De lengua de señas a lectura fácil: cómo trabaja Carlos, el docente que adapta materiales educativos para que todos aprendan- RED/ACCIÓN

De lengua de señas a lectura fácil: cómo trabaja Carlos, el docente que adapta materiales educativos para que todos aprendan

 Una iniciativa de Dircoms + INFOMEDIA

Al frente de un aula de una escuela mendocina, en una Unidad Penitenciaria, en los hogares, como maestro integrador o allí donde lo necesiten, Carlos Gutiérrez, profesor de personas sordas y terapeuta del lenguaje, busca derribar barreras en la enseñanza haciendo ajustes en los materiales escolares y buscando otros modos de comunicación. Ajustes que, dice, no son solo para personas con discapacidad, sino que atienden a la diversidad que hay en cualquier grupo.

Un collage con Carlos en el centro. De fondo, los materiales que adapta y una estudiante que los usa.

Intervención: Victoria Guyot.

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En el aula ideal de una escuela ideal de un mundo ideal, nadie se preocupa por la inclusión porque es lo que todos conocen. Simplemente existe. Sería como preocuparse hoy por si un automovilista elegirá manejar por la calle o por la vereda. Puede pasar, claro, pero sabemos cuál es la regla. 

La "normalidad" de ese lugar ideal minimiza las barreras físicas, sensoriales, cognitivas y culturales que existen en el entorno, los materiales, los contenidos, la comunicación. Es una normalidad que tiene en cuenta la diversidad de los estudiantes. 

De todos los libros hay copias en braille.

Una luz avisa cuando suena un timbre.

Los espacios entre bancos permiten el paso de una silla de ruedas.

La altura del mobiliario puede regularse.

Hay suelos podotáctiles (superficies que se usan para personas con discapacidad visual).

El material está impreso con tipografías aptas para personas con dislexia.

En esta escuela ideal, por supuesto, no hay que esperar a que un alumno encare algo de modo diferente al resto para hacer las adaptaciones correspondientes, para pensar cómo se soluciona, cómo se etiqueta, a quién le corresponde hacerse cargo, porque todo ya está hecho según las pautas del Diseño Universal del Aprendizaje.

El Diseño Universal del Aprendizaje es, en el aula, el equivalente al Diseño Universal en el resto de la sociedad: el desarrollo de entornos y productos accesibles para todas las personas, que no deben ser adaptados o rediseñados cuando aparece la necesidad. 

Es la gallina antes que el huevo, o viceversa.

Un ejemplo de Diseño Universal son los baños adaptados.

Un ejemplo de Diseño Universal del Aprendizaje son los libros de Lectura Fácil

No hace falta decir que esas aulas en escuelas de un mundo ideal no son estas aulas reales en los colegios que conocemos, falta mucho todavía; falta casi todo, en verdad. 

La buena noticia es que ya hay quienes están en el camino correcto.

Carlos Gutiérrez en un taller de lectura en una unidad penitenciaria.

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Carlos Gutiérrez (51) es un profesor de personas sordas y terapeuta del lenguaje que trabaja en una pequeña escuela de la ciudad de Tunuyán, Mendoza, a la que asisten estudiantes con discapacidad sensorial y multidiscapacidad.

Así comenzó su recorrido: 

"Yo estudiaba Diseño Gráfico", cuenta Gutiérrez, "cuando me invitan a hacer un curso de Lengua de Señas Argentina (LSA). A medida que el curso avanzaba no podía creer la coexistencia de dos comunidades (por la de personas oyentes y personas sordas) que usaran lenguas tan distintas".

"Luego empecé a cubrir un rol de intérprete", continúa, "en trámites o eventos, hasta que dejé la carrera de Diseño y entré al Profesorado de Educación Especial. Creo que estaba en segundo año de la carrera cuando me convocan a trabajar en un secundario de jóvenes sordos, y allí  se produce en mi cabeza una segunda instancia de entendimiento cuando, para una tarea, un joven sordo me describe en LSA lo que el otoño producía en él. La sensibilidad y la calidad de su mensaje me hicieron un click. Él y otros jóvenes podían, con ese idioma, no solamente expresar poesía sino también construir conocimiento en Matemática, Historia, Biología, habiendo tenido experiencias muy negativas en sus escuelas. Vale aclarar que una mínima cantidad de ellos podían escribir o leer, los que eran hipoacúsicos y habían podido aprender el código escrito".

Es así, a través del descubrimiento de una lengua rica y completa, con su propia gramática, como es la LSA, que Gutiérrez comienza a explorar diversas iniciativas para facilitarle a los chicos el camino hacia el aprendizaje, tanto al frente de un aula, en una Unidad Penitenciaria, en los hogares, como maestro integrador o allí donde lo necesiten. Y mientras un día envía a sus alumnos un código QR (un módulo que almacena información), para que reciban su tarea a través de videos en los que una intérprete utiliza la LSA, al otro día adapta textos con la técnica de Lectura Fácil.  

Porque de eso se trata ser maestro, después de todo. De guiar.

Un ejemplo de un material adaptado. El código QR lleva a este video, en el cual una intérprete de LSA explica la consigna.

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La escuela que conocemos ofrece un concepto de unidad e igualdad. Todos usan el mismo uniforme, todos entran al aula a la misma hora, todos hacen la misma tarea, todos escuchan las explicaciones del docente del mismo modo. Quien se sale de la norma hace sonar todas las alarmas. 

Agustina Di Masi (25), consultora psicológica e IT Recruiter, que se define: "ciega usuaria de una perra guía", recuerda las adaptaciones que necesitó durante sus estudios en un colegio de Hurlingham, provincia de Buenos Aires:

"En la primaria todo lo hacía en sistema braille", cuenta Di Masi, "lo que escribía en clase y las pruebas era transcriptas o por la maestra integradora o en su mayoría por mi mamá, quien también se encargaba de grabar los textos de fotocopias o manuales, para que pudiera estudiar. Había que adaptar mapas, dibujos de un esqueleto, una célula, la Tierra y diferentes cosas con relieve o en 3D para que pudiera entenderlo. Por ejemplo: las capas de la Tierra que mis compañeros dibujaban, yo las hacía con plastilina, o me marcaban los bordes de un mapa impreso con la pistola de silicona". 

"En la secundaria", continúa Di Masi, "cambió bastante esta situación, pude empezar a cursar con la computadora, por lo tanto se agilizaron mucho estas cosas, y  algunos profes ya mandaban el material por mail. Del mismo modo yo hacía los exámenes, que me los podían corregir en el momento. Así pude empezar a tener mis calificaciones el mismo día que mis compañeros, cosa que no me había pasado antes".

Agustina con su perro guía.

Depender de la buena voluntad de cada docente y cada profesor, con el apoyo de los maestros integradores y de la familia, no tiene mucho que ver con el aula ideal en la que la inclusión es la normalidad. Agustina debería haber encontrado, el día que comenzó la escuela, todas las adaptaciones necesarias, esperándola.

La señalización en el suelo para llegar a cada aula, el material en braille, los mapas con relieve. De ese modo sus recuerdos de momentos incómodos del colegio serían muy parecidos a los de cualquier otro chico. Quién no los tiene. El día que te descubren copiándote en una prueba. El acto escolar en el que olvidás tu diálogo. Pero la situación incómoda de Agustina es la del profesor de Matemática que se negó a darle clase y evaluarla.  

En el mundo ideal eso no pasaría. En el mundo ideal ese profesor estaría capacitado para tratar con todas las Agustinas.

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"Para crear materiales accesibles a niños y jóvenes que estén transitando su proceso de inclusión", explica Carlos Gutiérrez, "hay que tener una mirada muy sistémica, porque todos somos de alguna manera partes de pequeños sistemas que funcionamos en determinados entornos. Pero es difícil ir adaptando los materiales porque los profesores los entregan con poco tiempo, aunque ese material adaptado que va a leer un chico a veces sirve también para sus compañeros de curso".

"Son muchos los ajustes que hay que hacer", continúa el docente, "para chicos que no leen español o están aprendiendo Lengua de Señas Argentina porque tienen padres oyentes, hacemos videos con la ayuda de una intérprete. Esto permite que el niño acceda al texto la cantidad de veces que quiera".

"A veces he tenido que realizar ajustes muy sencillos como una lectura asistida, audiolibros, pero en otros casos lleva un poco más de trabajo. Quizás una adaptación en nivel uno o dos en Lectura Fácil. Poder desempeñarte tranquilo con procesos muy complejos te lo da la práctica, los años".

La Lectura Fácil (LF) son libros, documentos, textos, páginas web, etc, que siguen ciertos lineamientos en cuanto a lenguaje, contenido y forma, para que puedan ser leídos por personas que tienen diversas dificultades en relación a la lectura, por trastornos del aprendizaje, discapacidad, porque son migrantes que no conocen la lengua, por escolarización deficiente, por senilidad.

"Es un modo de escribir", agrega Gutiérrez, quien también está incursionando en el tema con sus propios libros de LF, "para que toda persona que tenga una capacidad de comprensión lectora limitada pueda leer y comprender un texto. Así se puede acercar la lectura a aquellas personas que les resulta inaccesible". 

"Tengo una anécdota que tiene que ver con el acceso a la lectura", cuenta el docente, "y que fue muy impactante. Estábamos en ronda con varios jóvenes de una Unidad Penitenciaria, cada uno tenía que leer un párrafo en Lectura Fácil, era nuestro cuarto encuentro,  y de pronto uno de ellos se detiene en su lectura y dice con mucha alegría: ´¡Profe! ¡Estoy imaginando lo que voy leyendo!´. En ese momento me emocioné muchísimo, fue quizás uno de los episodios más importantes en mi etapa como docente en mucho tiempo".

"Para una persona que lee todo el tiempo", concluye Gutiérrez, "conocer esta realidad o tratar de imaginar que existen personas que no pueden pasar de la decodificación y no pueden llegar a una comprensión de lo que van leyendo es muy difícil de dimensionar". 

A continuación un ejemplo de Lectura Fácil: el Preámbulo de la Constitución Argentina, adaptada según las recomendaciones de IFLA (Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecarios y Bibliotecas) e Inclusión Europa, que ofrece un grado de legibilidad bastante fácil, según la escala de dificultad lectora del programa Inflesz.

Nosotros somos representantes del pueblo argentino.
Nosotros nos reunimos a hacer la Constitución porque:
queremos un país unido,
queremos justicia en nuestro país,
queremos paz en nuestro país,
queremos libertad en nuestro país,
queremos vivir cada vez mejor, 
queremos protegernos entre todos.

Esta Constitución es para los argentinos y para todas las personas que quieran vivir en nuestro país".

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Candelaria Figueirido (24) es una joven con un desorden genético que le provoca dislalia (trastorno del lenguaje), dislexia (trastorno del aprendizaje relacionado con la lectura), hipotonía muscular e hipoacusia. Junto a su madre, Silvina Rodríguez (58), nos ofrece un panorama de las adaptaciones que necesitó durante su escolaridad primaria en un colegio de Núñez y en un secundario en Olivos:

"Cande no podía tener maestra integradora porque en ese momento la institución no lo permitía", relata Rodríguez, "entonces tenía una psicopedagoga con la que trabajaba dos veces por semana y le daba fichas adaptadas para que ella pudiera completar en el aula. Al cambiar de colegio ya tuvo una maestra integradora que la acompañó hasta que terminó el bachillerato, con currícula adaptada pero todas las materias cursadas. Así Cande pudo completar su educación".

"Siempre trataron de incluirla, sobre todo las docentes", explica Rodríguez, "los compañeros tuvieron actitudes diversas. Como ella llevaba sus fichas, no había grandes requerimientos. El resto del material era el mismo que usaban los demás".

Si hay algo que deja muy en claro la situación de Candelaria, tanto como la de Agustina, es que acceder a las adaptaciones necesarias es una tarea que debe emprender el propio estudiante junto a su familia, en primer lugar. 

Cada uno saliendo a inventar lo que no existe o descubrir lo que sí, pero que no está a mano, no llega a las aulas no ideales de este mundo tan poco ideal e inclusivo.

Cada uno tan solo, esperando que alguien oriente a los maestros para que el maestros pueda, y sepa, cómo orientar al alumno. 

"En definitiva es eso", dice Carlos Gutiérrez, "acompañar al docente y darle herramientas para atender la diversidad que naturalmente está en cualquier grupo de personas. Cuando uno que no está en el tema habla de diversidad, de ajustes, de adaptaciones piensa en chicos con discapacidad, pero la realidad nos dice que no es así. Por eso me gusta más hablar de ajustes en lugar de adaptaciones, las palabras se gastan en el tiempo o cambian su sentido".

Candelaria leyendo un libro.

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Vivimos rodeados de adaptaciones que, de tan comunes, nos pasan desapercibidas. No hace falta más que recordar el mobiliario de una sala de jardín de infantes: las sillas bajas y pequeñas, los rincones de juegos, el ambiente lúdico, los elementos peligrosos fuera del alcance, y compararlo con un aula universitaria: grandes dimensiones con pocas distracciones alrededor, sillas con escritorio plegable.

Entendemos que cada momento de la vida posee sus particularidades y que ellas nos llevan a nuevas necesidades. Esto no es privativo de la discapacidad, en absoluto, pero es cuando una niña necesita material en braille en un colegio en donde no lo hay, cuando un niño no escucha el timbre de la escuela, cuando un joven no comprende lo que lee, que queda expuesta esta falla en el sistema, que no se anticipó a los requerimientos de alguien que no puede hacer las cosas exactamente igual a como las hacen la mayoría. 

Pero será justamente a través de la expresión de la necesidad, que llega la autonomía; lo cuenta Carlos Gutiérrez:

"Se van produciendo cambios en los alumnos que están en proceso de inclusión a nivel de la confianza. Ser testigo de cómo aumenta su autoestima y autonomía es hermoso. Y no hay nada más lindo que un día entrar al aula y que tu alumno al que has acompañado unos años te diga: ´Hoy no Carlos, no te necesito, puedo solo, vení un rato mañana´".