¿Manipular el clima es una opción para hacerle frente al cambio climático?- RED/ACCIÓN

¿Manipular el clima es una opción para hacerle frente al cambio climático?

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Las técnicas de geoingeniería están siendo estudiadas y ya se está instalado el debate sobre qué implica su uso. La manipulación del clima plantea desafíos tecnológicos y dilemas éticos. Respondemos a algunos interrogantes clave con la voz de expertos.

¿Manipular el clima es una opción para hacerle frente al cambio climático?

Ilustración: Marisol Echarri.

Un sistema de satélites diseñado para controlar el clima. Un sistema de partículas liberadas a la estratósfera para evitar el paso de la luz solar y enfriar la Tierra. El primero es parte de la trama de la película hollywoodense Geotormenta, el segundo pertenece a proyectos actualmente  en estudio. Uno de ellos está financiado por el multimillonario Bill Gates.

En la película no todo sale muy bien; en la realidad aún no lo sabemos.

La geoingeniería es definida por la Universidad de Oxford como “la intervención deliberada a gran escala en los sistemas naturales de la Tierra para contrarrestar el cambio climático”. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) describe las dos grandes categorías en las que se pueden agrupar las técnicas de geoingeniería: reducción de la cantidad de energía solar absorbida en el sistema climático (gestión de la radiación solar o geoingeniería solar) y el aumento de los sumideros netos del carbono procedente de la atmósfera a una escala suficientemente grande como para alterar el clima(captura de carbono).

Las concentraciones de gases de efecto invernadero (GEIs) en la atmósfera continúan una tendencia de aumento récord y están fomentadas por un sistema de producción y consumo basado en la explotación de combustibles fósiles y actividades intensivas de uso del suelo. (Imagen: gentileza Pexels)

¿Se presenta esta manipulación del clima como una posibilidad frente al cambio climático? ¿Es realmente necesaria o responde a los intereses de ciertos grupos? ¿Quién decide cómo puede ser el clima acá o allá y si es para mejor o para peor? Al momento, la geoingeniería genera más interrogantes que respuestas. Acá intentaremos responder algunos de ellos o, al menos, contribuir a una conversación más informada con distintos puntos de vista. 

¿Por qué hablamos de geoingeniería?

El cambio climático es un hecho. Las concentraciones de gases de efecto invernadero (GEIs) en la atmósfera continúan una tendencia de aumento récord y están fomentadas por un sistema de producción y consumo basado en la explotación de combustibles fósiles y actividades intensivas de uso del suelo. La inacción o acción insuficiente de los Gobiernos nos ha puesto en una encrucijada: lo que hagamos o dejemos de hacer en esta década será clave para determinar si tendremos un escenario más o menos dramático en los próximos años.

Así lo ha demostrado el reporte especial Calentamiento global de 1,5 ºC del IPCC, presentado en 2018. Su conclusión principal fue que un escenario con un calentamiento por debajo del 1,5 ºC (objetivo más ambicioso a cumplir del Acuerdo de París) tendría efectos menos dramáticos que el escenario con un  calentamiento del 2 ºC.

¿Cómo llegar a ese 1,5 ºC? A través de cambios drásticos que logren reducir las emisiones de GEIs. Por ejemplo, acelerando la transición energética hacia fuentes de energías renovables con modelos agrícola-ganaderos más sostenibles o terminando con la deforestación. En su reporte, el IPCC ofrece cuatro trayectorias para alcanzar ese 1,5 ºC. Tres de ellas incluyen la bioenergía con captura y almacenamiento de carbono.

El SCoPEx es un experimento científico para avanzar en la comprensión de los aerosoles estratosféricos que podrían ser relevantes para la geoingeniería solar.(Imagen: gentileza SCoPEx)

En mayo pasado, la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés) publicó su propuesta para que desde el sector energético se alcance la neutralidad en carbono en 2050. Acá la captura de carbono vuelve a presentarse  como una acción necesaria. Aunque no es la protagonista, pues ese lugar le pertenece a la reducción de emisiones a través de, por ejemplo, la desinversión en nuevas explotaciones de petróleo, gas y carbón a partir de este año.

Las técnicas de geoingeniería no solo aparecen en los reportes: ya están siendo estudiadas. 

¿Tenemos que estudiar estas tecnologías?

“Es una pregunta difícil porque la geoingeniería ya se está estudiando ahora. Entonces, si ya se están realizando las investigaciones, tenemos que pensar en cómo estructurar esas investigaciones de la manera más inclusiva, reflexiva y transparente posible”, expresa Marion Hourdequin, profesora de Filosofía del Colorado College.

La especialista en filosofía ambiental considera que las investigaciones tienen que incluir representantes de comunidades originarias y de las comunidades más vulnerables a los efectos del cambio climático. Y señala un dato no menor: que las  investigaciones también sean realizadas por científicos del sur global, ya que los estudios vienen siendo acaparados por Estados Unidos y Europa.

Desde este último elemento partió el DECIMALS Fund en 2018, el primer fondo que apoya los estudios de modelos de geoingeniería solar realizados por científicos del sur global con el fin de que investiguen cuáles serían los impactos de esta tecnología en sus países.

Inés Camilloni, científica climática del CONICET, participó como autora del reporte del IPCC del 1,5 ºC: “Esperaría que nunca hiciera falta implementar esto, pero el tema viene muy rápido. (Imagen: gentileza RED/ACCIÓN)

La científica climática del CONICET, Inés Camilloni es una de las profesionales que viene investigando con apoyo de este fondo. Específicamente, está estudiando el impacto hidrológico que podría tener la inyección de aerosoles en la estratósfera para evitar el ingreso de la luz solar  en la Cuenca del Plata. “El resultado preliminar más preocupante que estamos viendo es que se modifica el ciclo del agua con una tendencia a un aumento de las precipitaciones y a un incremento de los caudales mínimos y máximos, por lo que habría riesgo de inundaciones”, explica y argumenta: “Investigar y conocer esto podría dar información al momento de que el país tenga que tomar una postura sobre la tecnología, es decir, que cuando llegue la discusión sea una discusión informada”.

Camilloni comenzó a interesarse en la geoingeniería luego de participar como autora del reporte del IPCC del 1,5 ºC: “Esperaría que nunca hiciera falta implementar esto, pero el tema viene muy rápido. Hay que comprender que esta tecnología tampoco resuelve el problema del cambio climático”.

“Los partidarios de la investigación en geoingeniería no hacen más que seguir ignorando el hecho de que la biosfera no se limita a reaccionar ante lo que hacemos, sino que actúa también por su cuenta y traza así una trayectoria que nos resulta imposible de predecir”, opina Sallie Chisholm, experta en microbios marinos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en el libro Esto lo cambia todo de la periodista canadiense Naomi Klein.

¿Es ético manipular el clima?

Del otro lado de la pantalla, Hourdequin se queda en silencio, pensativa, cuando le hago esta pregunta. Intenta empezar a responder varias veces, pero vuelve a pensar su respuesta. “Como alguien que trabaja en ética y filosofía, tengo puntos de vista personales sobre estos temas. Pero es importante tener mejores conversaciones sobre temas como este”, responde y agrega: “Soy muy consciente de que las intervenciones bien intencionadas en los sistemas ecológicos a menudo tienen resultados inesperados, resultados que a veces son problemáticos. Además, no somos muy buenos para gobernar las cosas de manera colaborativa a nivel mundial. Cómo es posible gobernar de manera justa esta tecnología es un gran desafío”.

Los expertos coinciden en que lo primero que hay que hacer hoy para hacerle frente al cambio climático es reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero. (Imagen: gentileza Pexels)

La propia Klein se explaya en sus publicaciones con una postura crítica respecto de la geoingeniería: “Lo que me hizo recelar de los geoingenieros fue la sensación de que optamos por esas alternativas por no abordar preguntas fundamentales sobre las causas subyacentes, o de que estamos recurriendo a tecnologías de alto riesgo, no cuando ya no hay más opciones disponibles, sino a la primera señal de problemas o, incluso, porque representan un atajo sencillo”.

En este sentido, Gabriel Blanco, profesor de la Universidad Nacional del Centro y actual autor del sexto informe de evaluación del IPCC, es contundente y se anticipa al siguiente interrogante: “Yo creo que la geoingeniería no es una opción. Esto está impulsado y financiado por grupos de interés muy fuertes que apuestan a que todo siga como hasta ahora, que sus negocios habituales vinculados al petróleo y otros derivados no se perturben. Han hecho una movida muy inteligente de presentar el tema como la última opción y en colaboración con instituciones prestigiosas”. 

El señalamiento del investigador argentino coincide con lo expuesto en Esto lo cambia todo por Klein, el temor a que la geoingeniería sea la excusa perfecta para continuar con el modelo que nos puso en esta situación de crisis climática, total lo solucionamos con técnicas:  “A diferencia del hecho de reducir nuestras emisiones para ajustarlas a los niveles recomendados por el consenso científico, el sucumbir a la lógica de la geoingeniería no requiere de nosotros cambio alguno, ya que únicamente nos obliga a que sigamos haciendo lo que ya hacemos desde hace siglos, solo que a una escala mucho mayor”.

¿Es la última opción?, ¿es la opción? o ¿no es una opción?

Más allá de sus diferencias, hay algo en común entre los expertos consultados: lo primero que hay que hacer hoy para hacerle frente al cambio climático es reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero.

David Morrow, director de investigación del Institute for Carbon Removal Law and Policy de la American University no ve a la captura de carbono como primera opción, pero sí como la necesaria para terminar de alcanzar la neutralidad en carbono: “La captura de carbono puede ser aplicable en algunas actividades, pero no resolverá el cambio climático. La mayor parte del trabajo tiene que venir de la reducción de emisiones. El rol que tendrá la captura de carbono es ayudar a cerrar la brecha y alcanzar la neutralidad de carbono”.

El experto agrega que la técnica de captura de carbono podría ser útil para limpiar las emisiones de aquellas actividades sobre las cuales todavía no se sabe cómo descarbonizar, como la aviación, la navegación, la industria pesada o la agricultura.

Para Hourdequin trabajar en este tipo de tipologías no nos tiene que distraer de las  acciones necesarias de mitigación y adaptación. De hecho, ejemplifica que con la geoingeniería solar no se estaría haciendo nada por cambiar la curva ascendente de emisiones.

“La geoingeniería no es opción, no es una opción. El planeta no puede resistir seguir de la manera en que sigamos”, reafirma Blanco y argumenta: “Alguien podría decir que sería posible controlar el aumento de temperaturas. Eso tampoco es entender el problema. El cambio climático, en definitiva, es un emergente entre cientos de problemáticas socioambientales que tienen que ver con la causa profunda de la enfermedad que generan todos estos síntomas. El cambio climático es uno, pero tenés degradación de suelos, pérdida de biodiversidad, contaminación o uso del agua”.

El investigador argentino recuerda que el verdadero cambio tiene que estar en modificar el actual sistema de producción y consumo basado en la explotación de combustibles fósiles y de otros recursos naturales que se explotan a una velocidad que hace imposible su regeneración. “Si alguien me pregunta si la velocidad de este cambio es más lenta, la verdad que no sé si me preocupa más, en lugar de frenarme en 1,5 ºC, frenarme en 1,8ºC y cambiar todo lo que haya que cambiar. El cambio tiene que ser profundo para que sea perdurable y mejor en todos los sentidos”.

Si, en el dicho popular, la realidad supera a la ficción, quizás el mundo distópico que el escritor inglés James Graham Ballard imaginó en 1965 con su libro La Sequía nos da una señal. “A pesar de los intentos que se hacían en todo el mundo para provocar lluvias, la cantidad de precipitaciones seguía disminuyendo. Al fin se abandonaron las operaciones, pues no solo era evidente que no había lluvia; tampoco había nubes”.

Quizás como coinciden los expertos consultados, la conversación que hay que tener sobre la geoingeniería no debe ser, bajo ningún punto de vista, el reemplazo de la acción urgente, ambiciosa y sostenida que se necesita para hacer frente al mayor desafío de nuestro siglo: reducir las emisiones de GEIs e implementar políticas para adaptarnos a los efectos ya presentes del cambio climático.

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Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones para América Latina, una alianza entre INFOBAE y RED/ACCIÓN, y fue publicada originalmente el 4 de junio de 2021.

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