿cómo es ser médico en Venezuela?, ¿en qué estado están las convalidaciones?, ¿existe un prejuicio de parte de los pacientes? Si tenés información o una sugerencia para continuar la cobertura, podés escribirnos.