Ludopatía: por qué en la pospandemia muchas personas pueden volcarse al juego compulsivo- RED/ACCIÓN

Ludopatía: por qué en la pospandemia muchas personas pueden volcarse al juego compulsivo

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El común denominador de esta enfermedad es el de revivir en el juego una pérdida en la vida real. Por eso muchos jugadores son personas que perdieron un empleo, no superaron la muerte de alguien o están solos. La psicóloga especialista en esta patología Norma Yegro llama a pensar "cuál será la salida del estado de angustia por el que se transita hoy".

Ludopatía: por qué en la pospandemia muchas personas pueden volcarse al juego compulsivo

Foto: Unsplash

Norma Yegro es psicóloga especializada en tratamiento de juego compulsivo. Intervención: Pablo Domorse


Norma Yegro es licenciada en psicología y se especializa en adicciones. Hace 15 años que dedica su carrera a ayudar a jugadores compulsivos a salir de esa adicción comportamental. Actualmente coordina en Avellaneda uno de los diez centro de asistencia del programa bonaerense de Prevención y Asistencia al Juego Compulsivo.


Hace dos años me dijiste que la ludopatía es “una enfermedad psíquica, una adicción comportamental” y que en este caso “la compulsión no es por consumir una sustancia sino por la necesidad irrefrenable de jugar”. ¿Qué ocurre en la mente de un ludópata cuando no controlan esa necesidad pero no tienen dónde saciarla porque están cerrados los casinos, no operan las loterías y no hay carreras de turf?
—En primer lugar diferenciemos a los jugadores compulsivos en tratamiento de aquellos que no lo están. Los que están en tratamiento, que es de los cuales puedo dar cuenta fehaciente, tienen su espacio para poder expresar las emociones que surgen a partir de la realidad que los atraviesa hoy (me refiero tanto a la pandemia y el aislamiento preventivo, como al cierre de las salas de juego, ambos del orden de la prohibición), lo cual no los exime, pero si los aleja de la posibilidad de la búsqueda de otros espacios vinculados al juego de azar. Respecto a los que no están en tratamiento, sin afirmarlo, porque vamos a poder dar cuenta de ello cuando esta etapa finalice, caben varias posibilidades de respuesta a la compulsión: una podría ser otro tipo de juego, como así también el desplazamiento a otro objeto, que le fuera posible en este contexto. 


Pasemos a los jugadores compulsivos que están en tratamiento. ¿Cómo están reemplazando la terapia individual y grupal? ¿Qué es lo que puede estar necesitando hoy, en cuarentena, el jugador compulsivo en tratamiento?
—Desde nuestro programa en general, está funcionando con una guardia el 0800-444-4000. Y  los centros de atención provinciales, de acuerdo a la fase de la cuarentena en la que esté la localidad. En particular, el Centro de Avellaneda, desde el primer momento ha realizado un seguimiento online de todos los pacientes en tratamiento, con la continuidad habitual, al igual que con las familias. Asimismo, se habilitaron las redes sociales para que se puedan comunicar si fuera necesario y tengan la respuesta de un profesional. Se realiza, además, el seguimiento de los pacientes que fueron dados de alta al inicio de la pandemia, ya que es habitual realizarlo por cuatro meses. Respecto a nuestra labor, nos encontramos con una respuesta del paciente, de interés, alegría y necesidad de esta continuidad. Pensando en la pérdida y la repetición en su historia, lo importante que el espacio conocido, donde ha sido alojado, no entre en esta serie. Por otro lado es muy importante la comunicación con la familia para un mejor pronóstico, que si bien la pandemia nos remite a un aislamiento social preventivo, esto no signifique que el jugador se quede sólo como en la etapa de la enfermedad. 


Recuerdo que cuando nos juntamos a charlar del tema era 2018 y vos me dijiste que la compulsión al juego tapa una angustia. E hiciste una enumeración: “Vienen personas que no superaron la muerte de un familiar, veteranos de Malvinas, echados del 2001, abuelos solos o gente que simplemente no encontró cómo reemplazar su deseo de jugar al fútbol. Angustiados”. Esta pandemia, el aislamiento y la angustia que podemos estar viviendo en estos tiempos, ¿puede dar lugar a nuevos jugadores compulsivos en la pospandemia?
—Seguramente al final de la pandemia nos encontraremos con sujetos que necesiten atención psicológica, que en realidad ya lo necesitan hoy. Algunos ya se comienzan a contactar para pedir ayuda. Para pensar cuál es la salida del estado de angustia que se transita, porque el juego patológico sería una salida enferma de un sujeto compulsivo. Hay que pensar en la estructura psíquica, en la historia familiar, en las herramientas psicológicas, mecanismos de defensa. Fijate que el común denominador de esas escenas es la pérdida, y lo que repite el jugador es la escena de la pérdida. Entonces tendrá que ver también cómo se representa este período en su psiquis.


—¿Cuándo el juego se convierte en ludopatía? ¿A qué tiene que estar atento una persona o sus familiares?
—Muchas veces los cambios son paulatinos, lo cual hace más difícil darse cuenta. El jugador miente, y una de las particularidades de este cuadro es el pensamiento mágico: "voy a recuperar lo perdido" o "yo puedo sólo". Hay que tener en cuenta: cambios de carácter, tendencia a aislarse, deja de compartir con familia y amigos, situaciones reiteradas vinculadas a la falta de dinero, búsqueda de escenas de enojo para poder irse. Y algo que es común a varias enfermedades: siempre que alguien se desafectiviza hay que estar atento; siempre que falta comunicación hay que estar atento; donde la palabra no circula se aleja de la salud.


Por último, si te está leyendo un jugador compulsivo, ¿Qué consejo o reflexión le puede servir leer? ¿Qué le dirías? ¿Qué le dirías a un familiar?
—Tanto para el jugador compulsivo como para un familiar: el juego compulsivo es una enfermedad. No es una cuestión de voluntad porque la voluntad está enferma. Es una enfermedad de la cual se pueden recuperar, con ayuda y con tratamiento. El dejarse acompañar (el jugador) y brindar el acompañamiento (familia) favorece la posibilidad de recuperación.


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