Si hay algo que nos ha dejado muy en claro el aislamiento por la pandemia de COVID-19 es que los humanos somos seres sociales. Tenemos el impulso a conectarnos con otros y la sincronía cerebral es una de las formas por la cual nuestro organismo nos ayuda a hacerlo. De hecho, un hallazgo reciente sugiere que cuando compartimos una experiencia o entablamos una conversación, se armonizan las ondas cerebrales de ambos participantes.
“Las neuronas en sus ubicaciones correspondientes se disparan al mismo tiempo, creando patrones coincidentes, como bailarines moviéndose juntos. Las áreas auditivas y visuales responden a la forma, el sonido y el movimiento de manera similar”, describe un artículo de Scientific American.
El tema ha abierto un nuevo campo de investigación y podría ayudarnos a entender las pautas de la sociabilidad, por qué nos afecta tanto a la salud el aislamiento y las razones por las cuales a veces tenemos una química inmediata con algunas personas. El artículo titulado “Brain Waves Synchronize when People Interact” precisa qué sabemos sobre el tema.
¿Qué es la sincronía cerebral?
Cuando las personas no interactúan socialmente, sus ondas cerebrales individuales son bastante diferentes, pero cuando piensan, sienten y actúan en respuesta a los demás, los patrones de actividad en sus cerebros se alinean: este fenómeno es la sincronía cerebral. El grado de sincronía podría indicar la fuerza de una relación.
¿Cuándo sucede?
Cuando los estudiantes interactúan con un profesor, sus patrones de procesamiento cerebral comienzan a alinearse. De hecho, una mayor alineación puede significar un mejor aprendizaje.
Otro caso es cuando las ondas neuronales en ciertas regiones del cerebro de quienes están escuchando una interpretación musical coinciden con las del intérprete. Cuanto mayor es la sincronía, mayor es el disfrute.
Los casos más esperables son las relaciones de parejas, que exhiben mayores grados de sincronía cerebral que las parejas no románticas, al igual que los amigos cercanos en comparación con los conocidos más lejanos.
¿Cómo ocurre la sincronía?
Lamentablemente, el fenómeno sigue siendo un misterio para la ciencia. Una hipótesis podría ser que la coherencia entre los cerebros es el resultado de una experiencia compartida o simplemente una señal de que estamos escuchando o viendo lo mismo que otra persona. Pero la ciencia más reciente sugiere que la sincronía podría ser mucho más que eso, aclara Scientific American.
¿Cómo se descubrió?
La sensación de estar “en la misma longitud de onda” de otra persona es real y hasta es visible mediante resonancias, indica el artículo. ¿Cómo? Gracias a la neurociencia colectiva, un campo de investigación que crece aceleradamente, los investigadores están comenzando a estudiar varios cerebros a la vez, en lugar de hacerlo separadamente.
Por ejemplo, en la investigación para un paper que todavía no fue publicado, neurocientíficos de Harvard y de la Universidad de Stanford pidieron a 49 participantes que vean clips de películas mudas y luego los dividieron en grupos de unas cuatro personas para discutirlos y llegar a un consenso. Después de las primeras conversaciones, los voluntarios volvieron a ver los clips, así como un nuevo video de las mismas películas y volvieron a discutir el tema. Los patrones de procesamiento cerebral se alinearon entre los participantes mientras miraban la segunda ronda de videos. De hecho, los miembros de un mismo grupo de conversación tenían la misma actividad cerebral al mismo tiempo en las áreas del cerebro que manejan la visión, la memoria y la comprensión del lenguaje.
“Las personas que escucharon y trabajaron más duro para buscar el consenso, y no las que más hablaron, fueron aquellas cuyos cerebros se sincronizaron primero con los demás y quienes impulsaron la sincronía en el grupo más grande”, resume la periodista Lydia Denworth en Scientific American.
¿Qué es lo más novedoso de estos estudios en desarrollo?
La evidencia incipiente va más allá de lo que sabemos acerca de las neuronas espejo, el fenómeno que ocurre cuando, por ejemplo, una persona ve a otra tirar una pelota y se activa un conjunto de neuronas que también se activarían si estuviera haciendo él mismo los movimientos.
“Cuando conversamos con otros, creamos un único supercerebro que no se puede reducir a la suma de las partes”, dijo la neurocientífica de Dartmouth College (EE UU), Thalia Wheatley, a Scientific American. "Al igual que el oxígeno y el hidrógeno se combinan para formar agua, crean algo especial que no se puede reducir a oxígeno e hidrógeno de forma independiente".